Guido Oldani nació en 1947 en Melegnano (provincia de Milán) donde vive. Ha publicado en las principales revistas literarias de los últimos decenios: Alfabeta, Paragone, Poesia, Il Belpaese. En 1985 salió su poemario Stilnostro, (ed. CENS), prologado por Giovanni Raboni. Su segundo libro, Sapone (2001), fue publicado por la revista internacional Kamen, en ocasión del décimo aniversario de su actividad editorial. Aparece en varias antologías, como Poesia italiana (1952-88): la via lombarda (Marcos y Marcos, 1988), Il pensiero dominante (Garzanti, 2001), Tutto l'amore che c'è (Einaudi, 2003), 80 poeti per gli 80 anni di Luciano Erba (Interlinea, 2004). Algunos de sus textos han sido traducidos al inglés, alemán, rumano y húngaro. Es responsable de las cuatro ediciones del Annuario di Poesia del Editor Crocetti, y ha colaborado en las páginas culturales de Tuttolibri del periódico La Stampa y de Agorà del periódico «Avvenire». Hizo parte de la delegación que representó la poesía italiana en Nueva York en el 2000. Colabora con el Politécnico de Milán y con la Fundación Il Fiore de Florencia, dedicada a la poesía internacional. Es autor de una reducción para teatro de la tragicomedia de Carlo Porta y Tomaso Grossi, Giovanni Maria Visconti duca di Milano, así como de La Ninetta del Verzèe, del mismo Carlo Porta. Sobre su obra han escrito, entre otros: Maurizio Cucchi, Luciano Erba, Enzo Fabiani, Giancarlo Majorino, Daniele Maria Pegorari, Antonio Porta, Giovanni Raboni, Angelo Romanò, Tiziano Rossi, Francesco Sberlati y Mario Spinella.
Poemas de Guido Oldani
El autorrealismo o la poética del gusano
Más de la mitad del mundo vive en áreas metropolitanas. El resto de la gente las envuelve centrípetamente, las deslíe, las ocluye. Ésta es nuestra situación global. La realidad ya no es dada por la naturaleza sino por los infinitos objetos manufacturados y en serie. Producimos infinitas cosas, tan deseables como, casi siempre, inútiles. Nos vuelven a caer encima, como boomerang. Como un gusano de seda, producimos el hilo que nos envuelve, hasta que se vuelve capullo y luego sarcófago, que nos sacrifica, como bestias sacrificadas a la nada. Ésta es la realidad, o mejor, esto es el autorrealismo en que vivimos. También los pueblos se amontonan, unos sobre otros, a través de guerras y migraciones de masa. Ya no hay casi diferencia entre hombres y cosas y las masas de unos se parecen cada vez más a las de las otras, que se vuelven término de comparación. La realidad no se antropomorfiza, pero el hombre se cosifica. Mi poética consiste en registrar esta paradoja demencial que estamos obligados a vivir, dándola por descontada. Yo me parezco cada vez más a mi bicicleta, y quien se la encuentra en la calle, apoyada a una pared, la saluda creyendo, con razón, que ella soy yo. Sin embargo, ante esto mi bicicleta, que tiene su propia dignidad, desde hace algún tiempo ha empezado a rebelarse.
La lavadora
el centrifugador gira como el mundo
y sus habitantes son los indumentos
que ha puesto allí la pareja de novios.
en mojada maraña se retuercen
las respectivas prendas dando vueltas,
como amantes no quedan más que éstos,
los demás se aferran sólo por el cuello.
La paz
no nos amarga del todo que al vecino
le venga un infarto por la pelea en acto
pero con la guerra el ánimo es distinto.
si uno no está ahí donde ocurre el hecho
al menos está en contra de los opresores, como tantos,
garibaldi seguro hubiera ido para intervenir
pero si yo me voy quién le da agua a las flores.
La dulce hada
de noche y de mañana los cuartos de baño
cantan en la casa como bajos rusos,
afuera los mironean los faroles.
y el sol que es bisexual, de noche es luna
y nosotros vivimos hasta que suena el timer,
que cuanto más longevos más nos pega
y ya cargados de horribles recuerdos,
nos trae un alivio la dulce hada del alzheimer.
El huerto
alrededor del puente en la autopista
él vive como dentro de un motor,
se levanta el ánimo con el ruido.
de pedacitos, entre los empalmes de los carriles,
recaba un huerto, que tiene aspecto de auschwitz
con las hortalizas verdosas la nafta
que riega hurtando al pozo negro,
así se sumerge en la naturaleza,
y el vecino le envidia la verdura.
La hormigonera
ya tiene sal el agua y los petroleros
vierten aceite como condimento,
a la sopa de pescado navegante.
en la jaula del cielo las aves de rapiña
llevan en vuelo sus presas de caza,
y los gusanos son hilo de coser,
que cada terrón oscuro tiene unido,
todo está en la barriga de dios padre
que nos revuelve, dulce hormigonera.
vierten aceite como condimento,
a la sopa de pescado navegante.
en la jaula del cielo las aves de rapiña
llevan en vuelo sus presas de caza,
y los gusanos son hilo de coser,
que cada terrón oscuro tiene unido,
todo está en la barriga de dios padre
que nos revuelve, dulce hormigonera.
Perezosas
el mar como una cortina metálica
organiza la vitrina de la playa
donde de la arenación surgen cabezas.
están en fila tantas perezosas
cual trampas abiertas como bocas,
y todos alquilan y allí se estacionan
escrotos de italia, quilos de damascos.
Corbatas
como corbatas rojas hacia el cielo
las llamas se asoman al alféizar
empacando los geranios con el humo.
y un camión grande con barriga de agua
levanta la pierna posterior y apaga
y así salvan al gato por fortuna
a la vieja no, gritaba indignamente.
El cigarro
y mientras se le hunden las mejillas,
la boca aprieta como en la escupida
al cigarro enrojecido ni que fuera brasa.
después del resplandor el tedio se repite
salvo un hilo de humo fuera de la nariz,
un truco de magia pareciera
pero es tos y se hunde en el catarro.
Milán
es un camión que transporta guijarros
mi patria, vuelca su carga
y nos arroja millones en milán.
pegados como huevos nos desbaratamos
en un budín donde nos inmolamos casi
y alguien pregunta: ¿no seremos acaso demasiados?
pero en eso otra descarga nos consuela.
Traducciones de Martha Canfield
No hay comentarios:
Publicar un comentario