Alberto Vanasco
Buenos Aires, 1925 / Buenos Aires, 1993
Segundo de cuatro hermanos, Vanasco nació en Buenos Aires en 1925. Sus primeros años vivió en San Juan y ese entorno campero marcó felizmente el inicio de su obra. A los 18 años publicó su primer libro, la novela “Justo en la cruz del camino” y su pasión por la literatura ya estaba echada. A partir de 1935 comenzó a viajar regularmente con su familia a Buenos Aires, idas y vueltas hasta que después de la muerte de su padre se instaló en Buenos Aires. Dos veces casado y con tres hijos, Vanasco desempeño más de un oficio para ganarse el pan y toda su vida fue un canto a lo nuevo. Formó rabiosamente parte de la vanguardia artística de mediados de los años 40; en compañía del poeta Mario Trejo (1926) fundó el grupo cultural de agitación HIGO club, un antecedente del happening porteño, junto a Paco Urondo dirigió la revista Zona y participó activamente de las publicaciones Macedonio y Letra y Línea. Por períodos residió en las ciudades de Nueva York y Barcelona. Desde 1991 hasta su muerte, ocurrida dos años después, presidió la CONABIP (Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas).
Inquieto sobre todo, A.V. se arrimó al surrealismo local y también sumó pluma al grupo Poesía Buenos Aires. Amigo de Enrique Molina, del correntino Francisco Madariaga y de Edgar Bayley, Vanasco desplegó sus propias virtudes y desarrolló una obra literaria que no dejó rubro sin ocupar. Novelista, cuentista, dramaturgo (con Trejo escribió la recordada y exitosa obra teatral “No hay piedad para Hamlet), guionista, ensayista, traductor y poeta. Su obra en verso suelta amarra con la publicación de “24 sonetos absolutos y dos intranscendentes” (1945, reeditado en 1971), después vinieron “Cuartetos y tercetos definitivos” (1947), “Ella en general” (1954) y “Canto rodado” (1962).
“Creemos que “diamantino” es adjetivo que conviene al estilo de Vanasco, donde el concepto brilla sin sombra de verbosidad, atenuado algunas veces por la metáfora y otras por la melancolía. Es así como el poeta logra transmitirnos su insaciable exigencia de esperanza”, según afirmó de nuestro poeta de hoy la escritora y periodista Haydee Breslav.
Cuando digo mujer quiero decir tus ojos
cuando digo el amor quiero decir tu voz
cuando digo infinito quiero decir un día
y si digo el pasado digo todas las playas
donde estuvimos juntos
y si digo el futuro hablo de tu presencia que
se propaga por las cosas como un incendio
y si digo silencio quiero decir adiós
cuando digo las noches quiero decir tu cuerpo
cuando digo decir quiero decir tocar saltar
permanecer
cuando digo matar quiero decir tus gritos
tus celos de tigresa merodeando en las noches
y si digo dinero digo mis deudas y tus deudas
y si digo cordura digo tu locura y la mía
y si digo estar vivos quiero decir morirse
y cuando digo ahora digo tiempo
y cuando digo tiempo digo siempre
cuando digo dolor quiero hablar de todo
lo que odiamos juntos
y cuando digo odio quiero decir amar
y cuando digo muerte quiero decirlo todo
cuando digo tu nombre quiero decir tu nombre
y cuando digo vida quiero decir tu amor
Vida y Poesía
El poema que no pudo nacer trabaja por sí mismo
mantiene a sus miembros durante el verano
y trata de esquivar mis horas de olvido
es el poema eternamente rechazado
no querido por nadie ni vivido por ninguno
sin forma sin contenido especial sin urgencia
alguna por vivir o por saludarte
y así los hombres hablarán de su pasado
y las mujeres de su porvenir
mientras sentado en el borde de un verso
el poema frustrado
espera su turno
Arte Poética
Si el poema no sirve para imponer el nombre de las cosas
otro nombre y su silencio otro silencio,
si no sirve para hender el día
en dos mitades como otros dos días relucientes
y para decir cada uno
lo que cada uno quiere o necesita
o no se ha dicho nunca a si mismo.
Si el poema no sirve para que el amigo o la amiga
entren en él como en un amplio recinto
y se sienten a conversar largamente con un vaso de vino en la mano
sobre las raíces del tiempo o el sabor del coraje
o de lo que tarden en llegar este año los fríos.
Si el poema no sirve para quitarle el sueño a un canalla
o ayudar a dormir al inocente,
si es inútil para el deseo y el asombro,
para la memoria y el olvido.
Si el poema no sirve para hacer del que escucha
un fanático
que el poeta se calle.
EL POETA DE 40 AÑOS
(de “Canto rodado, 2)
En el instante mismo en que uno se siente eterno
el tiempo se desmorona.
Han ido llegando los momentos perfectos
y así también se han ido.
Entro en el recodo en que uno se espera a sí mismo
y se encuentran las transparencias del amor
las detonaciones del sexo
las retribuciones del hijo
las compensaciones de los viejos trajines:
en que todos los intereses se recaudan.
Todo llegó menos la revolución.
El tiempo solo fue bastante
para ver declinar algunas vidas en catástrofes
los desastres en olvido
los olvidos en una nueva vida.
Conocí a tanta gente
que cada uno que veo me recuerda a alguien.
He andado tanto
que en cada lugar echa su sombra la memoria.
Tanto he escrito
que todo lo que leo me parece que es mío.
He saldado las cuentas
Y aquellos a quienes quiero son los que me quieren.
A LOS POETAS DE AMÉRICA
Reunidos en un mismo lugar y en el mismo momento
por un hecho fortuito
es decir
por las leyes inexorables del azar
circuncidados por la misma memoria
consternados de un infortunio parecido
y ateridos de la misma tierra
tenemos por delante una sola tarea:
que no sigan subiendo las aguas de la inexistencia
que no sigan corriendo los alcoholes pesados del olvido
que no sigan callando los rubores lentos del crimen
tierra nuestra la nuestra:
tierra pensada y fabricada al revés por los grandes y pequeños rufianes
perseguida a sí misma
condenada a ser ella
con su inexistencia dulce y añorada
exhalando esa delgada y bella música pobre como sus guitarreros
tierra nuestra la nuestra:
los bronces del porvenir te estarán esperando
pero con eso no se vive
las campanas del pasado planean en tu cielo
pero con eso no se come
la jungla del presente se recuesta en tus costas
pero con eso no se existe.
Es fácil para nosotros apantallar la tranquilidad de nuestros pueblos
abanicar sus ojos y sus esperanzas
y conseguir la rúbrica de nuestros descendientes
desviando los proyectiles con que se defiende del tiempo.
Pero tenemos por delante la inseguridad de nuestros mitos
el fracaso de las revoluciones
el orgullo de nuestra fugacidad
y la imperiosa necesidad de la vida.
Tenemos por delante una América viva
en los carros blindados de la sangre
y en el triunfo de la paciencia.
Por lo cual entraremos de lleno en los asuntos de la buena poesía.
De las buenas razones para la poesía.
De la buena poesía para la mejor de las razones.
Durante treinta años
trabajó quince horas
por día
sin odiar a nadie .
Éste perdió a su mujer
y a sus hijos,
uno tras otro,
sin pensar en matar.
Aquél padeció cárceles,
torturas, vejaciones,
sin llegar a vengarse.
Este otro vivió en la miseria,
en la humedad y el frío
toda su vida,
sin quejarse nunca.
El de allá hizo colas,
sufrió esperas y postergaciones
desde la cuna,
sin comprarse un revólver.
El que sigue vivió siempre
en pensiones oscuras,
en vagones de trenes,
en casillas precarias,
sin cometer un robo.
Y aquél pasó hambre,
privaciones
de todo tipo,
carencias, apuros,
sin acusar a otros.
Los demás se arrastraron
por hospitales,
asilos
y comisarías,
sin rebelarse nunca.
Y yo pregunto:
¿Quiénes son, entonces,
los que sostienen el mundo?
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