Si pudieses saborear el tiempo
frente a infinitas líneas en blanco
sabrías a qué sabe la amargura contenida
de una mujer llena de versos en sus
venas
que en demasía te ama y extraña.
Y, a pesar del mal gusto en los labios,
vendrías a besar los silencios en mi
boca,
beber mis lágrimas, poseer mi cuerpo.
Tal vez, romperías tus corazas
moldeadas con miedos.
Evocarías cómo hacemos dulce
poco a poco, lento e intenso,
la mayor de las tristezas:
estar en distintos inviernos.
Ay amor, cuánto ha transcurrido
desde que se enlazaron nuestros destinos.
Horas nuestras tan llenas de amor
y otras eternas, tan vacías.
Cuántos naufragios hemos sobrevivido
cuántas veces, débiles, hemos alzado el
vuelo.
Innumerables olvidos proyectados en el
horizonte
que el viento, quizás dónde, se ha
llevado.
Delirios de dos seres, separados sin
sentido
cargados de historias muertas,
decepciones y heridas.
Y la poesía no tiene fin,
porque el tiempo tampoco lo tiene.
Porque si aún aquí, vivos permanecemos
el sentimiento, en el alma, vive y
suspira.
Sin preguntas, sin respuestas
así se oscurezca, así resplandezca
en lo más íntimo ambos sabemos,
que lo nuestro… jamás termina.
P-Car