Nada mejor que comenzar el año con humor, por eso me sumo a la
(entre lo absurdo y lo gracioso) El pozo de los deseos
Pues nada ¿qué les voy a decir? ni yo misma sé bien que pasó ni cómo al sentir que un deseo irrefrenable de alguien impertinente a quien había dedicado gran parte de mi vida, léase el ganso de mi marido, me fletaba a una fabulosa isla en el océano índico tras arrojar una moneda al pozo de los deseos para caprichosamente cambiarme por una joven rubia despampanante y cabeza hueca- caza fortuna.
Esta es la razón por las que de pronto aparecí en las doradas playas de Las islas Maldivas y un apuesto y bronceado pescador local de nombre Musa ibn Hasan me llevó en su barca por las aguas turquesas hacia los bancos de corales donde habitaba la mejor pesca pero dejó su caña a un lado y recogió las redes. Luego me alcanzó un traje de buzo y él se puso el suyo. Nos sumergimos ambos para jugar con los delfines, tortugas y diversos peces multicolores. Toda esa belleza marina se abría ante mis ojos para mostrarme sus secretos y yo los contemplaba extasiada.
Al final del día, Musa que había tomado para si el rol de anfitrión, me llevó a conocer a sus amigos. Nos divertimos mucho. Bailé como nunca porque a Florencio, mi marido desde hacía 35 años, nunca le había gustado el baile y era un personaje bastante aburrido y predecible. Bebimos leche de coco con té de menta y especias sin alcohol, porque el islam lo prohíbe, y comimos deliciosos platos típicos de las islas a base de atún y pan de arroz, al son de los tambores y las flautas alrededor de una fogata. Y luego, Musa se acercó a mi para llevarme con delicadeza a su cabaña. Yo lo seguí obediente y agradecida. Nos la pasamos genial, la verdad, pero por discreción no quiero entrar en esos sensuales e íntimos detalles que dejo a vuestra imaginación.
¡Las mejores vacaciones de mi vida!, pensé feliz con ganas de que nunca terminaran, cuando ¡¡¡¡Zim zalabim!!!!, de
nuevo hete aquí que me encuentro caminando del brazo de Florencio por un barrio de Buenos Aires, quien no se cómo ni por
qué, había llegado a la brillante conclusión de que yo era indiscutiblemente la mejor compañera de su vida.
Nota: Las imágenes son de internet y el vídeo del pozo de los deseos me lo facilitó mi amiga mendocina Rebeca, a quien se lo agradezco mucho.