ACTO 2:
"Moriré contenta de haber vivido y si puedo, volveré.
Mas ni lo uno, ni lo otro ha de ser
antes de tiempo."
ACTO 3:
Epitafio escrito en el agua para mi tumba en el Mediterráneo cuando se esparzan mis cenizas un día sin viento:
"Gracias por haber compartido esta etapa, sean felices y recuérdenme, aunque sea un poquito, como alguien de temperamento alegre - y serio- que ha amado esta vida y a sus seres queridos".
La muerte es inherente a la vida y con ella, cambiamos de un estado burdo a uno sutil, lleno de Luz y Amor. Probablemente lleguemos a un lugar donde creo que nos encontraremos todas las almas familiares, amigas y queridas, según en que nivel de evolución estemos o lo que tengamos que aprender. No hay mucho más que decir.
(c) Myriam Goldenberg