Tenemos, de nuevo, a la Sociedad General de Autores y Editores burlándose de los pobres españoles, a los que roba descaradamente. Las generaciones jóvenes con responsabilidades en la dirección de la SGAE, por lo que parece, son discípulos aventajados de Teddy Bautista, que fue quién abrió el camino de la desfachatez y la sinvergüencería. El director del área mediterránea de la SGAE, Ramón Muntaner, no quiere desmerecer ante Teddy Bautista, presidente del Consejo de Dirección de la sociedad.
Un día de estos de atrás, Ramón Muntaner dejó al descubierto sus costuras interiores en unas esclarecedoras declaraciones a COMRàdio, difundidas por Europa Press. En esta entrevista, dejó translucir su catadura moral y humana que no desentona, en absoluto, con el resto de responsables de la SGAE. Comienza admitiendo que a la gente le cuesta entender y pagar el canon establecido por la comunicación pública de las obras protegidas. Nos dice que entiende “las iras de muchísima gente” al tener que pagar el canon establecido. Muntaner achaca este malestar, a que se trata de un concepto que “cuesta entender y que por eso le cuesta pagarlo”.
Esta rebelión contra el canon que corresponde a la SGAE, según el director del área mediterránea, solamente se produce en España. En los demás países, a pesar de aplicárseles tarifas más altas, no tienen este problema. Y cita expresamente a Francia, donde, dice, que no se cuestiona dicho cobro. Aquí, en cambio, la polémica está a la orden del día. El caso de los peluqueros es un ejemplo manifiesto.
Los altercados continuos que se producen en España, contra las actuaciones legales de la SGAE, los achaca Muntaner a que –y aquí está lo grave- “al nivel cultural en el que estamos en este país, por desgracia para nosotros, por debajo del de otros países, en parte por el franquismo”. La cara de hormigón armado de estas personas, tan acostumbradas a llevarse el dinero que no les corresponde, es para nota. Esta afirmación es todo un insulto a la inteligencia y realizada, creo yo, para minimizar las graves y airadas protestas de los que son injustamente robados.
La ausencia de zarabandas, en esos otros países, no se debe a que tengan o dejen de tener una mayor cultura. La razón de que abonen sin displicencia ese canon se debe, seguramente, a que los vigilantes de la propiedad intelectual no son tan descarados para cobrar derechos que no les corresponde. Aquí en España se roba de un modo desvergonzado, aunque, como dice Ramón Muntaner, se trate de una acción legal.
Es inaudito que se cobre ese canon a quien compra soportes vírgenes, susceptibles de ser grabados como es un CD o un DVD, o compra un paquete de folios en blanco, por si un día te da por grabar una obra protegida. Estos soportes, en la inmensa mayoría de los casos, se utilizan siempre para grabar o escribir cosas privadas y estrictamente personales. Es como si al comprar un coche nos cobraran en el concesionario un importe determinado para sufragar hipotéticas y futuras multas por las posibles infracciones de tráfico que podamos cometer con ese coche. De poco nos vale que la SGAE no cobre directamente a los usuarios. Se lo cobran a los fabricantes de los aparaos o soportes, y estos, como es lógico, lo tienen en cuenta para fijar el precio final del producto.
Los responsables de la Sociedad General de Autores y Editores nos quieren hacer ver que se trata de una entidad de gestión colectiva que, por ley, no tiene ánimo de lucro. Pero esto es solo en apariencia. La realidad es muy distinta. La SGAE es toda una tapadera, ya que alberga dentro de su estructura todo un entramado societario de filiales, que sí tienen ánimo de lucro. Y son estas filiales o sociedades limitadas las que se han convertido en lucrativos negocios ya que, en realidad, son las que se encargan de la recaudación de los derechos de autor, como si se tratara de un servicio prestado a la SGAE.
La Sociedad General de Autores y Editores crea en 1997 la Fundación Autor, según indicaron, para proteger, promover y difundir la creación artística. Esta Fundación, por sí misma, no puede ganar dinero, lo que es un problema. Para sortear este inconveniente, se crea una sociedad limitada, llamada Iberautor, de la que Fundación Autor es el único accionista. La sociedad Iberautor es, a su vez, la única propietaria de otras cuatro sociedades limitadas, a través de las cuales, La SGAE se dedica a la rapiña más variada en los actos diversos relacionados con la cultura. Se trata de las sociedades limitadas Sello Autor, Centro de Producción Audiovisual Autor, Altos del Rio y Teatro Príncipe Pio S. L.
Por mucho que diga Ramón Muntaner, no creo que fuera de nuestras fronteras sean tan rapaces como son aquí los responsables de la Sociedad General de Autores y Editores, eso sí, con la colaboración del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
Gijón,10 de febrero de 2010
José Luis Valladares Fernández
Un día de estos de atrás, Ramón Muntaner dejó al descubierto sus costuras interiores en unas esclarecedoras declaraciones a COMRàdio, difundidas por Europa Press. En esta entrevista, dejó translucir su catadura moral y humana que no desentona, en absoluto, con el resto de responsables de la SGAE. Comienza admitiendo que a la gente le cuesta entender y pagar el canon establecido por la comunicación pública de las obras protegidas. Nos dice que entiende “las iras de muchísima gente” al tener que pagar el canon establecido. Muntaner achaca este malestar, a que se trata de un concepto que “cuesta entender y que por eso le cuesta pagarlo”.
Esta rebelión contra el canon que corresponde a la SGAE, según el director del área mediterránea, solamente se produce en España. En los demás países, a pesar de aplicárseles tarifas más altas, no tienen este problema. Y cita expresamente a Francia, donde, dice, que no se cuestiona dicho cobro. Aquí, en cambio, la polémica está a la orden del día. El caso de los peluqueros es un ejemplo manifiesto.
Los altercados continuos que se producen en España, contra las actuaciones legales de la SGAE, los achaca Muntaner a que –y aquí está lo grave- “al nivel cultural en el que estamos en este país, por desgracia para nosotros, por debajo del de otros países, en parte por el franquismo”. La cara de hormigón armado de estas personas, tan acostumbradas a llevarse el dinero que no les corresponde, es para nota. Esta afirmación es todo un insulto a la inteligencia y realizada, creo yo, para minimizar las graves y airadas protestas de los que son injustamente robados.
La ausencia de zarabandas, en esos otros países, no se debe a que tengan o dejen de tener una mayor cultura. La razón de que abonen sin displicencia ese canon se debe, seguramente, a que los vigilantes de la propiedad intelectual no son tan descarados para cobrar derechos que no les corresponde. Aquí en España se roba de un modo desvergonzado, aunque, como dice Ramón Muntaner, se trate de una acción legal.
Es inaudito que se cobre ese canon a quien compra soportes vírgenes, susceptibles de ser grabados como es un CD o un DVD, o compra un paquete de folios en blanco, por si un día te da por grabar una obra protegida. Estos soportes, en la inmensa mayoría de los casos, se utilizan siempre para grabar o escribir cosas privadas y estrictamente personales. Es como si al comprar un coche nos cobraran en el concesionario un importe determinado para sufragar hipotéticas y futuras multas por las posibles infracciones de tráfico que podamos cometer con ese coche. De poco nos vale que la SGAE no cobre directamente a los usuarios. Se lo cobran a los fabricantes de los aparaos o soportes, y estos, como es lógico, lo tienen en cuenta para fijar el precio final del producto.
Los responsables de la Sociedad General de Autores y Editores nos quieren hacer ver que se trata de una entidad de gestión colectiva que, por ley, no tiene ánimo de lucro. Pero esto es solo en apariencia. La realidad es muy distinta. La SGAE es toda una tapadera, ya que alberga dentro de su estructura todo un entramado societario de filiales, que sí tienen ánimo de lucro. Y son estas filiales o sociedades limitadas las que se han convertido en lucrativos negocios ya que, en realidad, son las que se encargan de la recaudación de los derechos de autor, como si se tratara de un servicio prestado a la SGAE.
La Sociedad General de Autores y Editores crea en 1997 la Fundación Autor, según indicaron, para proteger, promover y difundir la creación artística. Esta Fundación, por sí misma, no puede ganar dinero, lo que es un problema. Para sortear este inconveniente, se crea una sociedad limitada, llamada Iberautor, de la que Fundación Autor es el único accionista. La sociedad Iberautor es, a su vez, la única propietaria de otras cuatro sociedades limitadas, a través de las cuales, La SGAE se dedica a la rapiña más variada en los actos diversos relacionados con la cultura. Se trata de las sociedades limitadas Sello Autor, Centro de Producción Audiovisual Autor, Altos del Rio y Teatro Príncipe Pio S. L.
Por mucho que diga Ramón Muntaner, no creo que fuera de nuestras fronteras sean tan rapaces como son aquí los responsables de la Sociedad General de Autores y Editores, eso sí, con la colaboración del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
Gijón,10 de febrero de 2010
José Luis Valladares Fernández