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Wednesday, August 5, 2020

Este jueves, un relato: "El pueblo de las Plop" y el dia en que se rebelaron




 Imágen de Dorotea


 Convocatoria de Dorotea desde su blog "Lazos y raíces"
 quien nos explica que conoció a las plop mientras veía llover en un gran parque. 
"Me fijé en que cada vez que un goterón rompía la superficie de un charco, una burbuja opaca saltaba y los anillos concéntricos se abrían desde el punto de impacto hasta llegar a la orilla del charco donde desaparecían. Las burbujas sin embargo, pequeños taponcillos de consistencia maleable,  nadaban de un lado a otro sin atenerse a las leyes conocidas de la física, se reunían y separaban y pronto tuve la impresión de que me observaban igual que yo a ellos."


 Ante  semejante explicación no me queda más que decir que yo también las conocí porque me contó sobre ellas una rana amiga y un día de buena lluvia me las presentó.  Fue entonces  cuando me enteré de lo que tramaban.  Quedé pasmado. - ¡Croack, croack! me dijo  la rana.  - ¡Qué valientes son, atreverse a eso!- le respondí y seguí concentrado en mis quehaceres. Era casi la hora de la cena y tenía invitados.  Pero en el fondo, y a mi pesar,   seguía pensando en lo que la rana me  había dicho. Las plop estaban desesperadas.  No soportaban a los humanos del edificio de al lado, ese que están remodelando con un gran  tractor  insufrible que   truena y ruge desorbitadamente cuando chupa y  escupe  lodo, que les cae como granizo marrón, y  que apenas tiene lugar de maniobra en el reducido terreno de la propiedad hasta  el  linde. 


 -Te aseguro, eso es lo que me dijeron, continuó la rana amiga: -Mira que  querer hacer un estacionamiento subterráneo en el edificio habitado, cuando el edificio de al lado, vacío,  está por tirarse abajo y reconstruirse  completamente a nuevo, y de haber entrado en el mismo proyecto ambos habitáculos  podrían haber hecho  una maravilla de estacionamiento compartido grande como un  circo romano. - Pero no - acotó la plop más sagaz - No sólo molestan los susodichos, nos agreden, nos mancillan,  nos quieren aplastar. En fin.  Hemos decidido  rebelarnos nosotras, las cristalinas burbujas habitantes del pueblo plop con la ayuda de nuestras amigas las ranas y de los sapos -si se nos suman- que como primera medida croarán pidiendo lluvia.   Una lluvia muy fuerte que agrande los charcos y a  nuestro pueblo plop para que crezca, crezca y crezca como la espuma batida de la cerveza y, lento pero seguro,  vaya ....

- ¿Con toda la gente adentro?-   interrumpí asombrado.
-  En efecto, nuestra venganza será tremenda, acotaron  las plop y las ranas  al unísono.

 Decidí que tal cosa no era lo mío.  Aunque comprendía su angustia, no podía aliarme con ellas  así que tomé distancia,  dando rápidos saltos  antes de que se armara  la de San Quintín (que no sé quien es pero sé que la lía parda)  me alejé y desde un hermoso charco en el fabuloso parque de enfrente al que me mudé, decidí  observar atentamente lo que pasaba en el edificio con ayuda de unos potentes prismáticos que algún zombi había dejado olvidados  en un banco.  A medida que mis amigos iban  llegando, se iban  sumando como espectadores porque a cotillas nadie les gana.

- ¡Impresionante!- Croaó  Patisapa. 
- ¡Imperdible!-  aseguró Marisapa
- ¡Pan y circo! - exclamó Juliansapo

Y así fue como vimos caer la lluvia que cada vez era más fuerte. El pueblo  Plop crecía y crecía,  y se multiplicaba conforme  iba ganando en charcos.   El  Edificio y el tractor fueron inundándose.  El agua subía  piso por piso  a  borbotones como marea brava.   Se formaban remolinos y olas. La gente desesperada gritaba, lloraba y pataleaba.

- Parécese al Diluvio de Noé -  sentenció  Pedrosapo con solemne voz de barítono.
-  Pero sin barca,  amigos. Me da que las Plop y las ranas no les van a dar tregua.
- ¡Miren allá!  los humanos  del  estrafalario edificio   están nadando. 
- ¿Hacia a dónde?
- ¡Hacia allá, miren! ¡Miren! ¡No se lo pierdan!- excitada croaó Patisapa y continuó- Las plop están bailando frenéticamente como si hubieran fumado peyote.  Las burbujas más grandes y poderosas  los fueron deglutiendo  uno a uno  y como pompas de jabón multicolores, desprendidas  de la masa de agua con su carga humana  adentro, se fueron elevando despacito al firmamento.

Desde esa  zona de guerra al parque enfrente dónde estábamos nosotros llegaron estruendos y risas. ¡Hemos ganado, hemos ganado!  Oímos que gritaban. La rebelión del pueblo de las Plop, entró entonces en los anales de la historia de esa parte de la ciudad que rápidamente fue vaciada, inexplicablemente,  de humanos.



Este relato lo he escrito en forma conjunta con mi nieta Vera de 10 años. 


Más relatos en el blog de Dorotea.