sábado, 30 de diciembre de 2023

Coraje y alegría: Buena suerte, buena suerte

 

Domingo, 24 de diciembre
CENO SOLO

---A veces tengo la impresión de que soy un extraterrestre, de que solo en apariencia soy como los demás.

            ---Bueno, esa impresión la hemos tenido todos en algún momento, Martín, no eres el único.

            ---¿De veras? ¿Tú también la has sentido alguna vez? Ahora en Navidad es cuando más extraña veo a la gente normal. ¿Te has dado cuenta de que son como polillas? Les encienden unas cuantas luces en el centro de la ciudad y allá se amontonan todos, dando vueltas y más vueltas, como hipnotizados, alrededor de ellas.

            ---Pues tú también has venido a verlas y aquí estás en el Campo de San Francisco, como todo el mundo, esperando que llegue la hora de la cena. Por cierto, ¿con quién vas a cenar?

            ---Solo.

            ---Qué triste.

            ---Triste, ¿por qué? Todos los días ceno solo, salvo cuando tengo algún compromiso amical o laboral, y lo paso muy bien.

            ---¡Pero en Nochebuena! ¿No te vienen recuerdos de cuando eras niño, toda la familia alrededor de la mesa, y el belén y la zambomba y el turrón y todo eso?

            ---Pues no, no me vienen. Debe ser que cuando me mandaron a la tierra con apariencia humana se olvidaron de implantarme esas melancolías.

            ---Va a ser verdad que eres un extraterrestre. Aunque creo que te vas asimilando. Cuando yo te conocí, allá por los setenta, eras bastante más alienígena. Ahora, si uno no se fija mucho, hasta podría confundírsete con un ser humano como cualquier otro.

            ---No sé si eso puede tomarse como un elogio.

            ---Dejémonos de metafísicas y ven a tomar algo en el Aguaducho. Mira qué animado está. ¿Y qué libro traes? ¡Nunca te he visto sin un libro en las manos! No se si vienes de otro planeta, pero sí es así, seguro que estaba lleno de bibliotecas.

            ---Lo acabo de comprar. Resulta que en el Fontán, a estas horas, había una librería abierta. En la puerta, unas cajas de libros a un euro. Y el primero que veo es uno mío, Lecturas y lugares, que publiqué hace años y del que no tengo ningún ejemplar. El ángel durmiente de la cubierta es una fotografía que hice en el cementerio acatólico de Roma y la última –el libro está ilustrado-- es una foto hecha desde el balcón de mi casa en Aldeanueva.

            ---Me gusta la nota de la contraportada. No sé si la has escrito tú. Pero podría servir de resumen de toda tu obra: “Para José Luis García Martín, darse una vuelta por el ancho mundo o pasearse sin prisa entre los estantes de una biblioteca no resultan actividades muy diferentes. Los libros son ventanas de papel que nos permiten asomarnos a la gozosa variedad del mundo y las ciudades volúmenes ilustrados de una inagotable biblioteca hecha de calles, piedras y nostalgia. Nápoles, Lisboa, Ginebra, Roma, Nueva York o Venecia se hermanan así con Leopardi, Pessoa, Borges, Byron o Nietzsche. Un rincón revisitado o unas líneas recordadas le sirven al autor para contarnos una historia, recrear una emoción. Las imágenes, que pretenden ser algo más que un prescindible adorno, sirven de punto de partida al viaje de la memoria”. ¡Un buen regalo navideño!

            ---Los mejores regalos los hace el azar, ya se sabe. Otro regalo son esas luces reflejadas en el agua del estanque que le dan al parque un aire de oriente. Me traen a la memoria un poema de Li Po: “Me aparté un instante de la fiesta. / Hasta mí llegaban solo hilachas de música y de risas, / Me siguió la alta luna, y los dos solos / cuchicheamos junto a la alberca del jardín / tiernamente, como dos enamorados”.

            ---¡Afortunado eres! Bien mirado, cenar solo en Nochebuena, y por gusto, no porque no quede más remedio, es un lujo que pocos pueden permitirse.

Lunes, 25 de diciembre
LA PREGUNTA DE LA ESFINGE

Estoy leyendo, releyendo, el último libro de Guillermo Carnero en Los Prados, tras la comida navideña en Avilés, cuando de pronto alzo la vista y me encuentro con la respuesta a la pregunta de la esfinge: “¿Cuál es el animal que primero camina a cuatro patas, luego con dos y finalmente con tres?”. Se me acerca un amigo apoyado trabajosamente en un bastón y yo, que le conocí cuando tenía veinte años, le veo convertido en un anciano en un abrir y cerrar de ojos, como en un poema de Francisco Brines.

            Mis amigos siempre han sido más jóvenes que yo y no acabo de acostumbrarme a verlos tan viejos como yo, o más. Supongo que yo también envejezco, igual que les pasa a todos, pero soy tan distraído que no acabo de darme cuenta.

Martes, 26 de diciembre
JARDÍN BOTÁNICO

Siempre que visito un jardín botánico, recuerdo el primero que visité. Fue en Coímbra, en un remoto verano de deslumbramientos y melancolías. Aquel jardín botánico, que antes de ver había leído en Eugenio d’Ors, quería ser ante todo un jardín, con sus parterres, sus fuentes susurrantes y sus rincones para enamorados.

Con una familia amiga y sus dos niños, Yara y Martín, me acerco hoy hasta el jardín botánico de Gijón. Contiene un jardín romántico y un laberinto de laureles, pero lo que más me admira es lo que menos tiene de jardín: la aliseda junto al río, las praderas, los huertos y, sobre todo, la prodigiosa carbayera del Tragamón.

            En la tienda de plantas, compro una diminuta prímula amarilla, que florece en otoño e invierno, y pierde sus hojas en primavera, al contrario que Perséfone y el resto de las plantas. Es como yo: le gusta llevar la contraria.

Miércoles, 27 de diciembre
UNA MUJER CON PASADO

Los chismes parecen cosa demasiado frívola para que de ellos se ocupe la gente seria, pero pueden cambiar el curso de la historia. Leo las páginas que Miguel Martorell Linares le dedica a Santiago Alba en el libro Progresistas, coordinado por Javier Moreno Luzón, y me entero por fin de las razones por las que hubo un aplauso casi generalizado cuando Miguel Primo de Rivera le convirtió en chivo expiatorio de la vieja política: Dos asuntos relacionados con su vida privada eran la comidilla de los círculos aristocráticos. Era el primero que Alba ganaba mucho dinero con su bufete y no tenía reparo en gastarlo, actitud que le valió los sambenitos de derrochador, petulante y ostentoso. Y el otro que su segunda mujer –Alba enviudó de la primera en 1912-- tenía un pasado, lo que, amén de una marea permanente de rumores y comentarios maliciosos, generó a su alrededor un clima de vacío social digno de la pacata sociedad victoriana que Oscar Wilde retrató en El abanico de lady Windermere”.

Un periodista, Delgado Barreto, se especializó en publicar artículos y libelos contra el político. Santiago Alba, entonces ministro de Estado, no hizo nada para impedirlo. “Ya se sabe que no tengo la aberración de asomarme a la boca de las letrinas. Por eso no leo semejantes papeluchos”, le escribió a un amigo. Pero parece que el rey sí los leía y le hacían gracia y no tuvo inconveniente en recibir en palacio al libelista.

             Al caer la dictadura, cuando el régimen hacía agua por todas partes, fue hasta París para pedirle a Santiago Alba que formara un gobierno que impidiera el derrumbe. Alba se negó. Hay quien dice que incluso sugirió que pidiera ayuda a Delgado Barreto.

Ya se sabe lo que pasó después. Un gobierno bien intencionado e inepto, presidido por el almirante Aznar, trató de salvar los muebles y solo sirvió para acelerar la llegada de la república.

            Sin esos chismes sobre Alba y el pasado de su segunda mujer (luego hubo una tercera, que antes fue su secretaria) quizá la historia habría discurrido de otro modo.

Jueves, 28 de diciembre
YA NO

Había quedado con José Luis Piquero y Bárbara Grande en Atípiko, mi despacho desde que me expulsaron de Los Porches, y les llamo para anular la cita: he de hacer de guía en Avilés, una de mis ocupaciones favoritas.

            ---¡Ya no eres el que eras!

            ---Cierto, ya no soy el perfecto autómata, ya no estoy cada día en los mismos sitios y a las mismas horas. Los años le cambian a uno. Y no siempre para mal.

Viernes, 29 de diciembre
LO IMPORTANTE

Como los estorninos que se juntan en bandadas al atardecer y dan vueltas y más vueltas aturdidos y como aterrados, así la gente cuando un año más se acerca a su final.

Yo trato de que esa histeria colectiva no me afecte. Algo me afecta, sin embargo, esta alegre tristeza (o al revés).

Pero yo no soy de los que dicen “un año menos”, sino “un año más”. Y van setenta y tres (y seis meses de propina). Y en todo ese tiempo, si no siempre tuve quien me quisiera (eso nunca se sabe), siempre tuve a quien querer, que es lo importante.



 

sábado, 23 de diciembre de 2023

Coraje y alegría: Madres e hijos

 

Jueves, 14 de diciembre
EL EDÉN

Soy una persona más bien sedentaria, aunque nada casero. Salvo para dormir, apenas paro en casa. Pero los viajes que prefiero son a pie y de ida y vuelta en el día. Tengo, sin embargo, unos pocos lugares por el mundo a los que me gusta volver. Unos generosos amigos se ofrecen a llevarme hasta Arcachon y es una invitación que acepto de inmediato. Allí pasó sus últimos días felices Manuel Azaña y allí pasé yo unos pocos días en familia.

            Azaña llegó a Arcachon a finales de 1939, tras el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, temiendo la entrada de los alemanes. Venía con su mujer y con la familia de su cuñado y secretario, Cipriano Rivas Cherif. Se alojaron en casa de unos amigos y al día siguiente, apenas desayunados, salieron a deambular por la carretera de las dunas y los caminos transversales del pinar en busca de un vivienda para alquilar. Al regreso vieron una mansión que sobresalía sobre las demás. Azaña quedó enamorado a primera vista. “No hubo manera ya –escribe Rivas Cherif—de que pudiese gustarle cualquier otra. Situada al pie de la carretera, en el fondo de la bahía, de boca a la gran duna frente al mar libre, entre playa y pinar, en medio de un jardinillo menos frondoso que otros circunstantes, pero con el aislamiento suficiente, hacía honor a su nombre, El Edén”.

            Y el Edén fue por muy pocos días. No tardó en llegar la zarpa de la Gestapo, azuzada por la policía española. Azaña escapó por bien poco a Montauban; a su secretario lo atraparon y lo condenaron a muerte, aunque finalmente esa pena no se cumpliría.

            Busco yo el Edén en Pyla-sur-Mer y no soy capaz de encontrarlo entre tantas hermosas mansiones frente al mar y las dunas. Lo encontré en Andernos-les-Bains, en el centro de la bahía. Para llegar hasta allí hay que cruzar una serie de pequeños pueblos: Biganos, Audenge, Lanton, cada uno con su iglesia, su ayuntamiento y su monumento a los caídos en la Gran Guerra o a algún prócer local.

Cuesta llegar a Andernos. Aparcamos cerca del bosque de Broustic, donde una mariposa se posó sobre mi cabeza, y mientras mis amigos se sientan a descansar, yo recorro solo los lugares de aquel remoto verano. Siempre en estos casos me viene a la memoria el comienzo de un poema de Félix Grande: “Donde fuiste feliz alguna vez, no debieras volver”. Pero yo vuelvo y algo de la felicidad de entonces me llega con este sol recién aparecido, tras varios días de viento y lluvia, que hace brillar las aguas de la laguna en torno a mí, al final del inmenso embarcadero. 

Viernes, 15 de diciembre
LAS REVOLUCIONES
 

Dando una vuelta poco después de amanecer, como me gusta hacer cada día antes de que la ciudad se desperece del todo, llego a una plaza cerca de la catedral. En su centro, hay un monumento funerario y lo primero que leo en él es esta inscripción: “Les révolutions justes / sont le châtiment / des mauvais rois”. ¿A qué revolución justa que castigó a un mal rey se referirá? Doy la vuelta y veo que se levantó en 1831 y está dedicado a un estudiante de medicina, de 24 años, y a un obrero de 27 muertos por la libertad en julio de 1830. Luego, más abajo, se colocó otra placa, a la memoria de un panadero, Louis François, llamado Achile Dubroca, muerto en las barricadas de París en febrero de 1848.

            Una revolución puso en el trono a Luis Felipe, el rey ciudadano; la otra le obligó a abdicar y proclamó la república. Mucha agua ha pasado desde entonces bajo los puentes del Adour y del Nive, pero ahí sigue ese homenaje a la gente común que sale a la calle dispuesta a cambiar la historia.

Domingo, 17 de diciembre
HISTORIAS CON ÁNGEL

Quedo a tomar un café con Rafael Alarcón Sierra, catedrático de la Universidad de Jaén, que ha venido a Oviedo como jurado del premio Ángel González de investigación literaria. Dice que me lee todas las semanas y, aunque no dejamos de practicar el cotilleo literario, tiene buen cuidado de no revelar ningún secreto del sumario que pueda yo contar en mi diario y le haga quedar mal ante sus colegas. No cuenta nada, soy yo quien lo cuenta todo. Por ejemplo, que a ese premio internacional dotado con cinco mil euros y la publicación del libro, solo se ha presentado una tesis de la Universidad de Barcelona. Ganó, por supuesto. “Y por supuesto –le digo yo al discreto Rafael--, el jurado puede irse con la satisfacción del deber cumplido: le dio el premio al mejor de los trabajos presentados”. Y al peor, añado para mí.

            Da la impresión de que este premio es como esas oposiciones a las que renuncian todos los candidatos menos uno porque ya están concedidas de antemano.

            “Yo es la primera vez que vengo –me dice Alarcón Sierra--, pero no creo que eso sea cierto. A ti lo que te pasa es que estás un poco resentido con la directora de la cátedra porque te tiene vetado. ¿Qué le habrás hecho?”

 “No ser lo suficientemente elogioso en la reseña de un libro suyo. Creo que soy el único amigo y estudioso de Ángel González que no ha participado en la cátedra. Quizá por eso veo caciquiles tejemanejes y despilfarro de dinero público donde solo hay rigor académico y funcionarial.”

Lunes, 18 de diciembre
UN REGALO

Entro en la librería del centro Reto, mi favorita desde que José Manuel Valdés me expulsó de la suya, y Nelly, la encargada, me dice: “Tengo una sorpresa para usted. Un libro de un gran escritor dedicado por el autor. Le va a hacer mucha ilusión”.

Y me la hace verdaderamente, aunque no sé si mucha más gente, aparte de ella y yo, estará de acuerdo en lo de gran escritor. Se trata de mi libro Autorretrato de desconocido, publicado en 1979 y dedicado en junio de 1980 a José Vega Merino, el poeta de cuya biblioteca proceden casi todas las maravillas que aquí voy encontrando.

Recordaba su único libro, Lo que a mí me pasa, publicado en la colección Provincia y leído en su momento, pero no  que le hubiera enviado el mío. Cuarenta y tres años después, vuelve a mis manos. A la memoria me vienen unos versos de Ángel González: “Yo mismo me encontré frente a mí mismo / en una encrucijada”

 “Se lo quiero regalar. Es mi regalo de Navidad”, me dice Nelly. Un emocionante regalo, que sumo a todos los que me hace llegar casi cada día José Vega Merino: hoy una rara edición, de 1907, de los Cantos de vida y esperanza, de Rubén Darío, con hermosa tipografía, que releo como si fuera la primera vez: “Hermano, tú que tienes la luz, dime la mía. / Soy como un ciego. Voy sin rumbo y ando a tientas. / Voy bajo tempestades y tormentas, / ciego de ensueño y loco de armonía”.

Miércoles, 20 de diciembre
REVELACIONES

Con motivo del atentado contra Carrero Blanco, hace exactamente medio siglo, se han venido publicando diversos reportajes. Nada añaden a lo que ya se sabía, salvo la entrevista de hoy, en El País, con Eduardo Sánchez Gatell. Su madre, la poeta Angelina Gatell, y la mía coincidieron más de una vez, en el frío invierno de 1974, ante la cárcel de Carabanchel a la espera de que las dejaran pasar para ver a sus hijos.

El titular no dice toda la verdad: “Al matar a Carrero Blando, ETA quiso obstruir la salida democrática al franquismo”. Quien quiso obstruir esa salida fue un grupo de disidentes del partido comunista, encabezados por Eva Forest y Alfonso Sastre, que frente al pactismo de Carrillo querían exacerbar la represión para propiciar la lucha armada. Eva Forest  fue decisiva en el atentado contra Carrero. El otro atentado, el más bárbaro, el de la calle del Correo, fue casi por entero obra suya. Ante Eduardo Sánchez Gatell se mostró orgullosa del crimen; Sastre dijo que “era nuestro Moncada”, el desencadenante de una revolución tan gloriosa como la cubana.

            Cuando ETA trató de desentenderse de aquella barbarie, se dijo que era una provocación de la extrema derecha; lo era, pero de la extrema izquierda. Si Eva Forest delató con tanta facilidad a los que colaboraron con ella –intelectuales y profesionales prestigiosos la mayoría de ellos-- fue quizá para crear un grupo de héroes que la acompañaran hasta la victoria final.

            Solo yo no encajaba allí. Eduardo Sánchez Gatell era partidario de la lucha armada y participó en las reuniones con Eva Forest y Argala en las que se preparó el primer atentado, y también en las que llevaron al segundo. A él lo amnistiaron, mi causa fue sobreseída. Yo era el único que, ni por activa ni por pasiva, tenía nada que ver con aquella barbarie, aunque estoy seguro que no me trataron a mí mejor que a él, más bien todo lo contrario. Pero la angustia de su madre y la mía esperando a las puertas de Carabanchel para vernos no hay duda de que era la misma.




 

 

 

sábado, 16 de diciembre de 2023

Coraje y alegría: Noria y Gaza


 

Domingo, 10 de diciembre
HISTORIAS DE TERROR

Me gusta repetirme, pero la vida nunca se repite. Salgo de viaje con unos amigos y el azar me hace detenerme en Laredo. Solo una vez había estado aquí, hace años, en un curso de verano que dirigía Emilio Alarcos y en el que participaban, entre otros poetas del cincuenta, Claudio Rodríguez y José Agustín Goytisolo. Al primero apenas tuve ocasión de saludarle; con el segundo, charlé largamente algunas noches.

De aquella estancia me traje un poema, dedicado a la iglesia de Santa María de la Asunción, una iglesia fortaleza que está en un alto y tiene detrás el cementerio. No recordaba el poema, publicado en un libro de hace treinta años, pero la magia del móvil –a la que ya no damos ninguna importancia-- me permite volver a leerlo: “A tu amparo sestean las Seis Calles, / altiva y desdeñosa carcelera, / firme como una roca a pesar de los siglos. / Sigue así, vigilante, hasta el fin de los tiempos. / Si te duermes un día, ¿qué será de nosotros? / Ellos nunca descansan. ¿No los sientes / tras de ti, en su corral, / masticar flores y retorcer cruces, / envenenar el aire con su aliento? / Siempre están al acecho de un descuido; / no nos perdonan que sigamos vivos”.

            Tras la iglesia, está el cementerio y yo entonces lo vi como un corral de zombis dispuestos a saltar sobre los vivos en cualquier momento. Vuelvo a asomarme y ahora no siento ningún temor. En letras blancas sobre mármol negro, se lee en una placa de la entrada: “Aquí yacen los que formaron / parte de nuestras vidas / y siguen formando parte de ella / mientras sigan en nuestro recuerdo”. Y cuando nadie los recuerde desaparecerán para siempre, como desapareceremos todos.

            Tras Laredo, donde había estado una vez con poetas y zombis, llega la sorpresa de Guetaria, donde nunca había estado. Lo que más me sorprende es el faraónico monumento dedicado a Juan Sebastián Elcano. Se construyó hace cien años, cuando se conmemoraba otro centenario de la primera vuelta al mundo, y es una especie de hueca pirámide con varias terrazas a diversas alturas. Lo corona una Victoria alada, creo que de Victorio Macho, que más que a la de Samotracia recuerda a una momia que se levantara de su tumba. O eso me parece a mí.

En lo alto, una placa recuerda a los que sobrevivieron a aquel largo viaje. Cuántas historias de terror podrían ambientarse en este lugar. En torno, un escenario de tarjeta postal, con el puerto pequero, las luces de Zarauz, un faro que parpadea en la lejanía, la costa de Francia insinuada, el monte con forma de ratón que protege a los barcos, la alta torre de la iglesia que cuida de las casas apiñadas y en desnivel, los niños que juegan, las parejas que pasean, la música navideña… Y de pronto el monstruo que comienza a descender esparciendo el terror.

Lunes, 11 de diciembre
VIEJOS VERSOS

Lo primero que me sorprende al llegar a Bayona es la gran noria frente al teatro en la plaza que está donde se encuentran los dos ríos, la Nive y l’Adour. No pierdo ocasión de subir a ella, incluso antes de dar ese largo paseo de reconocimiento habitual cuando vuelvo a un lugar que frecuento poco y al que tengo cariño.

De Bayona me enamoré, antes de conocerla, en las páginas de Baroja y en las viejas historias de las guerras carlistas. Baroja dictó aquí sus Canciones del suburbio, ese destartalado libro de versos que a mí me gusta tanto: “Desde la abierta ventana / de mi cuarto, al madrugar, / veo el pueblo de Bayona / un día primaveral. / Encima de las murallas, / con severa majestad, / se yerguen las dos agujas / de la vieja catedral, / frías, pálidas y tristes / del alba en la claridad”.

            Cuando se detiene un momento la noria en lo más alto, veo yo las dos torres de la catedral, y la catedral entera, sobre los tejados de la ciudad, y veo el ancho Adour, color de chocolate, y las fachadas del Santo Espíritu reflejándose en él borrosas y temblorosas, el reloj de la estación como el ojo de un cíclope contemplándolo todo, y veo el otro río entre la Pequeña y la Gran Bayona, y las fachadas con la cruz de san Andrés, y el crepúsculo que se abre paso entre las nubes.

            El día está fresco y desapacible y la noria da vueltas con los cangilones vacíos. Por un momento creo que la voy a tener toda para mí. Pero de pronto llega una pareja con un niño de dos o tres años y un bebé que el padre lleva sujeto a pecho, o al cuello, como decimos en Asturias. Un solitario viejo y una familia joven, cada uno en su cesta, dando vueltas y más vueltas. Me parece símbolo de algo, no sé de qué. De lo que estoy seguro es de que el niño de tres años no disfrutó más que yo con la aventura.

            Luego, en el paseo nocturno antes de regresar al hotel, me siguen volviendo a la memoria versos de Baroja: “Son las diez de la noche, / el pueblo está desierto: / no hay un alma en las calles, / ni el menor movimiento. / Por el puente de piedra / pasa negro y siniestro / el Adour silencioso / con un vago lamento. / A lo lejos se ven / luces de un astillero, / unas ventanas rojas / y barcos en el puerto / que destacan sus palos / en el oscuro cielo”.

            Y con esos versos se enlazan otros versos míos, escritos hace casi medio siglo, y que creía olvidados para siempre igual que el personaje que los protagoniza: “Una plaza borrosa y una vida / también borrosa y hosca y sin salida. / Trivial el gesto con que alguien se ofrece / ahora que hace sombra y frío y no amanece. / El ruido de unos pasos en la ciudad vacía. / No sé tu nombre. Calla. Nunca será de día”. 

Martes, 12 de diciembre
BELLEVUE

A las melancolías de ayer, sucede la alegría de regresar a Biarritz, un Biarritz de invierno, desconocido para mí. Un mar que parece particularmente enfadado se estrella contra los islotes rocosos de la Gran Playa, más grande ahora que la veo por primera vez sin nadie.

            Me acerco hasta el mercado, paseo por calles que todavía se desperezan y siento, no sé por qué, que aquí no puede ocurrir nada malo. De sobra sé que no es verdad. He leído el libro de Fernando Castillo sobre Biarritz y estoy al tanto de su decadencia y de sus puntos negros. Pero yo nunca he vivido en este lugar, siempre he estado de paso, solo una noche dormí en el Hotel París, en la plaza de Bellevue, frente al antiguo casino y con el faro parpadeando como la estrella más brillante de todas.

Siempre he estado de paso en Biarritz, en buena compañía o solo (que para mí suele ser también estar en buena compañía) y por eso lo asocio al verso de Baudelaire: aquí todo es “lujo, calma y voluptuosidad”, aunque mis lujos no pasan de tomarme un café y escribir algunos versos en la patisserie Miremont.

Miércoles, 13 de diciembre
CAFÉ CENTRAL

Desayuno en el Café Central, al comienzo de la Rue du Port Neuf, que con sus arcadas y chocolaterías, es mi calle favorita de Bayona. Un café de otro tiempo, en el que me imagino largas conversaciones y partidas de mus o de ajedrez.

Hojeo el periódico, el Sud Ouest, y me voy enterando de las noticias locales, los mismos perros con distintos collares. Esa felicidad de estar de paso, de dejar al margen por un tiempo las pequeñas miserias de la vida cotidiana (o las tragedias del mundo) se interrumpe cuando entra en el local un grupo ruidoso de españoles. Hablan de la tragedia de Gaza, que yo egoístamente había olvidado, y me dan ganas de intervenir en la conversación.

            ---Lo que está pasando en Gaza no tiene nada que ver con el Holocausto, no confundamos las cosas. Los israelíes no actúan como los nazis, con sus hornos crematorios, esa barbarie no tiene comparación. Lo que están haciendo se parece más al genocidio armenio, allá por la época de la Primera Guerra Mundial, cuando los turcos expulsaron de sus casas a los armenios, los obligaron a concentrarse en parajes inhóspitos y los fueron asesinando allí o por el camino. Y lo que hacen los colonos ilegales en Cisjordania es revivir la epopeya del Far West, igual que en las películas que veíamos de niños. Van avanzando con sus cultivos y su ganado y exterminando como alimañas salvajes a los nativos que encuentran al paso. Antes eran los indios, ahora los palestinos. Y el mundo civilizado, si no aplaude, como aplaudíamos en el cine, sí disculpa o mira hacia otro lado.




 

viernes, 8 de diciembre de 2023

Coraje y alegría: A las barricadas

 

Sábado, 2 de diciembre
EL ROBO DE JUAN BELMONTE

A Juan Belmonte, matador de toros, le conocía, como todo el mundo, por la biografía de Chaves Nogales. Hoy me lo encuentro en un libro, ¿Cómo y cuándo ganó usted la primera peseta?, que es una fascinante colección de vidas, una excursión a la España de hace un siglo. Un periodista, Francisco Gómez Hidalgo, hizo la pregunta que luego puso como título al volumen en que recogió las respuestas “a las más populares figuras españolas contemporáneas”. Muchas de ellas nos son hoy completamente desconocidas, pero ahí están Ramón y Cajal, Ortega, Unamuno, Pérez de Ayala, Azorín, y también gentes hoy menos presentables, como Martínez Anido o Millán Astray, quien en la adolescencia se dedicaba a “fustigar a los tiranos, cantar las grandezas de la libertad, abominar de la esclavitud: mis tendencias democráticas me habían valido que se me conociese por Sagasta, que en aquella época era el portaestandarte de las libertades”. Abundan los pequeños detalles que nos permiten evocar ese tiempo mejor que tantos volúmenes de historia. La respuesta que a mí más me emociona es la del célebre Juan Belmonte.

            ---Tu pregunta me pone en grave compromiso, si he de ser, como seré, sincero. Porque antes que torero, yo he sido… ¡ladrón! Todas las tardes, cuando tenía siete años, me gustaba ir con mis amigos a ver entrar los barcos en el puerto de Sevilla. Un día, por el mes de diciembre, jugaba yo con otro amigo, que es hoy también matador de toros, cerca del muelle. En un sitio de descarga vimos varios sacos que contenían batatas de Málaga. Uno de ellos dejaba asomar entre sus rotos magníficos ejemplares de ese fruto. Una mirada nos bastó para ponernos de acuerdo y vaciar en un santiamén todo el saco. Luego, en la puerta de la Carne, y por cinco reales, entregamos a un verdulero la mercancía. Aquel “trabajo” me proporcionó el primer dinero que gané en mi vida, dinero, te lo diré todo, que sirvió para comprar leche para el biberón de mi hermano Manolo.   

Domingo, 3 de diciembre
ELOGIO DE NAPOLEÓN

Si Napoleón no hubiera existido, si el Napoleón de Ridley Scott fuera un personaje de ficción, qué inverosímil resultaría. Se le ha reprochado a esta película su falta de rigor documental, a mí lo que me llama la atención es su falta de credibilidad. ¿Ese inexpresivo y tontorrón que a veces parece una figura de cera conquistó el mundo?

Tras la entrecortada sucesión de brillantes estampas, abro al llegar a casa uno de los tomitos del Diario de Santa-Helena, escritos por el conde de Las Casas, y que yo tengo en una edición impresa en París en 1826. El azar me lleva a sus consideraciones sobre la justicia: “Las leyes que en teoría son un ejemplo de claridad, vienen a ser muchas veces un verdadero caos en la aplicación porque los hombres y sus pasiones deterioran todo lo que manejan. No hay medio de escaparse de la arbitrariedad del juez, sino colocándose bajo el despotismo de la ley”.

No hay medio de escaparse de la arbitrariedad del juez, cuando el juez es juez y parte, pienso yo viendo el revuelo de togas que hay ahora en España.

            No era Napoleón un militarote, una especie de Hitler que llevó la muerte y la destrucción a Europa, como parece que quiere hacernos creer Ridley Scott. En octubre de 1808 se encontró con Goethe, cuya obra admiraba. Goethe quedó deslumbrado. Años después, ya derrotado Napoleón y muerto en Santa Helena, cuando no tenía motivo para adularle, escribió: “Su vida fue el paso de un semidiós. Bien podría decirse de él que se encontraba en un estado de continua iluminación. Por esta razón, su destino fue más brillante que cualquiera que el mundo haya visto antes que él e incluso es posible que después de él”.

Lunes, 4 de diciembre
PIENSO COMO TÚ

---¿Qué quieres que piense de lo que está ocurriendo en Gaza? Pues lo mismo que piensa cualquier persona, sea de derechas o de izquierdas, judío o musulmán, filosemita o antisemita, vote a Vox o a Podemos, si conserva algo de humanidad. ¿Qué pensarías tú si el 7 de octubre, imprevistamente Israel hubiera iniciado una ofensiva relámpago contra la franja de Gaza, matando a más de mil personas, hombres, mujeres y niños, y en respuesta las tropas de Hamás, bien pertrechadas por su aliados, hubieran comenzado a bombardear Israel y luego lo hubieran invadido y obligaran a la población a concentrarse en el sur y luego siguieran bombardeando y atacando hospitales, con el pretexto de que allí se esconden militares y colonos que asesinan a palestinos en Cisjordania, y redujeran a escombros a Tel Aviv, y Rusia y China e Irak enviaran armas y más armas, drones asesinos y más drones, y la Unión Europea, con la boca chica, dijera que ya está bien, que lo de asesinar a más de mil palestinos es un crimen, un delito de terrorismo, pero que asesinar a cambio al doble, al triple, diez veces más, cien veces más, es pasarse un poco, que por favor moderación, que ya está bien, pero ellos siguieran matando y retirando embajadores si algún país se atreve a formular algún reparo ante tanta barbarie? ¿Qué pensarías tú si pasara eso? Pues eso es exactamente lo que pienso yo, que creo que asesinar a un judío o pretender borrar de la faz del mapa el Estado de Israel es un crimen tan execrable como asesinar a un palestino o convertir en un campo de exterminio la franja de Gaza.

Martes, 5 de diciembre
SUMAR Y RESTAR

Podemos sale de Sumar, donde entró a regañadientes, y la derecha que parece haber heredado su vocación antisistema se frota las manos. No sé yo si tienen motivos para ello. Me temo que a Sumar le hacían más daño dentro que fuera.

            Yo les voté en las elecciones autonómicas y no me arrepiento de haberlo hecho. Quienes parecen haberse arrepentido son ellos, que han expulsado del partido a la única diputada que tienen en Asturias. En fin, que la vocación autodestructiva no es solo de las personas, sino también de las organizaciones. A ver qué pasa.

            La verdad es que me dan un poco de pena. Los mismos perros de presa que ahora azuzan el rebaño contra Pedro Sánchez antes fueron contra Pablo Iglesias y si eso del “lawfare”, que ahora está tan de moda, no se inventó contra ellos, tratando de aplastarles tuvo sus más canallescos momentos de esplendor. Confío en que los que gustan de ser juez y parte encuentren en Pedro Sánchez un hueso más duro de roer.

Miércoles, 6 de diciembre
QUE NADA SE PIERDA

El arte de perder se aprende pronto, ya lo sabemos. Pero yo debo de ser tan poco espabilado que yo aún no lo he aprendido.

            En el paraíso que yo me imagino, no se pierde nada. Todo dura para toda la vida, lo mismo los amigos que los amores o los teléfonos móviles.

Jueves, 7 de diciembre
PROPERCIO Y YO

Eduardo San José pasa por Atípiko para preguntarme algunas cosas sobre Rosa rosae, la novela de Víctor Botas a la que ha dedicado una comunicación en no sé qué congreso universitario y sobre la que quiere escribir un artículo académico.

            ---Carmen Morán afirma en el epílogo que tiene mucho de novela en clave, que en la tertulia de Mecenas se transparenta la tertulia Óliver. ¿Tú estás de acuerdo?

            ---No demasiado.

            ---A ti te identifica con Propercio, del que dice –el narrador, no el autor, no seamos como Anna Caballé-- que era “un ególatra empedernido y estaba convencido de su superioridad, como poeta, sobre todos los demás”, que no podía soportar el éxito ajeno, lo que le llevaba “al inamistoso enfrentamiento con cualquiera que él considerase que los demás trataban como superior a él”.

            ---¡Pues vaya idea que tiene de mí Carmen Morán! ¿Tú también crees que cuando hablaba de Propercio estaba hablando de mí?

            ---No, no lo creo, porque también dice de él que “carecía de maldad y dobleces”. Parece obvio que no estaba hablando de ti.

Viernes, 8 de diciembre
NO SON MIS AMIGOS

---¿Pero has visto la última de tus amigos del gobierno de Israel, Martín? Ahora acusan al secretario general de la ONU de apoyar a los terroristas porque trata de proteger a los civiles en Gaza. ¡Cualquier día bombardean la sede de Nueva York con todos los funcionarios dentro!

            ---¡No son mis amigos! Con esa gente, como con Hamás, jamás, jamás. Yo solo soy amigo de los judíos y de los musulmanes a los que el fanatismo y la sed de venganza no les ha hecho perder su humanidad.



viernes, 1 de diciembre de 2023

Coraje y alegría: No sabes lo que te pierdes

 

Sábado, 25 de noviembre
ACOSO

---¡Siempre hablando de libros, siempre hablando de libros! En tu vida puede que no, pero en el mundo pasan muchas cosas más importantes de las que ocuparse.

            ---Siempre hablando de libros, sí. Y al que no le interesen los libros que no me lea. O al que no le interese la vida porque los libros no son para mí una muralla con la que aislarme del mundo, qué más quisiera, sino una ventana abierta, herramientas para entender mejor lo que pasa.

            ---Literatura, literatura… Lo que a ti te ocurre es que has llegado a una edad en que ya la vida carece de argumento, solo te queda ver discurrir apaciblemente los días, con tus cafés y tus rutinas, “libre de amor, de odio y de recelo” que diría Fray Luis; esperemos que por mucho tiempo.

            ---Libre de amor, no sé; libre de odio, no. Y no me refiero a los odios de poeta por un quítame allá esos reparos que me has puesto en una reseña. Como nunca he querido hacer carrera literaria, al menos en el sentido convencional de la palabra, pues nunca me ha importado conservar interesadas amistades, de esas de “hoy te elogio yo, mañana me elogias tú, hoy te premio yo, mañana me premias tú”. Y no lo digo como un mérito, es solo un rasgo de carácter, una falta de ambición para llegar lo más alto posible en la cucaña. En lo más alto en lo que se refiere a homenajes y galardones, por supuesto, algo que siempre he despreciado, no sé bien por qué; por humildad me parece que no, que humildad no tengo ninguna. El odio al que me refiero es de otro tipo, el irracional de alguien cercano a quien has ayudado todo lo posible y que de pronto se convierte en tu mayor enemigo. Nada nuevo, por otra parte. Ya conoces el dicho: “¿Pero por qué me odia si no le he hecho ningún favor?”. Yo, a alguno, parece que le he hecho demasiados como para que pueda seguir soportándome. Te voy a dejar un sobre con un nombre dentro. Si me pasa algo, lo abres y sabrás quién ha sido el asesino.

            ---¡Qué exagerado eres!

Domingo, 26 de noviembre
COPLAS

Podía ir a ver el espectacular Napoleón de Ridley Scott en los Yelmo o la poética historia del erudito y el pescador, Jaseneobo de Lee Joon-Ik en el Filarmónica, pero trato de hacer patria con Literato, la asturianada de Maxi Rodríguez y Carlos Navarro. Desconecto pronto y me dedico a improvisar coplillas que me imagino olvidaré antes de llegar a escribirlas:

“Digo que no me quisiste / y que me quieres aún. / Me gusta contradecirme”.

“Siempre no, que es mucho tiempo. / Quiéreme de vez en cuando, / esté vivo o esté muerto”.

“No sabes lo que me pasa / ni te lo voy a decir. / Adivina, adivinanza”.    

“Repites que no me quieres / y yo me encojo de hombros. / No sabes lo que te pierdes”.

“Que tu amor es una cárcel / ya lo sé y qué pereza / me da tener que escaparme”.

Lunes, 27 de noviembre
SIRENA

Víctor de la Serna, hijo de Concha Espina, fue un periodista, director del diario Informaciones, que se caracterizó por su apoyo a Alemania durante la segunda guerra mundial. Ya se había suicidado Hitler y él seguía confiando en la victoria nazi. Pero también fue el autor de un Nuevo viaje de España, publicado en 1959, que guarda para mí un regalo. Lo hojeo recién encontrado en un revoltillo de libros viejos y de pronto me encuentro con una sorpresa: el último capítulo, “El benjamín de los ocho puertos”, se dedica a Avilés.

Víctor de la Serna llega a la villa –Avilés “ha tenido, como Madrid y como Bilbao, el buen gusto de no cambiar ese nombre por el insípido de ciudad—en octubre de 1954: “Un día, hace cuatro años escasos, sonó en Avilés una sirena. No era la vieja sirena del Fornel, aquel barquito que iba a Comillas a buscar Calamina para Arnao hace tantos años. Era la sirena de un remolcador que llevaba a popa una extraña estructura avanzando por la ría: una draga holandesa. Aquel sirenazo abrió una página nueva en la historia de la villa y probablemente en la historia de España”.

Y sin ese sirenazo, quién lo iba a decir, mi vida habría sido otra. Continúo con Víctor de la Serna: “Un ejército de cinco mil obreros acampa en las orillas de la ría. Verdaderos pueblos de barracones alojan a gentes de todas las tierras peninsulares, peonaje vario que hasta con su vestido denota, como dice un chaval de casa Lin (mariscos), el forasterío. Se oyen sones de todos los rincones de España. De vez en cuando, llorón y saudoso, también suena un fado. Aún no se ha producido la mezcla. Los cinco mil obreros suelen agruparse por regiones en sus ocios. Pocos bajan a la villa. En cada grupo de barracones hay bares que por las noches de los sábados tienen un cierto aire de tabernas del Far West”.

Uno de esos cinco mil obreros era mi padre, que primero vino solo y luego se trajo a su familia. La Empresa Nacional Siderúrgica, la famosa Ensidesa, hace tiempo que ha desaparecido, pero casa Lin sigue ahí, frente a la ría, sirviendo el mejor marisco.

Martes, 28 de noviembre
PRECISIÓN

El lenguaje nunca es inocente. Me indigno cada vez que leo que en Gaza se intercambian rehenes por prisioneros. No: se intercambian rehenes por rehenes o prisioneros por prisioneros.

Y ser preciso ---preciso yo-- no supone tomar partido por ningún bando, salvo el de la verdad y la justicia.

Miércoles, 29 de noviembre
INCONSECUENCIAS

Detesto los premios literarios, como es bien sabido, al menos esos a los que hay que presentarse y a los que debemos tantos prescindibles libros de poesía. Y no soy el único. Luis Alberto de Cuenca, poco antes de la entrega del Emilio Alarcos, al regalarme su libro El secreto del Mago, reciente premio de poesía Jaime Gil de Biedma, me dice: “Fue un empeño de Juan Manuel de Prada, a quien quiero mucho, el que me presentara. He visto la lista de los anteriormente premiados y la mayoría son un horror. Espero no defraudar a los lectores con este nuevo libro y que del premio se hable lo menos posible”.

            No soy yo el más capacitado para acusarle de inconsecuente. ¿Qué hago de jurado en un premio literario desde hace más de veinte años si los detesto? Por dinero no será, aunque algo pagan (en el Príncipe de Asturias, ahora Princesa, donde también estuve casi dos décadas, en cambio, no pagaban nada). Es solo por compromiso y también, todo hay que decirlo, porque no deja de divertirme cuanto tiene que ver con la vida literaria y en las comidas y cenas que acompañan a la concesión y entrega de los galardones no dejan de contarse anécdotas muy sabrosas. 

Jueves, 30 de noviembre
PUÑALES EN LA ESPALDA

No resultan tan opuestas la realidad y la ficción. Lo que llamamos realidad no es más que una ficción basada en hechos reales. No soy el primero en decirlo ni seré el último. En el amigo en que más confiábamos de pronto descubrimos envidia y celos y el cuchillo escondido para clavárnoslo en cuanto encuentre una ocasión propicia.

Quizá el amigo del alma siempre fue así, no ha cambiado, pero nosotros no queríamos verlo, preferíamos al personaje que fuimos inventando.

            Soy más bien desconfiado, por eso me humilla doblemente el que abusen de mi confianza: por el abuso en sí y porque pone en duda esa inteligencia de la que tanto me gusta alardear.

Viernes, 1 de diciembre
NO APRENDO

---¿Qué tal el acto literario del miércoles? Por lo que leí en la prensa, resultó bastante interesante.

            ---Estuvo bien, pero yo lo pasé más bien mal. Tenía que presentar los libros ganadores del año pasado y no me entusiasmaba ninguno de ellos, aunque uno menos que otro. Me cuesta mucho decir corteses banalidades.

            ---Pues así no llegarás a ninguna parte. Te haces viejo, sin pasar por adulto. En bastantes cosas, sigues siendo todavía un niño. ¡A tu edad y no haber aprendido todavía a mentir!