CARMEN NATALIA
Nació en San Pedro de Macorís (República Dominicana), el 19 de abril de 1917. Carmen Natalia Martínez Bonilla firmó siempre sus trabajos literarios con sus nombres de pila, sin los apellidos. Cuando preparaba su primer libro, fue alentada por el poeta Fabio Fiallo. Colaboró en Los Nuevos yen La Poesía Sorprendida de manera fugaz. También aparecieron poemas suyos en los Cuadernos Dominicanos de Cultura. Por persecuciones políticas, se relega a una labor aislada, yen 1950 abandona el país, residiendo desde entonces en el exterior, especialmente en Puerto Rico, donde escribe la mayor parte de sus obras poéticas y teatrales, además de novelas que son presentadas por radio y televisión. Entre éstas podemos mencionar El despertar de un niño bajo la tiranía. Es la época de sus poemas de combate contra el régimen de Trujillo. Su extenso poema «Llanto sin término por el hijo nunca llegado» le merece en 1959 un premio del Ateneo de Puerto Rico. Carmen Natalia se perfila desde sus comienzos con Alma adentro como una poetisa romántica entroncada a la poesía femenina que se escribía en América. En las formas y en el contenido se pueden rastrear afinidades con Juana de Ibarborou, Alfonsina Storni y Grabiela Mistral. A esta última se mantiene apegada, tal vez por cierta similitud en algunos aspectos de sus vidas y a través de una temática peculiar de contenciones emotivas, donde aparecen la maternidad anhelada, los poemas infantiles y cierta religiosidad que no obstante revestirse de acentos serenos da margen a estallidos dramáticos. Los particulares aspectos políticos y sociales del país la conmueven y escribe El hombre tras la rejas, largo monólogo donde se quiere plasmar el drama de la opresión. A la caída de Trujillo, fue nombrada Embajadora Delegada Alterna, Representante de la República Dominicana ante las Naciones Unidas. Fue Presidente de la Comisión Interamericana de Mujeres.
Murió en Santo Domingo el6 de enero de 1976.
OBRAS PUBLICADAS:
Alma adentro (1939), Veinte actitudes y una epístola (1949), Llanto sin término por el hijo nunca llegado (1959), El hombre tras las rejas (1962), La victoria (1992).
OBRAS PUBLICADAS:
Alma adentro (1939), Veinte actitudes y una epístola (1949), Llanto sin término por el hijo nunca llegado (1959), El hombre tras las rejas (1962), La victoria (1992).
ALFARERO CELESTE
Alfarero celeste:
yo soy un pobre trozo de barro no cocido...
Pero al través del barro pasa mi voz de lluvia,
y la arcilla está blanda para el contorno vivo.
Seré como tú quieras que yo sea:
ánfora de fino cuello, esbelta y suave,
o una de esas viejas toscas y sin belleza,
donde a sorbos cansados
bebe calladamente la pobreza...
Alfarero celeste, date prisa,
que un viento de locura
puede secar la arcilla
antes de que tus manos le den la forma pura.
Modélame a tu antojo, hazme como tú quieras,
porque pulida o burda, tosca o fina,
tendrá sobre mi barro la huella de tu mano,
y tu mano es divina...
Alfarero celeste,
date prisa, trabaja!
Yo no soy mas que un trozo de barro no cocido;
pero dentro del barro hay algo sensitivo
que late y que solloza, que palpita y que canta;
algo que es como un beso, una rosa o un nido...
Un corazón de sueños que se me está muriendo
antes de haber nacido...!
Alfarero celeste:
yo soy un pobre trozo de barro no cocido...
Pero al través del barro pasa mi voz de lluvia,
y la arcilla está blanda para el contorno vivo.
Seré como tú quieras que yo sea:
ánfora de fino cuello, esbelta y suave,
o una de esas viejas toscas y sin belleza,
donde a sorbos cansados
bebe calladamente la pobreza...
Alfarero celeste, date prisa,
que un viento de locura
puede secar la arcilla
antes de que tus manos le den la forma pura.
Modélame a tu antojo, hazme como tú quieras,
porque pulida o burda, tosca o fina,
tendrá sobre mi barro la huella de tu mano,
y tu mano es divina...
Alfarero celeste,
date prisa, trabaja!
Yo no soy mas que un trozo de barro no cocido;
pero dentro del barro hay algo sensitivo
que late y que solloza, que palpita y que canta;
algo que es como un beso, una rosa o un nido...
Un corazón de sueños que se me está muriendo
antes de haber nacido...!
GRITO
Tu voz no trajo el canto de mi tierra.
No trajo sus pregones, ni su sol, ni su risa.
No trajo el verde de sus montes vírgenes
ni la canción del río y de la hierba.
No trajo el oro de la fruta abierta
ni las corolas altas, ni el cascabel del viento.
No trajo aquella turba vocinglera del nido
ni el color de las rojas amapolas enhiestas.
Tu voz no trajo el canto ni la risa.
Trajo tan sólo el grito.
El grito que hace amargo el pregón de las flores
y aprieta con su cerco la voz del pregonero.
El grito que revienta la semilla en el surco
desde que el surco cierra sus labios pisoteados.
El grito que retuerce los brazos de los niños
dentro del mismo vientre que le oprime la infancia.
El grito que se enrosca dentro del vientre túmido
y preña de terrores las nueve lunas blancas.
El grito que trepando por la raíz salvaje
sube desde la entraña de la tierra
y anticipa sus flores secas de polvo y lágrimas
donde las amapolas han de nacer mañana.
El grito que sacude las cenizas dormidas
en el fondo de oscuras tumbas abandonadas
y ruge en la garganta sin carne de los muertos.
Muertos que no murieron de una muerte liviana
sino cargada en plomo.
El grito de los muertos y el grito de los vivos.
Los que sin haber muerto están muriendo
a plomo y a mordaza, a vergüenza y a látigo.
El grito de los hombres y el grito de los niños.
El grito de las madres y el grito de los viejos
y el grito ronco y largo de todo lo que alienta
sobre la tierra del martirio.
El grito que te muerde y que me muerde
porque es un solo grito.
Ese que no te deja cantar nuestros pregones
ni cantarle a la hierba, ni al fruto, ni a los nidos,
porque si les cantaras tu voz se rompería con el grito.
El grito de la tierra. De tu tierra y la mía.
Tierra estrujada y sola en mitad de la noche
sembrada de sepulcros.
Tierra que se derrama en tu voz y la hiende con su grito.
Tierra que te has echado como un fardo a la espalda
para decir al mu.ndo su larga desventura.
Para decir al mundo que una tierra pequeña,
perdida en un océano,
desmembrada de un sordo continente dormido,
ya no tiene canciones que cantar, sino gritos...
Escúchenlo los bárbaros. Escúchenlo los ruines.
Los que aprietan cadenas,
los que golpean cráneos,
los que oprimen.
Escúchenlo los sórdidos. Escúchenlo los viles.
Los que rastrean la señal del oro
y muerden las monedas
y exprimen las raíces...
Escúchenlo los ímprobos. Escúchenlo... Escúchenlo.
El grito de mi tierra va por todas las rutas
creciéndose a sí mismo.
Creciéndose. Creciéndose.
y ha de llegar el día en que el grito sea brazo
y el brazo se levante por encima del grito
para que la justicia se cumpla en nuestra tierra.
Escúchenlo los bárbaros, los sórdidos, los ímprobos...
El grito de mi tierra dejará de ser grito
para cuajarse en brazo.
Y la tierra pequeña, perdida en el océano,
desmembrada de un sordo continente dormido,
pondrá en tu voz canciones... en Tu voz, que hoy no puede
sino cantar el grito.
Réquiem para un cadáver desterrado
Sombra para tu sombra, General.
Sombra para tu crimen, General.
Sombra para tu sombra...
(Julia de Burgos)
Al fin llegó tu hora.
El brazo se hizo plomo y te sembró la muerte
en la carne cobarde, en las duras pestañas.
La muerte que tu mismo te ganaste.
La que te fue rastreando, horas tras hora,
pegada a tus talones como tu propia sombra.
Oda Heroica a las Mirabal
No hubo blancura igual a su blancura
Nardo, azucena, lirio... magnolia de su carne.
Carne hecha para el beso, fue pasto de las balas...
LasMirabal cayeron bajo el plomo cobarde
Ayúdame a subirlas al pedestal de piedra
donde graba la historia los nombres de sus mártires.
Ayúdame a decir que cosa grande hicieron
estas mujeres cíclopes, estas mujeres ángeles.
Con este poema se le otorga el Primer Premio del Festival
Tu voz no trajo el canto de mi tierra.
No trajo sus pregones, ni su sol, ni su risa.
No trajo el verde de sus montes vírgenes
ni la canción del río y de la hierba.
No trajo el oro de la fruta abierta
ni las corolas altas, ni el cascabel del viento.
No trajo aquella turba vocinglera del nido
ni el color de las rojas amapolas enhiestas.
Tu voz no trajo el canto ni la risa.
Trajo tan sólo el grito.
El grito que hace amargo el pregón de las flores
y aprieta con su cerco la voz del pregonero.
El grito que revienta la semilla en el surco
desde que el surco cierra sus labios pisoteados.
El grito que retuerce los brazos de los niños
dentro del mismo vientre que le oprime la infancia.
El grito que se enrosca dentro del vientre túmido
y preña de terrores las nueve lunas blancas.
El grito que trepando por la raíz salvaje
sube desde la entraña de la tierra
y anticipa sus flores secas de polvo y lágrimas
donde las amapolas han de nacer mañana.
El grito que sacude las cenizas dormidas
en el fondo de oscuras tumbas abandonadas
y ruge en la garganta sin carne de los muertos.
Muertos que no murieron de una muerte liviana
sino cargada en plomo.
El grito de los muertos y el grito de los vivos.
Los que sin haber muerto están muriendo
a plomo y a mordaza, a vergüenza y a látigo.
El grito de los hombres y el grito de los niños.
El grito de las madres y el grito de los viejos
y el grito ronco y largo de todo lo que alienta
sobre la tierra del martirio.
El grito que te muerde y que me muerde
porque es un solo grito.
Ese que no te deja cantar nuestros pregones
ni cantarle a la hierba, ni al fruto, ni a los nidos,
porque si les cantaras tu voz se rompería con el grito.
El grito de la tierra. De tu tierra y la mía.
Tierra estrujada y sola en mitad de la noche
sembrada de sepulcros.
Tierra que se derrama en tu voz y la hiende con su grito.
Tierra que te has echado como un fardo a la espalda
para decir al mu.ndo su larga desventura.
Para decir al mundo que una tierra pequeña,
perdida en un océano,
desmembrada de un sordo continente dormido,
ya no tiene canciones que cantar, sino gritos...
Escúchenlo los bárbaros. Escúchenlo los ruines.
Los que aprietan cadenas,
los que golpean cráneos,
los que oprimen.
Escúchenlo los sórdidos. Escúchenlo los viles.
Los que rastrean la señal del oro
y muerden las monedas
y exprimen las raíces...
Escúchenlo los ímprobos. Escúchenlo... Escúchenlo.
El grito de mi tierra va por todas las rutas
creciéndose a sí mismo.
Creciéndose. Creciéndose.
y ha de llegar el día en que el grito sea brazo
y el brazo se levante por encima del grito
para que la justicia se cumpla en nuestra tierra.
Escúchenlo los bárbaros, los sórdidos, los ímprobos...
El grito de mi tierra dejará de ser grito
para cuajarse en brazo.
Y la tierra pequeña, perdida en el océano,
desmembrada de un sordo continente dormido,
pondrá en tu voz canciones... en Tu voz, que hoy no puede
sino cantar el grito.
Réquiem para un cadáver desterrado
Sombra para tu sombra, General.
Sombra para tu crimen, General.
Sombra para tu sombra...
(Julia de Burgos)
Al fin llegó tu hora.
El brazo se hizo plomo y te sembró la muerte
en la carne cobarde, en las duras pestañas.
La muerte que tu mismo te ganaste.
La que te fue rastreando, horas tras hora,
pegada a tus talones como tu propia sombra.
Oda Heroica a las Mirabal
No hubo blancura igual a su blancura
Nardo, azucena, lirio... magnolia de su carne.
Carne hecha para el beso, fue pasto de las balas...
LasMirabal cayeron bajo el plomo cobarde
Ayúdame a subirlas al pedestal de piedra
donde graba la historia los nombres de sus mártires.
Ayúdame a decir que cosa grande hicieron
estas mujeres cíclopes, estas mujeres ángeles.
Con este poema se le otorga el Primer Premio del Festival
de Navidad del Ateneo Puertorriqueño en 1959.
Te invoque desde el fondo del abismo
te llamé, desesperadamente...
y te lloré, con el llanto más amargo y recóndito
que jamás ha llorado ojo humano en el mundo.
Te invoque desde el fondo del abismo
te llamé, desesperadamente...
y te lloré, con el llanto más amargo y recóndito
que jamás ha llorado ojo humano en el mundo.
Respondiendo al tradicional sentimiento femenino
de culpa y autoestima débil, dice:
Culpa fue de mi egoísmo. Mi egoísmo
Quería respirar un aire puro
más allá del lejano horizonte inalcanzable.
Culpa fue de mi egoísmo. Mi egoísmo
Quería respirar un aire puro
más allá del lejano horizonte inalcanzable.
Quería ver el mar. Quería ver los puertos
llenos de sol y espaldas verticales
cargando fardos junto a la sonrisa".
Perdóname, hijo mío...
Tú, que hubieras sido mi resarcimiento y mi equilibrio
llenos de sol y espaldas verticales
cargando fardos junto a la sonrisa".
Perdóname, hijo mío...
Tú, que hubieras sido mi resarcimiento y mi equilibrio
Sus ansías de libertad están presentes en casi todos sus poemas:
Quería ver las muchedumbres
que van y vienen, con las manos libres
y los pies desenraizados, sueltos.
que van y vienen, con las manos libres
y los pies desenraizados, sueltos.
Quería jugar con niños que no temblaran de pavor
ante la sombra repentina de un uniforme sobre el suelo
quería jugar con niños que supieran reír
sin taparse la boca con angustia.
El "Poema de la Eternidad Cansada", se siente el rechazo a la hipocresía social, al peso de los convencionalismos, y ella lo plasma así:
Mi vida es algo así como un vestido ajeno
que me hubieran prestado
sin consultarme antes si me gustaba o no
Como un vestido ajeno
que yo debo llevar aunque esté ajado, roto, anticuado o desteñido
Y este ajeno vestido
parece que está hecho de un material tan burdo
que me pesa, y me estorba, y me deprime
A veces, yo he querido restaurarlo como un traje vulgar,
Zurcir sus rasgaduras, y hasta variar la moda
que ya resulta antigua
Pero este infeliz vestido
no es ni siquiera mío.
ante la sombra repentina de un uniforme sobre el suelo
quería jugar con niños que supieran reír
sin taparse la boca con angustia.
El "Poema de la Eternidad Cansada", se siente el rechazo a la hipocresía social, al peso de los convencionalismos, y ella lo plasma así:
Mi vida es algo así como un vestido ajeno
que me hubieran prestado
sin consultarme antes si me gustaba o no
Como un vestido ajeno
que yo debo llevar aunque esté ajado, roto, anticuado o desteñido
Y este ajeno vestido
parece que está hecho de un material tan burdo
que me pesa, y me estorba, y me deprime
A veces, yo he querido restaurarlo como un traje vulgar,
Zurcir sus rasgaduras, y hasta variar la moda
que ya resulta antigua
Pero este infeliz vestido
no es ni siquiera mío.
Felicitaciones por tan emportane y grandiosa labor. He tratado de conseguir los pregones de mi tierra de Doña Carmen Natalia, si fuera posible lo agradeceria inmensamente. Ramón Leonardo, cantautor dominicano. [email protected]
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