Giovanni Raboni. Poeta italiano, nació en Milán, en 1932, y murió en la misma ciudad, en 2004. Abogado, cultivó la literatura y el periodismo. Tradujo a Apolinaire, a Baudelaire y Proust entre otros. Considerado un intelectual que marcó el novecento, Raboni, fue también crítico y dramaturgo; en los últimos diez años se destacó como una de las firmas más prestigiosas de las páginas culturales del Corriere della Sera. Su debut en la poesía llegó en la década del sesenta, cuando también comenzó a trabajar en el mundo editorial y el periodismo. Reconocido por su rigor moral y sus agudas reflexiones sobre la realidad, era una persona fuertemente comprometida con los temas políticos y sociales. Se destacaba por tener una voz moderada. Nunca hubo excesos en sus versos. Según el escritor Franco Cordelli, Raboni fue "el último poeta que pensaba la poesía como una pura actividad impura", es decir, "como parte de un más amplio, sino más profundo, trabajo cultural". Raboni jamás exhibió ni ocultó sus sentimientos cristianos, por más que los viviera políticamente desde la izquierda, con la cual se identificaba. Era consciente de que "la poesía tiene un público limitado y está protegida de las influencias negativas del mercado. Esto le garantiza cierta, relativa, pureza". Los poemas publicados pertenecen a "Cadenza d'inganno" (de 1975), libro considerado por la crítica como uno de los más importantes que escribió. Otros libros suyos son: Nel grave sogno (1982); Versi guerrieri e amorosi (1990); Devozioni perverse (1994)y "Barlumi di storia" (2002), todos de poemas, a los que cabría agregar varios ensayos, entre ellos, uno dedicado a la poesía del Novecento poetico italiano (1959-2994).
No hacían ruido ni humo
En las explanadas heladas los buses
De evacuados en esas tardes blancas
De inicios de guerra y antiguo dolor
Tragando y borrando a montones
Los silenciosos cuerpos en tránsito
Y negando también el sonido a millares de llantos
Pagados al invisible piloto
Hasta que al fin en un tiempo que no hace
Oficio de abandonos y tormentos
El color y el audio inventen
El mecanismo de tu piedad.
Traducido por Alfonso Iommi
¡Qué alegría nombrarlas desconocidas y ya
Familiares por el tipo y el tonelaje
Inmóviles en el desembarco o aún en viaje
Por la costa normanda, las unidades
Navales que traen la libertad
A esta amarga y trepidante orilla
De Europa! Como el mar, se atestaba
De futuro la lúgubre verdad.
Sin embargo, sabes, nunca una victoria fue
Tan vana o más fuerte la deriva.
Con la dulzura de saberte viva
Todo revive en mí salvo la virtud.
Traducido por Alfonso Iommi
DE ESPALDAS
Si te tiendes de espaldas
se vuelve, calmándose, sólo dulzura
el peso de tu seno. De pronto no hay
necesidad de ocultarlo, no se puede más juzgar
porque está tierno y apagado
e inocente y basta.
e inocente y basta.
LAS VECES
De los reproches que me haces (algunos
no los discuto)
hay uno cuando llega que hace mal
como el frío sobre los dedos —cuando
comentas suavemente "qué mal hicimos el amor"
o peor "Esta vez
el amor lo hiciste tú solo: como un muchachito". Muerde
desde el fondo, seca la saliva como si expulsara
todas las veces buenas. Y decir que me importa
más tu gozo que el mío; por momentos quisiera
ser sólo una mujer para tocarte mejor, con más dulzura...
el amor lo hiciste tú solo: como un muchachito". Muerde
desde el fondo, seca la saliva como si expulsara
todas las veces buenas. Y decir que me importa
más tu gozo que el mío; por momentos quisiera
ser sólo una mujer para tocarte mejor, con más dulzura...
(Traducción de Horacio Armani,
en su Antología de la Poesía
Italiana Contemporánea, para
Litoral- Ed.Unesco, no bilingüe)
[De Nel grave sogno]
Sueño de la calle de las Serpientes
Muerto, creo, y deudo de muertos -pero también
utilero, guardián, camillero
interino, reportero
d'hôtel-Dieu y de morgue,
hurgaba, el Jesús en la boca, en el revoltijo
de ropa descolorida,
forros desgarrados, mantas militares,
por una extraña resaca arrojados sobre los mostradores.
¿Y los cuerpos? ¿Dónde estaban los cuerpos?
No se veían cuerpos en, por lo menos,
quince, veinte metros a la redonda...
Dices bien, es necesario
descender desnudos a la tierra:
pero aquellas blusas, aquellos
sacos abandonados para siempre, raídas
sandalias, mocasines
tal vez míos, agujereada la suela, aplastado
el empeine... Por ellos,
no por los desaparecidos propietarios, no por las
almas así pomposamente llamadas, me deshago,
a primera hora, en lágrimas en el sueño.
Dopo la lirica, poeti italiani 1960-2000. A cura di Enrico Testa,
Giulio Einaudi Editore, Turín, 2005
Versión de Jorge Aulicino
[Da Nel grave sogno]
Sogno di via dei Serpenti
Morto, credo, e parente di morti - ma anche come
trovarobe, custode, barelliere
avventizio, reporter
d'hôtel-Dieu e d'obitorio
frugavo a cuore stretto in un pattume
di indumenti slavati,
di fodere lacere, di coperte militari
da una strana risacca sbattuti sui banconi.
E i corpi, dov'erano i corpi?
Non si vedevano corpi per almeno
quindici, venti metri tutt'intorno...
Dici bene, bisogna
scendere nudi sottoterra:
ma quelle bluse, quei
giacconi smessi per sempre, spelacchati
sandali, mocassini
forse miei, bucata la suola, macerata
la tomaia... Per loro,
non per gli spariti proprietari, non per le
anime così pomposamente dette mi scioglievo
prima di giorno in lacrime nel sogno.
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