Tal como se narra en una vieja película de aventuras, Simbad era muy aficionado a realizar viajes sumamente arriesgados y peligrosos, para acrecentar su fortuna. En una de sus frecuentes correrías, supo que un grupo de bandoleros le esperaba en el camino. Y trata de darles esquinazo, regresando a Bagdad a través del desierto.
Aunque confiaba plenamente en sus habilidades naturales para encarar
cualquier tipo de dificultad, terminó perdiéndose en el desierto. Caminó a ciegas
durante varias horas, sin lograr orientarse. Y cuando ya estaba tremendamente
desmoralizado, sediento y sin fuerzas para seguir caminando, encontró una
botella en la arena que aparentemente estaba llena de agua. Satisfecho con el
hallazgo, abre la botella para calmar su acuciante sed y se lleva, claro está,
la mayor sorpresa de su vida aventurera.
En ese momento, Simbad descubrió desilusionado, que no era agua lo que
salía de la botella; que tan pronto como quitó el tapón, salió un GENIO
desconcertante y enormemente malhumorado, porque en modo alguno quería que lo
liberaran. No es de extrañar, por lo tanto, que este GENIO rompiera con la
conocida tradición de otros GENIOS que, al verse libres, solían conceder
generosamente tres deseos a sus liberadores. Este, en cambio, encolerizado,
arremetió furiosamente contra su salvador. Pero Simbad supo reaccionar
adecuadamente y, derrochando ingenio y mucha astucia, logró engañar al GENIO y
devolverlo a la botella.
Y al igual que Simbad se internó en el desierto para burlar a unos
bandidos, Mariano Rajoy marchó a México, para olvidar lo más rápidamente
posible la dolorosa derrota, cosechada en las Elecciones Generales del 9 de
marzo de 2008, ante un segundón ramplón como Rodríguez Zapatero. Y como era de
esperar, acabó perdiéndose “allá en el rancho grande”, donde se topó con un
GENIO masónico, tan infame y tan
fatídico o más, que el del propio Simbad.
No tenemos pruebas concluyentes, es verdad, pero según todos los indicios,
Mariano Rajoy experimentó un cambio radical y todo indica que, tras un breve y
secreto proceso iniciático, abrazó decididamente la religión laica oficial
practicada por la masonería. También llegamos a esa conclusión, si tenemos en
cuenta el comportamiento posterior del propio Rajoy, ya que, a partir de ese
momento, actuó siempre salvaguardando los intereses políticos y las directrices
de esa organización. No olvidemos que regresó a España totalmente transformado
y decidido a cambiar el rumbo y las estrategias tradicionales del Partido Popular.
Y para mantener indefinidamente ese estado de euforia y exaltación,
conseguido tras su implicación con la fe masónica, Mariano Rajoy intentará
transformar el partido de Aznar, en su propio partido. Para conseguir semejante
objetivo y garantizar su propia supervivencia personal y política, decide
organizar un congreso a la búlgara, lejos de Madrid. Piensa que, de esa manera,
controlará mejor a los discrepantes, encabezados principalmente por Esperanza
Aguirre, entorpeciendo así la formación de cualquier otra candidatura
alternativa.