sábado, 14 de diciembre de 2024

Al servicio de quien me quiera: Quién habla de victorias

 

Viernes, 6 de diciembre
CANTO Y CUENTO

Canta Amancio Prada en La Laboral, esa fascinante ciudadela que nunca se acaba de descubrir y que por fin parece haber superado su franquista pecado original. Canta y cuenta. Vestido de negro, solo en el escenario ante la inmensa sala, parece estar susurrando historias para un puñado de amigos reunidos en torno a una hoguera, una noche de invierno, o en la terraza de cualquier bar con unas cervezas o unos vasos de vino. De vez en cuando, entre historias campesinas de su infancia o andanzas por el París del 68, una canción, y siempre enmarcada en precisas palabras. De pronto, en mitad de la actuación, lo más inesperado para mí: “Ahora voy a cantar unos versos de un poeta de Aldeanueva del Camino”.

Últimamente pienso mucho en mi pueblo porque estoy preparando un libro que lleva ese título, Aldeanueva del Camino, y en el que reúno una parte de lo mucho que he escrito sobre él y que, en gran medida, ni siquiera recordaba haberlo escrito.  Por eso me sorprende y a la vez no me sorprende escuchar su nombre, como una continuación de mis pensamientos, donde menos lo esperaba. Continúa Amancio: “Pronto se vino a vivir a Avilés este poeta asturiano. Él dice que estas coplas que voy a cantar, en las que no falta algún toque irónico, son anónimas. A eso aspiramos todos, a escribir versos anónimos, a cantar canciones que son de todos y de nadie, como dice una de estas coplas, y que siguen resonando cuando ya no se recuerden nuestros nombres”.

            Había olvidado esas coplas que él canta con una melodía que se parece mucho a la que yo les habría puesto si supiera componer. Para mí son ya verdaderamente anónimas, y una de ellas (me moriría de vergüenza si alguien me viera) me llena los ojos de lágrimas: “Oyó a su madre cantar / allá en el fondo del sueño / y no quiso despertar”. Otra, la última, me parece una prodigiosa nadería que parece venir del fondo de los siglos y que quizá ya se la escuchó cantar Garcilaso a un campesino cuando paseaba por las orillas del Ambroz, allá en Abadía, huésped del duque de Alba: “Las cosas que más importan / son de todos y de nadie, / la luz del amanecer y esa estrellita en la tarde”. 

Domingo, 8 de diciembre
PERO FUNCIONA

¿Cómo pudieron imaginarse los productores a los que se presentó el proyecto que este cóctel tan disparatado iba a funcionar? El jefe de un cartel mexicano de la droga, casado felizmente y con dos hijos, se siente mujer y contrata a una abogada para le ayude a llevar discretamente los trámites del cambio de sexo.

La película es un musical: todo el mundo, cuando menos se espera, comienza a cantar, hasta los médicos cuando están operando. Y no es una comedia. Y tiene mucho de documental que denuncia el drama de los desaparecidos en el enfrentamiento entre los distintos clanes del narcotráfico, ante la indiferencia, o con la colaboración, de la policía.

            Y sin embargo Emilia Pérez, la película de Jacques Audiard, funciona. Tiene la lógica de los cuentos tradicionales: el ogro Manitas se convierte, por arte de birlibirloque, en la hermosa y poderosa Emilia que trata de remediar el daño que aquel ha provocado, sin renunciar por eso al dinero que aquellas malas artes le han proporcionado.

            No dejo de notar las inverisimilitudes, pero no me molestan, al contrario que en el infatuado Almodóvar. ¿Cómo es posible que ese padre amantísimo, para proteger mejor su cambio de identidad, deje de ver durante cuatro años a sus hijos? “No analices, muchacho, no analices”, me digo con Bartrina. Mejor dejarse llevar por la emoción durante el entierro de Emilia Pérez, una impactante Karla Sofía Gascón. 

Lunes, 9 de diciembre
GRACIAS, GRACIAS

Hojeo las novedades literarias, como casi cada mañana, en la librería Cervantes, y el azar, que me quiere bien, me pone la sonrisa en los labios. Abro El arpa y el viento, de José Luis Rey, un poeta cordobés muy valorado por Pere Gimferrer, a quien dedicó su tesis doctoral, y lo primero que leo es el relato de un viaje a Oviedo. Vino invitado a no sé qué encuentro literario y comienza agradeciéndoselo a sus anfitriones, “poetas que viven al margen de García Martín”. Vaya elogio involuntario. Es como cuando en México se indicaba que un escritor era poco conocido porque “vivía al margen de Octavio Paz”. El bueno de José Luis Rey, fiándose de sus amigos asturianos, me da una importancia que yo no diría que no merezco, pero de la que sin duda carezco.

            Y al lado del libro de Rey está el voluminoso tomo 7 de la Historia de la literatura española, que coordinan Jordi Gracia y Domingo Ródenas y que acaba de ser reeditado. ¿Habrán suprimido la paginita que me dedicaban y que me hizo tanta gracia? No, ahí sigue y se me continúa calificando de chismoso, intrigante, maledicente, impúdico, delator, y cito solo algunas de las flores que me dedican. Mucho deben valorar como escritor a esa prenda para creerte obligado a incluirla en una historia de la literatura española. Ni Quevedo era tan mala persona.

            Benditos detractores los míos, que aún no han aprendido que la mejor venganza contra un autor detestado es silenciar su nombre, como hicieron en El Cultural cuando los dejé. Los romanos sabían bien que la damnatio memoriae es el más cruel de los castigos.

            Gracias, Rey; gracias, Gracia; gracias, Ródenas. Me habéis alegrado el día.

Miércoles, 11 de diciembre
REMIENDOS POÉTICOS

Comentamos en la tertulia un soneto de Francisco Brines, el único que publicó, que sigue el esquema tradicional, pero en el que rima singular con plural: losa, hermosa, rosas, cosas. El texto es el de la primera edición de Ensayo de una despedida, de 1974, un libro que yo comenté en el primer número de Jugar con fuego. José Cereijo, siempre tan atento al detalle, nos dice que en la versión que aparece en Internet no hay ninguna irregularidad en la rima. Busco la edición de 1997 y compruebo que el poema ha sido retocado, y no precisamente para mejor. El verso inicial, “¿Quién yace aquí, debajo de esta losa?”, se convierte en “¿Quién yace aquí debajo de estas losas?”. Y el que concluye el cuarteto, “la humana luz, ni su pasión hermosa”; en “la humana luz ni su pasión, hermosas”.

Harto, sin duda, de que sus amigos le tomaran el pelo (“Hombre, Paco, para un soneto que escribiste ni siquiera fuiste capaz de utilizar adecuadamente la rima”, le diría más de una vez Bousoño), decidió enmendar los desperfectos.

             Pero vaya remiendo más ripioso. El muerto yace debajo de una losa, no de unas losas (salvo que sea el cadáver de un asesinado oculto bajo las losas de un patio). Y luego ese “hermosas” puesto como un piropo al final del verso.

            Habría sido mejor tachar el soneto, que vale poco y que disuena en el conjunto de su poesía.

Estas inseguridades y torpezas me hacen más simpático a Brines, un poeta al que admiré mucho, pero del que luego me distancié –pero no de su obra-- por motivos personales. 

Jueves, 12 de diciembre
MI FRACASO MAYOR

Al psicoanalista le cuenta uno cosas que no se contaría ni a sí mismo. Me tiendo en el diván y no necesita decirme nada para que yo comience con la confesión.

            ---He cortado amarras, he hecho lo que tenía que hacer. Es imposible salvar a quien no quiere ser salvado. Debería haberlo hecho mucho antes, tengo la conciencia tranquila. ¿Por qué, entonces, me siento tan mal? Porque en este asunto, aparte de la piedad peligrosa, de la que hablaba Stefan Zweig, estaba en juego mi vanidad. ¿Cómo yo, tan inteligente, tan perseverante, no voy a ser capaz de enderezar esta vida, de salvarla del abismo? Dediqué a ello tiempo y dinero durante años, pero Doctor Jeckyll y mister Hyde no es un relato fantástico, sino literatura hiperrealista. Aunque sientas amistad y compasión por el bueno de Jeckyll, tienes que romper con él si no quieres que el agresivo e insultante Hyde te lleve por delante. Sus víctimas preferidas son quiénes le muestran algún aprecio. He hecho lo que tenía que hacer y he retirado la mano y le dejo deslizarse hacia el abismo tan temido, tan querido por él, o solo por una parte de él que es la que manda. He hecho lo que cualquiera habría hecho hace bastante tiempo. Pero me siento mal y lo que peor me hace sentir es darme cuenta de que si ayudé tanto o más de lo que nadie haría no fue quizá por bondad, sino por vanidad. ¿Cómo voy a fracasar yo, que soy tan listo, en resolver este problema? Me hace sentir a disgusto conmigo mismo que esa sensación de fracaso sea para mí tan penosa como ver al amigo, ciego por voluntad y por destino, adentrarse en el infierno.

            ---Nadie es tan buena persona ni tan listo como se cree.

            ---Y yo menos que nadie.


 

 

 

18 comentarios:

  1. "en el que reúno una parte de lo mucho que he escrito sobre él y que, en gran medida, ni siquiera haberlo escrito." ??

    *

    "José Luis Rey, un poeta cordobés muy valorado por Pere Gimferrer..."

    Dándome vergüenza no conocer a un poeta "muy valorado por Pere Gimferrer", he buscado poemas suyos en internet y he comprendido rápidamente por qué nunca había oído hablar de él, a pesar de que sus versos sobre el amor y la muerte sean, según un artículo de El Cultural, "verdaderos fogonazos metalingüísticos".

    Comienzo de un poema suyo titulado "Antes de la música":

    "Igual que el viento toca un piano de banderas,
    ¿sabré yo tocar tu música?
    ¿Estaré preparado para ello?
    ¿Sabré algún día, como sabes tú,
    que nota es cada cuerpo y cada hora?
    Ay,
    pero sólo una vez es mi instrumento.
    Sólo tengo una flauta, sólo tengo un violín.
    ¿Cómo puedo tocar con un solo tambor?"

    Dios lo pille confesado...

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  2. José Luis, ¡seamos precisos! precisamente. Tú nunca “te distanciaste luego” de Francisco Brines, puesto que nunca antes estuviste cerca. No es, por lo tanto, que te distanciaras, sino que nunca llegaste a estar cerca. Para distanciarse hay que haber estado cerca antes. Y perdona mi insistencia. En cuanto a esos, aparentemente plurales “motivos personales”, creo que exageras, hubo -casi con toda seguridad- un solo motivo, muy personal. Uno solo: que Francisco Brines nunca te dio “cuartelillo”, como dicen los clásicos.

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    1. Gracias por la aclaración, Abelardo Linares. Siendo así las cosas, como el propio José Luis corrobora (y él cruel me repetía: "Que no. Que no me junto contigo"), y conociendo la predilección de nuestro anfitrión por acreditados maestros en el noble juego de máscaras, Pessoa, Borges, etc., inmediatamente surge una duda: la siguiente entrada del diario, Mi fracaso mayor, ¿será un apócrifo de Brines?

      A veces los comentarios son imprescindibles... Saludos y buena tarde

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  3. Exacto, Abelardo, fue tal y como tú lo cuentas. Yo quería ser su amigo, y él cruel me repetía: "Que no. Que no me junto contigo".

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  4. Amancio Prada debe de ser un personaje muy peculiar o sencillamente, muy personaje, y muy suyo para los euros. Hace unos años a instancias del poeta y amigo Rafael Adolfo Téllez, acorde con Prada (qué mala suerte la mía con los "Prada") editarle en La voz cantante, una colección en la que ya había aparecido una antología de letras de "Loquillo". En el libro de Prada iban a estar letras suyas, junto a una selección de cosas clásicas cantadas por él y que él mismo me envió, el auténtico "plato fuerte". Cuando ya estaba absolutamente terminado y a punto de salir, me llamó un día para decirme que lo había pensado bien y que no "veía" el libro, que estaba inseguro del contenido (en eso, la verdad, le entiendo. A mí el libro lo que me parecía era comercial, jamás he escuchado una sola canción suya, lo confieso) y que no quería que saliera. De lo que no dijo una palabra fue de pagar un solo céntimo por los gastos ocasionados. No quise ponerle un pleito a cuenta del libro abortado. Me pareció que ni Prada ni el asunto valían la pena.

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    1. "jamás he escuchado una sola canción suya, lo confieso"

      Amancio Prada es, desde hace muchos años (más de 40, desde su disco excepcional sobre el "Cántico espiritual" por lo menos) el mejor cantante en español (con permiso de Aute y otros Silvios Rodríguez). A mí me parece increíble que un poeta y aficionado a la poesía español nunca lo haya escuchado. Y más increíble todavía tras haber pasado tiempo preparando un libro suyo. Creo que cosas así, tan "surrealistas", sólo pueden suceder en España...

      Una de las más bellas canciones de A.Prada, sobre un soneto de Lorca:

      "Gacela del amor desesperado"
      https://www.youtube.com/watch?v=aQo8mOh6AHc

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    2. En este enlace el sonido es mejor:

      Amancio Prada - Gacela del amor deseperado - del disco "Sonetos y Canciones de Federico García Lorca" (2004)

      https://www.youtube.com/watch?v=z0O4T7ugSyw

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    3. Que un vendedor de jamones no conozca ninguno de los casi 40 discos de Amancio Prada dedicados a la poesía, me parece normal. Que un poeta y uno de los editores de poesía más importantes de España confiese que nunca lo ha escuchado, cuando es de la misma generación que él (A.P., 1949; A.L., 1952) y ambos han vivido en el mismo país durante todas sus vidas, me parece alucinante. Tan alucinante que ahora, escribiendo esto, me cuesta creerlo.

      (Para más inri, Prada sacó su primer disco en 1974, el año en que A.L fundó "Renacimiento").

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  5. Inexacto, José Luis, cada vez lo cuentas de una forma y, además, resumido. El primer capítulo tiene que ver con el libro sobre Francisco Brines que te había pedido Manuel Aragón para Júcar y que tú habías empezado a preparar. Nunca salió. ¡Qué se le va a hacer!

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  6. No se escribió ese volumen para "Los poetas" de Júcar. Yo no había invertido ningún dinero en el proyecto, Abelardo, así que más bien le estoy agradecido a Brines por haberme librado de semejante compromiso, al contrario que tú a Prada. Te imagino escuchándole a todas horas en tu oficina, tras haberlo descubierto gracias a los buenos oficios de Pablo Morales.

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  7. José Luis, en cuanto a Brines, tu “no se escribió ese volumen”, vale tanto como “no terminó de escribirse ese volumen”, pero un poco menos que “no empezó a escribirse ese volumen. Desmientes, además, algo que yo no he dicho: que tú hubieras invertido dinero en el proyecto. Estaría bueno que llevándote tú tan mal con el dinero (el dinero a cobrar, no a pagar, ¡caso singular el tuyo!) te excuses por no haber cobrado de un libro que nunca se editó. Mi historia con Prada es muy distinta: ¡Soy editor! y, por tanto, empresario con ánimo de lucro. A menudo frustrado, pero con ánimo de lucro. En cuanto a lo de escuchar amorosa y morosamente a Amancio, exactísimo, como tus palabras para con Brines. Ya te conté alguna vez que yo tuve un programa de música progresiva en la SER de Sevilla (Radio Sevilla), en 1971. Se llamaba “Grandes discos en discos grandes” y solo ponía “música progresiva”, es decir, Pink Floyd, Jimmy Hendrix, Caravan, John Mayall y etc. Pues eso.

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  8. Pues eso, que tienes ánimo de lucro, pero eres muy generoso. Solo así se explica que renunciaras a pedirle a Amancio Prada que te devolviera el anticipo (sin duda sustancioso) que había recibido por ese libro finalmente no nato.

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  9. José Luis, te excedes cruelmente en tu uso de la ironía ¡Cómo se nota que me conoces! En cualquier caso, es cierto que procuro no adelantarme con los adelantos. Pero tampoco me atraso si un libro de verdad se vende. La pena es que ¡pasa tan pocas veces!

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  10. "yo tuve un programa de música progresiva en la SER de Sevilla (Radio Sevilla), en 1971. Se llamaba “Grandes discos en discos grandes” y solo ponía “música progresiva”, es decir, Pink Floyd, Jimmy Hendrix, Caravan, John Mayall y etc."

    Música progresiva era la de Amancio Prada al final del franquismo. De ahí que todos los que conociéramos bien al cantante berciano escuchásemos mucho también bien a Pink Floyd, Jimmy Hendrix, Caravan, John Mayall y otros Genesis, Yes, Who, Jethro Tull, King Crimson y demás Emerson, Lake and Palmer. No entiendo muy bien por qué el hecho de escuchar "música progresiva" extranjera impide escuchar a Paco Ibáñez, L.Llach, Víctor Jara, Silvio Rodríguez o el Serrat de A.Machado y M.Hernández.

    Lo suyo con Amancio Prada es tan increíble como que un editor francés dijera que nunca ha escuchado a Brassens, Brel o Leo Ferré o uno americano a Bob Dylan.

    Si es verdad, se trata de una nueva prueba de que "España es diferente".

    King Crimson - Epitaph
    https://www.youtube.com/watch?v=vXrpFxHfppI

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  11. Cada vez coincido más con Morales. No se si es preocupante. Saludos

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    1. Me pasa lo mismo, Benito, pero no sé lo digas a nadie.

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  12. Un reparo, que pudiéramos llamar puramente filológico. Acabo de caer (y quizás hasta el fondo) en que si tú hablas de que te libraste “del compromiso” de escribir un libro sobre Francisco Brines, estás reconociendo, a tu pesar, que llegaste a considerar tal tarea, nada más y nada menos que como un compromiso, cuanto todos sabemos lo en serio que tú te tomas los compromisos, siempre que sean literarios. Y más aún, un compromiso como ese, que era para ti, sin duda posible, “un dulce compromiso”. Si, por causa de fuerza mayor, me viera yo obligado a renunciar, pongo por caso, a tener una relación con Miss Venezuela 1998, me resignaría valientemente a renunciar a tal compromiso. Pero no hubiera dejado de ser el mío – como el tuyo con la obra de don Francisco Brines: “un dulce compromiso”.

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  13. Un dulce compromiso, desde luego. Pero no hay que abusar de lo dulce, Abelardo, que engorda.

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