Tengo un
torrente que me irrumpe,
recorre mi
ser sin tregua, lo lacera.
No es de
sangre, no es de diluvios,
no es de mar,
tampoco de lágrimas.
Aguas que a
raudales… he bebido.
Esto que me lesiona
y lentamente me lleva
es el gran afluente
de ira que, con mentiras,
en mí derramaste,
en el recóndito contacto
de lo que
sería ¡la última estreches vivida!
Duele la
coartada, duele la negligencia,
duele la gravedad,
duele la indiferencia.
Duele el
desamor, duele la partida,
duele mucho… ¡duele
en demasía!
Hay un derrame
áspero que me inunda
de pies a pensamiento,
mi alma, mi risa.
Nunca jamás imaginé
que serías tú…
¡precisamente
tú! que a mí elegiría.
Ahora, cual brebaje,
cual exorcismo,
querido, tu
suerte es ser mi elegido.
¡Mi tristeza
sin fin ha de ser tuya!
vertiente
diáfana que gota a gota
previo a sucumbir
por este sentir
en ti verteré
y absorberás ¡toda!
.
.
.
P-Car
Tengo un
torrente que me irrumpe,
recorre mi ser sin tregua, lo lacera.
No es de sangre, no es de diluvios,
no es de mar, tampoco de lágrimas.
Aguas que a raudales… he bebido.
Esto que me lesiona y lentamente me lleva
es el gran afluente de ira que, con mentiras,
en mí derramaste, en el recóndito contacto
de lo que sería ¡la última estreches vivida!
Duele la coartada, duele la negligencia,
duele la gravedad, duele la indiferencia.
Duele el desamor, duele la partida,
duele mucho… ¡duele en demasía!
Hay un derrame áspero que me inunda
de pies a pensamiento, mi alma, mi risa.
Nunca jamás imaginé que serías tú…
¡precisamente tú! que a mí elegiría.
Ahora, cual brebaje, cual exorcismo,
querido, tu suerte es ser mi elegido.
¡Mi tristeza sin fin ha de ser tuya!
vertiente diáfana que gota a gota
previo a sucumbir por este sentir
en ti verteré y absorberás ¡toda!
.
.
.
P-Car
recorre mi ser sin tregua, lo lacera.
No es de sangre, no es de diluvios,
no es de mar, tampoco de lágrimas.
Aguas que a raudales… he bebido.
Esto que me lesiona y lentamente me lleva
es el gran afluente de ira que, con mentiras,
en mí derramaste, en el recóndito contacto
de lo que sería ¡la última estreches vivida!
Duele la coartada, duele la negligencia,
duele la gravedad, duele la indiferencia.
Duele el desamor, duele la partida,
duele mucho… ¡duele en demasía!
Hay un derrame áspero que me inunda
de pies a pensamiento, mi alma, mi risa.
Nunca jamás imaginé que serías tú…
¡precisamente tú! que a mí elegiría.
Ahora, cual brebaje, cual exorcismo,
querido, tu suerte es ser mi elegido.
¡Mi tristeza sin fin ha de ser tuya!
vertiente diáfana que gota a gota
previo a sucumbir por este sentir
en ti verteré y absorberás ¡toda!
.
.
.
P-Car