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Monday, January 30, 2017

Los paracaidistas



Estaban volando en un avión comercial pequeño un cura con sotana, un cantante hippy, un  economista encorbatado y un político de mofletes rozagantes.   Charla va, charla viene, todo era ameno, whisky, vino, pan, queso y jamón ibérico;  hasta al cantante le dio por  tocar  la guitarra y deleitar a los otros pasajeros con la última canción de ese que ganó el Nobel de literatura, hace poco. 

 De pronto el avión se sacude, cae en picada, se ajustan los cinturones,   vuelan los pájaros, digo, caen las máscaras de oxígeno. Suena el altavoz:  "señores pasajeros tenemos un leve inconveniente, el motor de la izquierda de ha parado, pero no se preocupen, todavía funciona el de la derecha. Esperemos que lo siga haciendo por que si lo peor llegara a pasar, les informamos que tenemos sólo  tres paracaídas y Uds. son cuatro,  así que vayan pensando  que hacer" y gesticulando  nerviosamente,  la azafata los muestra y deja en uno de los sillones vacíos. 

Gran revuelo y muchos ¡ohes y ahes! y ¡Ay señor Dios mio!.... in nomine pater et fili....... El cantante que siente que se va a mear encima,  va corriendo al baño. El político, tose nervioso. El economista histéricamente,  teclea en  la calculadora.

¡Cataplun!  se para el motor de la derecha. 
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"Su atención señores pasajeros: Esta es una grabación,  se ha jodido el segundo y último motor,  hemos puesto el piloto automático y ya nos hemos arrojado en nuestros  paracaídas, así  que antes de que  se hagan puré,  les sugerimos  que se coloquen los paracaídas y  vayan  saltando de a uno.  Como saben, uno de Uds. deberá sacrificarse por el bien común". 

Los pasajeros se miran con ojos desorbitados, pelos parados y bocas abiertas; gritan, putean, bendicen, maldicen; al final deciden tirar a la suerte quien se arrojará con el primer paracaídas.

Gana el cura que con velocidad super-sónica  se ajusta el paracaídas y se arroja gritando: "hijos míos les doy mi bendición".

Tiran a la suerte de nuevo, esta vez, gana el político,  agarra uno de los paracaídas que quedan  y se arroja  gritando: "viva la democracia". 

Quedan el economista y el hippy.  El economista con voz melosa  le dice al cantante  hippy:  "Tengo una cuenta bancaria de 12.000.000 de euros, una casa en las Bahamas y una en Tailandia, un apartamento el Nueva York y un Edificio en Madrid, todo eso es suyo si me deja  ponerme el paracaídas y saltar ahora". 

El cantante lo piensa, lo mira, levanta una ceja, levanta la otra, esboza una sonrisita nerviosa y le dice: "¡Ok, man!, está bien, lo haré,  pero lo quiero todo por escrito  y con su firma, por favor. Y  no se olvide de poner el Nro de cuenta completo, nombre de Banco y claves, ya que estamos".

El economista con pulso tembloroso  escribe y firma todo según lo convenido y le entrega el papel. El hippy lo lee,   lo dobla y guarda en un bolsillo de su chaqueta al tiempo que el economista se ajusta el último paracaídas  y salta;  pensando en el idiota que está a punto de estrellarse, larga una carcajada.

Con un gran estruendo, cae el avión y al chocar en las rocas,  brotan llamas y humo negro. ¡Ufff, que desastre!

En el cielo, contento  el economista va bajando, cuando ¡Ups!.... ¿qué ve? ¡¡Al hippy bajando muy orondo en otro paracaídas!!  Sin entender nada  le grita: "Hombre ¿¿pero, cómo hizo, si yo agarré el último??".  El hippy lo mira y le contesta:  ¡¡ah.... pues mire, el político -going in the wind-  bajó en mi mochila!!



(El chiste es anónimo y  más viejo que Matusalén, pero lo saqué de mi galera y refaccioné)

¡¡Muy buena semana para todos!!.