Ayer, treinta de octubre, paseaba por la orilla de la carretera, en Palacios de Benaver, un pueblecito del páramo burgalés. Tras las primeras lluvias, era el día adecuado para arar. Olía intensamente a tierra . Y yo acababa de releer aquel discurso que don Quijote pronuncia ante los cabreros, el de la Edad de Oro:
"Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados , y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna...Todo era paz entonces, todo amistad, todo concordia: aún no se había atrevido la pesada reja del corvo arado a abrir ni visitar las entrañas piadosas de nuestra primera madre ; que ella sin ser forzada ofrecía, por todas las partes de su fértil y espacioso seno, lo que pudiese hartar, sustentar y deleitar a los hijos que entonces la poseían..."
¿Existieron aquellos siglos dorados? Los del tráctor dirían que sólo a un loco se le ocurre tamaña idea...
Pedro Ojeda dice en "La acequia":
"Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados , y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna...Todo era paz entonces, todo amistad, todo concordia: aún no se había atrevido la pesada reja del corvo arado a abrir ni visitar las entrañas piadosas de nuestra primera madre ; que ella sin ser forzada ofrecía, por todas las partes de su fértil y espacioso seno, lo que pudiese hartar, sustentar y deleitar a los hijos que entonces la poseían..."
¿Existieron aquellos siglos dorados? Los del tráctor dirían que sólo a un loco se le ocurre tamaña idea...
Pedro Ojeda dice en "La acequia":
Y Mª Ángeles Merino, nuestra Abejita de la Vega, nos lleva a reflexionar sobre la Edad de oro quijotesca...