Agosto de 2011. Calor y hora de la siesta. Campos de siega. El monasterio benedictino de Palacios de Benaver (Burgos) proyecta su sombra sobre las baldosas. Tal vez pase desapercibido un bulto oscuro delante de los románicos muros.
Hacemos “zoom”. Un perro sestea plácidamente con las patas bien estiradas disfrutando del fresco pavimento y de una tranquila digestión.
Era una perra mestiza
que alguien abandonó por aquí cerca o
por allá lejos, vaya usted a saber. Un
animal sin nombre, sin chip ni pedigree. En primavera comenzó su ronda por el “barrio chico” del pueblo,
flaca muy flaca, tremendamente desconfiada y
hambrienta. Buscó un rincón donde pasar las noches. Como le dieron algo de
comer, decidió quedarse ; los humanos de por aquí no le parecieron tan malos como otros que tristemente había conocido. Nunca, nunca dejó de guardar una prudente distancia. Hacía bien.
Y no sólo comida, también encontró a un buen compañero. Vino del barrio grande y no estaba abandonado. Eso sí, gozaba de la libertad de ser perro de pueblo. Pequeño, de color canela, tan distinto; pero no la dejaba ni a sol ni a sombra.
Baldomera , así la bauticé yo, prestó quedó preñada de su paticorto amigo. Dicen que parió una surtida camada, con características paternas y maternas en extraña mezcolanza. De ellos, sólo conocí, más tarde, a uno. Aquí tenéis al cachorro superviviente, lo recogió un hombre del pueblo que le puso de nombre “Lobito”.
Guau. Me llamo Lobito, aunque está bien claro que soy un
perro. Me pusieron ese nombre por lo de “perro lobo”. Algo de eso tengo porque
algo tenía mi mamá, tampoco mucho, ya lo
veis. Digo tenía porque ya no está aquí. Un día, empezó a hacer un
poco de frío y se la llevaron unos
hombres. La atraparon con cuerdas, la metieron en un coche grande y ya no la vi más. Una mujer decía que eran de la protectora, otra decía algo de
una perrera. Alguien se había quejado, era muy ladradora.
Espero que esté bien allá donde esté, desde aquí la digo que echo de menos sus lametones. Y que esté tranquila, que mi amo me trata bien. Guau. Guau. Aunque me ata para que no me escape. Guau. Guau.
Espero que os haya gustado compartir conmigo esta historia que tenía guardada desde el verano pasado. Un abrazo de:
María Ángeles Merino