sábado, 25 de noviembre de 2023

Coraje y alegría: Criatura afortunada

 

Domingo, 19 de noviembre
EXTRAÑO VIAJE

La historia es una novela río con muchas tramas secundarias. Va para medio siglo, allá por 1974, la serpiente de verano fue la destitución fulminante del Jefe del Alto Estado Mayor, general Manuel Díez-Alegría, tras un viaje a Rumanía. Se llegó a decir que oficiales jóvenes, y alguno de los políticos liberales del régimen, le estaban enviando sobres con un monóculo (llegaron a agotarse esos anticuados adminículos ópticos), como una manera de incitarle a imitar al general Spínola.

            Solo ahora, tantos años después, podemos escuchar al protagonista su versión de aquel extraño episodio. Y digo escuchar, más que leer, porque Diez-Alegría comenzó a dictar sus memorias poco antes de su muerte y no llegó a terminarlas ni a corregirlas. Impronta las acaba de editar. Comenzó hablando de su infancia, como es aburridamente habitual, y en orden cronológico llegó hasta 1933. Previendo lo peor, dio un salto y nos habló del verano del 74. Está Díez-Alegría de viaje oficial, o semioficial, en Túnez cuando le indican que el presidente del Gobierno quiere hablar urgentemente con él. Por diversas causas --los teléfonos entonces no eran lo que son ahora--, la comunicación se retrasa. Cuando por fin se establece, Arias le dice “que al terminar el día anterior el Consejo de Ministros, el Jefe del Estado le había señalado la necesidad de buscar un general para relevar al Jefe del Estado Mayor”. No sabía más detalles, ya se los comunicaría más adelante.

            Nadie le comunicó nada. Díez-Alegría tuvo que averiguarlo por su cuenta. Desde antes de la muerte de Carrero Blanco, que era su valedor, los sectores más integristas del régimen conspiraban contra quien tenía fama de liberal y aperturista. Carrero Blanco le defendió siempre, pero Arias no le consideraba uno de los suyos y el viaje a Rumanía ofreció el pretexto perfecto para deshacerse de aquella molesta herencia.

            Extraño viaje. El relato del protagonista no lo hace menos extraño. En un acto social, un diplomático rumano se le acerca y le dice que el presidente rumano quiere entrevistarse con él. Se lo comenta a Arias y este le dice que conviene saber lo que Ceauscescu tenía que decirle, que hiciera un viaje con carácter privado y “ostensiblemente con fines de puro turismo”. De puro turismo, pero con todos los gastos pagados por el gobierno de Rumanía, que lo lleva, a él y a su pequeño grupo, de residencia oficial en residencia oficial para mostrarle las bellezas del país. Casi al final del viaje, les dicen que el presidente quiere invitarle a comer. Antes de aceptar, Díez-Alegría quiere saber quiénes serán los comensales. Solo cuando preguntan y les dicen que solo él y su esposa junto con el presidente y la suya, acepta la invitación. Tras la comida, durante un paseo a solas con el presidente por los jardines de su residencia (las mujeres se apartaron para charlar de las cosas que entonces se pensaban que eran propia de mujeres), Ceaucescu le planteó las tres cuestiones por las que le había hecho venir. En primer lugar, le habló del papel que podía tener el ejército, como lo tuvo en Portugal,  en los cambios que se avecinaban en España. En segundo lugar, le dijo que, dada su posición y su prestigio, tal vez pudiera ocupar un lugar esencial en ese necesario cambio. Y finalmente le pidió que intercediera ante el general Franco para que Dolores y Santiago pudieran regresar a España y continuar allí sus vidas.

            Solo por eso me cesaron, se lamenta Díez-Alegría. Hoy nos parece que había motivos más que sobrados, aunque el general se  mostrara en todo momento fiel a Franco e insensible a monóculos y cantos de sirena. No parece que fuera tan fiel a su mentor el entonces príncipe de España, que ya en 1971 se acercó a Ceascescu, durante una celebración de los 2500 años del Imperio Persa, para pedirle que averiguara la actitud de Carrillo ante una democracia coronada. Ceaucescu se ofreció gentilmente para todo lo que pudiera ser útil. A finales de 1975, el ya rey le envió un emisario, nada menos que Manuel de Prado y Colón de Carvajal, para que facilitara los acuerdos con Carrillo. Parece que la Transición Española está en deuda con Ceauscescu. Pero Díez-Alegría nada tiene que ver con ello.

Lunes, 20 de noviembre
EL SASTRECILLO VALIENTE

---Últimamente hablas mucho de política, se queja un amigo. Creía que los poetas vivíais en otro mundo.

            ---Pues vivimos en este, como todo el mundo. Pero yo no hablo de política, sin desdeñarla, hablo de historia.

            ---Y por eso hablas tanto ahora,  cuando una pandilla de descerebrados intenta romper España.

            ---¡Tanto como romper! Tiene algunos desgarrones, pero no te preocupes que ya hemos hecho presidente al sastrecillo valiente para que vuelva coser los descosidos y le ponga unos remiendos (de buen paño constitucional, por supuesto).

Martes, 21 de noviembre
EN LA CAFETERÍA

La mística, las vaguedades y los esoterismos no van conmigo. Siempre me parecieron una tontería afirmaciones como “yo no escribo poemas, los poemas se escriben a través de mí”. Y ahora tengo que reconocer que a veces es lo que ocurre. Especialmente en la cafetería cuando he ido sin un libro y la cita se retrasa. Me dedico entonces a transcribir lo que escucho a no sé quién: “Qué cosa más misteriosa. / Nunca es ayer ni mañana, / siempre es el día de hoy / desde hora bien temprana”.

            Uno escribe cosas así y le gustaría que circularan como anónimas, que es lo que en realidad son.

Miércoles, 22 de noviembre
REGALOS

Siempre fui una persona de rígidas costumbres, alérgica a cualquier cambio por mínimo que fuera. Ahora emiten en Cosmos una serie, Brigh Minds, protagonizada por una joven que se me parece, Astrid, neuroatípica, pero con una inteligencia prodigiosa, como Sherlock Holmes.

            No me gusta alterar mi rutina porque la he escogido yo y precisamente consiste en hacer lo que me gusta. Los miércoles, en lugar de subir hasta Atípico, paso por la librería de viejo, que no abre por las tardes, y luego hojeo las piezas que he cobrado en la cafetería que está al final de la calle Bermúdez de Castro, frente a la guardería de Yara. Allí espero hasta la hora de salida para charlar un rato con ella y con su padre mientras regresan a casa. Pero hoy la librería estaba imprevistamente cerrada. ¿Y qué hago yo en el café sin libros? ¿Escribir más versos? Ya los escribí ayer y no conviene abusar. Aunque estaba lluvioso, preferí dar un paseo. Y entonces salió el sol, acompañado de un tímido arcoíris. Y di una vuelta por los alrededores de Montenuño, con el Naranco a un lado, siempre amicalmente vigilante, y me detuve a oír cantar a un petirrojo y fotografié las gotas de la lluvia en una mata de flores cuyo nombre ignoro “y no hallé cosa en que poner los ojos / que no fuera un regalo de la vida”. Y que me perdone el cenizo de Quevedo.

Jueves, 23 de noviembre
NO HAY OLVIDO

Casi treinta años después, vuelvo a ver a Víctor Botas despidiéndose al salir de la tertulia Óliver, uno de tantos viernes, que nadie podría sospechar que fuese el último. Ese día Aníbal García-Almuzara había decidido grabarnos y ahí quedaron esa tertulia y ese gesto para la eternidad. Y los ojos se me llenan de lágrimas , como cuando le escucho decir, en el documental de José Havel, con la voz de Moisés González, que ya va sustituyendo en la memoria a la suya: “Ahora, al revés de lo que me ocurría de niño, siento la muerte como algo inmediato, algo posible y real, algo como pulposo que me rodea… Algo que está ahí y que ya le pasó a tanta gente querida o conocida que no me extrañaría lo más mínimo que cualquier día me ocurriera a mí. La muerte. No volver jamás, ¡jamás! Olvidarse de todo, olvidarme de mis hijos, olvidarme de Roma, olvidarme de ese café que tomo cada mañana en un bar y que tanto me gusta, del cigarrillo amable tras el desayuno, cuando aún es de noche…”

Viernes, 24 de noviembre
CAMINO DE ÓLIVER

Ayer, en el homenaje a Víctor Botas en el Club de Tenis (un escenario muy acorde con su origen burgués), leí su poema “El perplejo”, un puñado de inconexas imágenes que juntan devociones y obsesiones, y donde se mencionan los cincuenta años que iba a cumplir dentro de unos meses y que ya no cumpliría. Uno de los versículos de esa caótica enumeración (tras “El grano que ahora tengo en la mejilla”, por cierto) dice: “José Luis García Martín camino de Óliver con un puñado de libros y revistas bajo el brazo”.

            Treinta años después, tantos viernes después, voy camino de la tertulia, ahora en la Calle de la Luna, “con un puñado de libros y revistas bajo el brazo”. Y los ojos vuelven a llenárseme de lágrimas, pero esta vez de gratitud a no sé qué, a no sé quién.




 

sábado, 18 de noviembre de 2023

Coraje y alegría: Mejor España

  

Domingo, 12 de noviembre
DETECTIVE LITERARIO

No soy un bibliófilo, no colecciono libros por su rareza, pero soy sensible al valor de ciertas ediciones. Hoy, en el paseo habitual por el Fontán, me encuentro con un muy fatigado ejemplar de La corte de los milagros, editado por Nuestro Pueblo en la Barcelona de 1938, cuando quedaba poco para la desbandada. La sorpresa viene cuando me fijo en el autor del prólogo, Antonio Machado. Es uno de los últimos textos que escribió, al menos de cierta extensión, y lo leo emocionado mientras tomo un café. No creo que lo haya leído mucha gente, aunque aparezca en sus obras completas. Da noticias de Valle-Inclán que no he visto en ninguna otra parte: “La ingenuidad madrileña, o su inventiva, había hecho correr esta voz: Es el hijo de Julio Verne”..

            Últimamente se acumulan la sorpresas bibliográficas gracias a la que se ha convertido en mi librería favorita, la del Centro Reto, en la calle Bermúdez de Castro. Abro la primera edición de Grado elemental, de Ángel González, y en seguida me doy cuenta de que hay un poema que falta en las siguientes ediciones: “Lección de literatura (a Antonio Machado)”. Luego seria sustituido por “Camposanto en Colliure”, que no es una reescritura, sino otro poema. En “Lección de literatura” se menciona a Di Stéfano, quién lo iba a decir.

            También Sobre el lugar del canto, el libro desvanecido de José Ángel Valente, guarda sorpresas. A partir de 1966 (figura en la solapa de La memoria y los signos), no vuelve a mencionarlo. Andrés Sánchez Robayna, en su edición de la obra completa de Valente, solo lo cita en una nota, al incluir en apéndice un poema que no figura en otros libros. ¿Por qué este empeño en borrarlo? Porque apareció en la colección Colliure, que dirigía José María Castellet y que suponía la puesta de largo de una nueva generación, la de los cincuenta, de la que Valente luego abominaría, pero de la que fue uno de los primeros promotores. Maquillar el pasado es una reiterada costumbre, no solo entre los escritores. El primer poema de Sobre el lugar del canto se le escapó por cierto a Sánchez Robayna –que quizá no ha visto ese libro repudiado-- y no figura en la poesía completa de Valente.

            Me divierte esta labor detectivesca, que ayuda a ver la historia en su transcurso sin las falsificaciones posteriores. Recuerdo a José Agustín Goytisolo, en un congreso de los años ochenta, abominando de la poesía social y afirmando que él no había escrito nunca el nombre de España en sus poemas. En público –me gustan esos golpes de efecto-- saqué yo la antología de José Luis Cano El tema de España en la poesía española y le leí un poema suyo incluido en ella. “¡Pero en las siguientes ediciones cambié ese nombre por el de país!”, me replicó. Y siguió con su falseadora tabarra.

            No soy un bibliófilo, pero cómo me emocionan ciertas ediciones, como esta de La redención de las provincias y La decencia nacional, que también encontré en Reto. Contiene los artículos que Ortega escribió en 1930, a la caída de la dictadura (entre ellos “El error Berenguer”, que termina con “Delenda est Monarchia”) y la fecha del colofón indica que se terminó de imprimir el 26 de marzo de 1931. Me imagino la emoción con que esas páginas se leyeron entonces cuando todo era ilusionada esperanza.

Lunes, 13 de noviembre
 CLÁSICOS

Hojeo en la mesa de novedades una Historia alternativa de la felicidad, de Juan Antonio González Iglesias, y de pronto me encuentro con unos versos míos cerrando el capítulo que elogia la rutina. Como en la portada se lee “Redescubre las claves para una vida feliz de la mano de los clásicos”, pues me siento feliz en tan buena compañía.

Martes, 14 de noviembre
DE QUÉ PRESUMO
 

Ando siempre presumiendo de inteligencia (dime de qué presumes…), pero parece que por lo menos la inteligencia emocional no es lo mío. Voy por ahí, como don Quijote, tratando de deshacer entuertos y solo consigo poner las cosas peor que lo que estaban. Y me empeño en no dejarme querer por nadie a la vez que me paso las noches insomne y quejándome de que nadie me quiere. 

Miércoles, 15 de noviembre
TERTULIA

---¿No sientes, Martín, un poco de envidia de Jordi Gracia? Dice de un promocionado bodrio lo que todos piensan, que es lo mismo que tú haces todas las semanas, y se arma tal escándalo que hasta la reina tiene que ir a consolar públicamente a la autora.

            ---¡Eso es corrupción! –clama Rodríguez Rodero---. No la pagamos con nuestros impuestos para que se dedique a hacer publicidad de sus amigas periodistas metidas a escritoras.

            ---¡Tanto como corrupción! Tiene derecho a su vida privada.

            ---¡No, no tiene derecho! ¡Los reyes son reyes en todo momento!

            ---Sí, sobre todo cuando hacen negocios raros, como el Rey de las Regatas y las Comisiones. Lo de Jordi Gracia, Bueres, no tiene ningún mérito. Reírse del Planeta en los suplementos culturales ya es una tradición. Y Lara, el fundador, enseñó a reírse de esas críticas. Los que lo compran no son lectores de Babelia. Lo que llama la atención es que llama la atención, uno por uno, a los ilustres miembros del jurado, desde la elegante Carmen Posadas hasta el erudito, y en los últimos años ridículo poeta, Pere Gimferrer. Cobrar sustanciosamente por avalar una novela que ni seleccionan y quizá ni siquiera leen es un caso claro de corrupción. Ese sí, no el de doña Letizia con el paripé de hacer cola para que una amiga le firme un libro, como si no pudiera quedar con ella en cualquier momento para que se lo firme.

            ---Tú publicaste un artículo que se titulaba algo así como “¿Ha escrito Fernando Savater el último libro de Fernando Savater?” y concluías, con muy buenos argumentos que no solo no lo había escrito sino que ni siquiera lo había leído. Imagínate que lo hubieras publicado en Babelia. Se armaría tal revuelo que, la reina no, pero seguro que Santiago Abascal iría a visitarle a su casa para consolarle. Nadie te hace caso y ahí sigues, con más moral que el Alcoyano, como se decía antes, erre que erre todas las semanas desde hace por lo menos cuarenta años.

Jueves, 16 de noviembre
ESPAÑOLES COMO YO

Hojeo un libro en La Esquina del Peso, mi rincón de los jueves, cuando se me acerca un desconocido.

            ---¿Puedo saludarle un momento? ¿Qué va a decir usted de lo que está pasando? ¡Estoy deseando leerle el domingo!

            ---Pues si me lee, ya se imagina lo que voy a decir. No puedo estar más contento. En la Transición, cuando Suárez, el riesgo era que los tanques salieran a la calle, ahora la amenaza son las togas. Salieron los tanques, salieron las togas, salieron bandas de patrióticos matones, pero entonces y ahora se salvó la democracia.

            ---¿Y no le parece que intercambiar una amnistía por tan solo siete votos es dar demasiado por muy poco?

            ---Me parece que quienes deberían ser juzgados, y luego amnistiados tras pasar exilio y cárcel, son los jueces que retorcieron la ley para dar un escarmiento, olvidándose de que deben aplicar la ley, no sus prejuicios políticos. Y los políticos que los incitaron a ello. No ocurre solo en España, ocurrió en Brasil, en Argentina, en Portugal. La derecha ha encontrado un campo abonado en el conservadurismo natural de la profesión, y en la vanidad de los jueces estrellas, para derrotar a sus contrincantes políticos. Pero no me gusta escribir de estos asuntos. ¿Para qué? Cada uno lee a quien comparte sus prejuicios. Para mí el resultado electoral fue un regalo que ha permitido hacer justicia, justicia de verdad, no esa de los jueces especiales, caducados y patrióticos (que no son todos ni quizá la mayoría, por supuesto). Deberían enseñarles a respetar las leyes, cualquier ley, incluso las que no les gustan. Y a no jugar con ventaja, a pedir la excedencia si quieren meterse en política. Recuerdo que en el 2017, cuando unos querían votar y otros impedírselo a toda costa, yo fui uno de los pocos que defendí, fuera de Cataluña, el que Cataluña (lo mismo que Andalucía o Murcia) tenía todo el derecho a decidir su futuro político. Pero resulta que mis lectores eran patriotas a machamartillo. Los ataques fueron constantes y feroces. Pero hubo una excepción. Alguien escribió: “Si hubiera más españoles como usted, en Cataluña habría menos independentistas”. Yo creo que Gabriel Rufián, si fuera sincero, se lo podría haber dicho a Pedro Sánchez en el Congreso. Pero no sé si como un elogio o como todo lo contrario.

Viernes, 17 de noviembre
SE RESPIRA MEJOR

Salgo de casa a las diez en punto, como cada mañana, tras haber concluido mi trabajo del día (“nulla dies sine linea”) y cruzo el parque de los Prados bajo un cielo más azul y luminoso que de costumbre. Hoy en España se respira mejor. El nuevo gobierno empieza reparando una injusticia.


 UN APÉNDICE PARA EL QUE TENGA LA CURIOSIDAD DE LEER LOS COMENTARIOS

Un habitual que firma "Pablo Morales" dice no entender la primera entrada, pero sin quererlo confirma lo que digo sobre que los escritores --como el resto de las personas-- tienden a maquillar su pasado. Al ejemplo de José Agustín Goytisolo se puede añadir ahora otro. Valente afirmó en una entrevista, incluida en el libro El ángel de la creación, que la censura mutiló su libro La memoria y los signos, del 66, impidiendo que se publicara el poema "John Cornford" que ya había aparecido en El lugar del canto, del 63. Pero eso no es cierto. La censura no mutiló nada. Adjunto pruebas.






sábado, 11 de noviembre de 2023

Coraje y alegría: Y la nave va

 

 

Domingo, 5 de noviembre
ANÓNIMOS

Un buen escritor puede ser una mala persona. A mí eso no me plantea ningún problema: lo leo y no le trato. Lo contrario me preocupa más: alguien cordial y generoso conmigo que es un pésimo poeta (con los novelistas tengo menos relación). En casos así, se puede no juzgar, decir vaguedades, ir sorteando las trampas, pero ¿por cuánto tiempo?

            Lo mejor es no juzgar, limitarse al me gusta, no me gusta, y que nos gusten todos los amigos o quienes nos pueden ser útiles. Pero yo, por más que lo intento, no consigo ocultar lo que pienso. Se me lee en la frente, no puedo evitar los subtítulos.

            Y el adulador poetastro acaba calumniándote o enviando amenazadores anónimos. Dicen que una bestia herida es doblemente peligrosa. Yo estoy en condiciones de asegurar que, si las heridas son en la vanidad, el riesgo puede ser mortal.

            Bueno, exagero un poco. Llevo más de treinta años escribiendo semanalmente de libros (y hablando claro en todas las ocasiones) y aún no ha llegado la sangre al río.

Lunes, 6 de noviembre
MIENTRAS SE ESPERA

El que espera desespera. Semanas esperando el acuerdo que permita formar gobierno y parar el golpismo de las togas y de quienes se amparan en ellas y no hay manera de cuadrar las cuentas. ¿Pero no dicen por ahí que Pedro Sánchez está dispuesto a cualquier cosa con tal de mantenerse en el poder? A mí más bien me parece un duro negociador.

            ---¿Y qué me dices de tu admirado Puigdemont? Como siga tensando la cuerda, se va a romper y corre el riesgo de quedarse en Europa para toda la eternidad. Y a lo mejor más de uno tendréis que ir a hacerle compañía. No deberías significarte tanto, Martín, que los alborotos en la calle y quienes hacen de su toga un sayo forman un cóctel peligroso.

            ---¡Y tan peligroso! La falsa acusación al hijo del presidente del Constitucional tiene toda la pinta de ser parte de un plan para deslegitimar a un tribunal que no creen favorable.         

---Eso ya sería demasiado. Parece más bien cosa de alguno que quiere ayudar a la causa y actúa por su cuenta.

Martes, 7 de noviembre
LEER O NO LEER

---¿No te ha dicho nada Anna Caballé después de lo de Impares, fila 13?

            ---Me ha escrito muy indignada: “¡Es la segunda vez que me acusas de no haber leído una novela que sí he leído!”. Tardé en acordarme de a qué se refería. Cuando yo publiqué El último pirata del Mediterráneo, la famosa biografía novelada de Juan March escrita por Manuel Benavides, le dedicó unas líneas de compromiso en El País. Echaba de menos que no se ocupara de la última etapa de la vida del contrabandista reconvertido en financiero (no se enteró de que era un libro de 1934 y que su autor murió décadas antes que March). Y ni aludía a que se reeditaba de acuerdo con la última versión, que tenía importantes cambios sobre la primera. En esas condiciones, afirmar que no ha leído el libro que reseña (y ni siquiera el prólogo) es lo más amable que se podía decir. Explica que atribuye al narrador las palabras de un personaje en Impares, fila trece solo “por reducir el contexto de la infame novela”. Y añade: “Tú sabes tan bien como yo –a poco decente que seas-- que la intención de la novela es la que es. En fin, una vergüenza lo que escribes”. Si soy poco o muy decente, no es cuestión que venga a cuento. Lo que sí sé es que una estudiosa de la literatura que confunde al narrador con el autor (a Watson con Conan Doyle o a Lázaro de Tormes con Alfonso de Valdés) y que además atribuye al narrador las palabras de un personaje resulta bastante más escandaloso. Por eso prefiero suponer que no ha leído Impares, fila 13, que le han pasado unas páginas para darle munición contra García Montero. Cualquier otra hipótesis la deja en mucho peor lugar.

Miércoles, 8 de noviembre
QUIZÁ AHORA

Pasa Xuan Cándano por Atípico para hacerme unas preguntas. El próximo año se cumple medio siglo del atentado de la calle del Correo y lleva tiempo investigando el tema. Yo poco puedo decirle. Cierto que me implicaron, pero ni tuve nada que ver ni conocía a nadie de los que tuvieron algo que ver, directa o indirectamente, salvo a Mariluz Fernández, mi compañera de estudios y de prácticas en el colegio de San Pedro de los Arcos, con quien me unía una buena amistad, basada en la común pasión por la literatura, sin ninguna connotación política, porque yo entonces –trabajaba y estudiaba y leía todo y escribía-- era completamente apolítico, hasta el punto que de los periódicos solo me interesaba el suplemento literario.

            Nada le puedo decir a Xuan Cándano que le sea útil para su libro (yo pasaba por allí y de mis desventuras ya he hablado demasiado), pero él a mí me informa de muchas cosas que no sabía. Una de ellas es que, si estuve en la cárcel y me trataron como me trataron, fue porque una persona  me acusó a mí directamente de ser quien había puesto la bomba en la cafetería. Me pregunta Xuan Cándano si, una vez en libertad, hablé con esa persona que, “bajo torturas y malos tratos, sin duda”, me delató con falsedad, y si me dio alguna explicación. Colaboré en alguna de sus revistas literarias. No hablamos nunca de ese asunto. Años después, con motivo de un comentario poco favorable sobre una exposición de poesía visual en la que participaba, me escribió cartas insultantes. Luego ya no tuve ninguna relación. No sabía hasta ahora que gracias a él podía haber sido uno de los últimos ejecutados del franquismo. Menuda broma.

Pero es agua pasada. Yo hace tiempo que he pasado página de lo que pasé en aquellos días.

            Otra cosa que preocupa más de lo que me cuenta Xuan Cándano. Me da el nombre de los dos jóvenes que colocaron la bomba, uno de ellos de la misma edad que yo y ahora prestigioso filólogo en no sé que institución. “La policía no tuvo tiempo de actuar contra ellos, porque llegó la amnistía, pero sus nombres están en el sumario”.

            Y yo quedo aterrado ante una amnistía, concedida en democracia, que deja impune un atentado que costó la vida a más de una docena de personas y heridas, muchas de ellas graves, a cerca de un centenar. ¿No tienen derecho los familiares de las víctimas a saber lo que pasó y a que los culpables sean castigados? No, no tienen ningún derecho, a esas víctimas no se les puede sacar ningún rendimiento político.

En Argentina se revocó la amnistía que amparaba a los militares porque hay crímenes que no pueden ser amnistiados. Aquí, borrón y cuenta nueva ante un vil asesinato indiscriminado. Debería anularse esa amnistía para que no amparara más que delitos políticos: asociación ilegal, propaganda, cosas así... Y por otra parte, aunque yo no soy jurista, creo que sería posible poner en cuestión su aplicación al atentado de la calle del Correo. ¿Tuvo motivación política? De sobra sabemos que sí, pero hasta 2018 en que lo reivindicó ETA ninguna organización política se declaró responsable. Era obligación de la justicia llegar hasta el final y luego, en el juicio, si se demostraba que los asesinos formaban parte de una organización “política”, y actuaban a sus órdenes, aplicarles esa ley de amnistía.

            Tan vergonzosa, esa sí, como la que amparó a los militares argentinos. ¡Media España –es un decir-- se echa a la calle por la posibilidad de que queden impunes quienes quemaron contenedores durante los disturbios del procés y nadie dice nada porque unos asesinos siguieran tranquilamente su vida sin molestia alguna. En la Wikipedia están sus nombres. Y también los de las víctimas, los de quienes, tras un primer momento de exaltación y lágrimas de cocodrilo, nadie se volvió a acordar: Antonio Alonso Palacín, mecánico , había contraído matrimonio seis días antes; María Jesús Arcos Tirado, esposa del anterior, trabajaba como telefonista… No sigo, me salpica el dolor. Quizá ahora, cuando se van a cumplir cincuenta años de aquel siniestro atentado, haya llegado el momento de hacerles justicia.

Jueves, 9 de noviembre
POR FIN

Ya tenemos pacto. Qué alegría. Pero la violencia sigue. Violencia en las calles para protestar contra los que utilizaron la violencia en las calles para protestar. Ya lo dijo Machado: el ser humano “es una bestia paradójica”. Esperemos, por el bien de todos, que el rebaño rojigualdo, como antes el estelado, sea devuelto al corral antes de que la sangre llegue al río. 

Viernes, 10 de noviembre
IMPUNIDAD

Me dice Xuan Cándano que me pasará el material que encuentre sobre mí en el sumario. No creo que haya nada en mis declaraciones que pueda avergonzarme. Yo no delaté. Y no es que presuma de héroe: es que no sabía nada de aquel infame asunto. Otros, bien que hablaron (“No te hagas el valiente, que la jefa, la Tupamara, fue la primera que lo cantó todo”). Y hubo quien acusó en falso. No le guardo rencor. Peor consideración me merecen los que dieron carpetazo al asunto.



 

sábado, 4 de noviembre de 2023

Coraje y alegría: Qué atrevida es la ignorancia

  

Domingo, 29 de octubre
TOCAR LAS NARICES

Qué rara es la gente, aunque no sé si yo soy la persona más adecuada para quejarme de eso. Se me ocurre escribir que un amigo me dice que no ha sido invitado a determinados premios de mucho relumbrón y lo toma como la mayor de las ofensas, como si hubiera revelado yo un inconfesable secreto. “No entiendo nada”, le respondo a sus dolidos y furibundos mensajes.

            No soy una persona muy diplomática, ya lo sé. Escribo, sobre todo cuando hablo de libros, sin demasiados miramientos, conozca o no conozca al autor, sea amigo o enemigo. Sin miramientos personales, pero creo que con cierta finura y precisión, ateniéndome al texto, sin tomarlo como pretexto para pagar favores o ajustar cuentas. Pero a veces alguien se rebota. Y suele ser un viejo amigo. Qué le vamos a hacer.

            Escribir es andar por un campo de minas. Escribir, o mejor vivir. De vez en cuando, y cuando menos lo esperábamos, nos estalla una. En mi caso, y hasta la fecha, sin consecuencias demasiado graves. ¿Pierdo un amigo por una tontería? Recuerdo ahora dos o tres casos, el primero un poeta que siempre he admirado, Miguel d’Ors, el más reciente otro poeta que prefiero no mencionar.

            En el caso de mi última indiscreción, espero que la sangre no llegue al río. Qué rara es la gente, me repito. O sea que yo, que soy tan raro, no dejo de ser como toda la gente, o sea, de lo más normal. ¡Y me creía tan distinto!

            Claro que esa nimiedad que causa la ruptura puede ser solo la gota que colma el vaso. Y yo, debo reconocerlo, soy un experto en tocar las narices de la gente, incluso de aquella que admiro y quiero.

Lunes, 30 de octubre
LIBRE TE QUIERO

En 2017, me afilié al partido socialista solo para poder votar a Pedro Sánchez en su vuelta a la secretaría del partido. Me indigné mucho luego cuando el encierro de los niños y la gincana entre los presidentes autonómicos a ver quién vacunaba a más gente en menos tiempo y demás dañinas tonterías con el pretexto de la pandemia (como no hay mal que por bien no venga, la invasión de Ucrania nos libró de ellas). Ahora me alegro de haber seguido afiliado. Así puedo votar –lo hago hoy-- a favor de la amnistía para los independentistas catalanes. “No acaba aquí la historia” escribí yo cuando la “pacificación” a base de porrazos, encarcelamientos y exilios. Y con la fuerza de los votos, no de las botas policiales, democráticamente, se ha logrado revertir la situación.

            ---¿Pero a ti te parece bien que unos delincuentes, solo porque Pedro Sánchez quiera ser presidente, se vayan de rositas?

            ---Unos delincuentes no, unos políticos que al llegar al gobierno trataron de aplicar su programa electoral. Lo que deberían hacer todos. Y en cuanto al incumplimiento de las leyes, es una lástima que esas sentencias del Supremo no lleguen a los tribunales europeos para que quede claro si se aplicaron correctamente o se interpretaron “creativamente” por motivos patrióticos.

            ---O sea, que a ti la posibilidad de que Cataluña se separe de España no te indigna.

            ---Ni me indigna ni me deja de indignar. Cataluña será lo que quieran los catalanes.

            ---¡Y a la Constitución que la parta un rayo!

            ---Y la Constitución será lo que digan los españoles, que tiene la potestad de modificarla o derogarla.

            ---¡Eres la leche, Martín! Pareces de Podemos, más que del PSOE.

Martes, 31 de octubre
POR BOCA DE GANSO

No ando yo muy al tanto de la polémica entre la viuda de Alberti y quienes fueron los mejores amigos del poeta. Viví de cerca aquel asunto, y tengo mi opinión, pero me la callo. Solo me ha dejado algunas pesadillas, aunque como soy pobre no corro el riesgo de que, cuando ya no esté en mis cabales, me engatuse una pareja joven y me aleje de amigos y familia para convertirse en heredera única. Pero me envía Enrique Bueres el enlace a un artículo de Jot Down en el que Anna Caballé réplica a Luis García Montero y no puedo evitar frotarme malvadamente las manos. “Esta es la mía”, me digo.

            Saca a colación, para demostrar el grado de acoso al que los amigos de Alberti sometieron a María Asunción Mateo, la novela Impares fila 13, una novela escrita a cuatro manos por Felipe Benítez Reyes y Luis García Montero a comienzos de los noventa. Anna Caballé no la ha leído, pero yo sí y por eso puedo carcajearme un poquito de la gran experta en diarios y literatura biográfica. ¿Por qué afirmo tan rotundamente que no la ha leído? Porque si la hubiera leído, no escribiría lo siguiente: “El narrador, en un momento de desesperación, ante la falta de adjetivos disponibles en la lengua española, afirma que es la mujer que más odiaba, el único hueso duro que no había podido roer”. Toma la cita de la página 88, según nos indica. Pero quien habla no es el narrador, sino Sandra, la dueña de La Cabaña, un prostíbulo que desempeña un importante papel en la novela.

Y no se vayan, porque aún hay más. Escribe Anna Caballé: “A la protagonista de la supuesta novela se le atribuye además un crimen: en una de sus prácticas masturbatorias la mujer de Bertematti acaba matando al concejal de Cultura”. Y cita para demostrarlo un párrafo de la página 93, que también está puesto en boca de Sandra, no del narrador omnisciente.

Pero al concejal de Cultura lo apuñalaron, no murió como le han hecho creer a la buena de Anna Caballé. Y, si se me permite un poco de spoiler, la mujer del pintor Bertematti no tiene nada que ver con ese crimen, es una falsa culpable. El asesino fue la pareja de Sandra y ella la impulsora para quedarse con la herencia (su hija era hija del concejal). ¿Un disparate? Un divertido disparate que parodia la novela erótica y la novela negra entonces en boga.

Un pequeño disparate comparado con aquel en el que incurre Anna Caballé, cuando se atreve a usar como elemento acusatorio un libro del que parece solo le han pasado fotocopiadas algunas páginas. El claro trasunto, según Anna Caballé, de María Asunción Mateo es, por cierto, un travesti brasileño, al que el concejal de Cultura, menuda pieza, chantajea por esa condición.

            Impares, fila 13 es una sátira de la Andalucía socialista, en la que los protagonistas son un arquitecto y un concejal de Cultura y Deportes, que “aparte del cargo” tiene una empresa de servicios audiovisuales con la que hace buenos negocios con la administración autonómica. Invita al arquitecto al burdel de Sandra y a unas rayas de coca. Lo graba también secretamente, como hace con todo el mundo, para luego chantajearlos. ¿Deberían querellarse algunos de los implicados del caso de los ERE y el comisario Villarejo por sentirse identificados?

            Tendrían más motivo para hacerlo que la profesora de literatura María Asunción Mateo, que poco tiene en común con el travesti brasileño, diga lo que diga la experta en diarios y biografías incapaz de distinguir ficción y realidad.

Muy probablemente lo mismo opinaría Anna Caballé si hubiera leído la novela, publicada por cierto en 1996 –todavía vivía Alberti-- y que debería haber sido denunciada entonces por libelo si fuera lo que la conocida catedrática dice que es.

Miércoles, 1 de noviembre
LA LECCIÓN DE JOVELLANOS

Tras recorrer por la mañana las silvestres soledades de la desembocadura del río Barayo, que hace de frontera entre los concejos de Navia y de Valdés, como con unos amigos en Puerto de Vega. ¿Y cómo no recordar a Jovellanos en ese lugar? ¿Y cómo no recordar su obra El delincuente honrado en estas fechas?

Un caballero sin tacha, don Torcuato, es condenado a muerte por efecto de una ley injusta. Como se trata de un melodrama muy de época, el juez que quiere llevarle a la horca es nada menos que su propio padre. La amnistía soluciona el conflicto entre justicia y legalidad. Una buena lectura esa comedia larmoyante para los magistrados del Tribunal Supremo. Algo se puede aprender todavía de Jovellanos.

            En una esquina a la salida del restaurante me sorprende una placa con unos versos de Campoamor, dice que este lugar “del mar junto a la orilla, / aunque pequeño para ser villa, / es casi Londres para ser aldea”. Sonrío. Pocos poetas más ripiosamente de su tiempo, pero sigue conservando su encanto.

Jueves, 2 de noviembre
CELEBRACIÓN Y ELEGÍA

Renace la librería Ojanguren, una de mis más queridas sucursales del paraíso. Ahora tiene otro nombre, pero da igual, antes, cuando la frecuentaba Clarín, se llamaba librería Martínez. En 1990 presenté en ella mi Poesía reunida, el primero de diciembre presentaré mi nuevo libro de poemas, Fábulas, que es mío y no es mío. Lo he escrito yo, pero me lo ha dictado una tradición milenaria. Tantos años después, aquí sigo. Pero la alegría se nubla al pensar que ya no estará conmigo mi presentador de entonces, José Manuel Feito, a quien tanto le hubieran gustados estas fabulillas con disonante moraleja y rima consonante.