jueves, 29 de junio de 2023

FIN DE TEMPORADA

 


Como cada verano, desde hace ya casi veinte años, termina el curso y termina la publicación de mi diario en el periódico. A partir del próximo domingo, se inicia la habitual serie veraniega, que esta vez lleva el título de "Otros mundos". No podré participar en la refriega electoral, y no sé si lamentarme o alegrarme. Mis fieles lectores –los pocos que me van quedando—saben de sobra que no soy un experto en cuestiones políticas, pero también que nada me gusta más que pontificar sobre aquello en lo que no soy experto.



sábado, 24 de junio de 2023

En la retaguardia: Solsticio de verano

 

 

Sábado, 17 de junio
NO, GRACIAS

Estaba yo celebrando mi cumpleaños en un restaurante en Avilés, cuando me llaman al teléfono.

--Hola. Buenos días. Soy Dios. Quería felicitarte y hacerte un regalo.

—Perdón. ¿Quién ha dicho que era?

—Dios.

Colgué de inmediato, por supuesto. ¿Quién sería el bromista? Debería haberle seguido la broma.

—Muchas gracias, pero no necesito que me hagas ningún regalo, ya me has hecho bastantes. Y además, como bien sabes, no existes.

—-Puedo hacer, como Cela con García Nieto o con Umbral, que te den el Cervantes.

—No, gracias.

—Puedo hacer que encuentres el amor de tu vida.

—Peor me lo pones.

—Puedo hacer que el tripartito —PP, Vox y el Poder Judicial— pierdan las elecciones.

—¡Pues vaya Dios que estás tú hecho! ¿Es que eres el Dios de la teología de la liberación?

—Puedo hacer que tengas 23 años en un abrir y cerrar de ojos.

—No puedes hacer nada porque no existe, querido mío, aunque aún no te hayas enterado. Además yo no quiero favoritismos. Antes de hacerme un regalo a mí, tienes por esos mundos muchos desaguisados que arreglar. A veces me da la impresión de que el universo lo habrás creado tú, pero a la humanidad seguro que la creó el demonio, que es un sádico, para tener en qué entretenerse.

Domingo, 18 de junio
MARCIANADA

Cómo me gustaría ir de genio por la vida para poder reírme del personal. Ser Wes Anderson, por ejemplo. ¡Y yo que le criticaba a Almodóvar las incoherencias de sus guiones! En Asteroid City, nos cuenta, en blanco y negro, como si fuera un documental televisivo de los años cincuenta, la preparación de una obra de teatro, desde que el dramaturgo comienza a teclearla en la máquina hasta el estreno, y lo entremezcla con los tres actos de esa obra filmados en color. El problema es que no es una obra de teatro, sino una divertida película. Transcurre en un poblachón del desierto donde se celebra un concurso escolar sobre la observación de fenómenos astronómicos. La verdad es que uno lo pasa bien con esa caricatura de aquellos maravillosos años cincuenta y con Scarlett Johansson, Tom Hanks y otras estrellas y estrellitas que se prestan a salir en una cinta de prestigio como en los buenos tiempos de Woody Allen. Pero no puedo quitarme de la cabeza eso de que, en la ficción, sea una obra de teatro lo que en la ficción se nos presenta claramente como una película. Ninguna razón hay para ello. Solo el capricho del artista. Quizá uno únicamente es un verdadero artista cuando convierte su capricho en ley y nadie se atreve a rechistar. Salvo el público de una tarde de domingo que mira toda aquella sucesión de deshilvanadas escenas en blanco y negro o colorines como lo que es, una marcianada.

Lunes, 19 de junio
PURO POETA

Eloy Sánchez Rosillo lee sus poemas en el antiguo convento de San Vicente, hoy Facultad de Psicología y antes, cuando yo estudiaba, de Filosofía y Letras. ¡Cuánta melancolía al volver a contemplar desde sus ventanas, como hace medio siglo, la estatua de Feijoo bajo la lluvia! Al terminar —rodeados de poetas amigos— pasamos un rato divertido en el rincón del Chelsea donde celebramos la tertulia todos los viernes.

Pocos poetas tan poetas, tan solo poetas, como Sánchez Rosillo. He ido leyendo, y en orden de aparición, todos sus libros, desde el inicial, Maneras de estar en solitario. Y he sido el primero en comentar públicamente casi todos ellos. También el último, El sueño cumplido, una recopilación a la que sobran páginas— de sus escritos sobre poesía. Mi entusiasmo ha ido decreciendo: antes los aciertos no me dejaban ver las caídas en la obviedad y el prosaísmo; ahora ocurre al revés.

Lo que no ha cambiado desde hace ya casi medio siglo es mi aprecio por la persona. Aquí seguimos los dos, tantos años después, fieles al destino que hemos elegido: él, poeta puro, enamorado de la luna como la primera vez que la vio aparecer en el cielo, ajeno a las rencillas y polémicas de la vida literaria; y yo, metiéndome en todos los charcos, jugando al crítico feroz y escondiendo al poeta. Me divierto más así, yendo de tocapelotas por la vida (lo de poeta lo dejo para la eternidad).

Martes, 20 de junio
QUIÉN PUDIERA

No puedo no pensar, qué se le va a hacer. Él intentado corregirme, pero soy demasiado viejo y ya no hay remedio. Leo la noticia de que el parlamento británico ha aprobado el informe sobre las "mentiras" de Boris Johnson. Bueno, yo en eso ni entro ni salgo. Pero sigue el artículo: "Durante el fin de semana muchos diputados habían podido ver hasta la saciedad la exclusiva del tabloide Daily Mirror: un nuevo vídeo mostraba a un grupo de voluntarios del Partido Conservador bailando y bebiendo en la sede de la formación el 14 de diciembre de 2020, cuando el resto de ciudadanos británicos sufría el rigor del confinamiento. Los familiares de las víctimas de Covid mostraron de inmediato su disgusto por el vídeo".

¿Y qué tiene que ver eso con Boris Jonhson?, me pregunto yo. ¿Es obligación del premier británico ir sala por sala de las dependencias ministeriales para ver si se cumplen o no las ordenanzas?

Pero el problema es otro. Unos voluntarios del Partido Conservador bailaron y bebieron cuando otros ciudadanos británicos estaban encerrados en sus casas o en sus residencias sujetos a las más estrictas restricciones. ¿No se puede hacer un estudio de la incidencia del covid en esos voluntarios y en otros ciudadanos de edad semejante fieles cumplidores de la ley? Si se demuestra que fue mayor en los primeros que en los segundos, pues tiene cierta razón la escandalera. Pero si, como parece, no hubo diferencias significativas e incluso es probable que, si se tienen en cuenta otros indicadores (los relativos a la salud mental, por ejemplo) la relación fuera inversa, entonces a quien habría que reprobar fue a los que impusieron las restricciones, no a los que —siempre que pudieron— la incumplieron para preservar mejor su salud física y mental. ¿Y en que agravaba el problema de las víctimas de covid el que otros procuraran divertirse?¿A qué viene el disgusto de los familiares? Que se enfaden con, y demanden a, las autoridades político-sanitarias que agravaron sus padecimientos impidiéndolas ver a sus familiares y no prestándoles la atención adecuada, como si fueran apestados medievales.

¡Quién pudiera no pensar! Así, a cualquiera que presentara indicios racionales de que pasamos, además de por una pandemia, por un fenómeno más dañino de histeria colectiva yo, sin entrar a analizarlos, le gritaría "¡Negacionista!" y me quedaría tan pancho.

Miércoles, 21 de junio
NO TODO ESTÁ PERDIDO

Ahora que hasta Pedro Sánchez parece que se lamenta de que el feminismo ha llegado demasiado lejos, tan lejos que molesta a algunos votantes de izquierda, reconforta escuchar la inmediata reacción de un veterano contertulio ante una poema de Miguel d'Ors. Inicia el nuevo número de Anáfora y quiere entremezclar humor y teología. Ahora habrá muchos adelantos —viene a decir—, pero no me digan que los patriarcas del Antiguo Testamento no tenían más fáciles las cosas: "tres o cuatro mujeres y ocho o diez concubinas; / y sin pecar, los tíos". Los pobres cristianos de este tiempo lo tienen más crudo: "Dios nos exige más continencia y más Fe".

—Está claro —dice de inmediato Cereijo— que aquí eso del masculino genérico no funciona, que d'Ors habla de lo bien que lo pasaba entonces "los cristianos", no "las cristianas".  Pero hasta tiempos recientes, la gramática podía decir lo que quisiera, pero cuando se hacía metafísica o poesía sobre el "hombre", pronto se veía que no hablaba del ser humano en general, sino del hombre en particular, no de la mujer. Eso ha cambiado desde el denostado "Yo También". Y ya nadie —tras la caída del productor Harvey Weinstein— alardea en público sobre su fantasía de tener docenas de concubinas. Algo no solo propio de los patriarcas del Antiguo Testamento, sino hasta ayer mismo de testamento cualquier poderoso, fuera estrella de la ópera, monarca constitucional, oligarca ruso o cacique autonómico; ahora se andan con más cuidado y no, como Miguel d'Ors en su poema, porque sea pecado, sino porque las mujeres —gracias a mujeres como Irene Montero— ya no son lo que eran, aunque eso moleste a probos votantes de la izquierda viejuna.

Viernes, 23 de junio
CAMBIO DE COSTUMBRES

Miro arder la hoguera de San Juan y pienso en cuántas cosas del que fui arden con ella. Hombre de costumbres fijas, Tartarín de Königsberg, como llamó Machado a Kant, he ido cambiando de costumbres. Casi la única que se mantiene, y desde 1980, es acudir puntualmente los viernes a la tertulia a charlar de libros y de lo que se tercie con los amigos que quieran aparecer por allí. Ya no dirijo ninguna revista, cosa que hacía desde 1975; ya No doy clases, como desde 1972, ni paso todos los días, festivos o vacaciones incluidos, por mi despacho del Milán; ya no tomo café a las doce en punto en Los Porches, cansado del trato desatento del actual propietario... Para un hombre tan rutinario como yo, grandes cambios. Hasta he convertido en un pequeño jardín la terraza de mi casa y soy capaz de pasar, no un día, pero sí horas, sin un libro en la mano. Envejezco por fuera, como todos, pero no por dentro. O esa ilusión me hago.



sábado, 17 de junio de 2023

Azorín, Quevedo y yo

 

 

 

Sábado, 10 de junio
MENTIR SIN MIRAR A QUIÉN

El pasado jueves se cumplieron ciento cincuenta años del nacimiento de Azorín, fue su sesquicentenario, como le gusta decir, algo pedantemente a Darío Villanueva. Con ese motivo compré El Cultural, que lo traía en portada. Colaboré en ese suplemento desde el principio, cuando Anson se marchó del ABC para fundar La Razón, y dejé de hacerlo, por razones que no vienen al caso, hace ya algún tiempo. Desde entonces quedé vetado y no volvió en esas páginas a mencionarse mi nombre. Hoy me encuentro con una foto mía y unas frasecitas inanes sacadas de una entrevista a otro periódico. No sé si será un descuido o que el maleficio ha terminado. Lo hojeo mientras tomo un café en El Atrio, y es como volver a entrar en una casa que abandonamos hace tiempo y en la que todo sigue igual, pero más viejo y apolillado. Luis María Anson continúa teniendo la "primera palabra". Siempre estuvo cerca de los grandes hombres y le gusta presumir de ello: "Con apenas veinte años tuve la suerte de que el inolvidable Luis Calvo me sentara al lado de Azorín en la redacción de ABC. Entonces no había mesas individuales sino una grande compartimentada". Cuando Anson tenía veinte años, allá por 1955, Azorín tenía 82. ¿Iba todavía a sentarse a la mesa de redacción del periódico?

A la memoria de Anson parece que le gusta jugar a la ficción inverosímil. Ese es solo el principio de los disparates. Guarda notas de las conversaciones con el maestro para el que "era una lástima que César González Ruano fuera vanidoso y botarate".

¿De verdad le dijo eso Azorín, que nunca habló mal de ningún escritor contemporáneo? César González Ruano fue uno de sus grandes admiradores y entonces estaba en el momento de mayor fama. En Las palabras quedan incluye una entrevista a Azorín celebrada. "No puedo dar nombres —le dice cuando le pide su opinión sobre escritores contemporáneos—. Somos gente móvil y juzgamos a gente moviente. Es arriesgado todo juicio". Contra el jovencito Anson, se atreve a juzgar incluso a los intelectuales del régimen, como Fernández de la Mora, "que creía resolverlo todo con la exhibición de la pedantería". De Machado dice que era un gran poeta, "aunque decimonónico" (raro reparo en quien había nacido dos años antes). A Ramón Pérez de Ayala "le caracterizaba el odio con que le distinguía". Qué cosas, Anson. Pérez de Ayala, como es bien sabido, fue uno de los grandes admiradores de Azorín, que estuvo invitado en su casa asturiana, al que dedicó un poema y numerosos artículos reunidos en el libro Ante Azorín, de 1964. No sigo citando. Sospecho que este desprecio por la verdad de Luis María Anson, que siempre me trató bien, con quien pasé muy buenos ratos en el jurado de los premios Príncipe de Asturias, no se debe solo a la edad, sino que es una característica de cierto periodismo político-literario por el que siempre he tenido alergia.

Azorín, por cierto, sigue vivo, a pesar de los convencionales elogios que se le dedican. No todo, ciertamente: muchas páginas suyas son apolillada mojama. Pero está lleno de sorpresas. Sigue teniendo rincones por descubrir. Yo vuelvo a él cada cierto tiempo. Pero para mí no es un escritor más, es el primero: comencé a leerlo cuando tenía doce o Trece años. Es, como Antonio Machado, alguien de la familia.

Domingo, 11 de junio
SIGNOS DE PUNTUACIÓN

—Muy curioso eso que escribe usted hoy en el periódico, eso de que, si Stendhal resumió una noche de amor en un punto y coma, a Armada le bastó un punto y seguido para implicar al rey Juan Carlos en el 23-F.

            —Y para convertir la constitución en una capa que tapa cualquier fechoría, bastó con hacer de un punto y seguido un punto final.

            —No entiendo.

            —-Lea su artículo 56.3. Comienza diciendo que “la persona del rey es inviolable y no esta sujeta a responsabilidad”. Pero ahí no termina. No es un punto final, según suele citarse, sino un punto y seguido: “Sus actos estarán siempre refrendados en la forma prevista en el artículo 64, careciendo de validez sin dicho refrendo”. Queda claro —hasta un catedrático de derecho constitucional puede entender esto— que los actos del rey por los que no está sujeto a responsabilidad son los que tienen que ser refrendados por el gobierno, que es el responsable de los mismos.

            —¡Y luego dicen que la gramática no sirve para nada!

Lunes, 12 de junio
CONTRA LA CRÍTICA ÁSPERA

A partir de los años cincuenta, casi todos los libros que se publicaban de Azorín eran libros póstumos: centones de viejos artículos, amontonados sin orden ni concierto, en cuya preparación él no intervenía. En Sin perder los estribos, al lado de un artículo de 1910, el sugerente “Dos generaciones”, donde se queja de la decadencia de la literatura actual, un tópico siempre actual, aparecen otros de los años cuarenta. Un buen editor habría sabido dar coherencia a esos volúmenes que aparvaban —término azoriniano— la labor dispersa. No creo que haya ya nadie a quien le interese hacer esa labor. En Sin perder los estribos encontramos a Góngora y Lope en los Campos Elíseos, “donde no se conocen las rivalidades de escritor a escritor”. Escuchemos su charla.

            —Se dice que la crítica áspera que toca en la detracción es necesaria para la limpia y desbroce del campo literario. No lo creo.

            —-Ni yo tampoco. Una medianía, un poeta nulo, un novelista sin originalidad, ¿a quién puede hacer daño? Dejemos a cada uno con su ilusión.

            —Un literato mediano se lleva el aplauso de la multitud, ya que no la aprobación de los doctos. Pero la crítica minuciosa, el examen imparcial de esas formas artificiosas de arte, ¿no se podría hacer de un modo impersonal, cuidando de salvar la consideración debida? Muchas veces incluso basta con un discreto silencio. Lo que en arte no es fuerte, ello mismo se derrumba. ¿Para qué desazonar a un pobre autor y a su familia y amigos y allegados con nuestra crítica despiadada, con nuestros sarcasmos, o simplemente con nuestra hábil insidia?

            De hábiles insidias sé yo poco; de crítica despiadada y de sarcasmos, me temo que demasiado. Pero nunca se los dedico a un escritor sin importancia, que hace lo que puede y que se luce todo lo que puede entre sus iguales (los escritores juegan en primera, segunda o tercera división o en equipos de aficionados), sino a encumbrados figurones. Destacar al joven que vale (en lo que vale, no en la ganga que arrastra) y reírse un poco del Vilas o del Azúa de turno me parece una labor higiénica y necesaria. Y si no lo es, en el pecado llevo la penitencia. A lo que yo haga se le aplicará, con raras excepciones, ese “discreto silencio” propugnado por Azorín.

Martes, 13 de junio
MORIR DE ÉXITO

Siempre en este día de San Antonio me acuerdo de Fernando Pessoa, a quien tanto admiré, de quien tanto aprendí, y a quien tengo un tanto arrumbado. Se puede morir de éxito incluso después de muerto. Desde hace unos cuantos años, bastantes años ya, cada nuevo inédito suyo que se descubre, cada nuevo rasguño que se saca del arca, es una paletada de tierra más sobre su tumba.

Miércoles, 14 de junio
VIDAS PARALELAS

—Mucho meterte con el pobre paria de Abu Dabi, con el desterrado por su propio hijo, pero no te he visto decir una palabra en contra de Berlusconi, que ahora se entierra en olor y loor de multitudes. Como era amigo de Putin… Se te ve el plumero, Martín.

            —Suscribo todo lo malo que se ha dicho de Berlusconi. Y todo lo bueno. Nada tengo que añadir. Del otro, y de sus cómplices por acción un omisión, aún queda mucho por saber y casi todo por investigar judicialmente. Seguiremos informando.

Jueves, 15 de junio
NO ME ARREPIENTO

La verdad es que debo ser muy duro de corazón, pero del daño que he podido hacer a la vanidad de sus autores comentando versitos y disparates, no me arrepiento. Que se venguen como puedan. Y ahí me las den todas.

Viernes, 16 de junio
QUEVEDO Y YO

Jon Juaristi, cada día más Quevedo (en el mal sentido de la palabra) me obsequia con rimas inéditas islamófobas, homófobas, izquierdófobas que no se las salta un varón de etnia romaní. Yo me acuerdo de Góngora (aunque no solo) y le respondo con un romancillo que le puede servir para poner letra al himno de la España que se avecina: "Caído se le ha un soneto / hoy al buen Jon del pernil. / Federico, Federico, / llama a la Guardia Civil. / Día y noche lo cocea / por las calles de Madrid / y machotes con machete / no cesan de repetir: / ¡Que se hunda el feminismo, / que vuelva la Inquisición! / ¡Moricas a la hoguera / y trans al paredón!"



 

 

 

sábado, 10 de junio de 2023

En la retaguardia: A título personal

 

Sábado, 3 de junio
RETRATO ANÓNIMO

"Inteligente, justo, destemplado, difícil, imprevisto en sus reacciones. Sus palabras obedecían a una lógica implacable. Su carácter fácilmente irritable, al servicio de una mente aguda y ágil, descomponía al interlocutor, que si no reaccionaba era víctima de la más cruel de las heridas: aquellas que ofenden sin insultar y humillan por acertar". ¿Te reconoces, Martín?

Algo me reconozco, aunque me cueste reconocerlo. Lo que está claro es que quien ha escrito eso no me quiere bien, aunque crea conocerme bien.

—Te leo otra frase: "Le gustaba discutir y pelear para acabar saliéndose siempre con la suya?"

—¿Quién es el autor? ¿No me dirás que estás leyendo el último diario de Andrés Trapiello?

—Pues no, amigo Martín, no es tu querido Andrés quien te dedica esos piropos (yo creo que, en el fondo, lo son y seguro que a ti no te desagradan). Te dejo con la intriga.

Lunes, 5 de junio 
 NO ERA YO

Paso por la librería de viejo del centro Reto que está en la calle Bermúdez de Castro, muy cerca de mi casa, y allí encuentro, por tres euros, las memorias de Alfonso Armada de las que mi amigo Ángel me leyó unos párrafos que yo creí que hablaban de mí. "No compré el libro, yo no compro esa basura, allí te lo dejé por si te interesa", me dijo cuando me desveló el secreto.

Me interesa, y mucho. No sé cómo se me pudo pasar en su momento o tiempo después cuando estuve tan interesado en el gran trampantojo del 23-F. Todo estaba a la vista, pero no quisimos verlo. Confieso también que en un primer momento yo también me dejé engañar por el consensuado loor en honor del salvador de la democracia. Mi amigo Víctor Botas, no, y algo discutimos sobre eso.

Me alegra comprobar que el destinatario de esas palabras que yo creía destinadas a mí no era un cualquiera, sino quizá el personaje más ejemplar de estas memorias. Como buen barojiano, tengo desde hace años una deuda de gratitud con él. Cuando comenzó la guerra civil, Baroja se encontraba en Vera. Dos o tres días después del 18 de julio, un amigo le dijo: "Tengo noticias de que va a entrar en Lesaca una columna de requetés y soldados. Yo creo que sería interesante para usted verla". El médico de la localidad, que estaba en la casa, se ofreció a llevarles. Fueron hasta Almandoz y allí desde el balcón de una casa grande con un escudo en la fachada que tenía la imagen de un chino vieron pasar las columnas de requetés con sus boinas rojas. A Baroja le parecía estar viviendo una de las historias de Aviraneta. Al regreso, uno de los rebeldes reconoció a Baroja y comenzaron a insultarle. Les hicieron bajar del coche y les pusieron frente a un paredón. A punto estuvieron de fusilarles, pero lo pensaron mejor y los llevaron a la cárcel. A las dos de la mañana se presentó un comandante que, después de hacerles el saludo militar, les dio la mano. Era Carlos Martínez de Campos, entonces conde de Llovera, luego duque de la Torre, heredero del título que Isabel II había concedido al general Serrano, dos veces jefe del Estado español, su abuelo. "Estos señores están en libertad", le dijo en tono de mando al sargento de la Guardia Civil que le acompañaba. El sargento pidió la orden por escrito y el militar la escribió en la hoja de un cuaderno.

Carlos Martínez de Campos fue miembro de la Academia de la Lengua y de la Academia de la Historia y el primer encargado de la educación del príncipe Juan Carlos.

Miércoles, 7 de junio
UN PUNTO Y SEGUIDO

Giuseppe Tomasi di Lampedusa dijo de Stendhal que "había logrado resumir una noche de amor en un punto y coma". Al general Alfonso Armada le bastó un punto y seguido para decirnos, sin decirlo, quién estaba al mando en la intentona golpista del 23-F.

El 24 de febrero, a la 1.15 horas aproximadamente, abandona el congreso tras impedirle Tejero que pase al hemiciclo para proponerse como presidente de un Gobierno de Salvación Nacional. Se dirige al hotel Palace para informar a sus superiores: "Doy parte al general Gabeiras. Es la 1.20. A la 1.23 se pone en pantalla el mensaje del rey".

¿Por qué el mensaje, ya grabado, no se emitió antes? Porque era la solución de recambio por si fracasaba el golpe. Y fue Tejero, que no sabía de sutilezas constitucionales, quien lo hizo fracasar. Todo estaba a la vista, al menos desde ese 1983 en que Armada publicó su alegato Al servicio de la corona, y sin embargo fuimos incapaces de verlo. Mérito del sutil memorialista, quien, sin embargo, no dudó en llevar a la cubierta un "Gracias, Alfonso" puesto en boca de quien tanto le debía.

Por si alguien piensa que esa intervención en el congreso fue una ocurrencia suya, Armada deja claro lo que la expresión "a título personal" significa. Lo hace unas páginas antes, y el buen entendedor que entienda. Se refiere a una conversación con Adolfo Suárez en presencia del rey: "Era domingo y después de misa pasé al despacho de su Majestad. Hablamos de la legalización del Partido Comunista, y sobre la reunión que había celebrado el Consejo Superior del Ejército relativa a este tema. Por encargo de su majestad, y aunque lo presentase como si fuese curiosidad propia, 'a título personal' yo había ido a visitar a algunos tenientes generales que habían formado parte en la reunión. No creo que deba dar los nombres, pero la información que de aquella reunión presenté a su majestad era muy completa y estaba contrastada. Estoy seguro de que cuantos me informaron lo hicieron con la convicción de que, a pesar de visitarles 'a título personal', yo les preguntaba para trasladárselo al rey".

También estaba seguro de que quienes le autorizaron para entrar en el congreso con su propuesta de un gobierno de concentración "a título personal" lo hacían con la convicción de que se trataba de un encargo del rey, que allá estaba en la Zarzuela impaciente por ver si salía bien. Solo cuando fracasó se decidió a llamar al orden a sus subordinados, que se habían sublevado contra el gobierno, pero que seguían estando —Milans del Bosch no menos que Armada— a sus órdenes.

Jueves, 8 de junio
PRÍNCIPE Y CICLISTA

No me resisto a la tentación de contar un "simpático" incidente que Armada refiere en sus memorias. Allá por 1955, cuando la educación de Juan Carlos de Borbón estaba a cargo de Carlos Martínez Campos, duque de la Torre, cuyo carácter parece que algo tenía que ver conmigo, fueron de excursión al Castillo de la Mota. Martínez Campos iba solo con el chófer en su vehículo porque tenía que leer unas novelas presentadas al premio Fastenrath, del que era jurado. El príncipe y Armada iban detrás en el Mercedes de Emilio García Conde. Al príncipe le gustaba conducir y se puso al volante. "En Olmedo estaba cerrado un paso a nivel. Al levantarse la barrera y arrancar, la aleta delantera del Mercedes dio un pequeño golpe a un ciclista y lo derribó. No fue nada. El muchacho se rompió un poco el pantalón sin otras consecuencias. Emilio resolvió el problema dándole unos billetes al ciclista 'para que arreglase una rueda y se comprase un pantalón nuevo'. Aquel quedó encantado por la generosidad. Ni se enteró de que el conductor del vehículo era el príncipe".

En el castillo se celebraba un curso de la Sección Femenina. La visita del príncipe resultó todo un éxito, aunque algo agobiante: "Materialmente se lo comían. Las mujeres son temibles cuando se excitan, y aquel día estaban realmente entusiasmadas". En la comida posterior, el príncipe contó al duque, como una anécdota divertida más, su percance con el ciclista. El duque no dijo nada, pero al final de la comida le dijo a Armada en un aparte: "Busca al herido, que te devuelva el dinero (que es de Emilio) y da parte del accidente a la Guardia Civil". Parece que el joven no era tan joven ni se había rasgado solo el pantalón, según reconoce Armada, que le intenta quitarle importancia al hecho. "Haz lo que te digo y calla. ¿No os dais cuenta de las consecuencias si se le gangrena? El príncipe se viene conmigo". No encontraron al herido (quizá ni lo buscaron). Y Armada añade a continuación: "A los pocos días enviaron a su Alteza Real el carnet de conducir. El ministro de Obras Públicas se lo mandó al general". O sea, que el joven príncipe al que tanto le gustaba la velocidad ni siquiera tenía carnet de conducir.

Unos años después ya podía cometer al volante todas las imprudencias que le diera la gana. ¿Que atropellaba a un ciclista? Pues ahí te pudras, hijo mío, que yo soy inviolable de acuerdo con la Constitución.

¡Y pensar que todavía quedan catedráticos de Derecho Constitucional que siguen apoyando esa bárbara interpretación, que va contra la letra y el espíritu de la llamada Carta Magna! Que santa Lucía les conserve la vista.

Por supuesto, Carlos Martínez Campos, con quien no me molesta en absoluto que me confundieran, duró poco como encargado de la educación del príncipe. Y así nos salió.



sábado, 3 de junio de 2023

En la retaguardia: Estos días azules

 



Sábado, 27 de mayo
NO CON MI VOTO

Mientras mis amigos se quedan con los niños en la playa de Perlora, yo espero en la estación de Candás el tren que me lleve a Avilés. Es el viejo Carreño de mi infancia, el tren de vía estrecha en el que iba cada mañana a estudiar a Gijón.

En la estación no hay nadie, ni viajeros ni empleados. Me queda un rato de espera y yo aprovecho para reflexionar, como manda el calendario, en las elecciones de mañana. He perdido la pasión y la ilusión de otros tiempos. Recuerdo bien la Primera vez, allá por 1977. No diré que ahora me den igual los unos que los otros (sigo prefiriendo los unos a los otros), pero he aprendido a matizar.

Avivar el conflicto de Ucrania, regalando armas y más armas y financiando mercenarios, me parece mal lo hagan los míos o los del bando contrario; dejar ahogarse en el mar a emigrantes sin papeles (o incluso ayudar a que lo hagan), me parece mal lo haga Meloni o Marlaska; criminalizar una votación y apalear a los votantes, por muy catalanes que sean, me parece una barbaridad; encerrar a los niños en sus casas, no dejarles pisar la calle ni para ir al médico, con el pretexto de "proteger" a los abuelos, me parece una criminal estupidez; no permitir tomar café en el interior de un bar si no muestras el certificado de que te has vacunado de una vacuna que no impide (según información oficial) ni que te contagies ni que contagies... Prefiero no decir lo que me parece. Y todo eso lo ha hecho y lo hace el partido al que voté durante años. Pero no voy a votar al partido contrario (que habría hecho lo mismo) ni voy a abstenerme.

Pasa de la hora prevista y no llega El tren. Nada más angustioso que estar solo en una estación vacía esperando un tren que no llega. Pero llega al fin. La historia continúa. ¿Por los mismos malos pasos de siempre? Es posible. Pero, a partir de ahora, tendré mucho cuidado para que la barbarie no cuente con mi voto.

Domingo, 28 de mayo
LLEVAR LA CONTRARIA

El voto es secreto, dicen. El mío no. Encontré, por fin, a quien votar. A Covadonga Tomé, de Podemos, pero del Podemos de la primera hora, no del apoltronado, y a Gaspar Llamazares, que me parece que representa lo mucho salvable de los antiguos ideales comunistas (y que conste que yo nunca he sido comunista).

"Tú lo que has sido siempre es muy de llevar la contraria", me dice un amigo. Y no deja de tener razón. Pero no se la llevo a cualquiera. Solo al rebaño que embiste si le ponen delante un trapo rojo, o viceversa.

Lunes, 29 de mayo
MI NOVELA FAVORITA

Me gusta la jugada de Pedro Sánchez. Pierde una partida e inmediatamente inicia otra apostando al todo o nada. A ver qué pasa ahora. La verdad es que vivimos tiempos interesantes. Pero siempre lo han sido, al menos desde que yo tengo conciencia histórica, que fue allá por 1968 o 1970.

La historia que se va haciendo día a día es mi novela de intriga favorita. ONU nunca sabe lo que va a pasar en el capítulo siguiente.

Martes, 30 de mayo
PASABA POR ALLÍ

Para las personas tan rutinarias como yo, todo se convierte en aventura. Hoy es fiesta local y cierra la cafetería a la que suelo ir por las tardes. Aprovecho para entrar en el bar Cundo, un bar mítico cuando yo estudiaba filología y la facultad estaba en el antiguo convento de San Vicente. Era un bar famoso por las curdas que allí pillaban algunos profesores, y supongo que también estudiantes.

            Entré esta tarde atraído por una misteriosa terraza junto a la muralla. Era la terraza del Cundo y a ella se accede por una escalera metálica. Un lugar muy adecuado, en aquellos años remotos, para conspirar, fumar maría o encontrarse con un amor clandestino. Y ahí sigue, refugio de supervivientes.

            Recorro luego, con el último sol de la tarde, la calle Paraíso y a la memoria me vuelven viejas historias más o menos tremebundas. Yo no fui el protagonista, sino cercanos amigos que recordar no debo (aunque puedo). Me temo que todo lo que de apasionante pasó en mi vida le pasó a otros. Yo solo pasaba por allí. O eso quiero creer (o hacer creer).

Miércoles, 31 de mayo
COMENTARIO DE TEXTO

Una vez, cuando estuvo en Avilés como jurado del premio Ana de Valle, le escuché a José García Nieto presumir de su facilidad versificadora: “Si me propongo dedicarle un soneto a los gemelos de mi camisa, soy capaz de hacerlo en un cuarto de hora”.

            Desde entonces, dejé de leer yo sus sonetos (y todo lo demás). Los miércoles me viene a la cabeza esa anécdota cuando Jon Juaristi nos asaetea en la tertulia con los dos o tres sonetos que acaba de escribir contra la izquierda lerda en general y contra mí en particular.

            Pero a Juaristi, al otro Juaristi, no al rey del ripio y marqués del improperio, seguiré leyéndole. Siempre apreciaré “la tersa palabra, el verso claro, / conciso, exacto, austero, el lenguaje hecho médula, / la precisión soberbia con que plasmó la vida / en secos fogonazos?”

Jueves, 1 de junio
COMIENZA LA FIESTA

—¿A qué ya no sigues celebrando tu cumpleaños durante todo el mes, García Martín, como hacías antes? A partir de cierta edad, cumplir años hace menos gracia.

            —Pues a mí me sigue pareciendo una maravilla. Si no fuera porque odio las fiestas, daría una que durara todo el mes para celebrarlo. No sé... Fletar un inmenso yate, tipo oligarca ruso o bribón español , y hacer un viaje desde Avilés a Estambul con escala en Lisboa, Cádiz, Tánger, Túnez, Nápoles, el Pireo, a la ida, y Venecia, Génova, Marsella, Barcelona, a la vuelta. Invitaría a veinte o treinta amigos, no más. Creo que lo pasaríamos bien. Pero detesto las fiestas, ya te digo, y alteraría bastante mi querida rutina. Me alegra cumplir años, qué le vamos a hacer. Y lo que más me Divierte es ver lo vieja que suele ser la gente de mi edad. La mayoría todavía escriben "solo" con tilde porque es lo que le enseñaron en la escuela y sus neuronas se ha solidificado y ya no dan para el más mínimo cambio. Cada año que cumplo, me hace más siglo XXI, un siglo que me gusta mucho y al que considero una suerte pertenecer.

           —No sé yo si te crees todo lo que dices. Creo que la procesión va por dentro. ¿No te aterra pensar que cada vez estás más cerca de la desaparición definitiva?

            —-Me aterra la muerte, como a todo el mundo, pero la muerte que llega antes de tiempo, no la que está al final del camino. Esa, bienvenida mar. Otro regalo. La nada siempre me ha parecido el gran invento de Dios. Recuerda a Machado: "Cuando el ser que se es hizo la nada / y descansó, que bien lo merecía, / ya tuvo el día noche y compañía / tuvo el hombre en ausencia de la amada".

            —Metafísico estáis. .. ¿Piensas que se te seguirá leyendo allá por el siglo XXII o XXIII?

            —Se me seguirá leyendo, pero poco. Casi tan poco como hoy. Pero no te preocupes. Si no me quejo ahora, tampoco lo voy a lamentar entonces.

Viernes, 2 de junio
A DONDE SEA

Cruzo cada mañana, a las diez en punto, cuando ya he terminado de escribir, el parque de San Julián de los Prados, camino del primer café, siempre con un libro en la mano y siempre con un libro distinto. Hoy le toca el turno a una breve novela desconocida de Francisco Umbral. En la primera página, me encuentro con chopos y álamos afilados que cortan "la rica brisa del verano en largas rebanadas que entran por las ventanillas del tren".

            Saboreo yo esas rebanadas, los dispersos trinos y el frescor de la hora, y dejo que el tren de la vida me lleve a donde sea, con las ventanillas bien abiertas a la belleza del mundo.