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lunes, 9 de abril de 2012

"...vinieron a parar a un prado lleno de fresca yerba, junto del cual corría un arroyo apacible y fresco "

Foto del arroyo más querido de mi amiga Luz. (Foto Ele Bergón)
Comentario a mi lectura del capítulo 1,15 del Quijote, publicado en "La acequia", en la entrada correspondiente al 21 de agosto de 2008, titulada "Del amor poético al impulso sexual o cómo la realidad se impone a golpes".

Antes de entrar en el capítulo 1.15, si queréis refrescar la memoria, podéis leer mi comentario al 1,14, titulado "Yo nací libre y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos".

Capítulo 1,15: "Donde se cuenta la desgraciada aventura que se topó don Quijote en topar con unos desalmados yangüeses"

Don Quijote y Sancho recorren durante más de dos horas el mismo bosque, tras la pastora Marcela. La buscan y no la hallan. Vienen “a parar a un prado lleno de fresca yerba”, junto a “un arroyo apacible y fresco”.


Tan ameno es el lugar que convida a sestear en él. Se apean, dejan pacer a sus monturas, saquean sus alforjas y comparten su contenido "en buena paz y compañía".


¡Demasiada paz! ¿Dice el libro que Rocinante le va venir el deseo de refocilarse? De ninguna manera, es tan manso y tan poco rijoso. Ni todas las yeguas de la dehesa de Córdoba alterarían su casta naturaleza.

-¡Hiiiiiiiii! ¿Casto yo? ¡Hiiiiiiii!

Detalle del Monumento a Cervantes (Madrid)

-¿Quién me habla?

-Estoy aquí dentro, señora mía. ¿No me ve su merced?

-¡Un caballo! ¡Un rocín! ¡Rocinante en la pantalla de mi ordenador! ¡Habla!

-Sí, señora mía. ¿De qué se sorprende usted? Si don Miguel ya me dio la facultad humana del habla en los versos preliminares al Quijote. Recuerde aquella décima de cabo roto: “Soy Rocinante, el famo-, bisnieto del gran Babie-, por pecados de flaque-, fui a poder de un don Quijo-…”. E incluso diálogo con el gran Babieca, el caballo del Cid, quejándome de mi menguada ración de paja y cebada.


-Así es, señor Rocinante, pero compréndame, se me hace raro hablar con un equino, aunque sea todo un personaje literario.

-Esté atenta vuesa mercé; lo que va a escuchar es mi versión de lo acontecido en aquel prado, algo que no figura en libro alguno. Y, ruégole encarecidamente no me califique  de "secundario", siendo tan principal como soy. Porque caballero sin caballo no es caballero...


-Comience de una vez, don Rocinante.


-Pues verá, de ordinario Sancho Panza no me "echa sueltas", tan confiado está en mi mansedumbre. Cierta vez le oí comentar lo de "todas las yeguas de la dehesa de Córdoba". Les diré que  cambiarán de parecer si un día destos me ponen delante una de esas fermosas  cordobesas...El diablo no duerme y quiere que anden paciendo por alli unas jacas galicianas, que tampoco están nada mal. Lo malo es que sus amos, unos arrieros yangüeses , sestean cerca.

Raza gallega.
Sucede que me viene el deseo de refocilarme con "las señoras jacas", cómo olían aquellas jembras gallegas. No pido licencia, tomo "un trotillo algo picadillo"y voy a comunicarles mi necesidad. Mas la jugosa hierba debe serles más apetitosa que mi persona porque me reciben a coces y dentelladas. Quedome sin silla y en pelota, todas las cinchas rotas.


Viendo los arrieros la fuerza que fago a sus yeguas, acuden con estacas y me dan tantos palos que acabo derribado y por los suelos. Don Quijote y Sancho  llegan ijadeando . El loco de mi amo dice que son "gente soez y de baja ralea"y , por ello, bien puede ayudarle el escudero a tomar venganza. ¡Ay!
De aquí.
Sancho no quiere saber nada de venganzas, proclama que son veinte contra dos. Don Quijote arremete contra ellos y el bueno de Panza lo imita. Da una cuchillada a uno que traspasa el sayo de cuero. Los arrieros acuden a sus estacas " y cogiendo a los dos en medio, comenzaron a menudear sobre ellos con grande ahínco y vehemencia".

De aquí
El segundo toque da con los dos en el suelo. El amo cae a mis pies, yo aún ni levantarme; hay que ver como " machacan estacas puestas en manos rústicas y enojadas"

Los nuestros enemigos huyen con presteza. Oigo la "voz enferma y lastimada" de Sancho que llama a su señor don Quijote. Y la respuesta: "¿Qué quieres, Sancho hermano?"

El escudero pide "dos tragos de aquella bebida del feo Blas" un extraño remedio para el molimiento. Su señor no tiene tal remedio; qué más quisiera; mas le jura , "a fe de caballero andante", que antes de dos días la ha de tener.

Don Quijote se siente culpable por haber puesto mano a la espada contra hombres no armados caballeros. Así que, la próxima vez, ha de ser Sancho quien se enfrente "a semejante canalla" y los castigue. Mi amo le defenderá si hay que hacerlo con caballeros.
 


El villano Sancho  replica que él tiene "mujer e hijos que sustentar y criar", que no pondrá mano a la espada contra nadie. Y que perdona todo agravio del pasado y del futuro, venga de persona alta o baja, rica o  pobre, sea  hidalgo o pechero.
Familia de Sancho Panza.
Don Quijote quisiera tener aliento para hablar descansadamente pero no se lo permite el dolor de una costilla. Con un "ven acá, pecador" comienza la reprimenda, a ver si se entera de que ha de estar a las duras y a las maduras.Si el viento de la fortuna se vuelve a su favor y toman puerto en alguna de las ínsulas que le tiene prometidas...¿se la daría a quien no está dispuesto a defenderla?


Sancho está "más para bizmas que para pláticas", En este momento sólo le interesa que su señor se levante y que yo, Rocinante, pueda también levantarme, aunque con ayuda. Dice que no merezco la ayuda, que fui yo el culpable del molimiento. Yo, "una persona tan casta y tan pacífica", nunca lo hubieran pensado de mí. Que comprendan que la carne es débil, la mía también.

Don Quijote considera que sus carnes son más tiernas y notan más "semejantes nublados". "¡Criadas entre sinabafas y holandas!", que no sé qué es eso...A cada uno le duele lo suyo, no lo olvide, señor caballero.


No entiendo mucho sus palabras , cuenta que si a Amadís le dieron doscientos azotes con las riendas de su caballo, que si el caballero del Febo  le endosaron unas melecinas de nieve y arena por sus agujeros naturales, pobre.

Don Quijote explica que  las estacas de los arrieros no afrentan porque ninguno de ellos poseía estoque, espada o puñal.

A Sancho tanto le da, le santiguaron con sus pinos y el dolor ahí le quedó impreso, tanto en la memoria como en las espaldas.

Mi señor sigue hablando de batallas, de feridas, de caballeros enamorados que duermen en páramos y desiertos. Sueña.

Sancho apareja su asno entre "ayes", "sospiros","pésetes" y "reniegos de quien allí le había traído". Me levanta y me pone de reata, el pollino como guía, qué vergüenza para un rocín como yo. Es muy sufrido mi cuadrúpedo compañero de fatigas.

Con don Quijote  sobre el rucio, llegamos  a una venta. Cuadra, paja, cebada...que no haya leña.

-¿Señor Rocinante? ¿Dónde está? Ha desaparecido...Se oye cloc, cotocloc, cotocloc.

Un abrazo para todos los que pasáis por aquí de:

María Ángeles Merino


¡Ya están comentados todos los capítulos!

Nota: os deseo que paséis una feliz Semana de Pascua. Mañana parto para Vandalia y no llevo el ordenador. Breve desconexión.

jueves, 27 de agosto de 2009

Unos árboles altos y sombrosos, una pareja de hecho y el caballero del Bosque.


Éstos son los más altos y sombrosos de los que tengo cerca (la Quinta)

Comentario al capítulo 2.12 del Quijote, publicado en "La acequia", en la entrada titulada "El Caballero del Bosque", correspondiente al día 27 de agosto de 2009.
No todos los días se vive una aventura con un demonio, un emperador y la mismísima Muerte. No es de extrañar que el caballero y el escudero hablen de ella, después de haberla vivido, mientras cenan del “repuesto”, cobijados por unos "altos y sombrosos árboles”. Me temo que, en la actualidad, no abunden las frondosidades por tierras manchegas.

Sancho se alegra de haber optado por los crías, ante la ausencia de “despojos”, en el último episodio. A propósito, Don Quijote le apunta, con sorna, que si hubieran atacado, podría haberse quedado con la áurea corona imperial. Sancho replica, él ya sabe que las coronas de los emperadores farsantes son siempre de hojalata y Cervantes, que se quedó con ganas de seguir hablando de la farándula y de la carátula, aprovecha la ocasión para que el hidalgo suelte su discurso en torno a un tema de ida y vuelta: el teatro espejo de la vida y la vida como teatro.

El temita nos recuerda a los pobres mortales que cada uno representamos nuestro papel teatral, mejor o peor, hasta que llega la Muerte, da por finalizada la función y ¡fuera el disfraz! Sancho ha oído muchas veces eso del teatro del mundo y así se lo hace saber a su amo. Fue un tópico clásico y medieval, muy del gusto del siglo XVII, aunque el que lo llevó a su máxima expresión, Calderón de la Barca con su auto “El Gran Teatro del Mundo”, era un muchachito cuando Cervantes escribía este capítulo.

Lo apunta Cervantes antes de que se nos ocurra preguntarnos de dónde saca este “simple” la culturilla. Don Quijote nota que su criado ha ganado en “discreción” y se lo hace saber. Incluso ha sido capaz de añadir otro tópico equivalente: la vida humana como partida de ajedrez, cuyas piezas van a parar, al final, al mismo saco. 


Sancho se considera un campo bien abonado por el estiércol de las palabras caballerescas y espera dar buenos frutos. Don Quijote se ríe y considera que a su criado algo de su “discreción” se le ha pegado, aunque muchas veces se despeñe con la ignorancia a cuestas. Lo suyo son los refranes…

Le dan a la húmeda buena parte de la noche hasta que a Sancho se le “cierran las compuertas”, desaliña a su rucio y le deja pastar. La misma libertad da a Rocinante, pero sin quitarle la silla, como lo ordena una vieja costumbre caballeresca.

Y al llegar aquí, Cervantes aprovecha la ocasión para hablarnos de la gran amistad del rocín y del rucio, quiere hacer un alto y dar gusto a ese lector que busca historias para reír. Nos informa de que el autor compuso varios capítulos en torno a esa cuadrúpeda amistad ; pero no los incluyó por guardar la “decencia y decoro”. Tampoco es para tanto, parece ser que los dos animalillos se rascaban el uno a otro y, una vez a gusto, pasaban las horas cuello sobre cuello, así hasta tres días. Amigos con derecho a roce, su amistad fue tan grande como la de aquellos amantes de la antigüedad: Niso y Euríalo o Pílades y Orestes. Bueno, si los compara con ésos, ya entendemos la “decencia y decoro” del autor, que los salvajes tribunales de entonces no se andaban con chiquitas a la hora de castigar la homosexualidad en la hoguera, no así en la antigua Grecia… Sea como sea, su amistad es un ejemplo para los humanos que tan mal entendemos la amistad., que si lanzas, que si chinches… 





Y sigue Cervantes, con mucha guasa, mostrándonos ejemplos de la ejemplaridad animal. Descubrimos que de las cigüeñas aprendimos lo de las lavativas, alguien se debió fijar en un cigoñino metiéndose el pico en…De los perros aprendimos a provocarnos el vómito y a ser agradecidos, esto último lo aprendimos peor…Y más lecciones de más bichillos…

Finalmente Sancho se queda dormido bajo un alcornoque, y su señor permanece dormitando, que no es lo mismo, al pie de una robusta encina. No les dura mucho el sueño porque, poco después, al de la encina le despierta un ruido. Son dos hombres a caballo que rendidos, van a descansar allí mismo. Uno de ellos, para mayor asombro de nuestro hidalgo, parla como recién salido de una novela de caballerías, se deja derribar de la silla, no puede más y cae en tierra con un crujir de hierro viejo. Croc, croc, croc. ¡Lleva las armas puestas! 



Me he encontrado al caballero del Bosque en el centro de Burgos.

Todo alborotado, don Quijote despierta a su criado ¡Aventura a la vistaaaa! No le cabe la menor duda: el tendido es un enamorado caballero andante. Sancho no ve la aventura, sólo oye un ruido como de hojalata. Su señor declara que todavía no es aventura; pero sí el principio. Está emocionado, todo es como en sus amados libros: el enamorado caballero templa un instrumento, se está preparando para cantar sus cuitas de enamorado. Ram, ram. Y lo que canta este poetastro es un soneto malísimo, imitando con poca fortuna a Garcilaso de la Vega, ya quisiera, y rematado con un ¡ay! , la guinda de la tarta.

A continuación, con voz lastimera, se queja de la hermosa Casildea de Vandalia, la “más ingrata mujer del orbe”. El cautivo caballero se consume, peregrina y trabaja duro; mas ella, ni caso. Coqueta y vanidosa, le encanta que le regalen los oídos; no tiene bastante con que navarros, leoneses, andaluces, castellanos y los de la Mancha la confiesen como la más hermosa del mundo… ¡Son muchos, Casildea, guapa!

¡Alto ahí! Menos Mancha, que don Quijote nunca ha confesado algo tan perjudicial a la belleza de su Dulcinea. Pero paciencia, a ver lo que sale por esa boca...

Pero el caballero del Bosque oye que hablan de él, interrumpe sus lamentos y pregunta quién va ,con el lenguaje propio de los caballeros andantes. Don Quijote contesta y está encantado, hablando de caballero a caballero, de afligido a afligido. ¡Y lo coge del brazo! ¡Y le invita a sentarse! ¡Y se sientan en paz, aunque mañana vayan a romperse la cabeza! No te adelantes, narrador sabelotodo...

El del Bosque pregunta a don Quijote si es enamorado, “por ventura”. El de la Triste Figura lo es “por desventura…aunque los daños que nacen de los bien colocados pensamientos antes se deben tener por gracias que por desdichas “. El del Bosque habla de desdenes ¿Desdenes? Nunca…y aquí mete el cucharón Sancho Panza que califica a Dulcinea de “borrega mansa”.

El del Bosque se extraña de un criado tan parlanchín, tan atrevido, “que se atreva a hablar donde habla su señor”,. Mira que el suyo no despliega los labios...
Sancho protesta, él ha hablado y puede “hablar delante de otro tan…” Pero el escudero del Caballero del Bosque le coge del brazo y le invita a que vayan, los dos, a donde puedan hablar en la intimidad, “escuderilmente”. Entre ellos “pasará un gracioso coloquio”, lo veremos en el siguiente capítulo.

Un abrazo para todos de: 



María Ángeles Merino


Pedro Ojeda Escudero dijo en este blog:

¡¡No se te escapa nada!! Al fin el Caballero del Bosque cazado en pleno Burgos...
A partir de mañana vuelvo a la normalidad en La Acequia.
Gracias, Pedro, seguiremos al del Bosque. Le gustan las cuchillerías burgalesas para afilar sus herramientas.