Pensé que pronto te
olvidaría y que después, todo lo nuestro, en la arquitectura de la vida,
quedaría al reverso. Hoy, ya ni recuerdo bien, hace cuantos otoños… ocurrió todo
aquello.
Pensé también que encontraría
otro amor y que ese amor sería mejor. Por terquedad, orgullo y quebranto, pensé
tantas cosas sin sustento en lo fundamental: que el sentimiento no es
pensamiento.
Te siento como un cuanto de
luz, que vuela en mi interior. De mi mente a mi corazón, de mi corazón a mis
entrañas, de mi pasión a mi alma, no sin antes, acariciar mi cuerpo entero, del
atardecer al alba.
Te quiero mucho, sí, y lo he
aprendido a hacer sin desesperación, dejando latir tu presencia invisible en mi
universo, con un dejo de rica esperanza y otro, de volátil resignación.
Envuelta en hermosa melancolía,
como a nadie, te adoro -te añoro- Ay amor… hay momentos en que extraño demasiado
tus besos, tus manos, tu cuerpo, tu voz, tu calor, tus ojos, tu sonrisa, tu
rostro.
A veces quiero gritar -a
veces grito- cuando nadie me puede escuchar. Necia, insisto en creer que el
tiempo astuto y sabio, me está acercando al olvido -y en instantes ilusos, a
tus brazos-. Nada sucede, más que contenerte en mí encapsulado. Eres una
melodía que perdura, un vértigo que me devora, una estrella que me ilumina, un
emoción que me embarga, un sello que me apresa, una huella implacable, una
silueta que me sigue, en un bosque de velos.
Antes, hace mucho, me creí
invencible y eterna. Hoy me sé, mujer vulnerable que tiembla. De verdad, a la
soledad no le temo, no. Sí… a, antes de morir, no estar de frente a tu mirada,
al menos para decirte… “te amo, sí, a pesar de todo, de la distancia, del
tiempo, de la voluntad, de las promesas, de las diferencias, de los hechos que
quisiera borrar, de la vida que pasa… Te amo, aún te amo. Prepárate que si sigo
así, al final, te llevaré al infinito en mi alma”.
¿Sabes? A veces me siento
una romántica sin remedio, que aún tiene sueños y fantasías y ¿por qué no? que además
cree en milagros. Y entonces respiro profundo para, con cada suspiro, acercarte
un poco, en el aire, en la brisa, en el viento, en el espacio, en el cielo y en
el tiempo, para que quizás algún ocaso me abraces -nos abracemos- y luego nos
miremos tanto y tan profundo, que se conecten honestamente nuestras almas, sin
sombras, sin caretas, sin recursos. Lo que pueda suceder es un misterio. Eso,
es en lo único que no pienso.
Algo es seguro, que no te
abriré ninguna ventana en mi ser y que, con cada aleteo tuyo, sigo
intensamente, suspirando y suspirando…
P-Car