miércoles, 29 de julio de 2020

VINCENT VAN GOGH + 29 de julio de 1890 ● In Memoriam


La familia del pintor

Vincent Willem van Gogh.

Nació en Zundert -Brabante Septentrional, al sur de los Países Bajos-, el 30 de marzo de 1853, y falleció, trágicamente, en Auvers-sur-Oise; -Val-d'Oise, en la región Île-de-France- (zona que inmortalizó en 70 pinturas durante los últimos meses de su vida), el 29 de julio de 1890, a los 37 años.

Dejó tras de sí 900 pinturas -de las cuales, su entrañable hermano, Theo, marchante de arte, solo logró vender una en vida del artista; "El viñedo rojo”-, además de 1600 dibujos, y 600 cartas, contando solamente, las dirigidas a Theo.

El Viñedo rojo. Arlés, 4 de noviembre de 1888. Museo Pushkin, Moscú.

Vincent van Gogh falleció, trágicamente, hemos dicho, y habría que añadir, misteriosamente, aunque parece que es este un asunto que se ha cerrado, podríamos decir que, en falso, puesto que no ha quedado claro, en absoluto, del mismo modo que se ha dado por hecho que, tras una discusión con Paul Gauguin, decidió, sencillamente, cortarse una oreja. (Tal vez convenga recordar que Paul Gauguin era un hábil esgrimista, que, casi acto seguido, decidió marchar a Haití.)

¿Cuál sería la necesidad de ahondar en todo esto? Sencillamente, rehabilitar la memoria de un gran artista, al que se ha etiquetado como enfermo mental; diagnóstico que -no es el único caso-, coloca una pesada losa de silencio sobre la existencia de un hombre que siempre mostró una gran bondad y un insuperable amor a la pintura.

¿Diferente? Sin duda. ¿Enfermo? Difícil saberlo hoy, pero lo que sí es seguro, es que fue tratado como tal; es decir, que recibió los inhumanos tratamientos que, en la época, solían administrarse a los supuestos locos, con los cuales, ninguno lograba “curarse” pero sí se conseguía anular en ellos toda iniciativa de cualquier carácter que fuera.

Resumiendo: un día como hoy, Vincent van Gogh cargaba en sus hombros todos los pesados utensilios necesarios para pintar; no sólo la caja de colores; diversos productos químicos, como disolventes, barnices, etc. y pinceles, sino también, claro está, el lienzo correspondiente -si es que solo llevaba uno-, y el caballete. Se detiene en un lugar solitario en el campo -probablemente decidido con antelación-, y empieza a trabajar. 

El pintor se dirige a su trabajo. Agosto, 1888. 
Antes, en el Kaiser-Friedrich-Museum, Magdeburg; perdido por un incendio en 1945

Cuando termina, se dispara, sin acierto, una bala que va a parar a su estómago, quedando herido de mortal gravedad. -El arma, supuesta, se vendió en París, hace un año, por 162.500 Euros-.

Se ha deducido que se trató de un "simple" suicidio, que resultaría relativamente frustrado. 

Pues bien, fuera como fuere, el artista, gravemente herido, recoge todas sus cosas; el lienzo, la caja, el caballete, etc. y, haciendo un esfuerzo sobrehumano, vuelve caminando, moribundo, hasta la casa en la que se alojaba, donde fallecería dos días después.

Una pregunta sencilla: si realmente proyectaba suicidarse, aunque el disparo no fue certero, ¿por qué no se quedó allí mismo, en la soledad que, se supone eligió para terminar sus días? Y, suponiendo asimismo, que alguien que realmente desea morir, no busca auxilio para evitarlo, ¿por qué van Gogh volvió a su casa?

Es algo muy penoso en todo caso, pero quizás, lo es más, a causa del sorprendente silencio que rodea su trágica partida. En general, los pintores cuya obra hoy se cotiza en cifras inalcanzables, suelen ser estudiados hasta la saciedad en busca de cualquier característica que ayude a explicar qué es; en qué consiste, dónde reside el genio del arte dentro de la mente humana, etc. Pero con Van Gogh no es el caso. Van Gogh dejó cientos de obras de arte, cuyo alcance hoy, está más allá de las estrellas, sencillamente, porque estaba enfermo. No.

Para completar esta breve reseña en honor al recuerdo de Vincent van Gogh, reseña que, en realidad no expresa sino una gran perplejidad, y teniendo en cuenta lo dicho acerca de las investigaciones que suelen llevarse a cabo sobre la obra de muchos grandes artistas, añadiremos que, hoy mismo, quizás a causa de la triste efeméride, aparece la noticia que consigno a continuación, en la que, en líneas generales, reproduzco lo publicado en diversos medios:

“Descubierta la ubicación exacta de ‘Raíces de árbol’, la última obra de Van Gogh, en Auvers- sur- Oise”. El hallazgo ha tenido lugar de forma casual durante el confinamiento y gracias al descubrimiento de una postal de la época.

V. van Gogh: Raíces de árboles. Julio de 1890, Museo Van Gogh. Ámsterdam.

Un investigador cree haber hallado el lugar exacto en el que Vincent van Gogh pintó la última de sus obras, Tree Roots- Raíces de Árbol, hace 130 años. Este hallazgo podría arrojar nueva información sobre la trágica muerte del artista, pues lo pintó pocas horas antes de dispararse.

“El experto Wouter van der Veen, director científico del Institut van Gogh, ha explicado que todo empezó hace tan solo cuatro meses. Estaba mirando viejas postales de Auvers durante el confinamiento, cuando vio una que le llamó la atención. Aparecía un ciclista subiendo una pronunciada pendiente.”

El paisaje le resultó familiar y, tras su atenta observación, terminó asociándolo con el lugar representado en el famoso lienzo.

La postal que permitió el hallazgo, mixturada con la pintura del artista holandés

“Cada elemento de esta misteriosa pintura puede explicarse al observar la tarjeta postal y la ubicación: la forma de la ladera, las raíces, su relación entre sí, la composición de la tierra y la presencia de un lado empinado de una piedra caliza”, analiza el autor del descubrimiento, presentado este martes a la prensa.

“El lugar se encuentra a 150 metros de la posada de van Gogh, a solo dos minutos a pie. Aunque generaciones de especialistas y aficionados del artista han pasado por allí cientos de veces, nadie antes había encontrado este nexo. 

El académico ha ido más allá y ha planteado una hipótesis de lo que cree que sucedió el fatídico 27 de julio. De este modo, Van Gogh habría empezado su pintura esa misma mañana en el citado lugar. Pocas horas después, terminó su trabajo y regresó a la posada. Luego, explica, muy probablemente regresaría a la Rue Daubigny y el resto ya se conoce.

"El resto ya se conoce":

“El lugar exacto donde Vincent Van Gogh pintó su última obra maestra, Raíces de árbol, horas antes de dispararse", reaparecía con la ayuda de una postal.

Como decíamos, Van der Veen observa atentamente una postal, justamente durante el cierre de la habitación-museo en la posada Auberge Ravoux, debido a la pandemia de coronavirus.



En esta habitación del Auberge, el artista holandés pasó sus últimos setenta días y su cuidado está a cargo del instituto que van der Veen preside. Los troncos y raíces representados por el pintor se encuentran cerca de aquí.

“Aunque el paisaje que aparece en la postal es de un par de décadas después del lienzo, se puede ver con claridad que ambos paisajes representan la misma configuración de una colina, que simboliza la vida y la muerte de Van Gogh", en palabras de Louis van Tilborgh.

“Descubrir el lugar donde Van Gogh pintó su último y más misterioso trabajo es un sueño hecho realidad, que todavía estoy tratando de comprender‘‘, dijo van der Veen.

Investigadores del Instituto Van Gogh, y Bert Maes, un dendrólogo especializado en vegetación histórica, procedieron a comparar la pintura, la postal, y la ladera actual, y concluyeron que era “altamente plausible” que hubieran sido descubiertas las raíces de la pintura de Van Gogh.

El tronco del árbol principal en el centro de la pintura habría sobrevivido 130 años desde la muerte del pintor holandés, y con la ayuda de la postal, los investigadores pudieron cerrar la brecha entre hoy y la famosa pintura de 1890.

Supuesto lugar donde Vincent Van Gogh pintó "Raíces de árboles" 
(Fotografía de François Guillot / AFP)

“El descubrimiento arroja nueva luz sobre los momentos finales del genio, que había estado trabajando en la pintura en un caluroso día de julio de 1890 cuando regresó tambaleándose a la posada del pueblo, con una herida de bala en el pecho. Aunque las razones que produjeron la herida siguen abiertas a especulación.

La teoría de que el artista habría muerto a manos de un grupo de jóvenes, -no por el deseo de acabar con su vida, sino a causa de una enorme irresponsabilidad, que los llevaría a burlarse del “loco”, asustándolo con disparos a su alrededor-, fue presentada por primera vez en una biografía del pintor realizada por Steven Naifeh y Gregory White Smith hace nueve años. El pintor estadounidense Julian Schnabel, declaró a la agencia de noticias AFP, cuando presentó la película relativa al asunto en cuestión, que era "poco probable que un hombre que había pintado 75 lienzos en casi el mismo número de días, en Auvers-sur-Oise fuera suicida”.

Por el contrario, Van der Veen, asegura que la pintura fue el "testamento final de Van Gogh, una carta de despedida... El suicidio había sido una opción para él durante un año”. Y añadió: “El matorral de raíces era un símbolo de la lucha de la vida. Cortamos el árbol, y de sus tocones aparecen nuevos brotes. Tiene sentido, el tema de la vida y la muerte, y elimina todas estas pésimas teorías que hacen poco por su memoria”.

La pregunta es: ¿el artista pensaba que su vida renacería en "nuevos brotes" como el árbol? 

Por otra parte: ¿qué teoría convendría mejor a la buena memoria de van Gogh; la del suicidio o la del homicidio accidental? Y, ¿cuál de ellas haría más, por esa memoria?, o  ¿cuál de ellas sería menos pésima?

La única fotografía de van Gogh que se considera auténtica... 1887

... además de esta, de espaldas, con el pintor Émile Bernard, en Asnières, 1896.
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domingo, 26 de julio de 2020

FANTIN-LATOUR • RETRATOS DE GRUPO • I • HOMENAJE A DELACROIX

1: Cordier 
2: Legros

Fantin-Latour. Autorretrato, 1853

Ignace Henri Jean Théodore Fantin-Latour, o mejor, sencillamente, Henri Fantin-Latour, nació en Grenoble, el 14 de enero de 1836 y falleció en Buré, Normandía, el 25 de agosto de 1904. Fue un pintor realista, intimista y también litógrafo.

Junto con su hermano Théodore (1805-1872), se preparó para ingresar en la Escuela de Bellas Artes en 1854, donde tuvo compañeros como Edgar Degas, Alphonse Legros y Jean-Charles Cazin y, finalmente, asistió al taller de Gustave Courbet.

Se casó, en 1876, con Victoria Dubourg, que también era pintora, y, a partir de entonces, empezó a pasar los veranos en la residencia de la familia de ella en Buré, en la Baja Normandía.

Fantin-Latour. Autorretrato
Victoria Dubourg, retratada por Fantin-Latour en 1873. Bellas Artes de Gante

Fantin-Latour fue miembro de varios grupos, como el llamado “de 1863”; del “Cénacle des Batignolles” o la “Societé Japonaise du Jinglar”, cuyos miembros solían reunirse para cenar a la japonesa.

-Siempre sentías una especie de temor al acercarte a él, a causa de aquellos rudos modales que los artistas de su generación afectaban a menudo, como señal de una noble independencia, -diría Jacques-Émile Blanche, amigo del pintor, pero de la generación siguiente.

Latour realizó varios retratos colectivos, o de grupo, de los que nos ocuparemos detenidamente, en especial, a través de la presentación de sus componentes, pues no todos pertenecen al mundo del arte, ni son igualmente conocidos.
Homenaje a Delacroix • Fantin-Latour

Delacroix y Fantin-Latour

Fantín-Latour creó la primera de sus grandes pinturas de grupo, en homenaje a Eugène Delacroix, poco después del fallecimiento de este, en 1863. La obra representa, pues, un testimonio de admiración -que no siempre fue bien comprendido-, pero, a la vez, pretendió mostrar una especie de manifiesto de una nueva tendencia pictórica.

El arte no puede permanecer extático, o perdería todo su interés testimonial. Fantin-Latour, se consideraba, ya desde la década de 1830, ante la oposición, Clásicos vs. Románticos, como representante de la modernidad y de la renovación, siendo Ingres, quizás, el más reconocido representante de los primeros.

J.A. Dominique Ingres: Autorretrato, 1804. Musée Condé. Chantilly, Oise. Fr.

El gran poeta Charles Baudelaire, uno de los personajes que conforman el grupo, fue un incondicional admirador de Delacroix y como tal se declaró siempre, en privado, y en público, y a través de la prensa, alabó la obra del artista en sus artículos de crítica dedicados a los Salones. En la referida al Salón de 1846, concretamente, aseguró que Delacroix era el primer representante de la escuela moderna, en oposición a Ingres.

La noticia del fallecimiento del pintor, afectó dolorosa y profundamente al poeta, que asistió a su entierro, -el 17 de agosto de 1863-, junto a otros personajes del mundo artístico del momento, como Édouard Manet o el propio Henri Fantin-Latour; todos ellos igualmente entristecidos por la gran pérdida, pero también dolidos por la tibieza de las reacciones manifestadas públicamente al respecto, considerando que se trataba de un artista de probada calidad, que, además, había participado, de forma activa y brillante, en el embellecimiento de algunos edificios nacionales, como fue la decoración de la capilla de los Saints-Anges, de la iglesia de Saint-Sulpice, en París; una de sus últimas obras. Ciertamente, la prensa apenas se ocupó de él y, dentro del mundo artístico, sólo Théophile Gautier, Paul de Saint-Victor y Arsène Houssaye, lo recordaron. El entonces representante de la Academia, François Jouffroy, apenas le dedicó un breve discurso, que además sonó frío, hueco y de compromiso.

Ante aquellas reacciones obviando el genio de Delacroix, entre incomprensión, ignorancia o desinterés, Baudelaire y Fantin-Latour pensaron en la creación de un cuadro, como homenaje a aquel que consideraban –ni más, ni menos-, como el "pintor más original de los tiempos antiguos y modernos”. De aquella iniciativa resultó este Homenaje a Delacroix.

1864. Orsay, París

El Homenaje a Delacroix / Hommage à Delacroix, de 1864, se encuentra en el Museo de Orsay, en París, y Latour lo pintó el año siguiente de la muerte de Delacroix. Hay diez personajes –incluido el autor-, que miran al espectador, posando ante un retrato del artista homenajeado.

La obra, de notables dimensiones -160 x 250-, presenta a diez hombres reunidos ante un retrato de Delacroix que aparece en el centro de la composición. Ninguno de ellos lo mira, por cierto, sino que todos dirigen la mirada al espectador; a nosotros.

Los amigos y defensores de Delacroix presentes en el lienzo, son, de izquierda a derecha, en la parte inferior, el escritor y crítico Edmond Duranty; el artista creador del mismo, Fantin-Latour, con camisa blanca ablusonada y la paleta en la mano. El pintor americano James Whistler–de pie entre el pintor y el retrato-; el crítico y escritor Jules Husson, más conocido como Champfleury, sentado y, finalmente, el poeta Charles Baudelaire.

En la parte superior, los pintores, Louis Cordier, Alphonse Legros, Édouard Manet -ya a la derecha de la imagen de Delacroix-, Félix Bracquemond y Albert de Balleroy.

Las flores bajo el retrato, aportan un toque de luz, color y, tal vez, incluso, esperanza. a la escena.

Como muy pronto hizo notar la crítica, no se trataba de un grupo compacto; ni como amigos, ni, estrictamente, como admiradores de Delacroix, por lo que, tal vez es posible considerar el esfuerzo de Fantin-Latour por crear tal homenaje, frente a rencillas, críticas, acaso envidias, pequeñas o grandes, etc. De hecho, se estaba planificando la obra, cuando Duranty criticó a Manet en la prensa, algo que Latour no le perdonó fácilmente; Duranty y Manet, sin embargo, hicieron pronto las paces, pero Fantin permaneció siete años enemistado con el crítico. Y, como esta anécdota, muchas más y más graves, separaban a algunos de los asistentes entre sí. De hecho, Fantin-Latour, tampoco representa entre los retratos ningún matiz, que pueda interpretarse como la existencia de una amistad mutua y múltiple compartida, sino que representa exactamente lo que es: "somos un grupo diverso que nos hemos prestado a participar en el homenaje a Delacroix, a petición de Fantin-Latour. Ni siquiera es necesario que seamos sus fieles admiradores, pero se trata de un colega que ha fallecido.”

De hecho, podemos considerar que Latour realiza un espléndido trabajo, aunque no idealiza nada él, sin no es, precisamente, la desaparición de Delacroix.

Por otra parte, los “figurantes”, quizás unidos entre sí, paradójicamente, más a causa del rechazo o la indiferencia del público y la crítica, de que hemos hablado, se proponen, no obstante, manifestar su unidad ante la renovación artística que pretendían llevar a cabo y que -en cierto modo-, ya “sonaba” desde la creación de famoso Salon des refusés/Salón de los Rechazados, en 1863. 

Fantin-Latour, Legros, Manet, Whistler, Balleroy y Bracquemond representan –o lo intentan-, la corriente que apoyan y a la que pertenecen, o creen pertenecer, pues el intento duró poco tiempo, dado que a algunos de los presentes, les movía, en buena parte, el resentimiento y una sensación de desagradecimiento por parte del entorno artístico, habida cuenta, incluso, que, por ejemplo, Fantin-Latour no era admirador de la obra de Balleroy, y otros, como Legros, Champfleury y Manet, se prestaron a formar parte de la escena, más por su amistad con Latour, que por su admiración hacia Delacroix.

Finalmente, cuando la obra se presentó en el Salón de 1864, despertó más polémica, que admiración, al ser considerada, antes como un manifiesto del realismo, que como un verdadero homenaje al pintor fallecido. Aunque Gustave Courbet -considerado como el fundador y máximo representante del realismo-, no aparecía en la obra, la presencia de Champfleury y la de Manet, se interpretó en este sentido.

Courbet fotografiado por Nadar, en 1860

El grupo fue calificado de presumirse como admiradores de Delacroix, cuando la mayoría de ellos, eran todavía demasiado jóvenes y no muy conocidos, ni por el público, ni por la crítica, añadiendo –los críticos de arte podían mostrarse feroces en ocasiones-, que la finalidad de la obra, no era honrar al gran Delacroix, sino la de darse a conocer algunos de los artistas presentes.

Fantin-Latour contestó personalmente a la crítica publicada Le Figaro, “presentando en sociedad” a los personajes menos conocidos de la pintura, y declarando su decidida voluntad de homenajear al artista fallecido, aunque se definió a sí mismo como admirador de Courbet y el realismo, igual que los demás asistentes. Tal declaración no fue, ni mucho menos, aplaudida por la crítica, pero dejó claros los principios del cambio que se estaba produciendo en el arte y, además, logró –algo que el mismo no podía prever-, fijar su imagen, su persona y su personalidad artística definitivamente, a través de aquel Homenaje.

Los "presentes" en El Homenaje a Delacroix (1 y 2)


1. Henry Louis Cordier

Henri-Louis Cordier, también conocido como Luis Enrique Cordier, nació el 26 de octubre de 1853 en París, donde murió, el 4 de enero de 1926. Era escultor.

Fue hijo del escultor Charles Cordier (1827-1905) y de Félicie Anne Berchère, su esposa. En su registro de nacimiento, aparecen como testigos, Charles Antoine Cordier, el abuelo del niño y el pintor Louis Joseph Devers, nacido Giuseppe Devers, que se convirtió al año siguiente en tío materno del escultor, al casarse con Marie Berchère, hermana de Félicie, su madre.

Henri-Louis Cordier comenzó su formación como escultor con su padre y se perfeccionó, después de un viaje por Europa, en el taller de Emmanuel Frémiet (1824-1910) y luego en el de Antonin Mercié (1845-1916). Se estrenó en el Salón de 1876 con una estatua de yeso de Fernand Cortez.

En 1877, el Estado le compró la estatua ecuestre Le Ralliement para la escuela secundaria militar de Saint-Cyr. Conocido por sus obras de gran formato, como el Monumento a los hermanos Montgolfier, o el del General Lasalle, y por su participación en el concurso para el Monumento al General Artigas, que se le encargó en 1908, por la comisión de la municipalidad de Buenos Aires responsable de los preparativos para la conmemoración del centenario del 25 de mayo de 1810- compuesta, entre otros miembros por Adolfo Carranza y Ernesto de la Cárcova.

La duda. De Lecordier. Plaza de San Martín, Buenos Aires.

Esta comisión designó a Cordier para la realización de una estatua del general Azcunénaga, destinada a uno de los diez monumentos conmemorativos proyectados en honor de los miembros de la Primera Reunión. El contrato, acordado el 22 de septiembre de 1908, estipulaba que la obra debía llegar a tiempo al puerto de Buenos Aires para ser inaugurada el día de la celebración del centenario. Pero, después de recibir una fotografía en abril 1909, la comisión juzgó que la estatua no estaba en conformidad con el programa. Otras dificultades relacionadas con la elección de la ubicación retrasaron la colocación del monumento que, finalmente se inauguró en 31 de diciembre de 1910, último día del centenario.

El escultor era miembro del jurado del Salón de artistas franceses.
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2. Alphonse Legros

Henri Fantin-Latour, Portrait de l'artiste Alphonse Legros (1856), 
Minneapolis Institute of Art.

Alphonse Legros, nació el 8 de mayo de 1837, en Dijon y falleció en Walford, cerca de Londres, -nacionalizado británico-, el 8 de diciembre de 1911. Fue pintor, grabador, escultor y medallista. Enseñó en el University College de Londres e introdujo el arte del dibujo en el Reino Unido, al final de la época victoriana.

Desde la adolescencia asistió a la Escuela de Bellas Artes de Dijon, y fue aprendiz en el estudio del Maestro Nicolardo, pintor de imágenes, formándose en el comercio del arte, antes de irse a vivir a París, con el apoyo de Jean-Baptiste Beuchot, en 1851, donde ocupó pequeños empleos al servicio de tratantes de arte. 

Después entró en la Petite École, donde conoció a Jules Dalou, Auguste Rodin, Charles-Émile Cuisin, los hermanos Regamey y a Henry Fantin-Latour, en el taller de Horace Lecoq de Boisbaudran. Siguió los cursos nocturnos de la École des Beaux Arts de Paris, haciéndose amigo del americano Whistler.

Legros:Frédéric Regamey. Cleveland

Su primer aguafuerte conocido, se titula Paysage y data de 1854.

Uno de sus retratos fue aceptado en el Salón de 1857, y en aquella ocasión fue considerado como un pintor realista. Realizó muchos aguafuertes, especialmente, retratos y escenas cotidianas, como La Charrette, o Le Pêcheur. También ensayó temas religiosos, como puede verse por sus obras, Le Calvaire, L’Angelus, de 1859, o el Ex voto

Invitado por Edgard Degas participó en la Segunda Exposición de los Impresionistas, sin compartir verdaderamente sus enfoques pictóricos, pues se interesaba cada vez más en los grabados sobre cuero.

Legros: Autorretrato. Cleveland.

Animado por Whistler se fue a vivir a Londres en 1863 y se casó con Frances Rosetta Hodgson, en 1864. Después de realizar diversas actividades estrictamente para su supervivencia, consiguió una plaza de profesor de grabado en el South Kensington School of Art, hasta que fue llamado por el University College de Londres, donde, entre 1876 y 1892, fue un maestro entregado a la enseñanza y a sus alumnos, profundizando en el estudio de los artistas antiguos, como Holbein, Rubens, o los dibujantes italianos del Renacimiento. De hecho, su influencia sobre los dibujantes británicos de fin de siglo, fue importante y duradera, participando en la recuperación del interés de la época por el grabado, siendo también uno de los que devolvieron el prestigio a la punta de plata, una técnica que, para entonces había caído en desuso.

Alphonse Legros, de Felix Bracquemond. 1861. NPG Londres

En 1880 se convirtió en miembro fundador de la Royal Society of Painter-Printmakers. aunque no dominaba propiamente la lengua inglesa, fue reconocido, no obstante, por el establishment, y obtuvo la nacionalidad británica en 1881, prosiguiendo su creación en Inglaterra, sobre todo, en el dominio del grabado; aguafuertes y medallones, sin abandonar, no obstante, sus lazos con Francia, donde, en 1862, se convirtió en miembro fundador de la Société des aquafortistes, cofundada por Alfred Cadart en París, con el cual mantuvo siempre el contacto.

Por todo ello formó parte del retrato de grupo de su antiguo compañero Fantin-Latour en 1864, que como sabemos, se encuentra en el Museo de Orsay, donde también se conserva un retrato de Léon Gambetta, pintado por Legros en 1875.

Legros: Gambetta. Cleveland

En 1871 albergó en Londres al escultor Jules Daloy, cuando huía de la represión de la Comuna. Dalou hizo un busto de Legros en 1876. 

Hay que mencionar también su vieja amistad con Auguste Rodin, al que retrató en 1882 y al que inició en el grabado, cuando el escultor vivió en el Reino Unido, en 1881. Rodín, a su vez, hizo un busto de Legros.

Del mismo modo, Albert Besnard, a quien él mismo había enseñado el arte del aguafuerte, en la década de 1870, también le hizo un retrato en 1883.

Legros descubrió caminos creativos menos limitados después de su marcha, cuando se jubiló, en 1892. Dibujó y grabó temas diversos, como paisajes de campo, actividades humildes, o escenas más dramáticas, sin abandonar los retratos de artistas contemporáneos como Victor Hugo, Jules Dalou, Hector Berlioz, Charles Holroyd, o de personajes influyentes de la gentry, o alta burguesía, como Thomas Henry Huxley, el cardenal Manning, o lord Cavendish.

  Legros: J. Dalou. Charles Holroyd. Th.H. Husley. Cleveland.

Alphonse Legros dejó algunas esculturas, como, por ejemplo, unas fuentes creadas para el duque de Portland. Su obra grabada se compone de más de 700 piezas, entre ellas, unas cincuenta litografías.

Legros: Champfleury [nº.9 en el Homenaje]. Cleveland. 

Legros: Los poetas Tennyson y Longfellow. Cleveland

Legros: Estudio de manos. Cleveland
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jueves, 16 de julio de 2020

EUGÈNE DELACROIX ● II


Delacroix, autorretrato,1840

En el Salón Oficial de 1827-1828, Delacroix expuso varias obras que la crítica rechazó unánimemente: La Muerte de Sardanápalo –Louvre-. El 21 de marzo, Étienne-Jean Delécluze, afirmó en el Journal des débats que se trataba de un error. “El ojo no puede desenmarañar la confusión entre líneas y colores… el Sardanápalo es un error del pintor”, y añadió: “Delacroix debería tomar clases de perspectiva; este arte es a la pintura, lo que la ortografía para todo el mundo.”  El día siguiente publicó La Gazette de France, que era “el peor cuadro del Salón” y Le Quotidien lo definió como “obra extraña” el 24 de abril. Para el crítico Vitet, “Eugène Delacroix se ha convertido en la piedra de escándalo de las exposiciones”, a la vez que, Charles Chauvin en el Moniteur Universel, escribió: “¿Dónde estamos?, ¿sobre qué base se apoya la escena? ¿Dónde está este esclavo que pretende montar a caballo? […] La mayor parte del público encontró el cuadro ridículo. Que M. Delacroix recuerde que el gusto de los franceses es noble y puro, y también que cultive a Racine antes que a Shakespeare.”

Sin embargo, Delacroix no se proponía sorprender a nadie, sino, más bien, comunicar su creación por medio de referencias al pasado, basadas en numerosas fuentes de inspiración, así como por la elección de los temas del antiguo Oriente.

Las reacciones desencadenadas por la presentación del cuadro, molestaron a sus amigos, que, sin embargo, no intervinieron en su defensa. Víctor Hugo tampoco tomó partido por él, aunque manifestó su entusiasmo en una carta a Víctor Pavis, el 3 de abril de 1828: “No crea que Delacroix se ha equivocado. Su Sardanápalo es magnífico y tan gigantesco, que escapa a las visiones reducidas”. 

Delacroix también fue víctima de humoristas que no apreciaba, a pesar de su gusto por los juegos de palabras. 

En aquella ocasión, el cuadro no fue adquirido, y el superintendente de Bellas Artes, Sosthène de La Rochefoucauld (1785-1864) le invitó a “cambiar de estilo”, algo a lo que él pintor se negó categóricamente, pero, en todo caso, la violencia de los ataques recibidos, precipitó su distanciamiento del movimiento romántico. Escribió que abandonaría durante cinco años los encargos públicos, pero su proyecto no se cumplió, pues al año siguiente, empezó a recibirlos. 

Delacroix: La muerte de Sardanápalo, 1827. Louvre

Sardanápalo conspiró contra Asurbanipal y, este, para castigarle, asedió la ciudad (650-648 aC.). Cuando Sardanápalo intuyó su inminente derrota, decidió suicidarse con todas sus mujeres y sus caballos e incendiar su palacio y la ciudad, para evitar que el enemigo se apropiase de ellos.

Delacroix sintió la necesidad de realizar algunas declaraciones cuando el lienzo fue expuesto por primera vez, y lo hizo en los siguientes términos:

Los rebeldes asediaron su palacio... Recostado en una magnífica cama, junto a una inmensa hoguera, Sardanápalo da la orden a sus eunucos y a los oficiales de palacio de degollar a sus mujeres, a sus pajes, y hasta sus caballos y perros favoritos; ninguno de los objetos que habían servido a sus placeres debía sobrevivir.

El poeta inglés Lord Byron, uno de los más emblemáticos del romanticismo, había publicado en Inglaterra en 1821 el drama Sardanapalus, traducido en Francia en 1822. Algunas historiadores piensan que Delacroix se habría inspirado en esta obra. 
El neoclásico Ingres, presentó aquel año en el Salón, La Apoteosis de Homero, que representaba a la pintura clásica, como Delacroix y su Sardanápalo, a la romántica, y fue considerado como su principal rival durante el resto de su vida.


La apoteosis de Homero, de Ingres. Se aprecian numerosos personajes históricos; artistas y literatos, que no corresponden a la época de Homero.

Dos concepciones opuestas de la pintura se enfrentaban por medio de estos dos artistas; el disegno -dibujo-, para los clásicos, contra el colorito -color- con que se afirmaba y expresaba el carácter individual, para los románticos.

Con L'Apothéose d'Homère y La Mort de Sardanapale, los dos artistas trataban de afirmar sus respectivas doctrinas, evidentemente, opuestas, a pesar de la evidente creatividad de ambos. La querella del color que también oponía a poussinistas y rubenistas en la década de 1670, se reproducía entonces, con la nueva oposición, color vs. dibujo. La crítica consideró a Delacroix como el principal representante y defensor de los coloristas, hasta el siglo XX.

Tras aquel “fracaso”, Delacroix conservó su pintura en el taller, hasta que, en 1844 se decidió a ponerlo en venta, y el año siguiente, un coleccionista americano, lo adquirió por 6.000 francos. La tela fue restaurada por Haro y presentada al público, en 1861, para ser finalmente adquirida por el Louvre, en 1921.
El Salón de 1827-1828 constituyó, con la Exposition Universelle de 1855, la manifestación más importante de Delacroix, por el número de obras presentadas. En dos envíos, expuso 12, de las que la última fue: Milton y sus Hijas.

Milton y sus hijas.
El escritor les dicta su obra: “El Paraíso Perdido”.

Tras la visita de Carlos X a Nancy, Delacroix recibió, el 28 de agosto de 1828, el encargo, a través del ministro del Interior, de un pintar un cuadro que el monarca quería donar a la ciudad. Del mismo, surgió, en 1831, La muerte de Charles “le Hardy”, o “El Temerario” -Carlos I de Borgoña-, obra más conocida como La Batalla de Nancy –en el Museo de Bellas Artes de Nancy-, que no fue presentada en el Salón hasta 1834.

La Batalla de Nancy. Delacroix

La Bataille de Nancy representa, justo el momento previo a la muerte de Carlos El Temerario, en 1477, de forma muy dramática. Nos detendremos brevemente en algunos de sus momentos históricos -tal como hizo el artista-, para mejor comprender la trascendencia de la escena, con sus causas y sus consecuencias históricas.
En octubre de 1476, El Temerario invadió Lorena y procedió al asedio de Nancy. Se sabe que aquel invierno fue excepcionalmente frío, pero, ignorando los consejos de sus capitanes -no en vano se le apodaría el Temerario-, Carlos decidió mantener el sitio. Así, el día 5 de enero de 1477 se produjo la que conocemos como Batalla de Nancy, en la que René II de Lorena, comandando tropas mercenarias con la colaboración de Luis XI, logró levantar el asedio, y acabar con la vida de Charles.
Este fue el primer encargo oficial de Delacroix y, al efecto, la Societé Royal des Sciences, Lettres et Arts, de Nancy, le propuso tres temas: la batalla propiamente dicha; la victoria de los Lorena sobre los Burgundios/Borgoña, o el descubrimiento del cuerpo del Temerario -que se supone hallado sobre el campo, tres días después de su muerte.

Delacroix no visitó Nancy, al efecto, sino que se sirvió de numerosos dibujos preparatorios sobre armas y hábitos medievales, datos topográficos, y obras literarias, como fue, en este caso, lógicamente, la novela de Walter Scott, Charles Le Téméraire.

Fragmento argumental. (Aclarado).

En primer plano, a la izquierda, aparece el Temerario, derribado con su caballo, mirando, impotente, la lanza con la que el caballero Bauzémont, acabará con su vida, escena que René II observa desde la derecha, montado en un caballo blanco, esperando la muerte de su enemigo. El resto de la pintura muestra un terrible entorno de hombres y caballos, agonizantes o muertos, en el centro, y varias compañías preparadas, al fondo. 
El Salón de 1834, consideró la obra “No conforme con la verdad histórica” por lo que, La Bataille de Nancy fue muy criticada en su presentación. 
Tres días después del enfrentamiento, apareció el cadáver de Carlos de Borgoña, desnudo y medio devorado por los lobos, al borde de un estanque helado. El cuerpo del duque se hallaba tan desfigurado que sólo su cirujano portugués, del que se sabe que se llamaba Mateo, declaró haberlo identificado observando algunas de sus viejas cicatrices de guerra.

Carlos el Temerario, es encontrado después de la Batalla de Nancy. 1865. Auguste Feyen-Perrin (1826-1888). Musée des Beaux-Arts en Nancy.

De acuerdo con esta representación, parece que la identificación se produjo por medio de una sortija que el muerto llevaría todavía en la mano izquierda; algo raro, sin duda, ya que los cadáveres no retirados, solían ser despojados por propios y ajenos. El cuerpo, en todo caso, recibió los máximos honores por parte del duque de Lorena, que lo depositó en su propia cripta familiar, si bien, curiosamente, ante la imposibilidad de confirmar sin lugar a dudas, la identidad del cadáver, durante mucho tiempo se contempló la lejanísima posibilidad de que el duque hubiera sobrevivido.

En 1550 su biznieto homónimo, el emperador Carlos V, ordenó el traslado de los restos a la Iglesia de Nuestra Señora en Brujas, donde fueron depositados junto a la tumba de su única hija y heredera María. Ambos sepulcros, de bronce y mármol negro, presentan las esculturas yacentes de ambos.

Charles le Téméraire, con el Toisón, de Rogier van der Weyden, c. 1462. Gemäldegalerie, Berlin.

Charles de Valois-Bourgogne, llamado Charles le Hardi -Audaz-; Charles le Travaillant -Trabajador, pero más conocido por su sobrenombre póstumo de le Téméraire, - Dijon, 1433 – Nancy, 1477-, fue, después de Philippe le Hardi, Jean sans Peur y Philippe le Bon, el cuarto y último duque de Borgoña de la Casa de Valois.

Su reinado estuvo marcado por el enfrentamiento, casi permanente, con su primo el rey de Francia, del que se declaró emancipado, a la vez que se aproximaba al Imperio, en el que deseaba suceder. Reanudó la alianza anglo-borgoñona con su apoyo a Eduardo IV de York, con el que casó a su hermana.

Al no alcanzar el Imperio, se propuso la anexión de la Alta Alsacia y Lorena, con las que quiso crear un reino independiente. Su desmesurada ambición le creó numerosos enemigos, como las Confederaciones suizas y el duque de Lorena, apoyado por Louis XI, que terminaron por derrotarlo en Nancy, cobrándose su vida.

Dejó una hija, Marie, quien, para frenar las pretensiones del rey de Francia, se casó con Maximiliano de Austria, siendo ambos posteriormente, los abuelos de Carlos I de España, V como emperador Habsburgo.

En diciembre de 1828, o enero de 1829, Delacroix recibió el encargo de dos pinturas para la duquesa de Berry, viuda del hijo menor del rey, fueron: Quentin Durward et le Balafré y La Batalla de Poitiers, también conocido como, El Rey Juan en la Batalla de Poitiers.

Quentin Durward et le Balafré. –De la novela de Walter Scott-, 
Museo de BBAA de Caen.

Quentin Durward, es un joven escocés noble, que forma parte de la guardia personal de Louis XI, en la que ya sirvió prósperamente, su viejo tío -soldado mercenario- el Balafré. Quentin llama pronto la atención del rey, que le confió una misión de confianza, que le colocaría en el centro del conflicto entre Luis X y Charles le Téméraire, duque de Borgoña. El encargo llevó al pintor a Péronne, lugar del famoso encuentro entre los adversarios que, en realidad, representan el poder real unificador contra el viejo sistema feudal, que Walter Scott echaba de menos, aduciendo que se perdía el “espíritu caballeresco”.

La Batalla de Poitiers, o, El Rey Juan en la Batalla de Poitiers. 
Museo del Louvre. Terminado en 1830.

La batalla de Poitiers había tenido lugar el 19 de septiembre de 1356, en el contexto de la más que terrible guerra de los Cien Años entre Inglaterra y Francia. Posterior a la de Crecy, en 1346, y anterior a la de Agincourt, en 1415, fue la segunda de las tres sonadas victorias inglesas de la guerra, todas ellas igualmente sanguinarias, con sus “famosas chevauchées (cabalgadas) inglesas,” violentas y rápidas, que castigaban especial y cruelmente a la población civil.

A petición de Louis-Philippe d'Orléans, Delacroix pintó también un cuadro de grandes dimensiones, (420 × 300 cm) para su galería histórica en el Palais Royal: Richelieu disant sa messe (1828) o Le Cardinal de Richelieu dans sa chapelle au Palais-Royal, destruido durante la Revolución de 1848 y del que no queda más que una litografía de Ligny, que figura en la Histoire du Palais Royal, de Jean Vatout (1830?).

Réplica de la pintura del cardenal Richelieu

En enero le encargó una nueva obra, también inspirada en Walter Scott, L'Assassinat de l'évêque de Liège/El Asesinato del obispo de Lieja -Museo del Louvre-, que presentó, primero en la Royal Academy, en 1830, después en el Salón de 1831 y, finalmente, en la Exposition Universelle de 1855 en Paris, y en la de Londres de 1862.

Eugène Delacroix, L'Assassinat de l'évêque de Liège, 1830, Musée du Louvre.
(También representa una escena de “Quentin Durward”, de W. Scott.)

La escena está tomada del capítulo XXII de Quentin Durward y representa el asesinato de Luis de Borbón, Príncipe-Obispo de Lieja, por los hombres de Guillaume de La Marck, el “Jabalí de las Ardenas”, en el siglo XV. Cuando La Marck celebraba una fiesta en la gran sala del Palacio arzobispal, el obispo, que era su prisionero, fue amenazado e injuriado por los soldados y rebeldes de Lieja, rechazó las promociones de La Marck y mostró una actitud “entre noble feudal y mártir cristiano”, antes de ser abatido por Nikkel, el carnicero, cómplice de La Marck.

La sala se inspiraba en las del Palacio de Justicia de Rouen y en Westminster Hall de Londres, sobre cuyo fondo, Delacroix realizó un claroscuro, en el que un gran mantel blanco marca una luz sorprendente en medio de la sombría sala.

Una anécdota circuló con respecto al citado mantel blanco, punto central de la escena, cuya ejecución había causado muchas dificultades a Delacroix; dibujando un día en casa de su amigo Frédéric Villot, el pintor se puso un ultimatum: “Mañana atacaré ese maldito mantel, que será para mí, Austerlitz, o Waterloo.” Y fue Austerlitz.

[Como es sabido, Austerlitz, en 1805, supuso la primera gran victoria de Napoleón, mientras que Waterloo, en 1815, fue su última gran derrota.]


La estructura de la bóveda, a imagen del antiguo hall de Westminster, que Delacroix había observado atentamente durante su estancia en Londres.
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En 1831, Delacroix presentó en el Salón, que había abierto sus puertas, aquel año, el 14 de abril, La Liberté guidant le peuple/La Libertad guiando al pueblo, que había pintado por dos razones; la primera, relacionada con su fracaso en el Salón, en 1827; deseaba hacerlo olvidar y atraerse el favor del poder del momento, creando una obra de arte que representara las ideas liberales que compartía con el nuevo rey de los franceses, Louis Philippe I. 

Delacroix no era favorable a la instauración de una República, sino que deseaba una monarquía moderada que respetara tanto las libertades, como el derecho de los pueblos a disponer de sí mismos. 

Por otra parte, durante la revolución de los “Tres Gloriosos”, -27, 28 y 29 de julio de 1830, son los «Trois Glorieuses», que pusieron a Louis Philippe en el trono-, Delacroix, encargado de la guarda de la colección del museo del Louvre, no había podido participar, pero en una carta fechada el 28 de octubre de 1830, dirigida a su hermano Charles Delacroix, escribió: "He empezado un tema moderno; una barricada, y si no he luchado por la patria, pintaré para ella. Esto me ha devuelto el buen humor". En la misma carta, aseguraba que intentaba con ello, honrar a los que sí habían participado en los «Tres días». Para él, pues, la realización de aquella obra, constituía un acto patriótico y, por lo tanto, su objetivo primero, no era tanto complacer de nuevo al rey, con el cual mantenía lazos de amistad, ya desde antes, sino, realmente, honrar a los que habían hecho posible aquella revolución, es decir, al pueblo; a las clases populares que levantaron las barricadas y que lucharon por acabar con la monarquía de Charles X

La composición del cuadro revela esta voluntad de glorificación del pueblo, ya que el conjunto de personajes, exceptuando la figura femenina alegórica de la libertad, representa, efectivamente, al pueblo. La presencia de un niño a su lado viene a mostrar la misma idea generalizada, de derribar a Charles X. Aquellos ideales liberales, eran también los de Louis Philippe I, quien, finalmente, adquirió el cuadro por 3.000 francos, con la idea de exponerlo en el Palais du Luxembourg, aunque sólo estuvo allí unos meses, pues el entonces director de Bellas Artes, lo reservó por temor a que el tema provocara disturbios, si bien, su sucesor en el cargo, permitió a Delacroix recuperar la obra en 1839. 

Fue expuesto de nuevo en 1848; pero unas semanas después, el pintor, de nuevo fue invitado a retirarlo. El director de los museos y el conservador del Louvre, lo destinaron a las reservas del museo del Luxembourg, pero después, con el acuerdo de Napoleón III, se presentó de nuevo en la Exposition Universelle de 1855. El Louvre lo expone permanentemente desde noviembre de 1874.

Delacroix: La Liberté guidant le peuple, 1830. Louvre

Une mujer joven, que lleva el gorro frigio, sostiene la bandera tricolor representando la alegoría de la Libertad. Avanza, armada y acompañada por un niño que empuña dos pistolas. A la izquierda, un hombre joven, con levita y chistera, lleva también un trabuco con dos cañones, que, según la leyenda, representaría a Delacroix, como si hubiera participado activamente en la revuelta.

¿Delacroix?

Por lo que respecta al niño, se sabe que inspiró a Víctor Hugo para crear a su personaje Gavroche de Los Miserables.

La crítica acogió la obra con moderación; Delécluze escribió en el Journal des débats del 7 de mayo: "[…] Este cuadro, pintado con energía, y coloreado en algunas de sus partes, con un raro talento, recuerda absolutamente el estilo de Jean Baptiste Jouvenet […]" (con obra en el Museo del Prado). 

Otros críticos encontraron inaceptable la figura de la Libertad, que calificaron de "vulgar, sucia, mujerzuela y arrabalera" cuyo realismo molestaba, por la desnudez del torso y la “pilosidad” de sus axilas.



El escultor François Rude se inspiró en esta obra para su Départ des volontaires/Partida de los voluntarios, en el Arco de Triunfo de la Plaza de l'Étoile, en París y, en 1924, el pintor Maurice Denis, recuperó el tema para decorar la cúpula del Petit Palais. También constituyó el cartel de la reapertura del Louvre, en 1945.

"Le Départ des Volontaires de 1792", también conocido como La Marseillaise. Escultura de François Rude, en el Arc de Triomphe de la Place de l'Etoile, Paris.

Maurice Denis, en Le Petit Palais. 

Las diferencias que oponían a clásicos y románticos, molestaban a Delacroix, que propuso, con otros amigos y críticos, la adopción de una estrategia común frente a la poderosa influencia de la Société des Amis des Arts, próxima al Institut de France, y en una larga carta que envió a M. d’Agoult, ministro del Intérieur, le planteó lo absurdo y arriesgado que era separar a los artistas oficiales, de otros, a veces, con más talento.

El reconocimiento oficial de Eugène Delacroix, se produjo en septiembre de 1831, cuando le fue concedida la Légion d’honneur.

En 1832, Eugène Delacroix formó parte, durante siete meses, de la misión diplomática que Louis-Philippe encomendó al conde de Mornay (1803-1878) cerca del sultán de Marrruecos, Moulay Abd er-Rahman (1778-1859). Mornay tenía que llevar un mensaje de paz y tranquilizar al Sultán y a los británicos, inquietos tras la conquista de Argelia por parte de Francia.

El viaje marcó profundamente al pintor, que descubrió, primero Andalucía -el barco salió de Toulon el 11 de enero de 1832; bordeó las costas de Menorca, Mallorca, Málaga y Granada, pasando cerca de Salobreña y Motril, y se detuvo en Algeciras para su aprovisionamiento-, antes de alcanzar África del Norte, Marruecos y Argelia; con sus paisajes, sus arquitecturas, sus poblaciones, tanto musulmanas como judías, sus costumbres, su arte y sus vestimentas. 

El artista tomó notas incansablemente y realizó dibujos y acuarelas, que constituyeron una de sus primeras agendas de viaje, en la que describió todo lo que observaba. El viaje resultó fundamental para su técnica y su estética. Completó siete cuadernos como diario de viaje, de los cuales solamente se han conservado cuatro. Durante el resto de su vida, el pintor volvería regularmente al tema marroquí en más de ochenta pinturas de "temas orientales", como Les Femmes d'Alger dans leur appartement, de 1834, en el Louvre; La Noce juive au Maroc, de 1841, y también en el Louvre o Le Sultan du Maroc, ya en 1845, que se conserva en el Museo des Augustins, de Toulouse.

Les Femmes d’Alger dans leur appartement
Eugène Delacroix, 1834.  Musée du Louvre, Paris

El viaje, realizado a sus expensas, permitió al pintor, que nunca había estado en Italia, descubrir "l’Antiquité vivante" la Antigüedad viviente. En una carta que envió a Jean-Baptiste Pierret, el 29 de enero, es muy elocuente en este sentido: "Imagine, amigo mío, lo que es ver puestas de sol paseando por las calles, remendadores de zapatos, personajes consulares; Catones, Brutus... a los cuales no falta ni el aire desdeñoso que debían tener aquellos dueños del mundo.”

Voyage en Afrique du Nord

Acuarela del Voyage

Gracias a aquel viaje, Delacroix se convirtió en uno de los primeros artistas que pintó "Oriente" del natural; el "orientalismo" se convirtió en característica de artistas y escritores en el siglo XIX.
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El 31 de agosto de 1833, Thiers, entonces ministro de Obras Públicas, encargó a Delacroix su primer gran decoración: los murales del Salon du Roi o Salle du Trône, en el Palais Bourbon, actualmente, Assemblée Nationale


En cada uno de los cuatro espacios principales, Delacroix representó sendas figuras alegóricas representativas del Estado: Justicia, Agricultura, Industria y Comercio, y Guerra. Para los ángulos, entre los cuales están dispuestas las imágenes correspondientes, diseñó figuras menores, especialmente, niños, y atributos, como La Sabiduría, representada por la lechuza de Atenea; el mazo de Hércules, como La Fuerza y el Cincel y el Martillo para las Artes. La Salle du Trône en la que el rey inauguraba las sesiones parlamentarias, es hoy, la Sala Delacroix.

La pared de la Justicia

Detalle de la Justicia

Para llevar a cabo aquellos grandes encargos, Delacroix abrió, en 1841, un taller con alumnos ayudantes, que tenían que ejecutar literalmente el estilo del pintor. Fueron encargados de la realización de los fondos y grisallas.

En 1850, Delacroix recibió también el encargo de la decoración central de la Galerie d'Apollon en el Louvre, donde presentó su Apollon vainqueur du serpent Python – Apolo venciendo a la serpiente Pitón, y en 1851, la ciudad de París le encargó también las decoraciones del Salon de la Paix de l’Hôtel de Ville – Salón de la Paz del Ayuntamiento, hoy desaparecidas a causa de un incendio producido en 1871.

A partir de 1844, Delacroix vivió en Draveil, en el lugar llamado Champrosay -gracias a una "ocasión única", al parecer, en el terreno económico-, donde había un chalet en el que organizó un taller de diez metros cuadrados, en pleno campo, y accesible por tren. Delacroix se fue a descansar allí, lejos de París, donde se había desatado el cólera. 

Allí, acompañado por su gobernanta Jenny, que había entrado a su servicio hacia 1835, pudo dar largos paseos por el campo, favorables contra su tuberculosis. Compró la casa en 1858 y allí creó numerosos paisajes, como algunas vistas de Champrosay, tanto al pastel -en el Musée du Louvre-, como al óleo, -en el Musée du Havre-. 

También pintó muchos cuadros de memoria, releyendo sus notas de Marruecos. Su temática se volvió más optimista y los marchantes parisinos le vendieron muchas pinturas de tamaño reducido. 

Acudía a la costa normanda, a Etretat, Fécamp o Dieppe, con regularidad, y allí pintaba acuarelas y pasteles. También hizo bodegones y flores imaginarias, como unos lirios amarillos de cinco pétalos.

El estudio de Delacroix, 1852
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 George Sand interpretada por Delacroix, en 1838. Ordrupgaard, Copenhague, DK

La relación de Delacroix con Georges Sand, aunque siguió un tiempo, se enfrió después de realizar el retrato de la escritora, pero desde 1834. Delacroix acudió regularmente a Nohant-Vic, donde pintó, para su iglesia, une Éducation de la Vierge -Educación de la Virgen.

L'Éducation de la Vierge. Museo Delacroix, 1842.

Acabo de ver –escribió-, al volver al parque, un motivo soberbio para un cuadro; una escena que me ha conmovido mucho. Era tu granjera con su nieta. He podido observarlas tranquilamente desde detrás de un arbusto donde ellas no me veían. Estaban sentadas en el tronco de un árbol y la anciana tenía una mano sobe el hombro de la niña que, atentamente, estaba aprendiendo a leer.

(Comentario aportado por Alfred Robaut, redactor del primer catálogo razonado de la obra del pintor.)

Delacroix regaló un Bouquet de fleurs dans un vase - Ramo de flores en un jarro, a la escritora, que lo colocó a la cabecera de su cama, pero cuando Sand se enamoró del grabador y alumno de Delacroix, Alexandre Manceau, Delacroix se distanció de ella, ya que, además él se oponía a la revolución de 1848, de la que Sand fue una de las figuras más reivindicativas.

En 1844, el prefecto de Rambuteau le encargó una Pietà para la iglesia de Saint-Denys-du-Saint-Sacrement de Paris. Creó una obra maestra en diecisiete días, pero le quedó "un profundo surco de melancolía", como aseguró Baudelaire.

Delacroix: Pietá. 1844. St. Denis.

Durante un período en que las peticiones de coleccionistas fueron muy escasas, su carrera dependió de los encargos oficiales. Para conciliarse los favores del poder, frecuentó los círculos políticos de moda y nunca rechazó una visita que pudiera ser fructífera en este sentido. A lo largo de toda su vida, exceptuando los años marcados por la enfermedad, tuvo una intensa vida mundana, pero sufrió, al verse obligado a procurarse encargos.

También intentó cuidarse, practicando regularmente curas termales en Eaux Bonnes, en 1845 y en Bad Ems, en 1861, pero prefería retirarse a su casa de campo en Champrosay, cerca del bosque de Sénart, sobre todo, a partir del decenio de 1840.

En 1851 fue elegido Consejero Municipal de París, función que ejerció hasta 1861.
Eugène Delacroix (1798-1863) Musée d'Orsay
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Delacroix encontró apoyos en la prensa, a través de las revistas de arte y también el de algunos críticos.

Por ejemplo, Baudelaire consideraba que el pintor no sólo era un “excelente dibujante, prodigioso colorista, ardiente y fecundo compositor y que todo ello era muy evidente”, sino que, añadió; además, expresaba, sobre todo “lo más íntimo del cerebro y el aspecto más sorprendente de las cosas.” Un cuadro de Delacroix “es lo infinito en lo finito.” Y, es “el más sugerente de todos los pintores” al traducir “al color, aquello que podríamos llamar, la atmósfera del drama humano.”

Adolphe Thiers le dedicó algunos artículos laudatorios en el Constitutionnel, sobre todo, a partir de la exposición de Les Massacres de Scio.

Théophile Gautier no dudó en criticar algunas telas, pero a lo largo de los años, jamás negó su admiración: “M. Delacroix comprende perfectamente el alcance de su arte, pues es un poeta, al mismo tiempo que un hombre muy activo. Su pintura no depende, ni de las puerilidades góticas ni de los desvaríos seudo griegos, sino que su estilo es moderno y se corresponde con el de Víctor Hugo en las Orientales: el mismo ardor y el mismo temperamento.”

Víctor Hugo, sin embargo, estaba mucho menos convencido. Un día dijo, y lo transmite su hijo Charles, que Delacroix tenía todas las cualidades, menos una, “le falta lo que siempre han buscado los artistas supremos; pintores y poetas; la belleza.” Y añadía, que en toda su obra no se encontraba una mujer verdaderamente hermosa, exceptuando los ángeles -que Hugo veía femeninos-, del Christ au Jardin des Oliviers – Cristo en el Huerto de los Olivos, y el busto de una mujer -sin precisar cuál-, en las Masacres de Kíos. Según él, los personajes femeninos de Delacroix, se caracterizan -con un oxímoron muy atrevido-, por su “exquisita fealdad”, como puede observarse particularmente –de acuerdo con su alto criterio-, en la pintura "Femmes d'Alger dans leur appartement".

Alexandre Dumas se aproximaba a Hugo cuando escribió respecto al pintor: “ve más bien lo feo que lo bello, pero su fealdad está siempre poetizada por un profundo sentimiento.” Veía en Delacroix, «un pintor en todo el sentido del término [...] lleno de defectos imposibles de defender y de cualidades imposibles de discutir.” 

De hecho, Delacroix, al igual que Hugo en la literatura, llegaría a tener “ciegos fanáticos o implacables detractores.”

Del mismo modo, su genio sería tardíamente reconocido en los medios oficiales de la pintura. No triunfó, propiamente, hasta la Exposition Universelle de 1855. En aquella ocasión, Ingres expuso cuarenta telas y Delacroix, treinta y cinco, a modo de retrospectiva, que comprendía algunas de sus obras maestras, prestadas al efecto, por diferentes museos. En aquella ocasión fue definido como el hombre que acertó a superar la formación clásica para renovar la pintura.

El 14 de noviembre de 1855, se convirtió en Commandeur de la Légion d'Honneur, y también fue condecorado con la Grande Médaille d'Honneur de l'Exposition universelle, entrando finalmente en el Institut de France en enero de 1857, en el sillón de Paul Delaroche, después de siete candidaturas fallidas, ya que Ingres siempre se opuso a su elección. Sin embargo, no quedó del todo satisfecho, pues la Academia no le concedió la plaza de profesor de Bellas Artes que esperaba, por lo que decidió dedicarse a crear un Diccionario de las Bellas Artes, que no llegaría a terminar. 

Baudelaire escribió en su defensa un artículo apologético para la Revue Française, Salon de 1859, que terminaba así: “Excelente dibujante, prodigioso colorista, compositor ardiente y fecundo, todo esto es evidente y así se ha dicho. Pero ¿de dónde viene que produzca esa sensación de novedad? ¿Qué es lo que nos da, diferente de todo lo anterior? Tan grande como los grandes, tan hábil como los hábiles, ¿por qué él nos agrada más? Se podría decir que, dotado de una imaginación más rica, expresa, sobre todo, lo más íntimo de su cerebro, el aspecto más sorprendente de las cosas, y su obra contiene fielmente la marca del ánimo de su concepción. Es el infinito en lo finto. ¡Es como un sueño! Y no entiendo con esto, sino la visión producida por una intensa meditación, o en los cerebros menos fértiles, por una excitación artificial. En una palabra, Eugène Delacroix pinta, sobre todo, el alma, en sus horas más hermosas.” 

Delacroix contestó al poeta con una carta que se hizo famosa: “¿Cómo agradecerle dignamente esta nueva prueba de amistad? […] Me trata como no se trata ni a los grandes ya desaparecidos; me hace enrojecer a la vez que me complace enormemente; así estamos hechos.”
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Église Saint-Sulpice - La Chapelle des Anges.

Delacroix recibió también el encargo de tres frescos para la Chapelle des Anges de la iglesia de St. Sulpice de Paris, en 1849, un trabajo que dirigió hasta 1861. Los frescos, Le combat de Jacob et l'Ange y Héliodore chassé du temple, además de la linterna del techo; Saint Michel terrassant le Dragon, se convertirían en el testamento espiritual del pintor.

Para realizarlo, se trasladó a vivir cerca de la iglesia y empleó un procedimiento a base de cera y pintura al óleo, pero le iglesia tenía una humedad permanente y originaria, que provocó la destrucción de los frescos a causa del salitre. Un Delacroix ya enfermo, se agotó a causa del frío y las difíciles condiciones de su trabajo. Además, el día de la inauguración, no apareció ningún representante oficial.

Le combat de Jacob avec l'Ange. Héliodore chassé du temple.

Delacroix escribió, refiriéndose a la pintura de San Jorge: “Esta pintura me acosa y me atormenta de mil maneras; a decir verdad, es como la amante más exigente; desde hace cuatro meses, salgo al amanecer y corro a ese encantador trabajo, como quien va a los pies de la amante más querida, y, lo que, desde lejos, me parecía fácil de superar, me presenta incesantes y horribles dificultades. Pero ¿de dónde viene que este eterno combate, en lugar de abatirme, me eleva, y en lugar de desanimarme, me consuela y llena todo mi tiempo cuando ya me he ido?”

En 1861, Baudelaire también publicó un elogioso artículo sobre estas pinturas de Saint-Sulpice, y Delacroix, de nuevo le contestó con una cálida carta. No mucho tiempo después, en 1863, el poeta publicó la obra y la vida de Eugène Delacroix; un trabajo en el que le rendía homenaje como genio de la pintura.
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Delacroix pasó sus últimos años muy afectado por el declive de su salud, que lo sumergió en una gran soledad. Sus amigos acusaron a Jenny -su compañera-, de haber tenido hacia él un sentimiento de afecto, celoso, excluyente y hasta interesado, reforzado, además, por su desconfianza y por un carácter sombrío.

Delacroix murió “cogido de la mano de Jenny”, el 13 de agosto de 1863, en su casa-taller de la calle Furstemberg, de París, donde vivía desde 1857. Fue enterrado en el cementerio Père-Lachaise, donde, de acuerdo con su deseo, se construyó un cenotafio que reproducía fielmente la tumba de Escipión.

En 1862, Eugène Delacroix había participado en la creación de la Société Nationale des Beaux-Arts, cuyo comité estaba compuesto por los pintores: Albert-Ernest Carrier-Belleuse y Pierre Puvis de Chavannes; entre los artistas que allí expusieron, se encontraban: 

Léon Bonnat
Jean-Baptiste Carpeaux
Charles-François Daubigny
Laura Fredducci
Gustave Doré y 
Édouard Manet. 

En 1864, la Sociedad organizó una exposición retrospectiva de su obra, y el mismo año, Henri-Fantin Latour realizó su Hommage à Delacroix, el famoso retrato de grupo que reunía a diez artistas y escritores de la vanguardia parisina; entre ellos, Baudelaire, James Whistler, Champfleury y el propio Manet, ante un retrato de Delacroix. 

Fantin-Latour - Hommage à Delacroix - Musée d'Orsay.

Para aquellos artistas, la pintura fue una manera de reivindicar un cierto lazo de parentesco con Delacroix, en la medida en que su estilo afirmaba la libertad frente a los preceptos académicos.

Otros artistas contemporáneos también le ofrecieron vibrantes homenajes, especialmente, Gustave Courbet.

Su compañera Jenny se reservó los cuadernos del Journal de Delacroix frente a su ejecutor testamentario y se dispuso a preparar su edición. 

Delacroix: Jenny Le Guillou. Estudio y retrato en el Louvre

Delacroix había conocido a Jenny Le Guillou, en 1833, en casa de Pierret, donde ella trabajaba en el servicio. Se convertiría en la más y fiel y entregada gobernanta del artista. 

Jenny murió en noviembre de 1869 en París y fue enterrada al lado del pintor, de acuerdo con la voluntad del mismo.

El taller y las colecciones de Delacroix se vendieron en tres días, en febrero de 1864, con un éxito rotundo.

Eugène Delacroix en 1858. Photo de Félix Nadar (1820-1910).
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