Sensaciones
nuevas
recorren mis
venas rojas
y mis conexiones
cósmicas.
Me siento como
un ave, tal vez un ángel
como una nube o como
el mismísimo aire.
Me he liberado
de esposas y duras cadenas,
de mitos y excesivas
afirmaciones inútiles
de ansias, de
soledades que no eran tales
de agudos dolores
y mil enfermedades.
Me siento en una
renovada dimensión
donde es bello ser,
crear, reír y ser yo.
Entré en un
camino de apertura y comprensión
lo caminé paso a
paso y a medida que avanzaba
atrás, mágica y
milagrosamente quedaba
el desierto, el
sufrimiento, lo gris y la sed.
A la velocidad
de mi dulce entendimiento
fui viendo cielos
cada vez más celestes
campos cada vez más floridos
y verdes
y altas cascadas
transparentes.
Hoy, donde
quiera que esté
me siento tranquila
y completa.
Y es que atrás
quedó el fantasma del miedo:
desaparecieron
los juicios y resentimientos.
Vivo en el amor
a mí y al todo
conectada con el
aquí y el ahora
y con cada inhalación
consciente
soy una esencia plena
y agradecida
en constante unidad
con mi alma divina
cuidando la armonía
de su misión sagrada.
Y es que he
descubierto el secreto espiritual
la felicidad de
la paz y la paz de la felicidad
que después de tantos
milenios en tránsito
de un universo
infinito y de toda la eternidad
es lo único que nos
llevará a otro más allá.
Todo está en ti,
a tu alcance
busca la luz que
mora en tu ser
entra al sendero
del crecimiento
que quien con
honestidad busca
ha de encontrarse
para encontrar.
P-Car
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