Mostrando las entradas con la etiqueta argentina. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta argentina. Mostrar todas las entradas

jueves, 15 de julio de 2010

Felicitaciones a los argentinos


En ASOJOD aplaudimos la decisión que tomó el Senado argentino de legalizar el matrimonio de personas del mismo sexo, siendo la primera nación latinoamericana que lo consigue. Gracias a ello, ahora las parejas homosexuales tendrán los mismos derechos que las heterosexuales, especialmente en cuanto a la adopción, herencia y otros.

Nos parece que esta noticia muestra un avance en el reconocimiento de las libertades individuales, especialmente en tierras donde esos conceptos no han sido respetados durante los últimos años. Celebramos que se haya derrotado al discurso conservador-medieval que sigue valiéndose del dogma religioso para impedirle a las personas decidir y actuar sobre sus vidas.

Ojalá este hecho sirva para evitar que en Costa Rica se continúe con la desafortunada intención de someter el reconocimiento de un derecho al capricho de las masas.

miércoles, 15 de julio de 2009

¡Huele raro!


Según la declaración jurada de bienes de la pareja K, su patrimonio creció en un 158% desde su llegada al poder en Argentina. En seis años de estar en la casa rosada la pareja paso de tener un patrimonio de $1,8 millones a $12 millones.

No sabemos como los Kirchners lograron aumentar su fortuna de esa forma, esperamos que haya sido a partir de la legalidad y no por medio del poder político. Pero, este tipo de situaciones deben de llamarnos la atención ya que no son pocas las historias de los nuevos ricos que surgen a partir de su paso por la política.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Argentina: El gobiernos está protegiendo tus ahorros


En varias oportunidades sufrí situaciones de inseguridad complicadas. La mas grave fue cuando un malhechor a punta de pistola me exigió dinero. Alguien me iluminó y le dije "tranqui, hoy laburé para vos, la que tengo es tuya". El ladrón se tranquilizó tomó su botín y se marchó. Gracias a Dios sigo vivo y cuento esta película.

Mientras la Presidenta Cristina Kirchner anunciaba la pulverización del sistema de capitalización privado, la incautación de las cuentas individuales y la nacionalización compulsiva del sistema previsional, me acordé de aquel malhechor que me robó el dinero.

Una diferencia no menor hay entre aquel hecho de inseguridad física y éste de inseguridad jurídica. El ladrón privado sabía que yo le estaba mintiendo. Sabía perfectamente que no lo esperaba ni me había esforzado para él. Yo también sabía que él sabía. El contrato era bien claro. Se trataba de un robo.

El gobierno no fue tan sincero como aquel ladrón. No se animaron a decir lo que estaban haciendo.

Al mejor estilo orwelliano modificaron la acepción de una palabra para ocultar la verdadera intención. Hablaron de "rescate de los fondos privados personales que se devaluaban en manos de las AFJP (Administradoras de Fondos de Jubilación Privados)".

Todo el Gran Buenos Aires (Reino de la inseguridad) , no conoce un ladrón que le diga a su víctima: "quedate tranquilo te robo el auto y así te evito el gasto en mantenimiento, patentes, combustibles, seguros, etc en realidad te estoy rescatando".

La estrategia del gobierno es imponer en el debate que se trata de un tema "previsional". Que en realidad las AFJP administraban mal los fondos de los cotizantes y ante esa falla, el estado aparece como salvador.

En rigor la discusión es plenamente fiscal. El estado necesitaba dinero para cubrir el déficit fiscal que está a la vuelta de la esquina. El 2008, era hasta el 21 de octubre, el año donde los intentos de voracidad fiscal fracasaban uno tras otro. En julio el revés del aumento de las retenciones móviles, en agosto el intento fallido de "insertarse" en el mercado de crédito internacional a través del pago al Club de París y la oferta a los Hold Outs.

Argentina tiene vencimientos de deuda pública del orden de los $ 18.000 millones promedio para los próximos tres años en un contexto de caída vertiginosa del superávit fiscal producto del enfriamiento de la economía, la baja de precios de los commodities y la caída del impuesto inflacionario.

De hecho los 35.000 millones de pesos de superávit en 2007 que eran explicados por retenciones y el impuesto al cheque este año será menor y el próximo menor aún.

Los fondos privados incautados con esta medida ascienden a un stock de 95.000 millones de pesos y a un flujo de 14.000 millones de pesos anuales más el ahorro en intereses y capital por los 55.000 millones de pesos en títulos públicos que serán "transferidos" al Anses (Administración Nacional de la Seguridad Social).

Los argentinos conocemos bien la película. Los fondos serán licuados y el Anses más temprano que tarde volverá a su histórica condición deficitaria. Las futuras administraciones tendrán un sinfín de excusas para librarse de la la culpa de los magros a haberes futuros.

Todos los controles prometidos son letra muerta. "Comisiones bicamerales", "La oposición en el Anses", "publicidad de los actos", "Comisión de sindicalistas, industriales y políticos notables" son parte del humor trágico argentino.

El dato relevante para los argentinos es saber quién es la próxima víctima y cuál es el próximo botín. ¿Los seguros de retiro?, ¿los prepagos médicos?, ¿los depósitos bancarios?, ¿los plazos fijos?, ¿las cajas de seguridad?, ¿las tenencias accionarias?, ¿las recaudaciones de los recitales de Mercedes Sosa y Madonna?, ¿la venta de entradas del próximo superclásico?, ¿la recaudación de monedas de las líneas de colectivo?, ¿las recaudaciones de la obra Evita financiada por el Estado de la Presidencia de Buenos Aires?,

Cuando el estado es voraz y no hay límites, incluso lo que parece ridículo es altamente probable.

No extraño a aquel ladrón, pero ciertamente fue mucho más sincero. Estaba afanando, lo dijo, afanó y se fue (Obviamente no lo agarraron).

Gustavo Lazzari

viernes, 12 de septiembre de 2008

Viernes de Recomendación


Este día les presentamos una pincelada de la incultura política latinoamericana: el peronismo. En este ensayo titulado "¿Qué significa el peronismo?", el Dr. Alberto Benegas Lynch muestra los abusos de poder y el retraso que sufrió la República de Argentina gracias a dicho movimiento político.

sábado, 12 de julio de 2008

El problema es el Peronismo


Alexis de Tocqueville en su obra sobre el antiguo régimen y la Revolución conjeturaba que aquellos países de gran progreso moral y crematístico tienden a dar esto por sentado. Momento fatal puesto que otras tradiciones de pensamiento ocuparán los espacios vacantes. Esto es lo que ocurrió en la Argentina. De ser un país que estaba a la vanguardia de las naciones civilizadas, bajamos a niveles inauditos que sorprendieron al mundo.

En gran medida, el comienzo de la decadencia estuvo marcado por el abandono de espacios universitarios y educativos, a los cuales irrumpieron corrientes como las cepalinas, keynesianas, colectivistas, revisionistas y nazi-fascistas que poco a poco fueron demoliendo los principios de la sociedad abierta.

Los primeros síntomas de inapropiada intromisión estatal se pusieron claramente de manifiesto durante el gobierno de Yrigoyen (quien abandonó la buena línea trazada originalmente por Leandro Alem), lo cual fue luego intensificado con la Revolución fascistoide de 1930 en la que no solo Uriburu tenia preparado un proyecto de Constitución corporativa y anti republicana, sino que, después de la felonía de vetarse el binomio Alvear-Güemes, el gobierno siguiente (de la Concordancia) implantó medidas como el impuesto progresivo, las juntas reguladoras, la banca central y las manipulaciones en la tasa de interés y el tipo de cambio. A continuación, como escribe Emilio Hardoy, “una elección irregular consagra el triunfo de la fórmula oficialista Ortiz-Castillo”. El clima de estatismo imperante se enancó a la xenofobia nacionalista que se había extendido debido a libros y artículos, entre muchos otros, tales como los de Manuel Carlés, Leopoldo Lugones, Ricardo Rojas y Manuel Gálvez que abonaron el terreno para el clima nazi-fascista del peronismo que sobrevino.

Como es de público conocimiento el peronismo desconoció por completo la división de poderes, avasalló la justicia y los órganos de contralor, comenzó con una escalada de corrupción alevosa, el gasto público, el endeudamiento estatal y la presión fiscal se elevaron notablemente, el control sobre el comercio exterior fue asfixiante a través del IAPI (Instituto Argentino para Intercambio), se introdujo la ley de asociaciones profesionales y convenios colectivos —copia de la Carta di Lavoro de Mussolini— se hicieron férreas las obligaciones de aportar el fruto del trabajo ajeno a cajas gubernamentales, se estatizaron empresas privadas y se reformó la Constitución instaurando una de raíz totalitaria con una cláusula de reelección indefinida.

Hay tres frases de Perón que ilustran bien sus inclinaciones. En 1970: “Si la Unión Soviética hubiera estado en condiciones de apoyarnos en 1955, podía haberme convertido en el primer Fidel Castro del continente”, en 1952, “Al enemigo, ni justicia” y, en 1947, “Levantaremos horcas en todo el país para colgar a los opositores”.

Ezequiel Martínez Estrada ha escrito que “Perón organizó, reclutó y reglamentó los elementos retrógrados permanentes en nuestra historia [...] Perón infiltraba legiones de fascistas, nacionalsocialistas y falangistas [...] El peronismo es una forma soez del alma de arrabal, [...] el GOU acaudillado por Perón, esta secta que era diametralmente opuesta a la Logia Lautaro, impuso una dictadura de tipo totalitaria [...] Eran las mismas huestes de Rosas, ahora enroladas en la bandera de Perón, que a su vez era el sucesor de aquel tirano [...] Una característica sobresaliente de la política de Perón, tanto en su campaña proselitista como en su programa doctrinario, es que recogió con prolija minuciosidad de hurgador en los tachos de basura, los residuos de todas las actividades nacionales, en los órdenes espiritual y material [...] Atacó la libertad de imprenta y los principios democráticos que hacían posible la crítica a su dictadura [...] No hubo campos de concentración pero si salas de tortura”.

Américo Ghioldi apunta que “el Estado totalitario reunió en manos de la esposa del Presidente todas las obras, los presupuestos, los recursos dispersos y los proyectos de realización periódica regular, de manera que aquella podía aparecer como la creadora de una realidad sacada de la nada, cuando en verdad era la suma de las obras que se cumplían normalmente [...] Por otra parte, el gobierno totalitario puso los poderes de coacción, de violencia y de amenaza en las atrabiliarias y caprichosas manos de la esposa del primer magistrado, la que impuso unas ´contribuciones espontáneas´ de personas, empresas, instituciones, capitalistas, trabajadores etc.[...] El Estado totalitario había fabricado de la nada el mito de la madrina, [...] en nombre de esta obra social, la Fundación despojó a los obreros de parte de sus salarios”.

Robert Potach señala que “A pesar de que ya en el pasado Perón no había vacilado en clausurar periódicos, su gobierno, a fines de 1949, inició una campaña de intensa hostilidad contra las publicaciones independientes [...] No pudiendo sino darse por enterado de que las acusaciones por robos y estafas surgían de todos los ámbitos, Perón apeló a una lógica extravagante y culpó a las víctimas”.

Como Procurador General de la Nación, Sebastián Soler dictaminó que “Antes de la revolución de septiembre de 1955 el país se hallaba sometido a un gobierno despótico y en un estado de caos y corrupción administrativa [...] Como es de pública notoriedad, se enriquecieron inmoralmente aprovechando los resortes del poder omnímodo de que disfrutaba Juan Domingo Perón y del que hacía partícipe a sus allegados”. Incluso sus pares del ejército de aquel entonces constituyeron un Tribunal de Honor, integrado por los tenientes generales Carlos von der Becke, Juan Carlos Bassi, Victor Jaime Majó, Juan Carlos Sanguinetti y Basilio D. Pertiné , fallo en el que se lee, con fecha de octubre 27 de 1955, que “En mérito de los resultados de las votaciones que anteceden, el Tribunal Superior de Honor aprecia, por unanimidad, que el señor General Juan Domingo Perón se ha hecho pasible, por las faltas cometidas, de lo dispuesto en el No. 58 del apartado cuarto del reglamento de los tribunales de honor, ´descalificación por falta gravísima´, resultando incompatible con el honor de la institución armada que el causante ostente el título del grado y el uso del uniforme, medida ésta la mas grave que puede aconsejar el tribunal”.

No podemos mirar para otro lado haciéndonos los distraídos. Hay demasiados vergonzantes, timoratos y acomplejados que esquivan los problemas y no parecen percatarse que no es posible reorganizar el país en base al ejemplo de la desorganización mas palmaria. No resulta serio ni es sincero aquello de autoproclamarse demócrata y peronista al mismo tiempo. Las pruebas están a la vista. Este es el sentido por el que Borges consignó que “los peronistas son incorregibles”. Por mas maniobras gatopardistas, con métodos antirrepublicanos no se construye una República: alguien tiene que decir en voz alta y sin rodeos que “el emperador está desnudo”. No resulta posible revertir semejante lastre para quienes reivindican el origen peronista de la delación y la implacable monopolización de procedimientos, lecturas y ritos tales como la marchita en la que el caudillo se hacía decir “que grande sos” y otros despropósitos.

En este contexto, no es mucho pedir que la ciudadanía que se considera responsable no le brinde apoyo electoral a las manifestaciones de la corriente de marras puesto que todas veneran el mismo tronco del que provienen, lo cual incluye los desaguisados mayúsculos de la última presidencia del caudillo que, entre otras cosas, quedan ilustrados por los pavorosos incendios provocados en los ministerios del frustrado autócrata de la economía José Ber Gelbard y del cabo devenido en criminal José López Rega.

Pero no se trata de circunscribirse a un intenso espasmo cívico el día de las elecciones, el asunto clave consiste en preguntarnos en que contribuimos cada uno de nosotros todos los días para que nos respeten. Tenemos en la Argentina múltiples problemas que lamentablemente se vienen acentuando debido discursos y anuncios retardatarios. Pero no parece que pueda pensarse con rigor en soluciones para dichos problemas mientras no se perciba, como primer paso, que el peronismo encarnó la degradación mas brutal de los valores que hicieron de ese país uno de los mas prósperos del planeta y, como ha escrito Einstein, “los problemas no pueden resolverse con quienes los han creado”.

Alberto Benegas Lynch

sábado, 21 de junio de 2008

Argentina: Los sistemas autocráticos no dialogan, imponen


El conflicto con el campo sacó a la luz la necesidad de discutir no sólo una determinada política económica sino, además, las bases republicanas del país.

Antes de la protesta del campo, ya se sabía que la economía estaba deslizándose rápidamente hacia una crisis. La inflación se había disparado mucho antes del paro agropecuario, mientras que los problemas energéticos, fiscales y ausencia de inversiones eran más que evidentes. Hoy, por lo tanto, no estamos asistiendo a una crisis política, social y económica inesperada ni gratuita, sino que vivimos el resultado inevitable de una acumulación de disparates que tenía que terminar de esta manera.

Es que el supuesto paradigma del nuevo modelo económico no era tal por más que algunos empresarios pretendían verlo como un descubrimiento de la ciencia económica, por el cual se podía emitir sin generar inflación, crecer sin tener inversiones y lograr que la economía funcionara con crecientes controles e intervencionismo.

Todo lo que estamos viviendo hoy es el resultado de un modelo intrínsecamente perverso que se basa en el autoritarismo económico y político.

Néstor Kirchner creyó que podía, sin costo alguno, emitir moneda en cantidades crecientes para sostener el eufemismo del tipo de cambio competitivo, hasta que un día se dio cuenta que había inflación. En vez de corregir el rumbo económico, lo mandó a Guillermo Moreno a controlar los precios y a apretar a los empresarios para disimular la inflación mientras el Banco Central de la República de Argentina (BCRA) seguía imprimiendo billetes. Como eso no le alcanzó, destruyó el INDEC (índice de inflación) para que dijera que los precios no subían en Argentina. Prohibió exportaciones, aumentó sistemáticamente los impuestos a las exportaciones, denunció y acusó a sectores productivos de avaros. Hoy el gobierno dice que aumentó las retenciones para que se produzca, entre otras cosas, más carne. Todavía me acuerdo de su discurso, vociferando desde la tribuna que el campo quería lucrar con el hambre del pueblo argentino. Hizo todo lo posible para destruir la ganadería, lo consiguió y ahora se queja que no se produce carne.

No conforme con todo esto, metió la economía en una maraña de subsidios para disimular la inflación, duplicando en un año los subsidios a la energía para que no se tocaran las tarifas. El resultado es que a las empresas le bajan la palanca cada vez más seguido porque si no tienen que dejar sin luz a la gente mientras el gasto público crece por la necesidad de mayores recursos para financiar estos subsidios.

Néstor Kirchner creyó que podía manejar indefinidamente a las trompadas la economía y hoy se encuentra con que la realidad le devuelve las trompadas a él. Desabastecimiento, inflación galopante, un país económicamente paralizado y una imagen del gobierno que cae en picada como nunca antes se había visto.

Pero frente a la cruda realidad que cualquier persona puede ver, el gobierno sigue empeñado en negarla. La presidente sigue diciendo que el país crece, que hay menos pobreza, que nunca antes en toda la historia de la Argentina habíamos crecido como lo hicimos en los últimos 5 años. Ella y sus funcionarios han llegado a formular declaraciones que ofenden la inteligencia de la gente. Alberto Fernández afirmó que las retenciones no son un impuesto sino que son una herramienta de política económica y, por lo tanto, no tienen que pedirle permiso al Congreso para aumentarlas.

Después de 90 días de conflicto Cristina Fernández de Kirchner quiere hacernos creer que cuando se anunciaron las retenciones móviles se olvidó de explicar que lo hacía para destinar más fondos a planes sociales. La verdad es que tratar de “vender” el impuestazo al campo como una necesidad de “solidaridad social” es casi una falta de respeto al coeficiente intelectual de los argentinos. ¿Cómo puede pararse frente a las cámaras de televisión y decir, sin que se le mueva un pelo, que los recursos van a ser destinados a construir más hospitales si los que hay se caen a pedazos? ¿En serio creen que con ese discurso van a convencer a la gente que ellos son buenos y el resto son avaros?

El gobierno y Moyano se cansaron de decir que por culpa del paro agropecuario la inflación se había disparado. Había inflación por culpa del campo. Pero resulta que el INDEC acaba de “informar” que la inflación en mayo fue de solamente el 0,6% y los alimentos subieron el 0,1%.

Es curioso, los Kirchner despotrican contra el libre mercado, pero se mueven políticamente recurriendo a las reglas del intercambio comercial.

Permanentemente buscan el precio de conseguir el apoyo de gobernadores, intendentes, legisladores, sindicalistas y sectores productivos. La caja por un lado y el apoyo por el otro. Obviamente, un esquema de este tipo nada tiene que ver con una democracia republicana. Por el contrario, el matrimonio parece ver el poder como un negocio personal. Si consigo el poder tengo el monopolio de la fuerza y con el monopolio de la fuerza puedo apropiarme del trabajo de la gente y con ese dinero construir más poder comprando voluntades. Para conseguir ese objetivo todo el sistema económico tiene que estar subordinado al mantenimiento del poder, por más inconsistentes que sean las políticas económicas que se apliquen. El costo de semejante esquema está a la vista.

El discurso de que las retenciones se ponen para que la gente tenga comida en sus mesas ya no convence a nadie, porque no solo los precios de los alimentos se han disparado fruto de la inflación que generó el gobierno sino que, además, han logrado uno de los desabastecimientos más grandes de la historia argentina.

De aquí en más sabemos que los Kirchner no van a dialogar porque no conciben el diálogo como un mecanismo de entendimiento. Los sistemas autocráticos no dialogan. Imponen. Ellos creen en la prepotencia, la descalificación, las amenazas y en infundir miedo utilizando el monopolio de la fuerza que los argentinos le delegamos para que defendiera nuestro derecho a la vida, la libertad y la propiedad.

Lo que hoy se está discutiendo en Argentina ya no es un tema de retenciones o de política económica. Estamos discutiendo la defensa de una democracia republicana contra un sistema autoritario basado en el abuso del poder delegado por los ciudadanos.

Roberto Cachanosky

sábado, 17 de mayo de 2008

Argentina está bien, pero va mal


Cuando la presidenta de Argentina Cristina Fernández de Kirchner ganó las elecciones de su país el año pasado, escribí que probablemente sería una mejor presidente que su predecesor y esposo, Néstor Kirchner. Me equivoqué.

Cinco meses después de asumir el cargo, Fernández de Kirchner no ha podido --o no ha querido-- aprovechar la mejor situación económica que ha gozado Argentina en toda la historia reciente para reinsertar a su país en la economía mundial. En cambio, ha continuado con el populismo de Kirchner, que está ahuyentando capitales y desalentando las inversiones.

En círculos políticos argentinos se comenta que Kirchner sigue gobernando el país. Los comentaristas políticos se refieren a Kirchner como ''copresidente'', o hablan de ''la pareja presidencial''. La esperanza de que Fernández se apartaría del estilo confrontacional de su marido, y ayudaría a mejorar las relaciones del país con Washington y Europa se está desvaneciendo.

La semana pasada, cuando Naciones Unidas hizo públicas las cifras anuales de inversión externa en Latinoamérica, resultó difícil no advertir el gradual retroceso de Argentina en la escena regional. A pesar de gozar de un índice de crecimiento de casi el 9 por ciento anual gracias al alza de los precios mundiales de la soja, la inversión extranjera en Argentina sólo creció un 14 por ciento el año pasado.

Comparativamente, la inversión extranjera aumentó casi un 600 por ciento en El Salvador, un 96 por ciento en Chile, un 84 por ciento en Brasil; un 54 por ciento en Perú; un 40 por ciento en Colombia -a pesar de su conflicto armado interno-- y un 21 por ciento en México.

Si miramos las cifras en dólares, mientras Brasil recibió inversiones extranjeras por $34.5 mil millones en el 2007, México, $23.2 mil millones, Chile $14 mil millones y Colombia $9 mil millones, Argentina sólo recibió $5.7 mil millones, según las cifras de la Comisión Económica para América Latina (ECLAC) de la ONU. Los economistas dicen que es probable que Perú, que recibió $5.3 mil millones en inversión externa el año pasado, podría superar a Argentina en el 2008.

La confianza de los inversionistas argentinos en el país también está por el piso. Según una encuesta reciente realizada por el Foro Económico Mundial en 127 países del mundo, Argentina ocupa el lugar 124 --sólo ganándole a Chad, Venezuela y Zimbabwe-- en la confianza de su comunidad empresarial en que los derechos de propiedad están protegidos por la ley.

¿Qué está ocurriendo en Argentina? A juzgar por lo que vi durante una visita al país a principios de año, y por lo que escuché en diversas entrevistas esta semana, Fernández --al igual que su esposo antes-- se está peleando con casi con todo el mundo.

En el plano interno, Fernandez está atacando a los agricultores, que están bloquean-

do las rutas y reteniendo la producción desde que la nueva presidenta incrementó los impuestos a la exportación de soja del 35 por ciento al 44 por ciento. Fernández acusa a los productores agropecuarios de ser egoístas y no querer contribuir a la disminución de la pobreza. Los agricultores señalan que los nuevos impuestos están destruyendo la mayor industria exportadora de Argentina.

En los últimos días, con sus índices de popularidad en baja, Fernández se ha dedicado a fustigar al diario argentino Clarín y sus canales de televisión, que hasta hace poco trataban a los Kirchner con gran benevolencia. Los grupos de libertad de prensa argentinos protestan por lo que consideran una creciente intimidación hacia los medios.

En política exterior, Fernández reaccionó con sorprendente falta de juicio cuando un fiscal de Miami reveló hace pocos meses que una valija con $800,000 en efectivo que llevó a Argentina un empresario cercano al gobierno venezolano estaba destinada a su campaña presidencial.

En vez de ordenar una investigación sobre la acusación, que por ciento no indicaba que Fernández tuviera conocimiento del tema, la presidenta se unió al gobierno del presidente venezolano Hugo Chávez para atribuir todo el caso a una supuesta conspiración de Washington.

Mi opinión: para ser justos, Fernández no puede ser comparada con los delirios económicos y políticos de Chávez. No está nacionalizando industrias todo el tiempo, ni apoya a grupos terroristas en el extranjero, ni le ha cambiado el nombre al país.

Pero todavía no se ha dado cuenta de que en el mundo actual la diferencia entre los presidentes latinoamericanos ya no está entre los de derecha y los de izquierda, sino entre los que tratan de mantener relaciones amistosas con todo el mundo --como los de Brasil, México, Chile y Perú-- y los que se pelean con todos todo el tiempo, como Chávez.

Hasta ahora, Fernández ha dado la impresión de pertenecer al segundo grupo, lo que está impidiendo que Argentina reciba inversiones para lograr un crecimiento a largo plazo, y una mucho mayor reducción de la pobreza.

Andrés Oppenheimer

domingo, 13 de abril de 2008

El pánico de los Kirchner


La peor consecuencia del miedo es que, normalmente, provoca una reacción violenta. El fascismo es, precisamente, un egocentrismo (el del "líder") que no admite ser disminuido y entra en pánico en la medida en que es cuestionado y, consecuentemente, responde con represión.

Argentina está entrando en caída libre por peso de la propia política peronista, corporativista. Un eslogan medular del peronismo ha sido el del asistencialismo estatal, sin embargo, mientras que el Estado vía retenciones agropecuarias se queda con el equivalente a la alimentación para 120 millones de personas, nunca, en tiempos modernos, hubo tanta hambre. Más allá de que el país se recuperó, por simple rebote, de una caída abismal durante la trágica era del ex presidente Duhalde, en general, los argentinos viven hoy peor que en 2001. El increíble aumento del delito muestra que la pobreza y la marginalidad, como consecuencia de los bajos salarios y la desocupación, aumenta notoriamente creando un excelente caldo de cultivo para la delincuencia.

Con datos mucho más creíbles que los delGobierno, la Sociedad de Estudios Laborales reporta que en 2007 cayeron en la pobreza 1.3 millones de personas, subiendo el nivel de pobreza al 30.4% de la población (10.8 millones de personas). En promedio, el ingreso familiar per cápita habría tenido un aumento inter- anual del 22%, pero el valor de la canasta básica se elevó 37.5%, y no el 11.1% oficial.

De acuerdo con datos oficiales, el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) en 2007 fue de un 8.7%. Pero si se ajusta por el verdadero Índice de Precios al Consumidor (IPC) – "la inflación"–, y se descuenta la supuesta aportación del Estado, el crecimiento fue mucho menor y se explica por el aumento de los precios de la materias primas, exportaciones que el Gobierno está destruyendo.

Según Gustavo Lazzari, Argentina tiene una participación marginal en el comercio con el exterior: 0.4% (contra 2.8% en 1948) del total de las exportaciones mundiales. Las exportaciones argentinas crecen al 16% anual mientras que las mundiales lo hacen al 17%. Para remate, con un gobierno incapaz de recortar los recursos que dilapida, el superávit fiscal corre serio riesgo. Los ingresos fiscales en marzo bajaron en términos reales ya que solo aumentaron 26%, menos que el IPC.

El panorama empeora con rapidez. El reciente paro agropecuario (que en cualquier momento recomienza, con más fuerza) y el desabastecimiento que provocó contribuyeron al aumento del IPC de marzo que habría llegado al 2.5%, principalmente debido al fuerte aumento en la canasta básica en un 4%. La proyección anual superaría el 30%, el mayor "índice inflacionario" de la región, incluso superando a Chávez.

Al mejor estilo Gestapo, la Secretaría de Comercio Interior se dedica, además de emitir falsos índices inflacionarios, a amedrentar a los supermercados para que bajen los precios. Pero este no ha sido el único resultado del paro agropecuario. Los Kirchner se irritaron con la prensa. Y la presidenta Cristina lanzó el "Observatorio de Discriminación en los Medios", organismo estatal cuyo fin sería el de controlar que los periodistas no publiquen ideas discriminatorias.

La Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa) aseguró que el Gobierno pretende "enmascarar" el "control" sobre la prensa. "... parece haber elegido a los medios de prensa como enemigos... les hace ver conspiraciones por todas partes...". Para el periodista Nelson Castro, "son vueltas de tuerca para amedrentar a la prensa libre".

Alejandro A. Tagliavini

domingo, 6 de abril de 2008

La enfermedad argentina


Buenos Aires, 25 de marzo de 2008, la clase media de la ciudad se manifiesta cacerola en mano. Los productores agrícolas han decidido cortar los suministros de carne y de grano ante la decisión del gobierno de elevar las retenciones fiscales a la exportación hasta el 44 por 100. ¡Sorpresa…! La gente no protesta contra el campo sino contra el gobierno. La Administración de la Sra. Kirchner se enfrenta a la rebelión de una sociedad civil harta de las arbitrariedades del poder, de los excesos de un Estado “clectocrático” que vampiriza a los sectores productivos de la población para beneficiar a su clientela política y a una nomenclatura que usa el poder en beneficio propio. En la Argentina de 2008 no existe nada parecido a un gobierno que respete las reglas del juego, sino un aparato depredador populista, muy parecido en el fondo al creado por Hugo Chávez en Venezuela, atemperado por el alma porteña.

La guerra de los peronistas contra el campo es histórica. El sector más productivo, competitivo y abierto de la economía argentina ha sido ordeñado de manera sistemática por el peronismo para financiar sus sueños autárquicos y sus objetivos políticos. En los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado, el general Perón esquilmó la industria agropecuaria para poner en marcha un programa de sustitución de importaciones y de redistribución de la renta que sentó las bases de la decadencia económica del país. El justicialismo, una ideología reaccionaria, de raíz fascista ha convertido a uno de los estados más ricos del mundo en las primeras décadas del siglo XX en una república bananera. Ha contaminado y pervertido de tal modo la Argentina que nadie ha logrado romper la dinámica decadente que asola el país desde hace medio siglo.

En estos momentos la situación de la República fundada por Sarmiento, Mitre y Alberdi es dramática. Se ha transformado en un sistema monopartidista en el cual las únicas alternativas posibles se plantean dentro del justicialismo. No existe una oposición al régimen peronista que, como el Movimiento Nacional o el PRI de los años gloriosos, lo engloba todo. En la práctica, el pluralismo político es puramente formal, no existe, y el social se ve asfixiado por una maquinaria de poder que, como en los regímenes totalitarios, no duda en utilizar la violencia para acallar a sus críticos. Hace una semana, la marcha pacífica de las cacerolas contra la arbitrariedad fiscal del gobierno fue liquidada por los piqueteros, por los matones a sueldo del poder ante la pasividad olímpica de las fuerzas policiales. El Estado no protege a todos los ciudadanos, sino sólo a quienes le rinden pleitesía.

La Sra. Kirchner ha acusado a los huelguistas de representar los intereses de las clases favorecidas frente al hambre del pueblo con la finalidad de mantener unos beneficios extraordinarios. Esta tesis es falsa. De la totalidad del valor obtenido de la facturación agraria, el 58 por 100 se emplea en cubrir los gastos de producción, cosecha y transporte; el 39 por 100 se lo lleva el fisco y el 3 por 100 queda para los empresarios del sector. Cuando se vende una tonelada del oro verde, la soja, el Estado se lleva 235 dólares y el productor 20 dólares. Esto significa que el gobierno se apropia del grueso de la riqueza generada por la empresa privada que arriesga su dinero y emplea su esfuerzo para lograr un rendimiento mediocre. En consecuencia, si se mantiene el régimen actual, los productores carecerán de incentivos para desarrollar su actividad, el Estado ingresará menos y, por supuesto, los precios de los alimentos subirán al reducirse la oferta… elemental lógica económica.

La decisión gubernamental de exprimir a los agricultores no responde sólo a criterios ideológicos, sino también a una estrategia económica surrealista. El gobierno peronista está inmerso en un programa descomunal de gasto público improductivo, de subvenciones a una clientela que demanda dinero fresco y lo obtiene sangrando a quienes crean la riqueza; la energía ayer, hoy y mañana, el agro siempre…Como los malos cazadores, los peronistas disparan a todo lo que se mueve. Una economía que ha crecido a una media del 8 por 100 desde 2003 y ha obtenido unos ingresos fiscales extraordinarios debería tener un superávit fiscal, al menos, similar al chileno, del 8 por 100 del PIB. Por el contrario, el peronismo reinante se ha lanzado a orgía gastadora que es insostenible en un escenario económico normal, esto es, cuando se acabe y/o se desaceleren los precios mundiales de las materias primas. En el interim, el impulso fiscal del gabinete ha alimentado la inflación que según las cifras oficiales se sitúa en los contornos del 10 por 100 y, en términos reales, está alrededor del 20-25 por 100 según el grueso de los analistas independientes, públicos y privados.

Lo peor de la Argentina no es su situación coyuntural sino estructural. Los gabinetes del Sr. y de la Sra. Kirchner no han introducido medida alguna que permita sostener el crecimiento económico cuando la coyuntura internacional se deteriore o se modere. Esto implica que, antes o después, el país volverá a introducirse en una crisis profunda y dolorosa. Sin embargo, eso no garantiza una reacción contra la política que provocó ese resultado. Los argentinos parecen hipnotizados y/o drogados por un partido, movimiento o lo que sea que tiene una capacidad infinita para inyectarles la dosis letárgica necesaria para que nada cambie. Es increíble que una sociedad culta, sofisticada y, en muchos casos, moderna vote una opción tosca, vieja y con tintes totalitarios. Este comportamiento tendría una explicación que supera los límites de este artículo; dilucidar ese enigma, quizá pertenezca a otra disciplina, amada por los argentinos, el psicoanálisis.

Lorenzo Bernaldo de Quirós

lunes, 7 de enero de 2008

¡Recomendación!


En esta estudio: La inversión en Argentina: Presente incierto, ¿futuro promisorio?, Aldo Abram, Felipe de la Balze, Javier González Fraga, Martín Krause y Carlos Rodríguez Braun analizan el panorama para inversiones en Argentina.