Mostrando entradas con la etiqueta CIU. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta CIU. Mostrar todas las entradas

domingo, 24 de noviembre de 2013

ESPANYA ENS ROBA

Fue Victor Klemperer, intelectual alemán de origen judío, que sufrió en sus carnes la brutal persecución  de los nazis, el que dijo de P. Joseph Goebbels que era "el más venenoso y mendaz de todos los nazis". Y es que Joseph Goebbels, ministro de Propaganda de la Alemania de Adolf Hitler, era un cínico muy peligroso que utilizó la mentira y la manipulación como arma política para conseguir sus objetivos, y llegó a ser indudablemente el mejor evangelista  que tuvo el nazismo.

A Joseph Goebbels le perdía su carácter temperamental. Era tan narcisista  y le gustaba tanto el protagonismo que, lleno de astucia malsana, adoctrinó a sus subordinados con "Los 11 Principios de la Propaganda" para confundir a sus enemigos y engañar  también a sus  conciudadanos. Según sus palabras, "La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas". No es, pues, de extrañar, que sea ésta su máxima preferida: “Una mentira mil veces repetida... se transforma en verdad”.

Lo malo es que Joseph Goebbels tiene en Cataluña discípulos muy aventajados, que manejan a la perfección la retórica mesiánica, popularizada en la Alemania nazi por  tan destacado miembro del Gobierno hitleriano. Tanto Oriol Junqueras como Artur Mas y sus respectivas mesnadas  aplican magistralmente todos y cada uno de los Principios de Propaganda dictados por Goebbels. Unos y otros repiten incansablemente el manoseado mantra de que «Espanya ens roba», “España nos roba”, justificando así su deriva secesionista.

Y como es natural, los separatistas catalanes utilizan arteramente distintas balanzas fiscales para hacer públicas distintas listas de agravios donde aparentemente sale siempre perjudicada Cataluña. Para dar cierta apariencia de verdad a la acusación de que “España nos roba”,  airean casi siempre los impuestos pagados por esta Autonomía y lo que se le reintegra posteriormente por parte del Estado. Otras veces utilizarán los kilómetros de autopistas construidas, que en Cataluña son invariablemente de peaje mientras que, en las demás regiones de España, no se paga nada por circular por ellas.

La estrategia empleada por  Artur Mas no deja lugar a dudas. Busca desvergonzadamente  la manera de reavivar el sentimiento antiespañol de los catalanes, a base de insultos y del maquillaje descarado de los distintos datos económicos.  Según el presidente de la Generalitat, el Estado no devuelve a Cataluña nada más que el alpiste de lo que aporta con sus impuestos. Y alguno de sus secuaces ha difundido, a través de las redes sociales, que  "la España subsidiada vive a costa de la Cataluña productiva". Y el secretario de Organización de los convergentes, Josep Rull, se atreve a decir que esto no es una descalificación, que semejante afirmación no es nada más que una descripción fiel de la realidad.

jueves, 24 de octubre de 2013

EN EL VALLE DE ARÁN SE SIENTEN ESPAÑOLES

La fiebre secesionista catalana ha vuelto a reaparecer con toda su crudeza de la mano de los convergentes, capitaneados por Artur Mas y fustigados  insistentemente por los miembros de Esquerra Republicana. Unos y otros se empeñan en tergiversar la historia y quieren hacernos creer que fue Wifredo el Velloso el auténtico creador de la nación catalana. Piensan erróneamente, que Wifredo fue el último conde de Barcelona designado por la monarquía carolingia en el año 878 porque a partir de aquí se constituyó el estado catalán. Y,  a partir de esa fecha, el cargo de conde pasó a ser hereditario.

A partir de Wifredo el Velloso, es verdad, accedían al cargo los herederos directos del anterior conde de Barcelona. Pero hay algo importante en este hecho, que omiten intencionadamente los independentistas catalanes: que los reyes francos tenían que sancionar necesariamente esa transmisión hereditaria para validar así su nombramiento oficial como nuevos condes de Barcelona.

Los separatistas catalanes, afiliados o no a CIU o a ERC, no se cansan de repetir que la guerra de 1714 fue un enfrentamiento interterritorial en toda regla, en el que Cataluña defendía su tradicional status de nación frente a Castilla, empeñada siempre en ampliar los dominios de su Corona. Quieren evidentemente transformar una simple guerra de sucesión en otra de secesión.  Se olvidan que comarcas enteras del antiguo reino de Aragón, como Castellón, Alicante, Valencia, Calatayud, el Valle de Arán e incluso zonas del interior de Barcelona, optaron resueltamente  por Felipe V, el rey Borbón. Y tampoco quieren reconocer que Madrid, Alcalá y Toledo, por ejemplo, se declararon a favor del aspirante austriaco, el archiduque Carlos.

Es cierto que, en el ejército de Felipe V había soldados de varias regiones españolas, pero contaba igualmente con varios miles de soldados catalanes. Pasaba algo parecido en el bando del aspirante Carlos III, que fue ampliamente derrotado el 11 de septiembre de 1714 por las huestes de Felipe V.  El  general Antonio de Villarroel, que capitaneaba las fuerzas del archiduque Carlos, deja en muy mal lugar a los secesionistas actuales, ya que en su última arenga recordó a sus soldados que luchaban por Cataluña “y por toda la nación española”.

Seguro que Artur Mas y Oriol Junqueras borrarían de buena gana la última frase de la arenga de Villarroel y, por supuesto todo el manifiesto que el conseller en cap, Rafael Casanova, mandó distribuir por todo Barcelona el mismo día 11 de septiembre de 1714. En dicho manifiesto, Rafael Casanova se atrevió a escribir que “confía que todos, como verdaderos hijos de la patria, amantes de la libertad, acudan a los lugares señalados a fin de derramar gloriosamente su sangre y su vida por su Rey, por su honor, por la patria y por la libertad de toda España”.

domingo, 6 de octubre de 2013

LOS DESPLANTES DE ARTUR MAS

El incorregible y testarudo Artur Mas se descuelga ahora, cómo no, con la amenaza de unas elecciones plebiscitarias en 2016, al finalizar la presente legislatura, si no se le permite organizar un referéndum para que los catalanes decidan libremente sobre el futuro político de Cataluña dentro, claro está, de un “marco legal”. Y lanza esta especie de chantaje, como es su costumbre, de una manera petulante y en plan chulesco, como si estuviera perdonando la vida a Mariano Rajoy,  a sus ministros y a todos los españoles.

El presidente de la Generalitat  lanza jactanciosamente esta especie de chantaje, lleno de vanidad, mostrándose tan orgulloso de sí mismo como el fabuloso Orión, aquel cazador infatigable de la antigua Grecia que caminaba por encima de las aguas y aventajaba con creces a todos los héroes mitológicos de su tiempo por su estatura y por su fuerza descomunal. La diosa Diana eligió precisamente a Orión para formar parte de su séquito por su indiscutible valentía y su evidente apostura  y gallardía. Sintiéndose protegido y mimado por Diana, la reina de la caza, se pavoneaba y alardeaba de su suerte ante los demás mortales.

Es lo que hizo siempre Artur Mas, desde que su padrino, el “Molt Honorable” Jordi Pujol, comenzó a brindarle su protección y a prodigarle toda clase de favores. Desde que el todopoderoso dedo de Pujol lo eligió como sucesor suyo, encumbrándole a Primer Consejero de la Generalidad de Cataluña, comenzó a mostrarse altanero y arrogante como Orión y dio rienda suelta a su inmensa vanidad.

A Orión le perdió su fanfarronería y su envanecimiento. Concluida una brillante cacería y mientras era sinceramente halagado con extraordinarios elogios, presumía ante sus admiradores, jactándose de que no había monstruo alguno ni en las selvas, ni en los montes, ni en el desierto que pudieran vencerle. Y se vanagloriaba diciendo que ni los tigres, ni las panteras, ni los leones más fieros eran capaces de producirle terror alguno. Pero la Tierra, que se sintió desafiada por el gigantesco Orión, envió contra él un simple escorpión que, clavándole su uña venenosa o aguijón, le causó la muerte.

Otro tanto le va a pasar a Mas, flamante  presidente de la Generalidad catalana. Como a Orión, terminará perdiéndole  su vanidad y su engreimiento desmedido. Antes de alcanzar la presidencia de la Generalidad reconocía su condición de nacionalista, pero un nacionalista “tolerante y moderno” que estaba perfectamente integrado en el conjunto de España. Una vez alcanzada la  poltrona de la presidencia, confesó ser partidario del derecho de Cataluña a decidir su futuro y la clase de relación que mantendría con España.

domingo, 22 de septiembre de 2013

HUYEN DE LA CATALUÑA DE ARTUR MAS

Seguro que, para preparar sus encendidas intervenciones en los mítines de las últimas elecciones de Cataluña, Artur Mas i Gavarró, acudió confiadamente a la Pitonisa de Delfos o a otro oráculo de infalibilidad contrastada para que le desvelaran el futuro inmediato de la supuesta nación catalana. Y la respuesta recibida debió ser tan concluyente que creyó que podía competir con el Orfeo mitológico en el arte de encantar a todo un pueblo. Orfeo era capaz de embelesar a hombres y dioses con su voz y el sonido de su lira. Unos y otros se reunían para oírlo y así descansaban sus almas. La naturaleza entera se conmovía al escuchar sus fascinantes acordes. La corriente de los ríos se paraba para disfrutar de su melodiosa voz y hasta las mismas rocas se animaban y salían a su encuentro. Así fue como enamoró a la escurridiza ninfa Eurídice.

Artur Mas no tañía la lira, pero pensaba que con su palabra arrastraría indefectiblemente a todos los catalanes para apoyar incondicionalmente su proyecto soberanista. Y nos remite a la masiva Diada del 11 de septiembre  de 2012, para demostrarnos que es así. De ahí que se le caliente la boca y, tratando a los catalanes como subnormales profundos, prometa recrear en Cataluña el imposible país de las maravillas. Según sus previsiones, una vez recuperen la independencia, los catalanes alcanzarán la felicidad plena y serán envidiados por todo el mundo. Con toda seguridad, Cataluña bajo su mando alcanzará su cenit en el año 2020, fecha en la que se pondrá a la cabeza de la Unión Europea, sin necesidad de pertenecer a ella.

Una vez liberada del yugo de España, Cataluña mejorará tanto, que desaparecerá prácticamente el fantasma del paro, creando abundantes puestos de trabajo y se reducirán a la mitad los accidentes de tráfico. Con la independencia, la vida de los catalanes dará un vuelco, aumentando milagrosamente su estado de bienestar: vivirán bastantes  más años con un nivel de vida muy superior al actual, descenderán significativamente las muertes por cáncer, se pagarán menos impuestos y hasta se aumentarán las pensiones. Con Mas al frente y con su deseada independencia, los catalanes se aseguran la felicidad plena y casi, casi la inmortalidad.

Y según Artur Mas, en la Cataluña independiente es inevitable el milagro cultural y económico. Las universidades catalanas  estarán entre las 200 mejores del mundo. La economía en Cataluña, una vez liberada del pesado lastre de la dependencia española, cambiará radicalmente sus reglas y comenzará a crecer a un ritmo superior al de Europa. Según sus previsiones, se crearán 60.000 empresas y más de 100.000 puestos de trabajo. La deuda catalana que, según Oriol Junqueras, es  extremadamente elevada por culpa de España, desaparecerá para dejar paso al mayor superávit de Occidente.

Pero es muy posible que Artur Mas, si no cambian por completo las cosas, terminará fracasando como el mismo Orfeo. Muerta  Eurídice por la mordedura de una serpiente, Orfeo decide bajar a los infiernos para pedir al dios de los muertos que le devuelva a su querida compañera. Embelesado por su lira, Hades accede a su petición, aunque con una condición: que no volviera su cabeza para mirar a Eurídice, hasta que esta no hubiera rebasado los confines del reino de los muertos. Ya estaba su esposa traspasando la última puerta del inframundo y Orfeo se olvida de la condición impuesta y, lleno de impaciencia, mira hacia atrás para ver el esplendoroso rostro de su amada. En ese momento, Eurídice se convierte nuevamente en sombra y Orfeo es expulsado del infierno y condenado a vivir separado de su esposa.

lunes, 21 de enero de 2013

VIII.-La explosión del separatismo en Cataluña



Siempre ha habido algún grupo de locos, adscritos normalmente a una ideología izquierdista, que lucha por una independencia  absurda y poco menos que imposible. Se trata de grupos más bien pequeños, que actúan aisladamente y sin el menor apoyo popular. Van por libre, y ni siquiera les prestan cobertura los colectivos nacionalistas. Estos dicen que aspiran a un mayor autogobierno y a una autonomía más completa, cuando lo que en realidad les mueve es la posibilidad de hacer pingües negocios. Los independentistas en cambio se dejan llevar por un idealismo absurdo y dan continuamente la espalda a la realidad.

Hay veces que estos grupos minoritarios de separatistas, que persiguen una quimérica liberación nacional, reaccionan violentamente y no dudan en practicar el terrorismo para imponer su estúpido ideario. Es lo que ha hecho en Cataluña el antiguo grupo terrorista que, con el tiempo,  pasaría a llamarse Terra Lliure. Reivindicaban, como no, la disgregación de varios territorios pertenecientes a  España y a Francia para formar la famosa “nación catalana”,  libre y plenamente independiente de las ataduras francesas y españolas. Fundamentaban semejante exigencia en el falso dato de que, hasta 1714, Cataluña había sido siempre una gran nación, aduciendo a la vez motivos lingüísticos y culturales.

El independentismo como fenómeno de masas, al menos en Cataluña, es relativamente moderno. Este grupo separatista catalán comenzó a crecer después de la muerte de Franco, a la sombra de una transición democrática y una Constitución española, quizás demasiado contemporizadoras. Los responsables políticos del momento pensaron erróneamente que, haciendo concesiones a los nacionalismos periféricos, estos depondrían sus continuas exigencias y hasta acallarían, para siempre,  las voces de los que se atrevían a ir mucho más lejos y pedían la secesión de alguna región española.

sábado, 29 de septiembre de 2012

LA AMENAZA DEL SEPARATISMO CATALÁN


La Diada del pasado día 11 de septiembre, por su excesiva deriva separatista, levantó ampollas hasta en ambientes completamente despolitizados y se han rasgado las vestiduras algunos políticos habituados a contemporizar irresponsablemente con nacionalistas y soberanistas de dudosa trayectoria. Este problema, aunque de manera un tanto vaga y equívoca, viene de muy atrás. Estos sentimientos nacionalistas afloran cuando el rey Felipe V decide suprimir el autogobierno de Cataluña

Es cierto que Felipe V, para congraciarse con sus vasallos de la Corona de Aragón, se había comprometido a mantener todas sus instituciones y, además, juró solemnemente guardar y respetar los privilegios del Principado catalán. Pero la torpeza de su abuelo, el rey de Francia Luis XIV,  provoca que los reinos de Aragón, de Valencia y el principado de Cataluña optaran por alinearse con el archiduque Carlos de Austria en la guerra sucesoria. La revancha no se hizo esperar. Como represalia por haberse comprometido a otorgar los derechos sucesorios al segundo hijo del Emperador, Felipe V suprimió los fueros de los reinos de Valencia  y de Aragón en 1707 y los del Principado de Cataluña ocho años más tarde. 

Pero la auténtica fiebre nacionalista se desata con la entrada en la escena política del escritor Enrique Prat de la Riba. Es en 1887, cuando Prat de la Riba ingresa en el Centro Escolar Catalanista, que es donde surgen las primeras definiciones serias del catalanismo. Hasta entonces se añoraba el autogobierno y se hablaba incluso de que Cataluña tenía una identidad propia, diferente a la de las demás regiones españolas. Pero nadie decía que era una nación. Fue este escritor y político  el primero que acuñó ese término cuando, refiriéndose a las provincias catalanas, escribió: “Veíamos que Cataluña tenía -lengua, derecho, arte propios, que tenía un espíritu nacional; Cataluña era, pues, una nación. Y el sentimiento de patria, vivo en todos los catalanes, nos hacía sentir que patria y nación eran una misma cosa y que Cataluña era nuestra nación al igual que nuestra patria”.

La actividad de Enrique Prat de la Riba fue muy intensa. Fue secretario de la Asamblea constitutiva   de la Unió Catalanista, que redactó las llamadas Bases de Manresa,  en las que se exigía, entre otras cosas,  la restitución del autogobierno, el restablecimiento de la Audiencia de Cataluña y el reconocimiento de la oficialidad  del catalán como única lengua propia  del país. Dentro de Unió Catalanista, desempeñó varios cargos de responsabilidad, desde donde trató de justificar ése nacionalismo inicial, cuyo desarrollo llevaría necesariamente, según pensaba,  a la constitución de un Estado catalán federado con la nación española. Así es como Enrique Prat de la Riba echo a andar la bola del separatismo catalán y, desde entonces, no ha parado de rodar y de crecer. La llegada de la República, por supuesto, alentó y afianzó notablemente ese movimiento independentista.

El 17 de agosto de 1930 se reunieron en San Sebastián representantes del republicanismo español para pactar la inminente instauración de la República. La delegación de Cataluña condicionó la aceptación de los acuerdos de lo que se llamaría posteriormente Pacto de San Sebastián, al reconocimiento previo de las aspiraciones catalanas de autogobierno. Los republicanos del resto del Estado español aceptan el reto catalanista exigiendo, eso sí, que plasmaran sus aspiraciones en un Estatuto de autonomía, y que fuera sometido a la aprobación de las Cortes constituyentes después de haber sido refrendado por los ciudadanos catalanes.

Finalizada la Guerra Civil, se ejecuta la supresión de la Generalidad de Cataluña y se restauran las Diputaciones provinciales. La Diputación de Barcelona pasaría a ocupar curiosamente el  Palacio de la plaza de San Jaime, sede hasta entonces de la Generalidad. Las autoridades  de la Generalidad se exiliaron, unos a Francia como su presidente Lluís Companys y otros a Méjico. Tras el fusilamiento de Lluís Companys en 1940, ocupa interinamente el cargo Josep Irla y forma un Gobierno en el exilio que se mantendría prácticamente inoperante. Cuando dimite Josep Irla en 1954, con el fin de mantener la continuidad institucional, antiguos diputados del Parlamento catalán reunidos en Méjico, eligen como presidente a Josep Tarradellas.

Con la restauración democrática, Cataluña recupera el autogobierno y Tarradellas, que vivía en el sur de Francia, regresa a Barcelona para hacerse cargo de la presidencia de la Generalidad en esta nueva singladura. Tras las elecciones de abril de 1980, es investido presidente de la Autonomía catalana Jordi Pujol i Soley. Con Pujol al frente de la Generalidad, comenzó a  rodar y a crecer nuevamente la bola del separatismo catalán. Hay que reconocer que  no hilaron muy fino los padres de la Constitución, al creer que, satisfaciendo algunas de las aspiraciones de los nacionalistas díscolos, éstos aparcarían sus exigencias soberanistas y dejarían de dar problemas. No se dieron cuenta que estos personajes son insaciables y, a la vista está, que  siempre quieren ir más allá.

Se da la triste circunstancia de que, Adolfo Suarez,  Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero, en algún período de su mandato, tuvieron que pactar con los nacionalistas para poder formar Gobierno. Esto ha servido para que los presidentes autonómicos del País Vasco y Cataluña se crecieran  y se animaran a plantear reivindicaciones nuevas,   reivindicaciones cada vez más atrevidas y audaces y que inexorablemente iban minando la unidad de España. Estos pactos ocasionales sirvieron para que Convergencia i Unió se enfundase el falso traje de la moderación, para obtener más fácilmente insospechadas  ventajas políticas.

Se da la circunstancia francamente deplorable de que ni con CIU, ni con PSC al frente de la Generalidad se cumplen las sentencias, las dicte el Tribunal Supremo o el Constitucional. Como quienes tenían que hacérselas cumplir,  se ponen voluntariamente de perfil o se hacen los distraídos, los responsables políticos del autogobierno catalán se ríen de los jueces y pasan por el arco del triunfo los dictámenes judiciales de esos tribunales sobre todo si afectan  a la inmersión lingüística. Tras la sentencia del Tribunal Supremo, que obliga a la Generalidad a introducir la vehicularidad del español en la educación infantil, Artur Más afirma rotundamente que seguirán hablando y enseñando el catalán “pese a quien pese y haya las barreras que haya”.

Estas sentencias judiciales sacaron de quicio a Francesc Homs, portavoz del Gobierno catalán, y el berrinche mayúsculo que ha cogido le ha hecho decir que les ampara la Ley de Educación de Cataluña y que su contenido es el que hay que aplicar porque “el tema de la inmersión lingüística es sagrado para todos los catalanes de todos los colores políticos”. Y sin abandonar ese gesto ceñudo e iracundo, que adopta cuando defiende algo indefendible, añade seguidamente:  "Tenemos que centrarnos en saberlo preservar y no ponernos demasiado nerviosos ante este tipo de agresiones".

A toda esta patulea de nacionalistas y soberanistas, nadie les había negado nada desde que se restauró la democracia. Y Artur Mas esperaba que todo siguiera igual. Así que la negativa de Mariano Rajoy a renegociar un nuevo pacto fiscal le sacó de quicio y respondió chulescamente adelantando las elecciones y anunciando que, si las gana, organizará una especie de referéndum popular con el consentimiento del Gobierno central  o sin él. Sabe perfectamente que carece de competencia para poner en marcha este tipo de consulta popular, pero es igual. Su despecho le lleva a tratar irresponsablemente de separar a Cataluña del resto de España.

Para cortar de raíz el plan Ibarretxe, el Gobierno de Aznar se encargó en 2003 de tipificar como delito la organización de consultas ilegales. La correspondiente modificación del Código Penal establecía penas entre tres y cinco años de prisión y la correspondiente inhabilitación para el que convocara cualquier consulta popular careciendo de las debidas competencias.  Pero Zapatero, para congraciarse con el nacionalismo vasco, enmendó una vez más la plana a su antecesor en el Gobierno derogando en 2005 esta salvaguarda constitucional. Así que, el Gobierno de Mariano Rajoy, si quiere hacer frente a este reto, tendrá que rehabilitar nuevamente la modificación promovida por Aznar. De lo contrario, el Estado estará indefenso ante esta absurda canallada de Artur Mas.

No se cómo reaccionará el Gobierno actual. Lo tiene ciertamente muy difícil, pero algo tiene que hacer para evitar que el presidente de la Generalidad lleve a cabo sus propósitos y convoque impunemente ese referéndum ilegal con el propósito firme de conseguir la secesión de Cataluña. El Parlamento catalán ya ha iniciado el proceso aprobando el pasado 26 de septiembre la siguiente resolución: "El Parlamento de Cataluña constata la necesidad de que el pueblo de Cataluña pueda determinar libre y democráticamente su futuro colectivo e insta al Gobierno a hacer una consulta prioritariamente dentro de la próxima legislatura".

La Diada del pasado día 11 de septiembre ha aclarado muchas cosas. Fue, sin duda alguna, la manifestación independentista más masiva de la historia catalana. La Vanguardia tituló así el editorial del día siguiente: ‘El tsunami de Barcelona’. Los separatistas de esta región española están ahora tremendamente  exultantes y venden descaradamente que Cataluña tiene ya al alcance de su mano la esperada independencia. Suponen que, al final del proceso, Cataluña será un nuevo Estado asociado en plan de igualdad con España, pero no les cabe duda de que será un nuevo Estado de Europa,  como rezaba el lema de la manifestación: “Catalunya, nou estat d’Europa”.

Espero que los Gobiernos,  que se dedicaron a repartir alegremente competencias,  se den cuenta ahora, aunque ya sea demasiado tarde, de que fue un mayúsculo error transferir Educación. Los que gobiernan actualmente debieran recapacitar y proceder inmediatamente  a posibilitar la recuperación de  las competencias de Educación, Sanidad y Justicia. Con la Educación en manos de los soberanistas, más que a enseñar, se han dedicado al adoctrinamiento de la juventud. Y así, nos encontramos ahora con varias generaciones de jóvenes, que desconocen hasta la historia real de su propia región. No nos engañemos, la situación actual catalana, y también la vasca, obedece al abuso que se ha hecho de las competencias de Educación.

En Cataluña tenemos hoy  millones de jóvenes, nacidos de padres foráneos, que les han enseñado  a despreciar la cultura de sus suyos y les incitan a que aborrezcan sinceramente a todo lo que huela a español. Y este sectarismo no aparece por generación espontánea, se induce y se construye a base de astucia y maledicencia.

Gijón, 28 de septiembre de 2012

José Luis Valladares Fernández