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jueves, 29 de octubre de 2009

¿ALGUIEN ESPERABA OTRA COSA DE LOS SOCIALISTAS?

Seguro que hay muchas personas que esperaban algo muy distinto del paso del PSOE por el Gobierno de España. De lo contrario, no le hubieran dado su voto en la cita electoral correspondiente. A estos les sugiero que recuerden la frase que, según nos dice Dante al principio de Canto III de la Divina Comedia, está escrita a la entrada al infierno: "Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate (Dejad, los que aquí entráis, toda esperanza)”.
Es cierto que la esperanza, como dice un dicho popular, es lo último que se pierde. Quizás por que somos demasiado ingenuos y aún creemos en los Reyes Magos. Es hora de que, los que aún siguen esperando algo del socialismo, abran los ojos y se enfrenten a la cruda realidad del infierno económico a donde nos ha llevado, sin barca de Caronte de por medio, José Luis Rodríguez Zapatero y su inoperante Gobierno. Quienes sigan esperando algo positivo del equipo actual que nos gobierna, terminaran dando la razón a Nietzsche cuando decía que “la esperanza es el peor de los males de los humanos, pues prolonga el tormento del hombre”.
Las razones que incapacitan al socialismo real para gestionar adecuadamente la marcha económica de un país, son evidentes. Y mucho más en el socialismo español que, bajo la batuta de Zapatero, se ha esforzado por recuperar ese sectarismo rancio y trasnochado que, en otro tiempo, utilizaban K. Marx y F. Engels, para adoctrinar a sus seguidores.
El socialismo militante es doctrinario por naturaleza, lo que le lleva al despropósito de querer controlar cualquier clase de iniciativa, planificando absurdamente cualquier tipo de actuación individual o colectiva de los ciudadanos. De esta manera lastran, hasta límites insospechados, la productividad que podía esperarse de las empresas y la voluntariedad de los individuos para luchar por la rentabilidad de las mismas. Lo suyo es husmear en lo que es privativo de los ciudadanos y de las sociedades, para organizar todos sus actos, condicionando así hasta el más mínimo de sus actos. Y todo, en nombre de un igualitarismo ficticio e inadmisible.
A este afán obsesivo por regular todo tipo de actividad económica o industrial, debemos unir su desmedida afición a establecer elevados impuestos, que llaman progresivos, pero que tienen un tufo recaudatorio indisimulable. La elevación excesiva de los impuestos influye negativamente en el consumo y en la actividad económica. Y al disminuir el consumo y la actividad económica, disminuyen los ingresos que, vía impuestos, recauda el Estado. Como el Gobierno, por su descontrol en los gastos, necesita cada vez más dinero, tiene que acudir a una carga impositiva, metiéndose de lleno en un círculo vicioso que irá ampliando las bolsas de pobreza en España.
El socialismo español no ve, o no quiere ver, que los gobiernos de los países que comienzan a abandonar el lóbrego túnel de la crisis, optaron inteligentemente por reducir la presión fiscal. Exactamente lo contrario de lo que ha hecho nuestro Gobierno. Su tozudez les lleva a ampliar la presión recaudatoria para, según dicen ellos, mantener el gasto social. El resultado es inmediato: la subida de impuestos se traduce inevitablemente en una disminución del consumo y, por lo tanto, en una menor productividad de las empresas. Lo que crece de esta manera, de un modo progresivo, es el paro, y con el paro aumenta el número de los que necesitan de esas insuficientes limosnas oficiales. Y es evidente que los impuestos en España son demasiado elevados. Concretamente el gravamen sobre las rentas del capital está entre los más altos de la Unión Europea.
Nuestros gobernantes socialistas sabrán por qué desoyen el proverbio chino y prefieren dar algún que otro pez a los que tienen hambre y renuncian a enseñarles a pescar. No se trata de un acto altruista con los que necesitan de la ayuda pública para subsistir. Quizás busquen con estas limosnas, como ocurre en Andalucía, mantener y acrecentar el número de votos cautivos de todas estas personas que se ven obligadas a echar mano de la beneficencia pública para subsistir.
A la vocación intervencionista de los socialistas y su querencia por los impuestos abusivos, hay que añadir su gusto innato por los despilfarros del dinero público. Tan pronto llegan al poder, los gastos se desmandan de manera obscena y acuden sin pudor a la generación de deuda pública para gastar lo que no se tiene y empobrecer, aún más, a la sociedad española. Con este comportamiento, llama la atención que los socialistas se vanaglorien de que su sistema político, según dicen ellos, sea la vía más segura para mejorar la situación de los pueblos.
Han popularizado el término de ‘sostenibilidad’, aunque lo refieren a conceptos erróneos: ‘sostenibilidad de la economía’, ‘sostenibilidad de la creación de puestos de trabajo’. Lo único que aquí es ‘sostenible’, dada su aberrante manera de actuar, es la miseria y la pobreza de un número, cada vez más elevado, de ciudadanos españoles.
Y es precisamente Manuel Chaves el que, de manera desvergonzada, nos quiere hacer creer que son ellos los que tienen la receta definitiva para poner fin a la crisis y al paro. Él, que en su anterior etapa como ministro de trabajo con Felipe González, veía crecer las listas del paro a una velocidad de vértigo. Y que, en sus largos años al frente del Gobierno andaluz, multiplicó sin medida la indigencia y la pobreza de esa Comunidad.
El sábado pasado, en la clausura de la primera convención socialista de la Comunidad de Madrid, afirmó sin complejos que solamente abandonaremos la crisis aplicando la estrategia económica que tiene el PSOE. “Nosotros -dice Chaves- somos los que vamos a acabar con la crisis”. Y recalca que esto no lo puede hacer el PP, ya que tiene “una política mezquina, sectaria, de cortos vuelos, sin credibilidad. Ya no se acuerda de que, en 1996, fue preciso que llegara Aznar para sacarnos del enorme socavón en que nos había metido el Gobierno, al que él mismo pertenecía.
Mientras este Gobierno no tome otras medidas más serias, lejos de sacarnos de la crisis, nos hundirán cada vez más en ella. Las medidas estructurales, que aumenten nuestra productividad y nos hagan más competitivos, brillan por su ausencia. A esto hay que añadir el desmesurado gasto público que complica aún más las cosas. Hasta el pasado mes de septiembre, en términos de Contabilidad Nacional, el déficit del Estado alcanzó la alucinante cifra de 62.780 millones de euros, frente al déficit de 13.507 millones de euros, en el mismo período del año anterior. El déficit, prácticamente, se ha multiplicado por cinco en un solo año.
La economía española es una de las más endeudadas del mundo. Y todo el dinero que se recaude es poco para hacer frente a los intereses generados por ésta deuda. Así las cosas, es normal que el Estado se vea obligado a pagar con nueva deuda, los intereses de la deuda anterior. También son muchas las familias – cada vez más- que carecen de capacidad económica para hacer frente a cualquier gasto imprevisto. A estas alturas de la legislatura, hay ya 1,1 millones de hogares con todos sus miembros en el paro. La única perspectiva que les queda a todas estas personas es la indigencia y la más absoluta de las miserias.
No es de recibo que, en situación económica tan dramática, nos venga Zapatero con la cantinela de que debemos ser solidarios con quienes más sufren los efectos de la crisis. Se ha llegado a esta situación límite por la inepcia de un presidente del Gobierno que, además de estar lleno de complejos, no sabe por donde anda. Incluso ha llegado a la aberración de obligar a los trabajadores y a las clases medias a sufragar, con sus ahorros, cosas tan absurdas como el fondo que se creó pata ayudar a los bancos.
Si ésta es nuestra situación actual, ¡Dios nos coja confesados, cuando comiencen a tener vigencia los nuevos Presupuestos! Zapatero se ha puesto la utopía por montera y nos quiere en los años difíciles de la II República, pero más pobres que entonces.

Gijón, 27 de octubre de 2009

José Luis Valladares Fernández

viernes, 22 de mayo de 2009

ZAPATERO Y SUS INSIDIAS

Desde que José Luis Rodríguez Zapatero llegó a la Moncloa, en lo que queda de España, han comenzado a crecer hasta los enanos. Cuanto toca, deja de funcionar y allí donde pone el ojo, aparece de inmediato el desastre. Ni que fuera la esfinge de la mitología griega, apostada sobre su roca, para saltar sobre los transeúntes y devorarlos si no adivinan correctamente sus acertijos.
Esperamos que aparezca, lo antes posible, el Edipo de turno que nos libere de semejante monstruo, como el mitológico liberó a Tebas. Mientras tanto, apechugaremos con semejante bestia que alguien soltó intencionadamente aquel fatídico 11-M de nuestra historia. Menudo morlaco nos ha caído en suerte. Parecía difícil igualar la marca de Felipe González, pero Zapatero la ha superado ampliamente.
El 9% de déficit lo tenemos ya, prácticamente, al alcance nuestra mano. Y el número de parados ahí está, creciendo a un ritmo desconocido hasta ahora en toda Europa. En números redondos, son unas ocho mil personas las que, diariamente, se quedan sin empleo. Son ya muchas las familias sin ingreso alguno, obligadas a vivir de la caridad ajena. La caída del PIB en el primer trimestre alcanzó un 3% en tasa interanual. El peor registro desde que el Instituto Nacional de Estadística estableció este tipo de contabilidad en el año 1970. El gasto en consumo de las familias, en este primer trimestre, aceleró su crecimiento negativo en casi dos puntos, llegando hasta el -4,1%. El número de morosos alcanza cotas inesperadas, y no hay ni un solo dato positivo en nuestra economía que nos invite al más mínimo de los optimismos.
Las medidas propuestas por Zetaparo para salir de la crisis, nos llenan de desánimo y de pesimismo. Con el simple mantenimiento de la cohesión social, como él propone, lejos de solucionar el problema, lo agravará cada vez más. La sensibilidad social de Zapatero será muy exquisita, tal como él presume, pero subsidiando el paro, en vez de riqueza, se crea más paro y más pobreza. Los subsidios no son gasto público productivo y, quiérase o no, se traducen siempre en un aumento de los impuestos, que no pagarán las clases bajas, ni tampoco las clases altas. Ese aumento de la carga fiscal correrá exclusivamente a cargo de la clase media.
Y es que a Zapatero no le dice nada aquello de no des peces al que tiene hambre, enséñale a pescar. Y ahí están esas enormes colas, que crecen día a día, ante las oficinas del INEM y ante las puertas de los comedores sociales. Piensa que con aumentar el gasto público, y poco más, se incentiva el consumo y se activa la demanda, desapareciendo así el riesgo de deflación. Nada más falso. Estos subsidios, sin reversión rentable, no producen más que parados y menesterosos.
En el pasado Debate del estado de la Nación, Zapatero se esforzó inútilmente en hacernos creer que sus propuestas eran el auténtico bálsamo de fierabrás para nuestra economía. Su tremenda osadía, como no tiene límites, le llevó a ofrecer grandes dispendios con dinero que no era suyo. Choca contra el sentido común que prevea gastos, y que los endose a terceros, sin contar previamente con ellos. Es el caso de las Autonomías, los fabricantes de coches y hasta posibles compradores de viviendas.
Este proceder, claramente temerario, desinfló las propuestas vendidas en el Debate, de alguna de las cuales, no quedan ni las pavesas. Para empezar, el plan prever, que Zapatero presentó como propuesta estrella, no ha hecho otra cosa que desatar la guerra entre las distintas autonomías.
De los ordenadores para los estudiantes de primaria, ya ni se habla. Y, si se mencionan, se da a entender que los padres de los alumnos cargarían con parte de los gastos. Es indudable que la propuesta de los ordenadores se le ocurrió sobre la marcha y la lanzó sin ánimo evidente de cumplirla. Los presupuestos del año en curso no tienen prevista partida alguna para invertir en esos cuatrocientos mil portátiles necesarios. Otro tanto ocurre con la conexión de banda ancha para los colegios.
Tampoco tuvo acierto con las medidas propuestas para dar salida a tanto piso que hay sin vender. Los 24 mil euros señalados inicialmente como límite para desgravar, son un auténtico freno. Posteriormente, y de cara a las resoluciones finales, se barajaron otras cantidades algo más elevadas, entre 30 mil y 32 mil euros anuales y que al final quedó sin concretar.
Las ofertas de Zapatero, con vistas a las elecciones europeas, tenían mucho de fuegos de artificio. Muchas de las propuestas ofertadas eran absurdas e irrealizables. Pero no importa lo más mínimo. Buscaban ese impacto mediático que tanto le gusta y que es tan útil para alimentar a esa borregada incondicional que no sabe pensar por sí misma. Para cuando transcienda que de lo dicho no hay nada y se llegue al convencimiento de que se ha estado orquestando todo un camelo mayúsculo, el propio Zetaparo, o algún miembro de su partido, lanzarán otra bomba mediática que acapare toda la atención.
Y esto es lo que en realidad ha sucedido. Las propuestas de Zapatero eran tan irrealizables, que su propio partido se vio en la obligación de devaluarlas hasta tal extremo que, las que al final se votaron, eran otras propuestas nuevas y sin contenido alguno. Y aquí es cuando aparece la nueva bomba mediática, esta vez a cargo de la Ministra de Igualdad. Bibiana Aido, con toda su cara dura y su escasa formación intelectual, se atreve a certificar que un feto de 13 semanas de gestación es un ser vivo, pero no un ser humano. Automáticamente, todo el mundo se olvidó de las propuestas de Zapatero y pasó a comentar la audacia de la titular de Igualdad y de su preparación científica. Hasta Ángel Gabilondo, Ministro de Educación, se dejó cautivar por semejante memez y soltó su imbecilidad de escolástico en decadencia: como metafísico necesitaría un buen rato para decidir qué es un ser humano. Para que el feto se transforme en ser humano, necesitará que así lo disponga algún decreto del gobierno socialista.
Y la guinda, como no, la puso el propio Zapatero. Para eso es el Jefe y tiene que aparecer como el gran defensor de la juventud hispana. Una defensa un tanto nazi, ya que trata de defender a los jóvenes enfrentándoles a sus propios padres. De ahí que afirme que los padres no deben saber que sus hijas de 16 años están embarazadas, ya que, si quisieran abortar, se podría producir una interferencia determinante en su decisión. Es su decisión, no privemos ni hagamos interferencia donde la decisión libre es de la mujer, sentenció.
Pero Zapatero, con esa mente tan retorcida que Dios le dio, quizás quiera utilizar esto para matar dos pájaros de un tiro. Parafraseando el final del vídeo electoral del PSOE, made in Pepiño’s factory, lo malo no son estas frases tan rebuscadas, destinadas a enfervorizar a sus huestes. Lo malo son las segundas intenciones. Tiempo habrá de averiguarlo.

José Luis Valladares Fernández

jueves, 26 de febrero de 2009

TIEMPO DE LÁGRIMAS

La crisis generalizada y la degradación social que imperaba en Occidente a principios del siglo V, como consecuencia de la descomposición gradual del orden establecido por Roma, dio origen a esta expresión gráfica de San Jerónimo: “...Durante mucho tiempo he permanecido en silencio, persuadido de que había llegado el tiempo de las lágrimas”
Entonces eran las tribus bárbaras del norte las que, aprovechándose de las luchas internas de Roma, amenazaban la estabilidad de todo el imperio romano. En la Hispania romana, por ejemplo, suevos, alanos y vándalos terminaron con la unidad lograda por el Imperio y, por consiguiente, con el orden social y económico que se derivaba de esa unidad.
Ahora ha vuelto a llegar ese tiempo de lágrimas. Con Zapatero se han vuelto a poner de moda los reiterados intentos de establecer nuevas fronteras internas, que rompen el destino común y la solidaridad interregional. Hay un afán patológico por intelectualizar las diferencias entre un ellos, y un nosotros. Y tratan, por todos los medios, de que estas diferencias se conviertan en auténticos límites divisorios, cada vez más infranqueables. Límites divisorios que defienden irracionalmente empleando una fuerte carga emocional. Y esto, a pesar de que son plenamente conscientes de que esas nuevas fronteras representan un verdadero lastre para su propio desarrollo económico. Con estas fronteras internas, evidentemente generadoras de mayor pobreza, se agrava peligrosamente el estado, ya pésimo, de la economía española.
Pero Zapatero es incombustible y le cuesta llamar a las cosas por su verdadero nombre. Una de dos: o trata de anestesiar a la sufrida sociedad española, utilizando, claro está, los tradicionales modos de propaganda del PSOE, o ha terminado por creerse sus propios sueños, cayendo en el espejismo de que, pese a la crisis, aún vivimos en la Arcadia europea.
De ahí que insista machaconamente en hacernos ver que estamos mejor preparados que nadie para solucionar este, según él, coyuntural frenazo económico. A la vista están sus recetas salvadoras: un debate en el Congreso de los Diputados que ha convocado con “carácter inmediato” y, después, que confiemos ciegamente en las iniciativas que pueda elaborar el gobierno. Con estas simples medidas, a partir de mediados del año próximo, según Zapatero, volveremos a crecer económicamente por encima de la media europea. Esperemos a esa comparecencia del presidente del Gobierno ya que, seguro, se despachará con algún anuncio efectista y estrambótico que le permita seguir tirando hasta que aparezca otra nueva andanada de malos datos económicos. Lo lamentable es que esas ocurrencias presidenciales, como los 400 euros de marras, suelen complicar más aún las cosas.
Lo que viene a demostrar, en el mejor de los casos, que no es plenamente consciente del estado real de nuestra economía. De ahí que tardara tanto en reconocer la grave crisis que padecemos. Era ya una fijación recurrente en él la persistente huida de la palabra crisis. Y admite su existencia ahora que la crisis va a dar paso a una preocupante recesión.
La crisis económica tiene su inicio cuando el crecimiento decae y se comienza a crecer menos durante dos o más trimestres consecutivos. Si se traspasa la línea del cero y se comienza a crecer negativamente, como lamentablemente ocurrirá ya a partir de ahora, tendremos a la vuelta de la esquina una recesión económica generalizada. Y los efectos de dicha recesión serán, con toda seguridad, mucho más perniciosos que los de la crisis previa. .
Y lo malo es que Zapatero quiere solucionar los graves problemas por los que atraviesa nuestra economía, aplicando simplemente verdaderos paños calientes. Lejos de solucionarse el problema, se irá agravando cada vez más, ya que el Presidente del Gobierno se ha puesto en manos de unos gurús o arbitristas de nuevo cuño, que tratan de reactivar la economía, regalando simplemente unas lámparas de bajo consumo y, quizás, contratando unos cuantos miles de personas para cuidar los bosques.
Los malos augurios que parecen conjurarse contra nuestra economía, llenan de preocupación a cuantos vivimos de una simple pensión, ya que los efectos de esta crisis se dejaran sentir, con mayor crudeza, en los grupos sociales menos favorecidos. Y entre estos grupos se encuentra la mayor parte de las personas mayores que viven exclusivamente de una pensión. Y lo malo es que, según todos los indicios, la degradación de la economía no ha hecho más que empezar.
El déficit por cuenta corriente tan alto -nada menos que el 10% del PIB- impide solucionar satisfactoriamente ese empeoramiento progresivo de nuestra economía. Además hay otros dos factores, claramente negativos, que contribuyen a que el problema tenga una muy difícil solución: no hay posibilidad de acudir a la socorrida devaluación de la moneda como en otros tiempos, y, también, al endurecimiento real de las normas crediticias del BCE.
Es evidente que esta situación económica es muy grave y afecta a toda la sociedad, pero a unos estamentos con mayor dureza que a otros. Las personas, en edad de trabajar, y que hayan perdido su puesto de trabajo, serán, sin duda, las más perjudicadas. Pero detrás de este colectivo, vienen los jubilados y pensionistas, ya que la pérdida inexorable del poder adquisitivo de sus pensiones va a ser más fuerte de lo normal por culpa de esta crisis económica. Y no digamos nada si, como acostumbran, acuden a una carga impositiva mayor.
Si esta situación se prolongara en el tiempo, más allá de lo razonable, hasta podría ponerse en grave riesgo el sostenimiento de nuestro sistema de pensiones. Ya estuvo Solbes a punto de conseguirlo en tiempos de Felipe González. Y, como siga así, no será tarde para que lo consiga en esta su segunda etapa al frente del Ministerio de Economía. De todos modos, el desastre económico está servido. No solamente los parados, que perciben una prestación o subsidio muy limitado; también los jubilados y pensionistas tendrán que prepararse para unos tiempos muy difíciles que se avecinan. Definitivamente, ¡… estamos en tiempo de lágrimas!

26-09-08 El Comercio

José Luís Valladares Fernández

miércoles, 25 de febrero de 2009

LOS VODEVILES DE ZP


La literatura española es muy rica en creaciones literarias de todo tipo. Hasta tenemos, entre nuestros literatos, verdaderos talentos en el género conocido como comedia ligera y desenfadada, que han sabido provocar intencionada y magistralmente la hilaridad y la risa de los espectadores. Es decir, verdaderos maestros en el arte del vodevil.
Pero, todo hay que decirlo: al lado de nuestro Presidente del Gobierno, José Luís Rodríguez Zapatero, nuestros clásicos del vodevil no pasan de meros aprendices. Y su partenaire, Sr. Solbes, un discípulo abanmzado. Repasemos alguna de sus actuaciones de un modo estrictamente cronológico:

ZP: “…En 2008 estamos en disposición de aspirar, de trabajar y de ponernos un horizonte para lograr el pleno empleo…” (9 de Enero 2008)
“…Podemos estar tranquilos. Vamos a tener cuatro años por delante de crecimiento, de empleo...” ( 10 de Febrero de 2008)
SOLBES: “…España crecerá un 2,3% este año y también el año próximo…” (25 de Abril de 2008)
ZP: “…Y ahora está en un periodo de desaceleración. No de crisis y menos de recesión…” (20 de Febrero de 2008)
SOLVES: “…Hablan de crisis por parte del Partido Popular, incluso de recesión que ya a veces resulta incluso molesto. Nada más alejado de la realidad…” (21 de Febrero de 2008
ZP: “…Estamos viviendo los momentos más difíciles de la crisis…” (26 de Diciembre de 2008)
SOLVES: “…El paro llegará a alcanzar el 15,9% de la población activa este año como media.
Ante tamaño vodevil ¿qué hacemos? Soltamos la correspondiente carcajada o ¿nos ponemos de mal humor? Vosotros mismos.

José Luís Valladares Fernández