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domingo, 26 de abril de 2015

El Cuaderno de Notas de Anna Magdalena Bach


Retrato identificado como J. S. Bach, 1715. Atribuido a Johann E. Rentsch el Viejo.

Cuando oímos hablar del Cuaderno de Notas de Anna Magdalena Bach, nos parece percibir los suaves roces de maravillosos vestidos de seda; música ejecutada ante un grupo reducido y exquisito de oyentes, a la luz de brillantes candelabros, y tal vez, ¿por qué no?, la propia Anna Magdalena cantando suavemente, con su voz de soprano bien reconocida. 

Pudo ocurrir algo parecido en la vida de su titular; sólo parecido y sólo durante cierto tiempo, sin duda, muy poco.

Anna tenía veinte años cuando conoció a Johan Sebastian Bach, del que se enamoró de inmediato y con el que se casó muy pronto, abandonando su carrera musical, para convertirse en la segunda esposa del gran compositor, que, viudo para entonces, tenía a su cargo cinco de los siete hijos del primer matrimonio con su prima María Bárbara.

Retrato auténtico de Bach, a los 63 años. Elias Gottlob Haussmannen 1746, Museo de la Ciudad de Leipzig. Muestra la partitura de un Canon a Seis Voces.

Anna Magdalena Wilcken, había nacido en diciembre de 1701, pero es poco lo que sabemos de ella antes de su matrimonio. Alemana, nacida en Zeitz,  su padre era, Johann Caspar Wilcken, trompetista en la corte de Zeitz, que se trasladó a Weissenfels, donde permaneció hasta su fallecimiento, a finales de noviembre de 1731. Su madre, Margaretha Elisabeth Liebe –cuyo padre era organista–, falleció a su vez, en marzo de 1746. 

El entorno musical en el que se desenvolvía la familia, hace creer en la posibilidad de que Anna conociera a los Bach cuando actuaba junto a su padre, como soprano, en la capilla de Zerbst, desde 1721. Tendría alrededor de 20 años y era reconocida su calidad como soprano, cuando fue contratada en Köthen –en el pequeño principado de Anhalt-Cöthen–, donde también trabajaba Bach, que, por entonces tenía 36 años y había pedido a su esposa, María Bárbara, el año anterior.

En la época, el hecho de casarse con un viudo, obligaba, como poco, a guardar las formas; porque no estaba bien visto, aunque tampoco estaba prohibido, siempre y cuando la boda se celebrara de forma privada, así que el príncipe Leopold de Anhalt-Cöthen – experto en clavecín, violín y viola da gamba–, les dio permiso para casarse en su residencia, y así lo hicieron, el 3 de diciembre de 1721. 

Tuvieron trece hijos entre 1723 y 1742, de los cuales siete murieron siendo muy pequeños. Entre los que superaron la infancia, están los compositores Johann Christian y Johann Christoph Friedrich. Residieron en dicho palacio hasta que el príncipe Leopold contrajo matrimonio a su vez, con una princesa Anhalt-Bernburg, de la que se dice que no era aficionada a la música y que consiguió de su esposo, que los Bach abandonaran su residencia, aunque sobre este asunto hay distintas informaciones, pues algunos autores creen que cuando Bach abandonó el palacio, la joven princesa Anhalt-Bernburg, ya había fallecido.


Anna organizaba las veladas musicales en las que participaban tanto el compositor, como sus hijos, llegando estas a constituir un notable evento en la ciudad de Leipzig.

También se considera el hecho de que Bach, habiendo sido invitado a su corte por el Margrave de Brandemburgo, aceptaría entonces, después de dedicarle los celebérrimos Conciertos de Brandemburgo. La ciudad reunía, sin duda, mejores condiciones para procurar la educación y el futuro de sus hijos. 

Parece probado que podemos hablar de un matrimonio por amor, seguramente por ambas partes, en el que nada supusieron para Anna ciertos factores, como la notable diferencia de edad entre ambos –dieciséis años–; el hecho de que ella ya tuviera su propio trabajo, bien remunerado, o la existencia de los hijos del anterior matrimonio del compositor. El sucesivo nacimiento de trece hijos más y los Cuadernos del compositor dedicados a Anna, muestran un excelente entendimiento entre ellos.

En realidad, Bach dejó cuatro Cuadernos, de los cuales, dos, los Notenbüchlein für Anna Magdalena Bach, de 1722 y 1725 respectivamente, fueron dedicados a ella, mientras que el titulado Clave-Büchlein de 1720 fue escrito para su hijo Wilhelm Friedemann, y el Orgel-Büchlein, empezado hacia 1714, estaba dirigido a un organista que empezaba su carrera.

Se supone que el amor y el buen entendimiento reinaron durante la vida matrimonial de Anna y Johann Sebastian; aunque no se escribió sobre el amor en sus crónicas

La obra transcrita por Anna –cuyos rasgos gráficos llegaron a ser tan similares a los del compositor, que en ocasiones es difícil distinguirlos–, demuestra que en el terreno artístico no existieron diferencias entre ellos, lo que hace que nos cause cierta estupefacción el hecho de que los hijos del primer matrimonio, no sólo no la aceptaron –aunque esto no se puede documentar–, pero sí, como veremos, la abandonaron a su suerte, o, más bien, a su desgracia, en los momentos más difíciles y tristes de su vida, lo cual sí está bien documentado.

Vamos a recordar las condiciones en que Anna Magdalena hubo de afrontar la enfermedad y el fallecimiento de su esposo. Aunque podemos adelantar que Bach nunca debió tener la oportunidad de equilibrar sus ingresos y sus necesidades; una triste realidad que se puede constatar de forma muy gráfica.

Observamos la famosa escultura de bronce del músico, a la entrada de la iglesia de Sto. Tomás en Leipzig, realizada por Carl Seffner.

Más cerca… la elegancia y equilibrio del conjunto: J. S. Bach posa ante un órgano.

Más cerca. El bolsillo del compositor vuelto del revés habla por sí mismo.
Fotog. Concha Díaz. Blog de Arte Cuaderno de Sofonisba

Bach sufrió un grave empeoramiento de su salud a primeros de junio de 1749, lo que provocó su inmediata sustitución en el cargo de Thomascantor y director musical. La pérdida creciente de la vista fue otro gran problema que un cirujano inglés intentó resolver, sin éxito, en la primavera del año siguiente. A partir de entonces su salud decayó completamente, hasta su fallecimiento, el 28 de julio de 1750, a los 65 años. 

Poco antes de su muerte, parece que recuperó la vista, o al menos así lo creyó Anna Magdalena, cuando le mostró una rosa roja y que Bach pidió a sus hijos que le cantasen una hermosa canción sobre la muerte

Bach no debió considerar importante la idea de dictar un testamento, en vista de sus escasos bienes, y Magdalena quedó en situación desesperada, ya que el genio no dejaba más que algunos instrumentos musicales y libros; Biblias, y obras de Martin Lutero y Flavio Josefo, pero apenas algún dinero  –sus últimos ingresos se fueron agotando a lo largo de su enfermedad–, y, por otra parte, tampoco existía la más lejana posibilidad de que Anna percibiera alguna ayuda o pensión. 

En realidad, a la viuda le correspondía un tercio de los bienes del esposo, pero los escasos ahorros de Bach apenas alcanzaron para pagar el entierro e intentar sobrevivir con cinco hijos aún menores –uno de ellos con una enfermedad mental y, según algunos biógrafos, también con una hija del primer matrimonio –Catharina Dorotea–, con más de cuarenta años, que aún vivía con ellos, si bien, poco después, su hijo enfermo fue entregado a una familia que lo llevó a vivir a Naumburg y Johann Christian fue acogido en la casa de Carl Phillip Emanuel, en Berlín.

Si el Estado no contemplaba en modo alguno la posibilidad de proporcionar alguna ayuda a la viuda, sí se otorgaba el derecho de imponer algunas condiciones, muy difíciles de comprender, entonces y ahora, como era la de que, si se volvía a casar, perdería la custodia de los hijos.

Finalmente, se descubrió que a Bach se le debían seis meses de sueldo desde hacía casi treinta años, pero también salió a la luz el hecho de que el músico no se había presentado en su trabajo en la fecha que especificaba el contrato, por lo que, de la pequeña cantidad resultante, se le descontó la parte correspondiente a aquellos días y Anna recibió una suma lastimosa.

Johann Sebastian Bach fue enterrado en el antiguo cementerio de San Juan, en Leipzig, pero sin ninguna placa ni indicación acerca del nombre al que correspondían aquellos restos, hallados e identificados un siglo y medio después, cuando fueron depositados en la cripta de iglesia de San Juan, que a su vez fue totalmente destruida durante uno de los bombardeos aliados en la Segunda Guerra Mundial, por lo que, al fin, fueron trasladados a la de Santo Tomás, de Leipzig, donde se custodian actualmente.

Thomaskirche

Otra consecuencia de la desaparición de Bach fue la obligación por parte de Anna y su familia, de abandonar su vivienda en la Academia de Santo Tomás. Para entonces, la situación de Ana era tan desesperada, que conmovió al Concejo, que le compró algunas de las partituras del compositor y tomó la decisión de hacerse cargo del traslado de la familia y sus enseres, a una pequeña casa que Anna encontró en Haynstrasse, donde se instaló llevando consigo cierta cantidad de maíz, también donado por el Consejo, con el que ella y sus hijos pudieron alejar el hambre durante algún tiempo, transcurrido el cual, Anna pasó a la indigencia sin paliativos, sobreviviendo con donativos y limosna de los vecinos y otros ciudadanos.

Los hijos del primer matrimonio no conocieron o no quisieron conocer aquella situación y Ana murió, el 22 de febrero de 1760, siendo registrada como Mujer pobre de 59 años, pero sin haber accedido jamás a deshacerse de las partituras y escritos que le quedaban de su marido; al contrario que algunos de aquellos hijastros que vendieron o regalaron muy pronto de las que les correspondieron a ellos.


Cuatro de los hijos de Bach, procedentes de ambos matrimonios, despuntaron en el mundo de la música, mientras que Johann Gottfried Bernhard abandonó pronto el arte, al parecer, para estudiar Derecho en Jena, de donde se vio obligado a huir a causa de sus numerosos deudas. Murió a los 24 años.

Wilhelm Friedmann, el mayor y en el que más confiaba su padre, mostró sin embargo, gran falta de interés por la obra heredada; hallándose en su poder, desaparecieron algunas partituras que contenían Pasiones, probablemente, de la misma calidad que las que conocemos, como las compuestas, Según San Mateo y Según San Juan, conservadas por Carl Philipp Emanuel.

Wilhelm Friedemann Bach (1710-1784), de Wilhelm Weitsch
(del primer matrimonio.)

Fue organista en la Sophienkirche de Dresde hasta 1746, cuando se convirtió en organista y cantor de la Liebfrauenkirche en Halle, donde escribió Cantatas como su padre, pero se involucró en ciertos conflictos con sus empresarios y tuvo que renunciar su puesto en 1764, sin tener otro empleo. En 1770, se trasladó a Brunswick y cuatro años más tarde a Berlín, donde intentó hacer carrera como intérprete de órgano, pero no tuvo éxito, ni logró llevar un vida estable, aunque sobrevivió gracias al apoyo financiero de su alumna Sara Itzig Levi, hija del Ministro de Hacienda de Federico el Grande y tía de Felix Mendelssohn. 

Tenía excelentes cualidades como organista y compositor, aunque no acostumbraba a escribir y, mucho menos a publicar sus brillantes improvisaciones. Finalmente, tras vender las partituras que había heredado de su padre, recurrió a las falsificaciones. Murió en 1784.

Carl Philipp Emanuel Bach (1714-1788), del primer matrimonio de Bach.

Carl Philipp Emanuel, de carácter más estable que Wilhelm Friedemann, vivió en la corte de Potsdam hasta 1766, cuando sucedió a Telemann como director musical de Hamburgo. Era también un virtuoso del teclado y componía Cantatas, a veces con ayuda de las obras de su padre. Tras cosechar un notable éxito como compositor, murió en Hamburgo en 1788.

En 1747, cuando tenía 62 años, J. S. Bach visitó a Federico II de Prusia en su palacio de Potsdam, donde se encontraba Carl Philipp Emmanuel. Federico II lo presentó diciendo: Señores: el viejo Bach acaba de llegar a Berlín. No se refería con aquel término a la edad del compositor, sino a la evolución que para entonces habían sufrido las formas musicales en las que se encuadraban las creaciones del maestro, así como su interpretación.

Johann Christoph Friedrich Bach (1732-1795),

y Johann Christian Bach(1735-1782), del segundo matrimonio.

Dos hijos de Anna Magdalena fueron también músicos y compositores de éxito; Johann Christoph Friedrich, músico de cámara en la corte Bueckeburg, donde permaneció hasta su muerte en 1795.

Johann Christian, el hijo menor de Bach, fue muy célebre. Se fue a Italia donde mantuvo una relación amorosa con una cantante italiana y fue conocido como Giovanni Bach. Allí conoció al padre Martini y trabajó como organista en Milán. Tras una estancia breve y habiendo logrado el éxito como compositor de ópera en Nápoles, volvió a Milán. Después vivió en Londres, donde tuvo bastante fama como compositor de ópera y música de cámara. En 1764 visitó a Mozart, que ejerció una clara influencia sobre él. Sin embargo, y, a pesar de sus éxitos iniciales, su música pasó pronto de moda, cayendo él en el alcoholismo, y acumulando deudas considerables hasta que murió a los 46 años, en 1782, antes que sus hermanos mayores Friedemann y Emanuel.

***

Johann Sebastian Bach había nacido en Eisenach el 21 de marzo de 1685. Apenas tenía nueve años cuando fallecieron sus padres, con ocho meses de diferencia –el compositor fue el octavo hijo–. Continuó entonces los estudios musicales, en los que le había iniciado el padre, pero ya en casa de su hermano Johann Christopf, organista de profesión, quien le inició a su vez en las obras de Pachelbel, Lully o Frescobaldi, entre otros grandes compositores.

Durante su infancia y adolescencia, más que las Humanidades, parecen haber dejado huella en su espíritu los estudios de Teología, que, como luterano ortodoxo, no abandonó jamás.

Tenía 18 años cuando fue contratado como violinista en la Orquesta de Cámara del Duque de Weimar y como Organista de Arnstadt, pasando a los 22 a ser organista en la iglesia de San Blas en Mulhausen, donde además de restaurar el órgano, se encargó del coro y la orquesta, e impartió clases particulares. 

A los pocos meses de su estancia en Mühlhausen, se casó, el 17 de octubre de 1707, con su prima María Bárbara Bach y empezó a componer de forma definitiva, produciendo obras del calibre de la Toccata y fuga en Re menor.


Entre los años 1708 y 1717 se estableció en la corte de Weimar, donde desempeñó distintos cargos en la capilla palatina del duque regente Wilhelm Ernst. En aquel momento, compone, sobre todo, Cantatas.

Desde 1717 hasta 1723 se instala en Köthen como maestro de Capilla del Príncipe Leopold de Köthen, con quien mantiene una sincera amistad; allí compone los seis Conciertos de Brandemburgo; la primera versión de La pasión según San Juan y la primera parte de El clave bien temperado, entre otras obras.

Sonata para violín nº 1 en sol menor. BWV 1001. Autógrafa. 
La barroca escritura de Bach se parece a su música.

Es allí, como hemos apuntado, donde fallece su primera esposa y aparece en su vida, Anna Magdalena, con la que se casa inmediatamente, trasladándose ambos a Leipzig, en 1723, donde Bach es nombrado Kantor de la Thomasschule, en el que permanecerá hasta su muerte. 

De ese año es el Magníficat en re bemol mayor; al que seguirán, por ejemplo, la Pasión según San Mateo, en 1727; Pasión Según San Marcos, en 1731 y Según San Juan, en 1738. 

Ya de 1742 son la Variaciones Goldberg –dedicadas a Gottlieb Goldberg, uno de sus mejores alumnos-, y de 1744, el Clave bien Temperado.

Tan pronto como en 1750, la enfermedad terminaba con su vida, como sabemos, empezando entonces para Anna Magdalena una vida de dolor, soledad y miseria.

El Cuaderno de 1725 lo escribió Bach también en Leipzig y ha pasado a la historia de la música como un homenaje, que si no sirvió para mejorar su existencia, hizo que el nombre de Anna Magdalena, brillara justamente para la posteridad. Encuadernado en verde, contiene, entre otras cosas, Cinco Continuaciones Francesas. Bach escribió en su portada el nombre de Anna Magdalena Wilke en tinta china, adornando la escritura con tinta de oro. 


El manuscrito consta de 67 páginas, que se conservan casi al completo. En su redacción participó Anna transcribiendo sus partituras preferidas, así como los hijos músicos del primer matrimonio, colaboraron con algunas de sus primeras composiciones; en total, 45 piezas o fragmentos, entre los cuales aparecen intercalados textos musicales de otros compositores, como Couperin. Se entiende que Bach lo empleaba en la enseñanza musical de sus hijos.

De los dos Cuadernos, redactados en 1722 y 1725 respectivamente, se suele reconocer como de Anna Magdalena, el último de ellos; la diferencia radica en que el primero contiene obras de Johann Sebastian Bach –así, la mayoría de las Suites francesas-, en tanto que, el segundo, es una compilación musical hecha por el propio Bach, de otros compositores de su época. Es, pues, un interesante testimonio de la práctica de la música en el siglo XVIII y, sobre todo, de los compositores preferidos por la familia Bach.

Bach con tres de sus hijos: posiblemente Gottfried Heinrich, del segundo matrimonio y Carl Philipp Enmanuel y Wilhelm Friedemann, del primero. 

Mendelssohn dirigió la primera interpretación completa de La Pasión Según San Mateo de Bach, a los 20 años, en 1829; un siglo después de su composición, un período durante el cual, Johan Sebastian Bach había pasado prácticamente al olvido. 

Félix Mendelssohn a los 30 años, de James Warren Childe.

Bach, figura máxima de la música barroca, compuso un total de 525 obras vocales y 494 instrumentales, con especial representación de Cantatas –224– y Corales –188–. 

La música de Bach es un ejercicio aritmético del espíritu.

Gottfried Wilhelm Leibniz


sábado, 27 de diciembre de 2014

Federico Chopin: El difícil escenario histórico de un gran compositor.


Chopin. Obra de María Wodzińska, 1835. Museo Nacional de Varsovia (MNW)

No se comprendería la historia –la breve historia–, de Chopin, sin conocer los violentas transformaciones que sufrió el mundo europeo en su época y las inquietantes alteraciones que se produjeron casi sin interrupción, las cuales, vistos los inesperados cambios de fronteras a que dieron lugar, han hecho dudar incluso de la verdadera nacionalidad de este gran compositor, que, aunque pueda con todo derecho llamarse ciudadano del mundo, tuvo raíces, tanto polacas como francesas, que sin duda, condicionaron, aunque siempre favorablemente, la creación de su obra musical. Podemos decir, no obstante, que su vida artística, o buena parte de esta; la más madura, se desarrolló en París, pero resulta complejo dilucidar exactamente cuál sería su posición política; si polaco afecto a la revolución en el país de su infancia, si francés afecto a la aristocracia nostálgica del Antiguo Régimen y el Absolutismo borbónico.

La residencia de Chopin en París –desde 1831 hasta su fallecimiento– ciudad en la que desarrolló sus posibilidades artísticas hasta el infinito y que vino a ser el eje de su celebridad, coincide casi plenamente con el gobierno de Luis Felipe I de Orleans, entre el 9 de agosto de 1830 y el 24 de febrero de 1848.

El gobierno del anterior monarca, Carlos X, había constituido un fracaso, por y para su lucha sin tregua contra la Constitución y lo Derechos Civiles. Recurrió abiertamente al fraude electoral, al chantaje y al libelo, según los casos, lo que desencadenó continuos y graves desórdenes en París, hasta que, abandonado por todos, se vio obligado a salir de la ciudad y del país. 

Carlos X, de Françóis Gérard. Réplica del original, regalo de Luis X a Fernando VII. Prado (MNP) Madrid.

Carlos X abdicó, obligando a su hijo, el Delfín Luis Antonio de Borbón, Duque de Angulema a hacerlo también, en favor de su nieto Enrique de Artois, duque de Burdeos, que debería reinar como Enrique V y que sólo tenía 12 años en aquel momento. Después envió una carta a su primo Luis Felipe –que solo se entendería en un personaje obsesionado–, pidiéndole que proclamara rey a su elegido. Era el 30 de julio de 1830.

Primo mío,

Estoy profundamente apenado por los males que afligen y podrían amenazar a mis gentes por no haber encontrado un modo de prevenirles. He tomado la resolución de abdicar de la corona en favor de mi nieto el duque de Burdeos.

El Delfín, que comparte mis sentimientos, renuncia también a sus derechos en favor de su sobrino. Debéis, en vuestra calidad de lugarteniente general del reino, hacer proclamar el ascenso de Enrique V al trono. Por otra parte, tomaréis todas las medidas que os corresponden para ajustar las nuevas formas de gobierno durante la minoría del nuevo rey...

Comunicad mis intenciones al cuerpo diplomático y hacedme saber lo antes posible la proclamación por la cual mi nieto será reconocido bajo el nombre de Enrique V.

A pesar de no aceptar aquella especie de abdicación, Luis Felipe de Orleans la comunicó a las Cámaras el 3 de agosto; estas restablecieron inmediatamente la Carta Constitucional de 1814, y declararon el trono vacante, procediendo a elegir al propio Luis Felipe de Orleans como nuevo Rey de los franceses, el 9 de agosto de 1830.

Carlos X se instaló entonces en Londres, donde fue informado de que su presencia no era grata y que sería tratado como un ciudadano más. Asimismo se vio acosado por los numerosos acreedores que había dejado en su anterior exilio durante la Revolución, hasta que Francisco I lo invitó a residir en Praga, donde finalmente, murió de cólera en 1836.

Luis Felipe I, por Franz Xaver Winterhalter, en 1841. Palacio de Versalles.

Luis Felipe I de Francia -Égalité fils-, París,6 de Septiembre de 1773–Inglaterra, 26 de Agosto de 1850, se convirtió así en el último rey de Francia, entre 1830 y 1848; un período denominado Monarquía de Julio, que se produjo exactamente entre dos procesos revolucionarios; el de 1830 –Revolución de Julio- y el de 1848 –Primavera de los Pueblos-.

Era hijo del duque Luis Felipe II de Orleans, llamado Philippe Égalité –de donde procede el sobrenombre de su hijo-; simpatizó con la causa revolucionaria, aunque él mismo moriría en la guillotina durante el Terror, en 1793. 

En 1781, su padre había encargado la educación de Luis Felipe a una dama, ya preceptora de sus hijas, llamada Félicité de Genlis, cuya designación constituyó un notable escándalo. Se trataba de una escritora ilustrada, con un sistema pedagógico en el que predominaba el aprendizaje de idiomas, gracias al cual Luis Felipe podía conversar en alemán, inglés, italiano y español. 

Madame de Genlis diría de él posteriormente: Era príncipe, he hecho de él un hombre; era torpe, he hecho de él un hombre hábil; era aburrido, le he hecho un hombre amable; era cobarde, le he hecho un hombre bravo; era mezquino, no he podido hacer de él un hombre generoso. Liberal, todo lo que se quiera; generoso, no.

Retrato de Luis Felipe de Orleans, entonces duque de Chartres, en 1792. 
León Cogniet. Palacio de Versalles

Al estallar la Revolución en 1789, al igual que su padre, se adhirió a los revolucionarios. Era Coronel de un Regimiento de Dragones, y en 1792, durante la guerra fue ascendido a Teniente General, participando en las acciones de Valmy y Jemappes. En abril de 1793, a causa de la ejecución de Luis XVI, el general Dumouriez le abandonó y se pasó a las filas realistas, por lo que Luis Felipe tuvo que marchar al exilio, sin apenas medios de subsistencia, permaneciendo lejos de Francia durante el resto del periodo republicano y hasta el final del gobierno de Napoleón, en 1815. Durante todo ese tiempo mantuvo oculta su personalidad, empleándose como profesor en un pueblo próximo a Suiza, donde recibió la noticia de la ejecución de su padre.

En 1795 viajó por Escandinavia, marchando después a los Estados Unidos tras la liberación de sus hermanos, Antonio Felipe y Luis Carlos, que habían sido hechos prisioneros. Más tarde se reuniría con ellos en Filadelfia.

F. A. Biard - Louis-Philippe de Orléans, acogido en un campamento de lapones durante su exilio en Cap Nord en agosto de 1795. Palais de Versailles.

Los aventurados viajes del joven Luis Felipe, recuerdan los periplos de Jules Verne. El Cabo Norte es uno de los puntos más septentrionales de Europa, con un acantilado de 307 metros de altura, al norte de Noruega. 

Situación exacta del Cabo Norte en el mapa físico de Europa. Un destino para espíritus aventureros en la época de Luis Felipe. 


 El acantilado del Cabo Norte y una imagen actual tomada desde el mismo.

Luis Felipe vivió después en Nueva York, donde trabajó como profesor de francés, y en Boston, alojándose en el histórico edificio en el que hoy se asienta el restaurante más antiguo de la ciudad, el famoso Union Oyster House. 

En 1797 visitó Cape Cod, al este de Massachusetts, coincidiendo con la división de la ciudad de Eastham en dos municipios, una de las cuales fue llamada Orleans, posiblemente en su honor.


Ese mismo año, cuando aún vivía en Boston, tuvo noticia del golpe de Estado del 18 de Fructidor –1797– contra los monárquicos moderados, y del subsiguiente exilio de su madre –Louise Marie Adélaïde de Bourbon, Madeimoselle de Penthièvre-, en España, por lo que decidió volver a Europa junto con sus hermanos. 

Se dirigió primero a La Habana, durante cuya jornada, a causa la guerra entre España y Gran Bretaña, la nave en la que viajaba, fue interceptada por otra británica y los nobles pasajeros obligados a permanecer en Cuba, sin posibilidad de abandonar la isla, hasta que fueron expulsados por las autoridades españolas. Viajaron entonces, por Bahamas y Nueva Escocia, hasta Inglaterra, donde llegaron en enero de 1800.

En 1808 -tratando de evitar los avances de Napoleón, cuyos ejércitos no sólo habían tomado Nápoles, sino que había declarado extinguida la dinastía Borbón en España-, Luis Felipe viajó a Palermo, donde residía Fernando I de las Dos Sicilias -Fernando Antonio Pascual Juan Nepomuceno Serafín Jenaro Benedicto, tercer hijo de Carlos III de España y de María Amalia de Sajonia-. Allí conoció a María Amelia de Borbón-Dos Sicilias, hija de Fernando I, con la que se casó el 25 de noviembre en 1809.

Retrato de la reina María Amelia de Borbón-Dos Sicilias –esposa de Luis Felipe- en 1835, con sus dos hijos menores Enrique de Orleans, duque de Aumale (1822) y Antonio de Orleans, duque de Montpensier (1824).

Tuvieron diez hijos, entre ellos, Antonio, duque de Montpensier, Infante de España, por su matrimonio con Luisa Fernanda, hija de Fernando VII de España y hermana, por tanto, de Isabel II. Una de las hijas de este último, María de las Mercedes de Orleans, se casaría con Alfonso XII de España, su primo, hijo de Isabel II.

En 1830, tras la caída de Carlos X, Luis Felipe accedía al trono de Francia.

Sencilla alegoría del retorno Borbón el 24 de abril de 1814: Luis XVIII levanta a Francia de entre las ruinas. Louis-Philippe Crépin. Palacio de Versalles.

El Palais Royal de París, donde se instaló Luis Felipe cuando volvió a Francia en 1814. Víctor-Jean Nicolle, hacia 1810

Al contrario que su antecesor, Luis Felipe aceptó la Constitución y con ello se ganó el apoyo de la burguesía, que atravesaba un período de gran expansión económica, cuyos intereses la alejaron paulatinamente del proletariado, creándose entre ambos estamentos la distancia que antaño separaba al monarca de sus súbditos. 

Su etapa es conocida históricamente como la Monarquía de Julio, si bien, los monarcas anticonstitucionales le apodaron El Rey de las Barricadas, aunque fue precisamente la acción de las Barricadas la que le apartó del poder, dando paso a la Segunda República.

A pesar de mantener una actitud moderada y, sobre todo, prudente, dadas las circunstancias, dejó sus decisiones en manos de Guizot, quien no fue capaz de impedir que el país desembocara en la ruina en todos sus aspectos, provocando la abdicación forzosa del monarca.

Su reinado, como dijimos, viene a coincidir casi exactamente con la estancia de Chopin en un París en el que, a pesar de inestabilidad, se desarrollaba un gran ambiente artístico, musical y literario

Conocedor del creciente interés de pintores y escritores franceses por todo lo relacionado con España, si bien bajo un concepto más relacionado con el romanticismo que con la realidad, Luis Felipe promovió la creación de la llamada Galería Española del Museo del Louvre

Como sabemos, Luis Felipe, casado con María Amelia de Nápoles, sobrina de Carlos IV de España, había vivido en Andalucía en 1810. Conociendo, pues, ya rey, la riqueza pictórica conservada en España, y aprovechando el momento de la Guerra Carlista y la Desamortización, envió al especialista de arte Baron Taylor y al pintor Dauzats en 1835, para que adquirieran, para él, personalmente, una colección representativa de las distintas corrientes pictóricas, y firmas de artistas españoles, que en aquel momento estaban a la venta, en la que Invirtió un millón trescientos mil francos. 

A pesar de la prohibición expresa del ministro Mendizábal de sacar obras de arte del reino, los representantes de Luis Felipe lograron burlar la ley, sacándolas por mar desde la costa levantina, para evitar así su control en el paso de los Pirineos.

La Galería se inauguró en enero de 1838 y fue puesta amablemente a disposición de los parisinos por Luis Felipe. Se trataba de una colección de 412 cuadros, en su mayoría, de autores españoles, a través de los cuales, los franceses conocieron, por ejemplo, al Greco, a Zurbarán, Goya y otros.

Al abdicar, en 1848, Luis Felipe reclamó la colección de la Galería Española, como patrimonio personal, que le fue reconocida y restituida, estúpidamente, en opinión de Charles Baudelaire. Naturalmente, el destronado monarca, la llevó consigo a Londres, donde sería subastada en 1853.

La realidad es que el mundo occidental era un volcán, pero París, a pesar de las muchas víctimas y la gran inestabilidad, mantuvo una especie de mundo ideal, que tal vez no lo era tanto, sino una necesidad vital de los momentos límite, aunque de acceso muy restringido, en el que sobrevivía el arte y la cultura; en este caso, la música.

Ajedrez en el Café Régence

Frédéric Chopin tocando el piano en el salón Prince Radziwills 1837. Pintura de Hendrik Siemiraddzky

***

Pero la dualidad originaria de Chopin se remontaba más atrás en la historia. Nada de lo anterior había ocurrido; ni lejanamente se habían previsto las pesadillas revolucionarias y contrarrevolucionarias, cuando, en 1725, Luis XV se casaba con Marie Leszczyńska, hija de Stanislas Leszczynski, rey de Polonia entre 1704 y 1709, refugiado en Lorena, cuando aún era territorio del Imperio. En 1737, Leszczynski se convertía en duque de Lorena, título que conservó hasta su muerte en 1766, justo cuando Lorena pasó a pertenecer a Francia, muy poco antes de que allí naciera Nicolás Chopin, el padre de Frédérick, quien, en 1787 se instaló en Polonia como preceptor de los hijos de una familia noble.

 Louis XV, 1730. Hyacinthe Rigaud. Palacio de Versailles
Marie Leszczyńska –noble polaca- lisant la Bible, 1748. Jean-Marc Nattier. 
Palacio de Versalles

En 1795, el reino de Polonia desaparecía como tal, después de un tercer repartimiento entre Rusia, Prusia y Austria, pero en 1807, las guerras napoleónicas permitieron el restablecimiento de un Estado Polaco, como Ducado de Varsovia, en el que nacería Chopin, en 1810. Sin embargo, cuando las tropas francesas hubieron de retirarse, esa parte del territorio polaco fue ocupada por Rusia en 1813, desapareciendo definitivamente del mapa político dos años después, a causa de los acuerdos  adoptados en el Congreso de Viena.


Sesión del Congreso de Viena. Convocado en 1814 con el objeto de proceder al reajuste o repartimiento territorial de Europa. Intervinieron las principales potencias, representadas por sus embajadores: Austria, Metternich, Gran Bretaña, Castlereagh, Rusia, Alejandro I, Prusia, Humbolt y Francia con Talleyrand. España participó pero no intervino apenas, por ser entonces potencia de segundo orden, al igual que Portugal.

Después de la caída de Napoleón, se produjo la restauración de los reyes destronados por la Revolución Francesa y el propio Imperio. Los distintos monarcas intentaron reimplantar el absolutismo al viejo estilo y el Congreso de Viena colaboró en la empresa, pero los liberales burgueses empezaron a promover movimientos que atemorizaron a los gobernantes partidarios del absolutismo en Austria, Rusia y Prusia, quienes unieron sus fuerzas integrándose en la llamada Santa Alianza.

Los integrantes de la Santa Alianza
El Zar Alejandro I de Rusia, el Rey Federico Guillermo III de Prusia y el emperador Francisco I de Austria.

La idea de restaurar el Antiguo Régimen; no fue secundada en principio por el Reino Unido, a pesar de lo cual, el legitimismo, que sostenía el origen divino del poder de los reyes, fue impuesto por Talleyrand, que logró reponer en Francia a los Borbones en la figura de Luis XVIII. La solidaridad entre aquellos estados, implicaba la cooperación mutua a través de una política común capaz de neutralizar potenciales movimientos revolucionarios.

En la reordenación de las fronteras, alteradas por las conquistas napoleónicas, no se tomaron en consideración las aspiraciones nacionalistas, tampoco los derechos de algunos príncipes que habían sido despojados de sus tronos por los franceses en años precedentes, bien al contrario, se impusieron los intereses de las cinco potencias participantes; –Rusia obtuvo, entre otras cosas, el control de gran parte de Polonia y la anexión de Finlandia.

El llamado Reino de Polonia, quedó bajo soberanía rusa, justamente durante el período en el que la familia de Chopin vivió allí. El Zar Alejandro I promulgó una Constitución relativamente liberal -Si nuestra civilización estuviera más avanzada -decía-, aboliría la esclavitud aunque me costara la cabeza-, pero su Carta de Derechos no resistiría al advenimiento del absolutista Zar Nicolás I, rey de Polonia desde 1815

En noviembre de 1830 se produjo una insurrección, que terminó siendo violentamente reprimida, a finales del año siguiente, quedando Polonia rusa y sin Constitución.

Numerosos miembros del ejército polaco se refugiaron entonces en el extranjero y algunos miles de ellos, concretamente, en Francia, donde fueron acogidos con gran simpatía y ayudados por el gobierno. Fue justo entonces, cuando Chopin llegó a Francia, aunque no como refugiado de la insurrección polaca. En Francia permaneció durante la llamada Monarquía de Junio, 1830–48, y el principio de la II República, que después se extendería hasta 1851.

En el año 1848, concretamente, se produjeron nuevas revueltas en muchos países, como Alemania, Italia, Hungría y otros, que marcaron el siglo XIX con el nacimiento de las nacionalidades, entre ellas, la polaca. Durante el mismo período, Chopin se convirtió en una importante figura para el movimiento nacional polaco.

Sus padres; Nicolás, nacido en territorio francés, y su madre, la polaca Tekla Justyna Krzyżanowska, se habían instalado en Polonia al servicio de la Condesa Skarbek, de quien Tekla era pariente y dama de honor. El hecho de ser el padre francés -circunstancia que otorgaba el mismo derecho al compositor-, ha planteado dudas sobre el modo en que hoy entenderíamos como su nacionalidad; aunque él mismo se consideraba polaco, y así lo entendieron sus contemporáneos y compatriotas, que siempre hablaron de él como del Compositor Nacional Polaco. Balzac, por ejemplo, se refirió a Liszt y a Chopin diciendo: El húngaro es un demonio, y el polaco, un ángel. El propio Liszt se refería a él como el artista polaco.

Chopin, de Henri Lehmann, en 1840 –30 años.

En realidad, la circunstancia de haber permanecido veinte años en Polonia, aun cuando nunca volvió, haría de Chopin un polaco. Del mismo modo, se suele reconocer la influencia de la madre polaca sobre su educación y formación, además de que, él mismo solía reivindicar su pertenencia a aquel país, al que, en su opinión, la opresión rusa a partir de 1831, tuvo el patético significado de una tortura incurable y de una herida abierta para siempre.

En todo caso, el dolorido patriotismo del compositor, se tradujo en su música, tal como Liszt hizo notar: Los lamentos de Polonia otorgan a estos tonos, no sé qué poesía misteriosa que, para todos los que la han sentido verdaderamente, no puede compararse con nada.

A pesar de todo, esta dimensión de exilio del músico sármata –como le llamaba Schumann–, es interpretada hoy de otra manera. Se habla de una nostalgia típicamente eslava; de una sensibilidad cultural, por encima de las contingencias políticas, pero, para Liszt, Chopin puede situarse entre los primeros músicos que individualizaron en sí mismos el sentido político de una nación.

No obstante, el peso de la identidad creada por estas características, no impide tomar en consideración, el aspecto francés del compositor, ya que, incluso legalmente, como hemos dicho, podía adoptar esta nacionalidad por el origen de su padre. Además, Chopin se instaló en París en 1831 y allí transcurrió la mitad de su vida, siendo entonces una de las capitales culturales del mundo occidental. Además de que en París encontró a sus más decisivas amistades, como serían, George Sand, Delacroix, o Liszt; conoció asimismo a Balzac, Berlioz o Heine, siendo allí donde creó lo esencial de su obra, es decir, que vivió un ambiente cultural, social y político, francés y no polaco, y en el que a su vez quedó marcada su huella, que parece evidente en compositores como Debussy, Ravel o Fauré

Por otra parte, se considera, casi con la misma evidencia, la influencia del compositor en aspectos más amplios del terreno artístico; Monet habría captado en su pintura efectos de luz similares a la brillante sonoridad de muchas de las composiciones de Chopin.

Si la sensibilidad de Chopin es polaca y de ella procede en parte la recuperación de melodías populares, su lenguaje musical es culto y participa de la gran música, tal como dijo Delacroix: Chopin fue el primero que supo prestar una atención fascinada a los cantos y danzas populares de su Polonia natal, sin haber incluido jamás ninguna frase específica de los mismos en su producción.

En cierta ocasión, en París, improvisó ante un compatriota una pieza que aquel creyó recordar como una canción de cuna de su infancia: –Es imposible que conozca esta canción –declaró Chopin–, aunque sí el espíritu que la anima, que es el espíritu de una melodía polaca.

Su música procedía de una sabia conjunción de armonía y contrapunto, y era, ante todo, de carácter aristocrático, alejada, básicamente, de cualquier forma popular o folklórica, como es el caso de las Mazurcas, en las que el lenguaje musical de su autor es más universal que polaco. 

Chopin supo dotar a sus Mazurcas con la esencia misma del ser polaco, pero internacionalizándola, por así decirlo. Quizás sea esta la razón por la que Cyprian Norwid, un descendiente bohemio de Juan III Sobieski y uno de los más grandes poetas polacos modernos, las comparó con la epopeya griega, dedicándole su poema Fortepian Szopena; El Piano de Chopin, cuando los soldados rusas destruyeron el piano del compositor.

En definitiva, Chopin, habría tenido distintos padres espirituales, pero ninguno de ellos sería polaco; Mozart era para él insuperable y Bach, su maestro preferido.

No es, pues, polaco, ni francés, ni alemán, sino que revela un origen mucho más alto; desciende del reino de Mozart, de Rafael y de Goethe y su verdadera patria es el mundo maravilloso de la poesía. H. Heine.

Frédéric Chopin. 1849. Ernst Burger, Fotógrafo. 

Chopin pasó entre nosotros como un fantasma. Franz Liszt

A partir de 1842, la salud de Chopin se agravó considerablemente tras sufrir la pérdida de tres de las personas más significativas en su vida. En la primavera de aquel año, un amigo de la infancia, fallecía a causa de la tuberculosis; le seguía, en Varsovia, en el mes de mayo, su primer profesor de música, que para entonces, se había convertido en un gran amigo de sus padres. Finalmente, en mayo de 1844, era su padre quien fallecía en Varsovia, obsesionado con la posibilidad de no estar verdaderamente muerto; una especie de pesadilla que, al parecer también sufriría el compositor cuando llegara su hora.

Atravesó entonces Chopin una importante depresión, a pesar de la cual escribió a sus personas más queridas intentando tranquilizarlas: He sobrevivido a tantas personas más jóvenes y más fuertes que yo, que ya me parece ser eterno. No os inquietéis nunca por mí; Dios me ha bendecido.

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Sand y Chopin. Reconstrucción de un boceto de Delacroix.
La imagen de George Sand, se encuentra en el Museo Ordrupgaard de Copenhagen. La de Chopin, en el Louvre.

George Sand, nombre literario de Aurore Dupin, Baronesa Dudevant, vivió once años con el compositor al que admiraba profundamente. En 1838 se instalaron en Mallorca, junto con Solange y Maurice, los dos hijos de la escritora. 

Durante el invierno, Chopin cayó enfermo y se le diagnosticó tuberculosis, por lo que ambos decidieron recogerse en un Monasterio Cartujo de Valldemossa, donde a pesar de que el pianista compuso los 24 Préludes, op. 28, su salud no dejó de empeorar, por lo que se vieron en la necesidad de adelantar su vuelta a Francia.


Desde la puerta de mi celda se ve un claustro enorme y cuando el viento golpea la puerta suena como cañonazos por todo el monasterio. Verás que no me falta poesía ni soledad. George Sand.

En mayo se instalaron en Nohant, en la casa de campo de George Sand, donde permanecieron hasta 1846; un período de brillantes creaciones compositivas, como la Polonaise Héroïque, op. 53, o la Cuarta Balada titulada Barcarolle, op, 60.

En Julio de 1847, tras una discusión relacionada con el marido de Solange, el escultor Clésinger, la pareja se distanció y optaron por no volver a verse, pero Chopin mantuvo siempre una estrecha amistad con Auguste y Solange.

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Los inviernos eran cada vez más difíciles de superar para el músico. Los escritos de George Sand demuestran que Chopin decaía de forma evidente, pero fue tras su ruptura con la escritora, en 1847, cuando su estado de salud se degradó con más rapidez. Aún hizo una última tournée de siete meses por Inglaterra y Escocia, organizada por su alumna Jane Stirling, pero el viaje  resultó para él agotador, física y moralmente.

Cuando llegó a Londres el 20 de abril de 1848, la densa polución de la ciudad, provocada por la incineración masiva de carbón, contribuyó decisivamente al ya notable deterioro de su estado, a pesar de que experimentó la alegría de conocer a su admirado Charles Dickens, así como tuvo la oportunidad de ofrecer algunas veladas musicales ante la más reconocida aristocracia, incluida la reina Victoria, lo que aumentó considerablemente su renombre en el Reino Unido, pero también acentuaron su ya permanente fatiga, llegando a sentirse agobiado por los interminables aplausos que solía recibir: Terminarán por ahogarme con su amabilidad y yo, por amabilidad, les dejaré hacerlo.

Cuando volvió a París, no sólo se encontraba gravemente enfermo, sino también exhausto económicamente, ya que los gastos médicos que tenía que afrontar eran enormes, de modo que decidió continuar impartiendo clases, aunque generalmente lo hacía echado en un sofá, cerca del piano. El tiempo libre lo pasaba con amigos, especialmente, con el pintor Delacroix. Cuando se presentó la última fase de su enfermedad, a finales de junio de 1849, su hermana mayor Ludwika acudió a su lado, permaneciendo en la casa número 12 de la Place Vendome hasta el día 17 de octubre de 1849, último día de la existencia del inmenso compositor y pianista, que contaba 39 años.

Fue su antigua amante, Delfina Potocka quien consiguió a Ludwika el pasaporte para que pudiera acudir junto a su hermano desde Polonia. El 16 de julio 1849, Delfina había enviado una carta a Chopin desde Aix-la-Chapelle, diciéndole que pronto le visitaría, pero recibió malas noticias, por lo que decidió adelantar su viaje, llegando a tiempo para cantar ante el compositor algunas de sus piezas favoritas.

El 30 de marzo de 1849, escribió Delacroix: Vi a la encantadora señora Potocka esta tarde, en la casa de Chopin. Yo la había oído cantar dos veces, y pensé que nunca había encontrado nada más perfecto, especialmente la primera vez, cuando ya era el atardecer y el vestido de terciopelo negro que llevaba puesto, la disposición de su pelo, de hecho, todo lo relacionado con ella, a juzgar por lo que pude ver, me hizo pensar que debía ser tan deslumbrantemente hermosa tal como sus movimientos que eran ciertamente graciosos. 

Eugène Delacroix. Autorretrato, 1860. Louvre

Tal vez por entonces, la condesa pasó cierto tiempo con Chopin, porque Delacroix, vuelve a mencionarla el once de abril: Creo que fue la noche en que vi a la señora Potocka de nuevo en la casa de Chopin. Cantó tan maravillosamente como siempre; fragmentos de los Nocturnos y música de piano de Chopin, entre otras cosas, como Le Lac, de Lamartine, el de arreglo vulgar y pretencioso de Niedermeyer. He tenido esta canción maldita en el cerebro durante los últimos dos días.

Estas reuniones se produjeron durante la última primavera de la vida de Chopin. En algún momento Delfina regresó a su casa en Niza, pero cuando se enteró de que se agotaban los días de su amigo, se apresuró a regresar a París para estar con él, aunque se trataba, entonces y ahora, de un viaje importante. Llegó sólo dos días antes de que se agotara la delicada existencia del compositor. 

Estimado señor Chopin,
No quiero molestarle con una larga carta, pero no puedo permanecer mucho tiempo sin noticias de sus proyectos futuros y de salud. No me escriba usted mismo, pero he preguntado por u salud. Debería seriamente pensar en Niza para pasar el invierno. Madame Auguste Potocka ha respondido: ella no dejará piedra sin mover para obtener el permiso de Mme Jędrzejewicz  Ludwicka– pero me dice que hay grandes dificultades en ese país infeliz. 

Sufro cuando oigo de su vivir, tan abandonado en la enfermedad y la infelicidad. Le ruego que me envíe unas palabras aquí a Aix-la-Chapelle. 

Todo aquí está triste o aburrido, porque la vida pasa de largo a mi alrededor de la misma manera: ya no hay penas amargas ni duras pruebas, porque tengo suficiente con las que ya he vivido. A mí tampoco me ha sonreido la felicidad en esta tierra. Todo aquellos a los que he querido, me han pagado con ingratitud o nuevas tribulaciones. Con todo ello, mi vida sólo ha sido una enorme disonancia.

Que Dios los guarde, querido señor Chopin! Adiós hasta principios de octubre, a más tardar.
D. Potocka

Delfina acudió a visitarlo con el tiempo justo. En algún momento durante los últimos días, se le pidió que cantara para él, y así lo hizo, a pesar de las lágrimas y pequeñas interrupciones del enfermo. 

Delfiny Potockiej, de Félix Barrias. 1885

Los que se hallaron presentes ofrecieron informaciones confusas y contradictorias acerca de lo que realmente cantó, por lo que hoy resulta imposible saberlo.

En realidad se ignora si ambos mantuvieron una relación amorosa propiamente dicha, porque no hay cartas, ni declaraciones por parte de ninguno de los dos, pero un amigo del compositor, aseguró que al ver llegar a Delfina, Chopin exclamó: ¡Dios a retrasado mi llamada para premiarme con el placer de verte!

17 de octubre de 1849.

De acuerdo con su voluntad, y, a causa de los temores compartidos con su padre, el corazón de Chopin fue extraído de su cuerpo y llevado por su hermana a Varsovia, donde permanece en la iglesia de la Santa Cruz. 

Tras una emotiva ceremonia en La Madeleine durante la cual fue interpretada su famosa Marcha Fúnebre, su cuerpo fue depositado en el cementerio Père Lachaise, bajo una bella escultura de Auguste Clésinger, el marido de Solange, la hija de George Sand.

George Sand aseguró que la madre de Chopin, había constituido la única pasión de su vida.
***

19 de septiembre de 1863. 

A raíz de la insurrección contra los rusos, miembros de la policía polaca instalados en al palacio Zamoyski lanzaron varias bombas desde el último piso del palacio sobre el coche del general Théodore Berg que acababa de ser nombrado gobernador del Zar en Polonia. Berg no resultó herido, pero sí su ayudante y los caballos. Como represalia, el ejército expulsó de su apartamento del último piso al hijo del conde Zamoyski, que no tenía nada que ver con el atentado. 

El el tercer piso de aquel palacio estaba el apartamento de la hermana de Chopin, Izabela Barzinska. que había llevado allí muebles y recuerdos de familia, entre los que había un piano en el que había tocado Chopin. El palacio fue confiscado, el conde emigró a París y su hijo fue hecho prisionero en la Ciudadela de Varsovia y condenado a ocho años de trabajos forzados. 

Durante las pesquisas, los guardias saquearon el edificio, tiraron por las ventanas y quemaron al pie de la estatua de Copérnico los muebles, los cuadros, los manuscritos y los libros de partituras de Chopin, cuyo piano fue estrellado contra el asfalto. La cultura nacional sufrió con ello una pérdida irreparable.


El Piano de Chopin forma parte de la obra más célebre de Norwid; Vade-Mecum, de 1865; un compendio de cien poemas encadenados. Fue escrito en el otoño de 1863 a raíz de este suceso.

Cyprian Norwid: Le Piano de Chopin (Fragmentos).

À Antoine C.

La música es una cosa extraña. Byron
¿El arte?… es el arte y…éso es todo. Béranger

          ¡Estuve en tu casa aquellos días, Frederic!
          Tu mano –por su blancura
          de albatros, y su fuerza y su elegancia
          Y sus roces conmovedores de pluma de avestruz
          mezclándose ante mis ojos con el teclado
          de marfil…

          Y parecías esa figura
          que desde el corazón del mármol
          antes de ser tallado
          ya evoca el cincel
          del genio – eterno Pigmalión.

          Y en aquello que interpretabas, tal era la sencillez
          de la perfección de Pericles
          que si alguna antigua virtud
          en una mansión de alerces
          entrara, se diría:
          Renazco en el Cielo,
          y la puerta se convierte en arpa.
          una cinta el camino…

                    Y allí estaba Polonia
                    la perfección de la historia
                    encantada en un arco iris de éxtasis-

          Y, he aquí que tu canto se acaba, y ya no te veo,
          pero oigo no sé qué sonido… de niños que riñen
          y todavía hay toques que discuten
          de deseo no cantado,
          y chocan en sordina
          Por ocho, por cinco…
          Murmuran: ¿Ha preludiado? ¿Nos rechaza?...

          Ahí está –mira, Frederic; es Varsovia:
          Bajo el astro ardiente
          singulamente tallado-.
          ¡Mira, los órganos de la Catedral, mira! Tu nido.
          Ahí están las casas patricias, antiguas 
          como la República,
          los adoquines de las plazas sordos y grises
          y la espada desnuda de Segismundo.

          Y de nuevo veo, ciego por el humo,
          que entre las columnas del balcón
          un mueble, que parece un sarcófago,
          es alzado…y cae…cae… ¡Tu piano!

                    Las sordas piedras han gemido:
                    El ideal ha tocado el suelo.

***