Se cansó de
decir que coaligado con Pablo Iglesias,
yo “sería un presidente del Gobierno que no dormiría por la noche, junto con el
95% de los ciudadanos de este país, que tampoco se sentirían tranquilos”. Y
ahondando aún más profundamente en el despropósito, añadió que no podía pactar
con los populistas, porque “el final del
populismo es la Venezuela de Chávez, la pobreza, las cartillas de
racionamiento, la falta de democracia y, sobre todo, la desigualdad".
Y a pesar de la solemnidad de sus alegaciones, selló el acuerdo de Gobierno con
un largo abrazo con el líder de Podemos nada más conocer el resultado
electoral.
También
dijo reiteradamente, hasta en el Parlamento, que no iba a permitir que el
Gobierno pudiera depender de partidos independentistas que tratan de romper España. Y levantando la voz,
agregó seguidamente: “lo he dicho en
público y en privado. Y lo digo aquí para que conste en acta”. Pasó algo muy parecido con los proetarras de Bildu. En abril de
2015 afirmó rotundamente ante las cámaras de Navarra TV que “con Bildu no vamos a pactar. Si quiere se
lo repito cinco veces o 20. Con Bildu, se lo repito, no vamos a pactar”.
Pero Pedro Sánchez se dejó llevar por la
necesidad y, enterrando el hacha de guerra, buscó decididamente el apoyo de comunistas
e independentistas y, con el tiempo, tampoco haría ascos a los herederos de
ETA. Por encima de todo, había que ganar el pulso a Mariano Rajoy con aquella moción de censura, para aterrizar en La
Moncloa y, por qué no, para prolongar la estancia allí el mayor tiempo posible.
Y si el
doctor ‘cum fraude’ procuró hacerse, a nivel nacional, con el apoyo de
todas esas fuerzas políticas que intentan acabar con la Unidad de España, ¿cómo
no iba a buscar afanosamente el padrinazgo y la protección internacional de
alguno de los nuevos amos del mundo? Y se puso en manos, ¡qué casualidad!, de George Soros que, según el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), está
conspirando claramente contra España, para romperla y acabar de una vez por
todas con la sociedad civil.
El
multimillonario Soros, de origen
judío, nació en Hungría en 1930 y, tanto él, como su familia, lograron
sobrevivir a la persecución nazi, porque pudieron hacerse con documentos de
identidad falsos. Emigró a Estados Unidos en 1956, entrando inmediatamente en el mundo de las
finanzas, se hizo famoso desde el primer momento por la agresividad de todos sus
movimientos especulativos.
Y aunque
han pasado ya muchos años desde entonces, el magnate Soros sigue manteniendo esa agresividad en todas sus inversiones. Y
esto le ha convertido en uno de los reyes mundiales más importantes de la
especulación, que busca abiertamente la desestabilización y el cambio político
en unos cuantos países, entre los que está España.
A parte de
otros muchos objetivos, que conducen inequívocamente al globalismo en Occidente, George Soros se ha propuesto fomentar
la inmigración ilegal en el sur de Europa y promover el independentismo en
Cataluña. Eso es, ni más ni menos, lo que busca con la financiación,
aparentemente filantrópica, que presta a las ONG que trabajan en el
Mediterráneo y a otras organizaciones de marcado carácter separatista. Eso sin contar, que Soros también está detrás de Podemos.
Hay que
reconocer que el magnate Soros tiene
más tentáculos que un pulpo y, por lo tanto, puede intervenir simultáneamente
en cualquier parte del mundo, a través de los distintos lobbies que maneja. Y en
este momento, España es su lugar preferido para acelerar la llegada del Nuevo
Orden Mundial, porque cuenta con la inestimable ayuda de uno de sus
peones más dóciles, el presidente Pedro Sánchez.
Es sabido
que, en 1997, el petulante Sánchez accedió
al cargo de jefe de gabinete del Alto Comisionado de la ONU para Bosnia y
Herzegovina, Carlos Westendorp Cabeza.
Tenía, por lo tanto, que viajar frecuentemente a Nueva York con su jefe. Y esto
le valió para comenzar a tender puentes
con el especulador George Soros. Comenzó
a colaborar con una fundación del Partido Demócrata norteamericano, el Instituto Nacional Democrático (NDI),
que estaba vinculado al magnate de las finanzas, a través de la Open Society Foundations.
La
implicación de Pedro Sánchez con el NDI fue intensificándose cada vez más,
llegando, incluso, a colaborar en sus misiones internacionales de carácter
humanitario. No olvidemos que, en compañía de Madeleine Albright, que presidía esta organización, llegó a
participar activamente como observador electoral en las
elecciones que se celebraron en Marruecos en el año 2011 y en las de Jordania de
2013.
Y a pesar
de ser un personaje tan soberbio y pagado de sí mismo, Sánchez siguió vinculado estrechamente al lobby demócrata que sigue sobreviviendo, cómo no, gracias a las
generosas aportaciones de la Open
Society Foundations de Soros. Eso
indica, al menos, el viaje que realizó a Washington en septiembre de 2015, nada
más ser elegido secretario general del PSOE, para presentar sus respetos a Madeleine Albright, que seguía siendo,
la responsable directa del NDI. Y
volvió a Washington en la primera semana
de noviembre de 2016, para apoyar la candidatura de Hillary Clinton a la Presidencia de Estados Unidos.
En junio de
2018, Pedro Sánchez llega por fin a
La Moncloa, gracias, claro está, a una moción de censura. Y al ostentar el
cargo de presidente de España, ya no necesitaba ni al NDI, ni a ningún otro intermediario, para relacionarse directamente
con George Soros. El propio
patriarca de las finanzas se ocupó de establecer hilo directo con el nuevo
presidente, visitándole en secreto, a los pocos días de iniciar su mandato para
concertar acuerdos sobre inmigración y sobre política internacional.
Está visto
que el caprichoso Sánchez era el
mejor compañero de viaje que podía encontrar George Soros para intervenir personalmente en nuestros asuntos
patrios. Disponiendo de un socio así, tenía más de medio camino andado para salir
con la suya y terminar implantando en España el dichoso globalismo.
Para
facilitar aún más la cosa, Pedro Sánchez
contaba con una representación parlamentaria extremadamente escasa. Para poder
formar Gobierno, necesitaba contar con el apoyo expreso de los separatistas y
de los proetarras de Bildu. Y completaba el cuadro, echándose en manos de un
personaje tan poco recomendable como Pablo
Iglesias, nombrándole vicepresidente del Gobierno, y dando un ministerio a
su pareja sentimental, Irene Montero,
aunque no contaba con la preparación precisa para desempeñar semejante cargo. Y
ya se sabe, los separatistas y el líder
de Podemos, cuentan con la protección de George
Soros.
Y como está
totalmente decidido a seguir las directrices
del filántropo millonario Soros, Pedro Sánchez comenzó su andadura como presidente del Gobierno, despreciando
nuestras tradiciones seculares, bendiciendo a los independentistas y promoviendo
leyes que atentan gravemente contra la lengua española. Y completa la faena, celebrando
la llegada de inmigrantes ilegales, mofándose públicamente de la religión
católica, mayoritaria en nuestro país y tratando de recuperar el viejo
enfrentamiento entre los españoles, utilizando la consabida Memoria
Histórica.
Hay que
tener en cuenta que, para implantar el globalismo en el mundo, el
especulador George Soros utiliza
indiscriminadamente el multiculturalismo,
la ideología de género y el feminismo supremacista. Y todo esto, sin descuidar
el ecologismo y, donde hay afición taurina, como en España, el animalismo. De esta manera tan simple, rompe la estructura de la sociedad actual, a
la vez que acaba con la familia tradicional y extirpa la religión
cristiana.
Después,
procura, eso sí, impulsar una nueva doctrina de ‘post familia’ que conlleva una
nueva civilización, completamente opuesta a la que encontramos en las sociedades
cristianas de Occidente. Y ante la evidencia de que el islam es el mejor aliado
que podemos encontrar, para acabar de una vez con tantos años de cristianismo,
se dedica a promocionar la llegada masiva de inmigrantes que proceden de
tierras islámicas. Y no cabe duda, que esta es la mejor manera para romper la
integridad de España, para terminar adueñándose de toda Europa.
Ni que
decir tiene que abrir las puertas de par en par, para que entre en España la
mayor cantidad posible de inmigrantes islámicos, resulta sumamente peligroso.
Ya pasó una vez, cuando el gobernador de Tanger, Tariq ben Ziyad, conduciendo
un ejército de árabes y bereberes del norte de África, convertidos al Islam, entró
en la Península Ibérica por el estrecho de Gibraltar, y se apoderó de
casi toda España.
En aquella
ocasión, es verdad, el ejército musulmán contó con la inestimable ayuda de los
hijos de Witiza y de otros
personajes, como el conde de Ceuta, Don
Julián, que discrepaban lógicamente del método utilizado por Don Rodrigo para convertirse en rey de
los visigodos. Al utilizar la violencia para acceder al trono, se produjo la
secesión de una parte importante del reino. Y Olemundo y sus hermanos, pensando que así recuperarían, al menos,
parte del reino de su padre Witiza, unieron sus fuerzas con las de Tariq en la batalla de Guadalete, en la
que muere Don Rodrigo.
Lo malo es
que los invasores musulmanes se adueñaron prácticamente de España, y
extendieron el al-Ándalus a casi toda la Península, incluido Portugal y parte
del Reino Franco en Francia. Y la nobleza ibérica, si quiso conservar su
estatus político y económico, tuvo que contemporizar con los invasores y
aceptar su dominio. Y tuvimos que aguantarlos en España durante más de 700
interminables años. Fue en 1942, cuando los Reyes Católicos concluyeron La
Reconquista, con la toma de Granada.
Al estar en
manos de un charrán como Pedro Sánchez,
que disfruta enormemente con la reata inacabable de pateras y cayucos que llegan a nuestras costas, corremos
seriamente el riesgo de volver a repetir la misma historia. El primer aviso nos
lo da Abdelwahab Houzi, que es el
imán de la principal mezquita de Lérida. Este imán, que viene a ser algo así
como la reencarnación del propio Abderramán
III, dice que ahora, los políticos catalanes se aprovechan de nuestros
votos. Pero cuando seamos más, votaremos a los partidos islámicos y ganaremos
alcaldías y comenzará a implantarse el Islam en España.
Tenemos que
admitir lamentablemente que la irresponsabilidad del presidente Sánchez no tiene límites. Desde que
llegó al Gobierno, acata de una manera
rastrera y servil las decisiones de George
Soros. Y como si fuera un simple lacayo suyo, acepta íntegramente, y sin discusión alguna, la agenda establecida por este opulento
inversor para el Gobierno del Mundo. En esa agenda, que la ONU ha llamado ‘agenda 2030’,
encontramos todos los objetivos del globalismo que impulsan los dirigentes del Nuevo
Orden Mundial.
Y en esa
agenda, aparecen detalladamente los dogmas mesiánicos, que pondrá fin a
nuestras viejas tradiciones. Entre esos dogmas está el multiculturalismo, el
animalismo, el cambio climático y, para que no falte nada, la ideología de
género. Y como no podía ser de otra manera, el caudillo Pedro Sánchez elige al progre Pablo
Iglesias para que promueva y obligue a cumplir fielmente la religión laica
que se describe en esa agenda.
Para tener
contento a George Soros, Pedro Sánchez es capaz de hacer
cualquier cosa, incluido el ridículo. No le importa que, miembros destacados de
su Gobierno desautoricen nuestra Constitución y ataquen impunemente a la monarquía y a la democracia
y menosprecien el Estado de derecho. Y se desvive, sin embargo, por implantar
el proyecto de ingeniería social que ha diseñado el magnate de las finanzas.
Con la
preocupación servil de cumplir a rajatabla hasta la última de las indicaciones
del multimillonario Soros, el
encopetado presidente Sánchez se
olvida hasta de las obligaciones más elementales de cualquier gobernante
responsable. Pierde el tiempo miserablemente, ocupándose de cosas accesorias e
insustanciales y se olvida de los problemas reales que aquejan a los ciudadanos,
como ocurre en este caso concreto con la pandemia generada por el coronavirus. Y
para colmo de males, no hay nadie en el mundo que haya gestionado tan mal esa emergencia
sanitaria, que nos está llevando a la ruina moral y económica.
Las
estadísticas no pueden ser más contundentes. Los españoles estamos en todas ellas,
en el primer puesto. En porcentajes, nadie tiene tantos contagiados, ni tantos
muertos como nosotros. Y pasa exactamente lo mismo con el número de víctimas
entre el personal sanitario. Ni a propósito, es posible hacerlo tan mal. Hasta
Sancho Panza lo hubiera hecho mucho mejor, en su ínsula Barataria. Es normal,
que los españoles protesten airadamente ahora y le exijan cuentas, cuando acabe
su mandato.
Esperemos
que los verdaderos responsables de tener al frente del Gobierno, en una
situación tan pésima, al peor de los presidentes posibles, nos pidan humildemente
perdón y repitan a Pedro Sánchez lo
que Don Quijote dijo a Sancho Panza: “Dios
te guíe, Sancho, y te gobierne en tu gobierno, y a mí me saque del escrúpulo
que me queda que has de dar con toda la ínsula patas arriba, cosa que pudiera
yo excusar con descubrir al duque quién eres, diciéndole que toda esa gordura y
esa personilla que tienes no es otra cosa que un costal lleno de refranes y de
malicias.”
Gijón, 18
de diciembre de 2020
José Luis Valladares
Fernández