Eudvigdes Dyada es un personaje interesante, una "pecadora-prostituta" que al suicidarse se ahogó, retorciéndose en su propia sangre, y por la que su hermana María rogó del Padre Rentería -quien en su infinita soberbia se arrogaba el poder de juzgar a vivos y muertos- la salvación de su hermana y este se la negara, por falta de medios, evidenciando su corrupción:
-digo tal vez, si acaso, con las misas gregorianas; pero para eso necesitamos pedir ayuda, mandar traer sacerdotes. Y eso cuesta dinero (como lo hizo con Dorotea
la Cuarraca, compañera de tumba de Juan Preciado y tantos otros- a la que me referiré más adelante)
-no tengo dinero. Eso Ud. lo sabe, padre- respondió María.
Eudvigdes se presenta a Juan Preciado como la gran amiga de su madre y se lamenta al saber por Juan Preciado que Dolores murió hace siete días:
-Pobre de ella. Se ha de haber sentido abandonada. Nos hicimos la promesa de morir juntas (....). Sin embargo, después de muerta, Dolores le avisa a Eudvigdes que
"justamente hoy" vendría su hijo a visitarla. Ella, Eudvigdes, le asegura a Juan Preciado
: -Lo único que quiero decirte ahora es que alcanzaré a tu madre en alguno de los caminos de la eternidad. Desde luego, esta ánima no se siente para nada condenada. Aunque
Damiana Cisneros, la misma que cuidara a Juan Preciado al nacer, le dice a él:
"este pueblo está lleno de ecos, yo ya no me espanto de nada" y se lamenta por Eudvigdes
"-Pobre Eudvigdes. Debe estar penado todavía" y comenta a Juan Preciado, a quien ha invitado a dormir en su casa, que su hrna Sixtina, aunque muerta debe estar
"todavía vagando por este mundo". Damiana, un ánima que habla como si aún estuviera viva, sin tener conciencia de su muerte y que se espanta de sus colegas espectros. Al igual que los hermanos incestuosos Dorotea y Donis; éste le dice a Juan Preciado: -Dígame si Filomeno no vive, si Dorotea, si Melquiades (......), si Soséstenes y todos esos no viven. De día no se que harán pero las noches se las pasan en su encierro. Aquí estas horas están llenas de espantos. Si ud. viera el gentío de ánimas que andan sueltas por la calle, en cuanto oscurece comienzan a salir. Dorotea agrega "(....). Ninguno de los que todavía vivimos está en gracias de Dios". Y le explica a Juan Preciado que el Obispo no les dio la absolución y se fue del pueblo sin volver nunca jamás y sin mirar atrás "como si hubiera dejado aquí la imagen de la perdición", razón por la cual el pueblo está lleno de ánimas en pena: "un puro vagabundear de gente que murió sin perdón".
Claro que ha esta altura ya
Juan Preciado empieza a sospechar que están todos muertos:
a Damiana le pregunta desesperado:
-¿Está Ud. Viva? ¡Dígame Damina!, y a otros, poco más adelante tal como el personaje lo relata:
- ¿No están uds, muertos? Y la mujer sonrió. El hombre me miró seriamente.
- Está borracho- dijo el hombre
- Solamente está asustado- dijo la mujer
Y del susto, mejor dicho sustón, Juan Preciado, faltándole el aire y sorbiendo el propio que le salía de la boca, estiró la pata y pasó a mejor vida, entre espumas y nublazones.
Muertos que se creen vivos y que hablan de otros muertos que vagabundean en pena, entraña mucha ironía, producto del
sincretismo religioso.
Una ironía fina que se burla de la muerte, que se ríe de ella, que reniega de la condena eterna impuesta por la iglesia Católica desde la época de la Colonia en su proceso de evangelización de las sociedades pre-colombinas de América, cosmológicas
per se, que veían
la muerte como
un proceso continuador natural de la vida, a la que había que contentar para preservar
la Creación. Es decir, que la comunidad jugaba un papel decisivo en la preservación del orden cosmológico y esto era asegurado por medio de muy elaborados
ritos de sacrificio. Entre
los mayas la sangre era el elemento de sacrificio más preciado. Los vivos se infringían heridas con objetos punzantes para extraerse sangre que ofrendaban a los dioses. Y a los muertos se les arrancaba el corazón para ofrendarlo a los dioses. La sangre vertida en el sacrificio servía, tanto entre
los mayas como entre
los aztecas por ejemplo,
para mantener el Orden del mundo, para aplacar la ira de los dioses,
para restablecer la salud cósmica; nada tenía que ver con una salvación individual ultra-terrena o con que el destino estuviera determinado por el comportamiento durante la vida y la condena de pecados después de la muerte o la salvación del alma por medio del arrepentimiento, temas recurrentes en el ideario católico. Temas que Juan Rulfo hace cuestionar a sus ánimas parlantes.
Las culturas pre-colombinas creían en la inmortalidad del alma que se desprendía del cuerpo. La muerte no era percibida como el fin de la existencia sino como un cambio de estado. Para
los aztecas el ser humano estaba constituido por
1- Teyolía: alma inmortal que volaba al Sol.
2-
Tonalli: los huesos el esqueleto que al morir, la familia incineraba y a la que rendía culto (el culto a los muertos)
3-
Ihiyotl: el hígado, lugar en que se alojaban las pasiones y que al morir, volvía como fantasmas o espectros para asustar a los vivos.
Según las creencias
los mexicas, los que morían podían ir a tres lugares según el tipo de muerte que había sufrido: -
si por enfermedad: a un lugar sin luz y sin ventanas.
-
si ahogados: iban al paraíso terrenal donde había mucha comida y diversiones
-
si morían en batalla (los varones) o
en trabajo de parto ( las mujeres): Iban al Cielo, morada del Sol.
(nótese aquí la igualdad implícita entre hombres y mujeres)
Entre
los mayas,
Kimil Yimil, el dios de la muerte representado con forma humana- esqueleto.
Una de las cosas que sorprenden a quien visita al México actual es la cantidad de
esqueletos y calaveras expuestas por doquier.
Estas a continuación son 20 fotografías que tomé en México durante todo el mes de Mayo de 2014:
Es innegable que
el humor funciona como vía de escape aligerando la seriedad de la vida y la angustia existencial. El humor exorciza los miedos, es terapeútico, es sano.
Juan Rulfo lo utiliza en "
Pedro Páramo" y
Juan Rulfo, el hombre sufriente, de paso se salva a sí mismo, además de objetivizar a la locura y depositarla en su personaje Juan Preciado.
El mexicano que vive en una sociedad por demás violenta, lo primero que te dice a la hora de un:
como el que vivimos ese mes de mayo en que yo estuve ahí:
"aquí no pasa nada"
"Híjole, la muerte es una chingada, pero es inevitable".
(y no es necesario que nos agarre confesados, diría Susana San Juan)
Esqueletos y calaveras encontramos en el ideario mexicano desde mucho antes:
Antonio Vanegas (1850-1917) fue un célebre impresor y editor mexicano. Fue el editor más popular de
gacetas callejeras, corridos, historietas, adivinanzas y publicaciones
varias de su momento.
Con él trabajaron
Manuel Manilla:
y
José Guadalupe Posada, creador de la Célebre Catrina llamada primero Calavera garbancera, nombre que le cambió
Diego Rivera por el de Catrina.
La calavera Oaxaqueña. Impresa en las imprentas Arroyo. 1903.
La Catrina
Estas Catrinas con sombreros muy elegantes y esqueletos famélicos, además de reírse de la muerte, se burlaban de los políticos y funcionaban en contextos de sátiras sociales en la que son también burlados los mestizos que reniegan de sus raíces indígenas imitando a los europeos aunque se mueran de hambre.
Y ya que
la parca tiene que venir, mejor hacerse amigo de ella, para que al menos, te lleve luego de morir por un buen camino, como ese que anhela
Eudvigdes para reencontrase con su amiga
Doloritas, madre de Juan Preciado, nuestro héroe trágico muerto de susto por pura fidelidad a su madre, rasgo de carácter consustancial con el ethos del mexicano, según el gran psicólogo social
Rogelio Díaz Guerrero (1918-2004) que afirma: "a los padres se los respeta más de lo que se los ama" y
Juan Preciado debe cumplir la promesa hecha a su madre en el lecho de muerte, aunque le cueste la vida.
1913
Contribución a la lectura colectiva
virtual que hacemos bajo la conducción de Pedro Ojeda desde su
blog: La Acequia © Myriam
Goldenberg
"Pedro Páramo" de Juan Rulfo, Ed. Eterna Cadencia, Argentina, 2016.
Conferencia del Prof. Miguel Angel Flores,
Pedro Páramo: en conversación con los difuntos, 2004, Univ. de Beijing , China
Fotos: de la red (gracias) y 20 mías tomadas en México, año 2014