Sábado, 19 de junio
DEL AMOR
“La confianza es
una necesidad del amor y de la amistad; pero las almas grandes gustan poco de
la confidencias”.
Prefiero contar historias en lugar
de contar mi vida. La historia de amor entre Guillermo de Humboldt y Carlota
Diede, por ejemplo. El gran filólogo, el ilustre diplomático, el prócer
prusiano, el hombre ejemplar, casado felizmente, tuvo un amor secreto, tan
secreto que ni los más íntimos amigos llegaron a sospechar nada.
En 1788, recién cumplidos los veintiún años, se acercó hasta la
estación balnearia de Pyrmont, entonces muy de moda. Allí, en la mesa redonda
de la fonda en que se hospedaba, quedó deslumbrado por una joven, hija del
pastor de un pueblo cercano. La atracción fue mutua. Los tres días siguientes
apenas si se separaron uno del otro. Cuando llegó el momento de la despedida,
Guillermo prometió a Carlota que no tardaría en acercarse a Luderhausen, donde
ella residía, para pedir su mano. No lo hizo, no volvió a dar señales de vida.
Muchos años después, ya un hombre ilustre, recibió una carta de aquella mujer
desdeñada. Le contaba una historia triste, en la que había matrimonio, maltrato
y pobreza, y le pedía su ayuda. Humboldt respondió de inmediato –no la había
olvidado, dijo-- y continuó con esa correspondencia hasta su muerte. Tomó todas
las precauciones para mantenerla en secreto, incluso la dirección en los sobres
las escribía siempre otra persona.
Confiaba en que Carlota destruyera sus cartas una vez leídas, como él
destruía las de la mujer. Solo se volvieron a ver dos veces: un día en Frankfort,
en 1817, y otro en Cassel, en 1828. Esas cartas de amor son las más raras
cartas de amor que se hayan escrito nunca y solo por ellas se leyó y se sigue
leyendo al sabio Humboldt fuera del círculo de los especialistas. “Los
verdaderos placeres son aquellos de los que podemos prescindir porque toda
necesidad es un dolor que empieza”, escribió en este tratado de la renuncia y
desasimiento, escrito por alguien que no renunció a nada, salvo a lo que más le
importaba.
“¿Qué necesito hacer para sufrir menos?”, le pregunta Carlota. “Necesita hacer lo que yo: mirar con indiferencia muchas cosas; convencerse de que todo lo que nos ayuda a madurar es bueno; tener cuidadosamente equilibrado el espíritu; adquirir este reposo del corazón que he poseído desde joven y que es preferible a la alegría”.
Domingo, 20 de junio
EN BIARRITZ
Qué difícil es
ayudar sin ofender, cuánta inteligencia se necesita. Fernández Flórez contó la
historia de aquel elegante caballero que, en Biarritz, a poco de su llegada, en
cuanto algún conocido iba al casino, le pedía que apostara en su nombre cien
francos.
Pero nadie apostaba ese dinero, sino que se lo devolvía añadiendo cien
o doscientos francos más, como si hubiera ganado. Aquel caballero no aceptaría
una limosna ni pediría prestado lo que no sería capaz de devolver. Necesitaba
Biarritz para vivir como otros necesitan el aire. Era el primero en llegar y el
último en marcharse. En París vive en casa de un hermano gruñón que le recuerda
cada día que es él quien le mantiene.
Hace años yo fui aquel menesteroso de Biarritz y ahora no sé devolver sin ofender la ayuda que en otro tiempo recibí.
Martes, 22 de junio
QUÉ PERSONAJE
Lo mejor del libro
de Ernesto Ekaizer El rey al
desnudo es el subtítulo, “Historia
de un fraude”, y el apéndice documental. Qué personaje, Dios mío, qué
personaje, entre el esperpento y la novela negra, hemos tenido en España
durante cuarenta años, cuarenta, como jefe del Estado. De él se rumoreaban
muchas cosas, pero solo la justicia suiza, mientras la justicia española miraba
para otro lado o se dedicaba a poner piedrecitas en las ruedas, ha cumplido con
su deber iniciando una investigación criminal que hará pasar a la historia
universal de la infamia al principal protagonista.
Ekaizer reproduce el escrito, de
fecha 5 de marzo de 2019 (un año antes de que los españoles tuviéramos
conciencia de él al anunciar Felipe VI que renunciaba a la “herencia” de su
padre que pudiera corresponderle), en el que los abogados londinenses de
Corinna zu Sayn-Wittgenstein cuentan el acoso al que el llamado rey emérito y
ciertos cuerpos de la seguridad nacional están sometiendo a su clienta.
Los hechos: “En 2012, nuestra clienta recibió del rey emérito una
cartera bancaria, plenamente invertida, depositada en una cuenta del banco
Mirabaud de Ginebra a nombre de una fundación llamada Lucum. Los beneficiarios
de esta fundación son el rey emérito, su majestad Felipe VI y la infanta
Leonor. Este regalo no fue solicitado y se presentó como irrevocable”. Dos años
después, el rey emérito le solicitó a Corinna que le devolviera esos fondos.
Como ella dijo que legalmente no podía hacerlo, la acusó de haberlos robado. Y
esa acusación se hizo no solo en privado, sino “ante jefes de Estado
extranjeros y ante los clientes y socios comerciales de nuestra clienta, así
como ante su familia y sus hijos, que se han visto afectados de manera muy
especial por esta campaña de desprestigio”. Y no se vayan porque aún hay más:
“El rey emérito también ha atacado a los dos hijos de nuestra clienta,
incluyéndolos como miembros en varios chats online de grupos privados en los
que ha publicado reiteradamente comentarios falsos, peyorativos y ofensivos
acerca de su madre”.
Por supuesto, en el libro se incluye el contrato de donación entre S. M. Juan Carlos I, rey de España (Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón), en adelante “el donante”, por un lado, y Dña. Corinna zu Sayn-Wittgenstein, en adelante “la donataria”, por otro, de los famosos 65 millones de euros. Al exigir la devolución, el donante está admitiendo que era un contrato simulado para ocultar una fortuna no declarada al fisco y de origen oscuro, que le comprometía. Está admitiendo que es un delincuente. La fiscalía debería intervenir de oficio. Y es lo que hizo el fiscal Yves Bertossa. En Suiza, por supuesto.
Miércoles, 23 de junio
EL HONOR DE ESPAÑA
Leo a Schopenhauer:
“El orgullo más barato es el orgullo nacional. Este orgullo denuncia en quien
lo siente la carencia de buenas cualidades individuales de las que pudiera
estar orgulloso, porque de tenerlas no recurriría a otras que ha de compartir
con tantos millones de individuos. Cualquiera que tenga distinguidos méritos
personales reconocerá, por el contrario, con mayor exactitud, los defectos de
su país, porque los tiene constantemente a la vista. Pero todos esos imbéciles,
dignos de lástima, que nada tienen en el mundo de que puedan enorgullecerse, se
acogen a ese último recurso de sentirse orgullosos de la nación a la que, por
casualidad, pertenecen; a ella se adhieren y en su gratitud se hallan prontos a
defender, con el pie y con el puño, todas las majaderías propias de su patria”.
Pues yo, admirado filósofo, a pesar de eso, me siento orgulloso de ser español, y profundamente avergonzado del anterior jefe del Estado, de quienes se enriquecieron con él y de quienes permitieron que eso ocurriera y de quienes le rieron las gracias y también, puestos a ello, de buena parte de mis compatriotas que lo consintieron y consienten, como agachando sumisamente la testuz consienten tantas otras cosas..
Jueves, 23 de junio
LA FAMOSA INVIOLABILIDAD
La famosa inviolabilidad
que tantos usan como justificación para mirar para otro lado cuando se habla de
delitos cometidos antes de 2014 (o de los de después, hasta que se vieron
obligados por la justicia europea) es una mala excusa. Basta leer la
Constitución –léanla, jueces y fiscales y catedráticos de Derecho
Constitucional-- para enterarse de que los actos de los que el rey no es
responsable, debido a su inviolabilidad, son responsables quienes los
refrendan. Por lo tanto, deben ser investigados ante cualquier indicio de
delito para enjuiciar a quien corresponda. Por ejemplo, si los famosos indultos
del pasado martes fueran delictivos, como pretenden algunos, el responsable no
sería Felipe VI, aunque los haya firmado, pero habría un responsable, el
presidente del gobierno, y no solo político, sino también penal si ese fuera el
caso.
Da un poco de reparo repetir estas verdades elementales. Pero todavía
la inviolabilidad sigue utilizándose no para eximir al jefe del Estado por sus
actividades como jefe del Estado, de las que sería responsable el gobierno,
sino como particular, cosa que, desde Calígula para acá, no admite ninguna
constitución del mundo. Ni siquiera Pinochet pudo acogerse a ella cuando, ente
1998 y 2000, se planteó en Londres su juicio de extradición, como muy bien
recuerda Ekaizer en la página 316 de su libro, aunque en otras parece seguir
aceptando el cuento de la inviolabilidad tal y como nos lo han habitualmente
contado.
Viernes 25 de junio
DE QUÉ PRESUMO
“Dime de qué presumes y te diré de que careces” afirma la
sabiduría popular. Y nadie presume más de racionalidad y sentido común que yo.
Y nadie más torpe en las cosas
que de verdad importan.