domingo, 24 de enero de 2016

Cordobeses en el Mediterráneo Oriental. El Emirato de Creta y el Manuscrito Skylitzes



La conquista musulmana de los reinos peninsulares, incluido el de Portugal y una pequeña parte al sur de Francia, fue un rápido proceso que se inició el año 711 y terminó en 726, aunque se estima que estaba prácticamente completada ya en el 720.

Año 750

La reconquista de dichos reinos, se produjo, sin embargo, durante un período infinitamente más largo; entre 722, fecha en que legendariamente se sitúa la rebelión de don Pelayo, y 1492, cuando el Reino Nazarí de Granada, sometido a un prolongado asedio, capitulaba ante los Reyes Católicos. Durante este largo período nunca cesaron las luchas internas; entre cristianos, entre ocupantes, y, naturalmente, entre ambos.

Francisco Pradilla Ortiz. La rendición de Granada. Palacio del Senado. Madrid

Quizás convenga destacar el hecho de que la Córdoba del siglo X alcanzó un esplendor único, o quizás sólo comparable –como escribió el historiador Al-Maqqari (1591-1634)-, con metrópolis como Bagdad o Constantinopla. La ciudad, situada en la orilla norte del Guadalquivir, albergaba cerca de un millón de habitantes, que disponían de 471 mezquitas, 600 baños públicos, 213.000 casas y 60.000 residencias oficiales o aristocráticas. 

A ambos lados del puente sobre el wadi al-kabir -el río grande-, se situaban los barrios más densamente poblados por árabes y bereberes de Africa, muladíes descendientes de godos conversos, judíos sefardíes, cristianos arrianos o mozárabes, y eslavos y bizantinos del este de Europa. Las calles estaban empedradas e iluminadas y la población infantil, escolarizada.

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Al Hakem I, nacido en Córdoba, (770–822) también conocido como al-Murtazî, fue el primer Emir de Córdoba, desde 796, al suceder a su padre Isham I, a los 26 años, viéndose, no obstante abocado a pelear contra sus tíos, Sulaymán y Abd Allah, que pretendían ostentar mejores derechos a la sucesión, llegando Abd Allah, a pedir ayuda a Carlomagno, en 797, para atacar a su sobrino, si bien, terminó por establecerse en Valencia pacíficamente, a cambio de una pensión, mientras que Sulaymán, nunca cejó en sus ataques, hasta que, en un último intento de apoderarse de Córdoba, fue derrotado y posteriormente asesinado, hacia el año 800.

Tras ahogar, al parecer, de forma despiadada, las sublevaciones de los muladíes de Toledo, Córdoba y Mérida –los muladíes, originariamente hispanorromanos y visigodos, habían adoptado la lengua, la religión y las costumbres de Al–Ándalus, diferenciándose de los mozárabes, en que estos últimos, mantuvieron la religión cristiana y, en Toledo, incluso, la liturgia visigótica, frente a la romana–, Al-Hakem sofocó, de forma igualmente cruel, la llamada Sublevación del Arrabal, en la propia ciudad de Córdoba, capital del Emirato.

El término Arrabal, como es bien sabido, procede del árabe hispánico arrabáḍ, y este, del árabe clásico rabaḍ. (R.A.E.)

Reconstruido el puente romano sobre el Guadalquivir, la ciudad de Córdoba se expandió por la otra orilla del río, hasta los confines del arrabal llamado Saqunda.

Después de someter el arrabal a tres jornadas de muerte y saqueo, Al Hakén ordenó crucificar a 300 hombres de los más significativos, entre ellos, un buen número de Alfaquíes –maestros–, terminando por desterrar a todos los habitantes del barrio rebelde.

Se cree que unas quince o veinte mil personas abandonaron Córdoba, estableciéndose, una parte, en el norte de África, concretamente en Fez, mientras que, más o menos, unos diez mil exiliados, encabezados por Abu Hafs, se embarcarían, yendo a establecerse en Alejandría, ciudad que se constituyó en punto de partida, a partir del cual, emprendieron el asedio de la isla de Creta, que desde su conquista, pasó a llamarse Jandax.

Fundado el Emirato de Creta, los cordobeses permanecieron en la isla hasta que en 961 fue recuperada por el bizantino Nicéforo II Focas. De este período cretense–cordobés, tenemos amplia información –textos e imágenes–, entre otras fuentes, gracias a un interesantísimo manuscrito conservado en la Biblioteca Nacional de España, y que es conocido en todo el mundo, como el Madrid Skylitzes.

1, El modo en que se gestó la revuelta; 2, cómo fue reprimida; 3, cómo llegaron aquellos exiliados a fundar el Emirato de Creta, manteniéndolo durante casi ciento cincuenta años, 4, cómo acabó aquella aventura, y, sobre todo, 5, el Manuscrito Skylitzes –único en su género–, en qué consiste, y cómo llegó a la Biblioteca Nacional de Madrid, son las cuestiones que componen el objeto de este artículo. 

Folio del ms. Madrid Skylitzes. Los desterrados de Córdoba se dirigen a Sicilia

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1. El modo en que se gestó la revuelta

Página de Al Muqtabis de Ibn Hayyan sobre Al Hakam I

Abu Marwán Hayyán Ibn Jalaf Ibn Hayyan, nacido en Córdoba, en 987, donde también falleció en 1075, era hijo de un importante burócrata de Almanzor, funcionario de la dinastía amirí e historiador hispanomusulmán. Escribió varias obras de carácter histórico, como Al Muqtabis, que se han conservado parcialmente, pero que aún así, constituyen una de las principales fuentes para el estudio del final de la dinastía amirí, con las revueltas de Córdoba y la instauración de los reinos de taifas. Se mostró defensor de la dinastía de los Omeyas, cuya caída atribuyó al poder andalusí.

El motivo de aquello –de la revuelta; escribió–, fue que uno de aquellos soldados del sultán apostados en la puerta de su Alcázar y que eran mal vistos y odiados por el pueblo, llevó una espada con herrumbre a uno de los espaderos del zoco para que se la bruñese y afilase por un precio que le pagó por adelantado, y pidiéndole que se lo hiciese pronto. Pero el espadero se dilataba y se dilataba, y el soldado insistía una y otra vez en que se la acabase, quejándose de que tenía miedo de ser castigado por su superior cuando le hiciese pasar revista y no tuviese la espada. Pero el espadero seguía posponiéndolo, sin hacerle caso, hasta que el soldado le urgió para que fijase el fastidioso momento, bajo amenaza de que mataría al villano que intentase mofarse de él. Se enfureció el soldado con el espadero y le hizo entrar a empujones en su local, con golpes y gritos. El odio del espadero se encendió y se agitó lo peor que había en su espíritu, y no tuvo empacho en ir a buscar la espada a un rincón de su tienda y, sacándola de su vaina dió con ella un golpe al soldado y lo mató.
Extracto del Muqtabis II

Otras versiones, cuyas fuentes desconozco, aseguran que fue el soldado, quien mató al espadero, lo que explicaría con más lógica la subsiguiente revuelta. El hecho es que, al parecer, el barrio en pleno, se dirigió al palacio del Emir, quien, entre tanto, mandó a sus hombres incendiar el arrabal. Cuando los rebeldes intentaron volver a sus casas, encontraron a la guardia del emir, apostada al otro lado del puente, dispuesta a impedirlo.

Años antes, Abd-al- Rahmán I, el Inmigrado -Damasco, 731-Córdoba, 788-, había organizado un poderoso ejercito compuesto por mercenarios bereberes y esclavos occidentales, con el objetivo de acabar con las numerosas sediciones que se producían en la península a causa del reparto del poder. Para mantenerlo, necesitaba gran cantidad de fondos, que se propuso obtener a través de la imposición de pesadas cargas contributivas, tanto a los cristianos protegidos o dimmíes, como a los mozárabes, que de ese modo pagaban la garantía y el respeto a su religión, y a la vida.

Gran número de aquellos protegidos –ya fueran mozárabes, judíos o muladíes, generalmente, mercaderes o artesanos–, se instalaron en el arrabal de Córdoba, y durante cierto tiempo, vivieron tranquilos y respetados, en base a la tolerante doctrina de la Escuela de Damasco, que poco a poco se fue perdiendo, con la llegada de puritanos provenientes del norte de África, que gradualmente restringieron la tolerancia, la libertad y los derechos de los conversos de origen hispánico, creando un malestar creciente entre la población, que hasta el momento había vivido en paz y buen entendimiento.

Continúa diciendo el Muqtabis:

La mayoría de la gente del Arrabal Mayor de la márgen del río.... despreciaban al emir con descaro...sin guardarle ningún respeto, ni dejaban de fustigar con sus lenguas a sus esclavos extranjeros y guardia personal, a los que dirigían en sus reuniones soeces expresiones.

…grey ínfima, un ganado de ignorantes y groseros, que despreciaban al emir con descaro, rebuscando anécdotas y calumniando su conducta, sin guardarle ningún respeto.

Pero parece que, aunque debían ser mayoría, no eran sólo los más pobres e ignorantes quienes se quejaban y criticaban; según el mismo Muqtabis, no fue una revuelta de muladíes, ya que se encontraban involucrados alfaquíes y otros personajes de importancia, por lo que parece lógico concluir que en la revuelta contra Al Hakem, participó la mayor parte de los habitantes del arrabal de Córdoba.

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2. Cómo fue reprimida

De forma tan brutal, que podría calificarse de irracional por parte de Al Hakén, y, en todo caso, excesiva, en su mortal furor. Ibn Hazm –historiador y poeta, entre otras cosas, y autor del celebérrino Collar de la Paloma, en el siglo XI-, definió al emir como el más sanguinario y déspota de los emires omeyas. 

Así cuenta el Cronista Ibn Al Athir, lo que ocurrió el día 25 de marzo del año 818.

Se sacó de las viviendas a quienes las habitaban, y se les hizo prisioneros. Luego se detuvo a treinta de los mas notables de entre ellos, se les ejecutó y se les crucificó cabeza abajo. Y, durante tres días, los arrabales de Córdoba sufrieron muertes, incendios, pillaje y destrucción. 

En cuanto a otros detalles de la mayor importancia, existen, por ejemplo, versiones relativas al trato dado a las mujeres y a los niños durante la represión. Así, el Muqtabis asegura que, se ordenó el respeto a las mujeres e indulgencia a los menores; que ordenó reunirlas en un lugar donde se las guardó hasta que se dispersaron, compadecido de ellas y sus hijos y demostrando en ello toda su buena voluntad.

Pero existe una versión que contradice a todas las demás que conocemos. Escrita por Sakan b. Ibráhím, y dice que: El emir al-Hakam declaró presa lícita a las mujeres de los del Arrabal y sus secuaces de los otros arrabales de Córdoba, así como autorizó todo acto de muerte, saqueo e incendio durante tres días.

Resulta casi imposible deducir cual de estas versiones es la verdadera, o cuales fueron los motivos que impulsaron a los Cronistas, a informar de un modo u otro sobre la misma matanza.

Algunos de los sobrevivientes del terrible suceso, se asentaron en Fez, mientras que otros, andando el tiempo, conquistaron la Isla de Creta.

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3, cómo llegaron los exiliados a fundar el Emirato de Creta

Primero se instalaron en Alejandría, donde llegaron aejercer un dominio notable, en base, según parece, a su número y buena organización, razón por la que el califa Al Paxid, considerándolos un peligro cierto, ordenó su expulsión.

Según parece, el gobernador encargado de hacerlo, les propuso marchar sobre Creta, donde podrían probar fortuna, o, de lo contrario, enfrentarse al ejército califal. La isla de Creta, bajo dominio bizantino, podía representar un objetivo agradable al Califa. 

Los cordobeses –se considera que una parte de ellos, eran hispano godos conversos–, desembarcaron en la isla, se apoderaron de ella, se establecieron como dueños y señores, y la dominaron durante casi un siglo y medio. 

Con el tiempo, construyeron una gran flota para su defensa y en ocasiones, se dedicaron a la piratería. En 961, los bizantinos recuperaron la isla, y, al parecer, muchos de aquellos forzosos aventureros cordobeses se sometieron voluntariamente al dominio bizantino y permanecieron en la isla.

4. Cómo acabó la aventura


El Emirato de Creta, como Estado musulmán se extendió pues, desde finales de los años 820 hasta su reconquista, por parte del bizantino Nicéforo II Focas, Νικηφόρο Φωκά, durante el reinado del bizantino Romano II, tras una campaña llevada a cabo entre los años 960 y 961.

Los exiliados de al-Ándalus pudieron llegar a la isla en una fecha comprendida entre 824 y 828. Muy pronto se establecieron allí, creando un Estado independiente. A pesar de diversos intentos de recuperar la isla por parte de los bizantinos, Creta o Iqritiya, se convirtió en un poderoso enemigo del Imperio, dominando el Mediterráneo oriental y sirviendo de base a las flotas musulmanas que pirateban continuamente por el Egeo, quehacer que contribuyó a su rápido enriquecimiento, al que siguió una activa vida comercial y un notable avance en la agricultura.

Reinaba Miguel II (820-28) en Bizancio cuando llegaron los emigrados cordobeses, procedentes de Alejandría y procedieron a su conquista bajo el mando de Umar ibn Hafs ibn Shuayb ibn Isa al Balluti, más conocido como Abu Hafs.

La fecha exacta de su llegada a Creta no es segura; las fuentes musulmanas, proponen 827–828, es decir, tras su salida de Alejandría. Las fuentes bizantinas adelantan la fecha a los años 821-823. Aquellos cordobeses, junto con sus familias, unos 12.000 en total, abandonaron Alejandría en 40 barcos.

Madrid Skylitzes

Los historiadores bizantinos, creen que aquellos andalusíes ya habían intentado tomar Creta en ocasiones anteriores, y que, el desembarco definitivo, habría sido concebido en principio como una incursión pirata, añadiendo, sin embargo, que cuando Abu Hafs se propuso seriamente su conquista, mandó quemar las naves, lo que parecería un riesgo excesivo, si creemos, como parece, que los invasores llevaban consigo a sus familias.

Madrid Skylitzes

El punto donde desembarcaron tampoco se sabe con exactitud, aunque bien pudo ser en el actual puerto de Hiraklion, la capital de la isla, a la que ellos llamaron Jandax, nombre que, a su vez se tranformaría en Candía. Bizancio intentó inmediatamente su recuperación, aún hallándose inmersa en serias dificultades de carácter bélico que reclamaban su atención y esfuerzos en lugares alejados.

Abú Hafs logró consolidar su dominio paulatinamente, hasta que se proclamó gobernador, convirtiendo la navegación por el Mar Egeo en un avispero sometido a interminables incursiones piratas.

Teófilo, sucesor de Miguel II, que gobernó entre 829 y 842, llegó incluso a enviar una embajada el Emir de Córdoba, entonces, Abderramán II, en un intento de unir sus fuerzas contra los ocupantes cordobeses; pero sólo consiguió la promesa de que no sería molestado si los atacaba en solitario. 

Emisarios Bizantinos ante el Califa. F. 60

Entre tanto, los cretenses mantenían en marcha diversos asaltos contra algunas de las islas Cícladas; el Monte Athos, la isla de Lesbos y el Peloponeso, llegando incluso a las costas de Asia Menor, siendo derrotados muy raramente.

Hacia el año 870, naves cretenses, en ocasiones, ya comandadas por bizantinos renegados, circulaban libremente por el Egeo, llegando hasta Dalmacia, e incluso a las proximidades de Constantinopla.

Sin embargo, ya en 873 y 874 los cretenses sufrieron varias derrotas a manos del navegante bizantino Nicetas Orifas - Νικήτας Ωορύφας Β΄, quien solía hacer numerosos prisioneros, a los que torturaba de forma despiadada y vengativa. Aquellas derrotas se saldaron con el pago de tributos a Bizancio por parte de los cretenses, durante una decena de años, lo que constituyó un breve paréntesis de paz.

Ο Ωορύφας βασανίζει τους αιχμάλωτους Σαρακηνούς
El bizantino Nicetas Orifas castiga a los sarracenos cretenses. 
Ilustración de la crónica Skylitzes de Madrid

Poco después, los cretenses volvían a sus razzias, junto con tropas procedentes de Siria, atacando el Peloponeso, Eubea y las Cícladas, tomando Patmos y obligando a Naxos a pagar un tributo, llegando incluso a poner en riesgo la ciudad de Atenas.

En el 911, una nueva expedición formada por 177 naves y 43.000 hombres, se vio obligada a abandonar el cerco de Creta, siendo atacada y destruida durante la retirada.

A finales del siglo X, aquellos, ya descendientes de los exiliados cordobeses, devastaron el sur de Grecia. En respuesta, el emperador Constantino VII organizó una nueva expedición, que resultó derrotada en un ataque inesperado, a pesar de lo cual, el emperador no se dio por vencido y organizó una nueva salida, que llevaría a cabo su sucesor, Romano II (959-963) y de la cual asumió el mando finalmente, el citado general Nicéforo Focas - Νικηφόρο Φωκά, quien, tras embarcar un numerosísimo ejército en el verano de 960, cayó sobre la isla, rompiendo las primeras defensas sin apenas dificultad. El asedio subsiguiente se prolongó hasta el invierno de 961, año en que, finalmente, el Imperio Bizantino recuperaba Creta, el día 6 de marzo.


Asedio de Jandax por N. Fokas

La capital fue entregada al saqueo y sus murallas y mezquitas, totalmente destruidas, hasta tal punto, que apenas se han hallado restos arqueológicos. Aquellos descendientes de los exiliados cordobeses fueron en su mayoría muertos o vendidos como esclavos, mientras que otros, que conservaron la vida, fueron convertidos al cristianismo. 

Así pues, de aquel casi siglo y medio de ocupación de los antiguos cordobeses, apenas queda memoria, conociéndose la historia del período exclusivamente a través de fuentes bizantinas, motivo por el que lo que se ha transmitido de sus costumbres e historia es muy negativo. Aún así, se sabe que lograron poner en marcha un activo comercio, y se cree que tras la conquista, no obligaron a cambiar de religión a la población cristiana.

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5. El Manuscrito Skylitzes

Ἰωάννης Σκυλίτζης Σύνοψις Ἱστοριῶν – Sinopsis de la Historia, Juan Skylitses

Madrid Skylitzes es un manuscrito ricamente ilustrado –contiene 574 miniaturas– de la Sinopsis de la historia–Σύνοψις Ἱστοριῶν –Synopsis Historiarum, de Juan Skylitzes, que abarca los reinados de los emperadores bizantinos desde la muerte de Nicéforo I en 811 hasta la deposición de Miguel IV en 1057.


Este manuscrito griego (Vitr. 26.2) sobre pergamino, del siglo XI, es uno de los más valiosos de la Biblioteca Nacional de España, y lo es, entre otras cosas, por la riqueza de sus ilustraciones. Realizado por Ioannes Skylitzes, contiene la historia de los Emperadores bizantinos entre 811 y 1057, con la coronación de Miguel I Rangabé – Μιχαήλ Α΄ Ραγκαβέ en 811, hasta el reinado de Miguel VI en 1056–57.

Contiene 577 miniaturas realizadas por varios artistas y la mayor parte de las escenas que representan aparecen acompañadas de una leyenda que explica su significado y ofrecen una visión de las fortalezas; escenas de guerra, de vida en la corte y de diversos tipos de castigos corporales, un arte que, al parecer, los bizantinos conocían bien. Tambiém hay escenas de corte, de carácter religioso, como bautizos y ordenación de patriarcas. Las primeras ilustraciones son sencillas y realistas, pero al avanzar el texto, van apareciendo otras más complejas, a veces con trazos de duro naturalismo, y grandes composiciones de gran viveza, ropas sencillas y cuerpos bien delineados, si bien, todas dentro de un realismo de carácter popular.

Es muy probable que fuera escrito en Palermo, de Sicilia y perteneció al Monasterio de San Salvador de Faro hasta finales del siglo XVI, cuando fue depositado en la Catedral de Mesina.

En 1690 pasó a manos del Duque de Uceda, hijo y sucesor del Duque de Lerma, hasta que, a su vez, Felipe V confiscó la biblioteca de la Casa Ducal, cuyos fondos pasaron finalmente a la Biblioteca Nacional

Una de sus ilustraciones se ha convertido en referencia, cuando se habla del famoso y temible Fuego Griego, del que no podían escapar aquellos –especialmente turcos–, contra quienes era lanzado para evitar su entrada en Constantinopla, ya que, entre sus terribles propiedades, estaba la de arder incluso sobre el agua.


Del mismo modo que aparece la famosa cadena que cerraba el paso de las naves hacia el Cuerno de Oro, al Norte de Cosntantinopla.



En opinión de la investigadora Inmaculada Pérez Martín, este códice iluminado, puede ser considerado no sólo un compendio gráfico de valor inigualable sobre la civilización bizantina sino también el emblema del arte bizantino conservado en nuestro país. Una de las narraciones más equilibradas, a medio camino entre la crónica sinóptica y la historia de narrativa más elaborada, las ilustraciones nos hablan a través de los siglos del poder imperial (incluida la faz represora) de la Iglesia, del ejército y la armada, pero también de la vida cotidiana.

Las ilustraciones no son homogéneas y revelan la participación tanto de artistas bizantinos como occidentales, a su vez con evidentes influencias árabes. Copiado en el área calabro–siciliana en la segunda mitad del siglo XII, probablemente a partir de una copia enviada por el emperador como presente al rey normando Roger II o Guillermo I, bajo cuyo patronazgo tendría lugar la colaboración mencionada entre artistas de diferentes culturas.

En los ss. XV–XVI, el códice se encontraba en el monasterio de San Salvador de Lingua Fari (Mesina), donde fue leído y parcialmente transcrito por Constantino Láscaris en el Matrit. 4621; en 1690 fue requisado por el duque de Uceda y, con el resto de su colección ingresó en la Biblioteca Nacional de Madrid en 1712.

Folio numerado 6 del Manuscrito

I. ΜΙΧΑΗΛ Ο ΚΟΥΡΟΠΑΛΑΤΗΣ Ο ΡΑΓΓΑΒΕ. Miguel I. Rangabe (811-813), fol. 10r-17v
II. ΛΕΩΝ Ο ΑΡΜΕΝΙΟΣ. Leon V el armenio (813-820), fol. 18r-26va
III. ΜΙΧΑΗΛ Ο ΤΡΑΥΛΟΣ. Miguel II Travlos (820-829), fol. 26vb-42ra
IV. ΘΕΟΦΙΛΟΣ. Theophilos (829-842), fol. 42rb-62ra
V. ΜΙΧΑΗΛ Ο ΥΙΟΣ ΘΕΟΦΙΛΟΥ ΣΥΝ Τῌ ΜΗΤΡΙ ΑΥΤΟΥ Miguel III. (842-867), fol. 62rb-80vb
VI. ΒΑΣΙΛΕΙΟΣ Ο ΜΑΚΕΔΩΝ Ο ΚΕΦΑΛΑΣ Basileios I Macedonio (r. 867–886), fol. 81r–105vb
VII. ΛΕΩΝ Ο ΦΙΛΟΣΟΦΟΣ  Leon VI el Sabio (886-912), fol. 106r-116va
VIII. ΑΛΕΞΑΝΔΡΟΣ  Alexandros (912-913), fol. 116vb-118r
IX. ΚΩΝΣΤΑΝΤΙΝΟΣ Ο ΥΙΟΣ ΛΕΟΝΤΟΣ Konstantino VII Porphyrogénito (r. 913–920), fol. 118va–126va
X. ΡΩΜΑΝΟΣ Ο ΛΑΚΑΠΗΝΟΣ  Romanos I Lakapinos (r. 920–944), fol. 126vb–131v
XI. ΚΩΝΣΤΑΝΤΙΝΟΣ ΠΑΛΙΝ ΑΥΤΟΚΡΑΤΩΡ Konstantino VII Porphyrogennetos (r. 944–959), fol. 132r–139rb
XII. ΡΩΜΑΝΟΣ Ο ΝΕΟΣ Romanos II (r. 959–963), fol. 139v–142rb
XIII. ΒΑΣΙΛΕΙΟΣ ΚΑΙ ΚΩΝΣΤΑΝΤΙΝΟΣ Basilios y Konstantinos (963), fol. 142va-145va
XIV. ΝΙΚΗΦΟΡΟΣ Ο ΦΩΚΑΣ Nikíphoros II Phokas (963-969), fol. 145va-157vb
XV. ΙΩΑΝΝΗΣ Ο ΤΖΙΜΙΣΚΗΣ Ioannes Tzimiskes (969-976), fol. 158r-173v
XVI. ΒΑΣΙΛΕΙΟΣ ΚΑΙ ΚΩΝΣΤΑΝΤΙΝΟΣ Basilios II. (976-1025), fol. 174r-196va
XVII. ΚΩΝΣΤΑΝΤΙΝΟΣ Ο ΑΔΕΛΦΟΣ ΒΑΣΙΛΕΙΟΥ Konstantinos VIII. (1025-1028), fol. 196vb-198r 
XVIII. ΡΩΜΑΝΟΣ Ο ΑΡΓΥΡΟΣ Romano III Argyros (1028-1034), fol. 198v-206va
XIX. ΜΙΧΑΗΛ Ο ΠΑΦΛΑΓΩΝ 217 Miguel IV. Paphlagon (1034-1042), fol. 206vb-218r
XX.  ΜΙΧΑΗΛ Ο ΚΑΛΑΦΑΤΗΣ 231 Michael V. Kalaphates (1041-1042), fol. 218v-221r
XXI. ΚΩΝΣΤΑΝΤΙΝΟΣ Ο ΜΟΝΟΜΑΧΟΣ 234 Konstantinos IX. Monomaxos (1042-1055), fol. 222ra-234v
XXII. ΘΕΟΔΩΡΑ Teodora
XXIII. ΜΙΧΑΗΛ Ο ΓΕΡΩΝ  Miguel el Viejo.

Cap. I. Miguel I Rangabe proclamado Emperador y elevado sobre un escudo por los soldados. fol. 10v, detalle.

Cap. IV. Un árabe cautivo del Emperador Teófilus muestra su habilidad durante la celebración de un Triunfo en Constantinopla, manejando dos lanzas mientras galopa. Fol. 55r

Un monje muestra a los cretenses sarracenos dónde construir Jandax

Cap. XVII. Constantinos Fokas muere envenenado en Aleppo y su padre, Bardas, ordena la ejecución de todos los prisioneros árabes.

Cap. XIX. Asedio de Mesina defendida por Katakalon Kekavmenos, in 1040. F. 214

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