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viernes, 29 de marzo de 2024

Hennessy, vieja publicidad. Y un Jueves Santo lluvioso, con "Los límites del paraíso" de Jesús Carazo.

  

Viene de mi otro blog: El blog de Sor Austringiliana. Y como, metida en harina, me rebozo en literatura, lo pongo aquí: 

Mi amiga Luz Del Olmo me envía esta vieja publicidad desde Pardilla, su pueblo, el primero o el último de Burgos, depende de si vienes o vas a Madrid, en la nacional 1. La recibo mientras me resguardo de la lluvia bajo los soportales de la Plaza Mayor de Burgos.

Viejo coñac, vieja pintura, con solera, Hennessy.  Soles, fríos y lluvias de muchos años. Y ahí sigue. Luz recuerda que a mí me llamó siempre la atención ese vetusto reclamo publicitario, cuando pasaba por Pardilla, en el autobús de la Continental, camino de Madrid, dieciséis años...

A casa, que me estoy calando. 


La tarde de Jueves Santo siguió pasada por agua. Menos mal que un buen libro puede construir un pequeño paraíso: "Los límites del paraíso" de Jesús Carazo. 

Un amor adolescente en París, un paraíso que sospechamos efímero, pero la buena prosa nos lleva a disfrutarlo y a vivirlo un poquito, incluso en una tarde lluviosa. A Sophie no le gusta ser personaje de novela, sospechamos que Sophie es de gustos más terrenales. Y no es una niña modelo como las de la biblioteca rosa de la famosa condesa de Segur. Recuerdo cuando, de chica, leía a Camille y a Madeleine, las modositas, y a Sophie con su madrastra y sus desgracias.

Ya ve, Sor Austringiliana, qué procesiones las mías. Sofá, pan con chocolate, pecado calórico, un buen libro, la compañía de mi madre y mirar de vez en cuando por la ventana. 

Pardilla, el anuncio vetusto del coñac.  Hennessy, el autobús amarillo camino de Madrid, mi amiga Luz al móvil, la lluvia en la Plaza Mayor y más lluvia desde la ventana, un libro de Carazo, lecturas infantiles, el sofá y lo demás.

He tirado de un hilo y me ha salido una madeja.  Incluso he soñado con un amor en París. A buenas horas, amiga. 

María Ángeles Merino


martes, 8 de febrero de 2022

Cruzamos el puente de la Zurriola y entramos en "El escenario" de Karmelo C. Iribarren.

 

Cielo, mar y tierra en Donosti/San Sebastián. Fotografía cortesía de Paola Merino. 

Comentario sobre El escenario de Karmelo C. Iribarren, para la lectura colectiva de La Acequia y Alumni UBU, dirigida por Pedro Ojeda.

Este mes de febrero vamos a leer poesía, en mis manos tengo El escenario de Karmelo C. Iribarren. En la portada nos recibe Temps de pluie à Paris de Gustave Caillebotte, sí, Donosti siempre fue un pequeño París con mar y más lluvia. En las dedicatorias, tres poetas de categoría: Luis Antonio de Villena nos habla de vejez y fronteras, Luis García Montero de un lunes vagabundo de andar por la ciudad y Ángeles Mora del río que nos lleva. Ya tenemos algunas pistas. ¡Ah y es el volumen MCXL de la Colección Visor de Poesía!

Conozco un poco Donosti/San Sebastián, y aunque no la conociera, salir con el poeta a su espacio contemplativo y emotivo es lo más natural, como si fuera el paisaje de cada lector, el mío, por ejemplo, que no tiene ría, ni mar, ni tanta lluvia. Abrimos el paraguas, siempre a mano de los donostiarras, y salimos a atrapar sentimientos desde el Urumea, que en el puente de la Zurriola "quiere irse y no puede, quiere quedarse y tampoco", su "llanto eterno filosófico" es el nuestro. Y fluyen, un verso, otro verso, la vida misma, la voz poética nos acompaña con su ritmo, seguro que los acentos están en su sitio y las palabras bien medidas, bien escogidas; los lectores solo nos ocupamos de leer, el pensamiento del poeta y el nuestro se deslizan a la par. El oído queda agradecido. 

Es materia delicada la poesía, doncella tierna, no quiere ni admite explicaciones, es un mundo de sentimientos que calan en nuestro interior.¿ Calan? Tal vez no haya verbo más adecuado para la poesía de Karmelo C. Iribarren, la lluvia  le va calando y nos cala de punta a punta de su ciudad, San Sebastián, su "espacio de contemplación y de emoción contenida", "al mismo tiempo luz y oscuridad", como señala José Luis Cancho.  

Pedro Ojeda, en La metáfora del mirlo, no recuerda ningún otro poeta en cuyo obra llueva más apropiadamente sobre una ciudad "para que el poema tome nota de la lluvia y la lluvia explique la razón del poema mejor que las palabras", llueve "como no pudiendo hacer otra cosa, es parte de la realidad y la mirada poética". Siempre llueve, aunque no llueva. Y, en el caso de El escenario, la mayor parte de sus versos fueron escritos durante la pandemia, un chaparrón que todavía nos cala. Porque la lluvia es mucho más que agua, más que un "bruit doux", no veo a Karmelo C. Iribarren con la melancolía y la languidez del conocido poema de  Verlaine. Estamos ante un hombre que está de vuelta de todo, pero de vez en cuando cree en el amor y en la alegría "una ola repentina llena de luz". "Ficción realista autobiográfica" en la cual importa dónde sucede, el escenario. Su ciudad de punta a punta, reconocemos hasta los cisnes de la Plaza de Guipúzcoa.


¿Quién es Karmelo C. Iribarren? 

Nacido en Donosti/ San Sebastián en 1959. Tras la muerte de su padre, "un buen tipo sin suerte" del que conserva la C., lo internaron con siete años en algo parecido a un orfelinato de novela decimonónica. No fue a la universidad ni perteneció a círculo literario alguno,  pero leyó mucho y vorazmente, "la Biblia en verso" asegura. Comenzó a trabajar muy pronto. Fue fontanero, vendedor de enciclopedias y camarero en una residencia de ancianos. Pero sobre todo fue el tabernero sombrío del Akerbeltz, en la Parte Vieja...un antro inolvidable...tiempos duros, sexo, droga, terrorismo de ETA y rock and roll...tras la barra, en los tiempos muertos, Iribarren escribía...Se hizo alcohólico, lo cual ya pasó...Ahora pasea, toma cafés, da lecturas por España y es una voz imprescindible en nuestras letras. Los que viven en Donosti lo ven,  a menudo, en sus paseos y en su cafetería favorita. 

Sus primeros poemas fueron publicados sueltos en distintos fanzines, pero una noche de 1989 destruyó casi todo lo escrito. En 1995 logró editar su primer libro  La condición humana, en la editorial RenacimientoAhora cuenta con más de una veintena de obras e importantes premios, ha sido inevitable el intento de catalogación: realismo sucio, minimalismo y realismo limpio, poeta de la experiencia, poeta social...Karmelo asegura: "Yo quería ser el poeta callejero que soy, pero mejor". Comenta que, en sus inicios, escribía sonetos, décimas, octavas reales..."para conocer en profundidad la métrica y, después, poder prescindir de ella sin comprometer el ritmo ni la esencia de los poemas".  

¡Un poeta que se le entiende! exclamé aquel día de 2017, en el Teatro Principal de Burgos, cuando nos presentó El amor, ese viejo neón. Pero hay muchas capas debajo, lo claro no impide lo profundo. Cruzamos el puente de la Zurriola y entramos en El escenario.

El puente

"...el agua que pasa por debajo,
por los ojos del puente,
puede verse también
como un inmenso llanto del río,
un llanto eterno,
filosófico:
quiere irse y no puede,
quiere quedarse y tampoco."

Seguimos. Un abrazo para los que pasáis por aquí de:

María Ángeles Merino

El escenario, Karmelo C. Iribarren. Colección Visor de Poesía. 2021.


lunes, 22 de octubre de 2012

Llovía...y recibimos al ministro Wert.

Llovía
Llovía
Llovía


Llovía
Llovía
Llovía
Llovía. Pobreza cero decía la pancarta.
Llovía. Ante la catedral, pobreza cero.
Llovía. Los niños cambiaban cromos.

 
Esperábamos al ministro, en buena compañía. Recorto la foto, ya sabéis por qué.
 
Allá va el ministro, a inaugurar la nueva biblioteca.

Domingo, 21 octubre 2012, 12 de la mañana, en Burgos llovía. Llegó el señor ministro de Educación.

Leo en "El Huffington Post":

"Wert asegura tras recibir una nueva pitada en Burgos que las protestas no le afectan "lo más mínimo..."Si uno no es capaz de acostumbrarse a las protestas no vale para un cargo público", ha añadido a preguntas de los periodistas en la inauguración de la nueva biblioteca del Estado."
 
Sigo leyendo:

"El ministro ha realizado estas declaraciones en el interior del edificio de la biblioteca, mientras en el exterior un grupo de unas 200 personas le dedicaba una pitada como protesta por los recortes en Educación."
 

 No salgo de mi asombro:
 
"Sin embargo, Wert ha considerado "llamativo que protesten porque se abra una biblioteca", y ha considerado que sería mejor que estuvieran en su interior, "aprovechando sus fondos documentales y bibliográficos". "
 
Yo no protestaba porque se abriera una biblioteca, señor ministro.
 
¿Me hubieran dejado estar en su interior? ¿Estaba abierta al público? ¿Abren los domingos? Los amables señores de azul ¿me hubieran dejado pasar?
 
Aprovecharé sus fondos documentales y bibliográficos, señor ministro, pierda cuidado.
 
Llovía, llovía, seguirá lloviendo.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Lluvia de casi otoño










La primera lluvia del casi otoño me ha recordado estos versos franceses que, a pesar de ser muy tristones, me gustan mucho. Como veis, pierden mucho con la traducción.

Il pleure dans mon coeur
Comme il pleut sur la ville.
Quelle est cette langueur
Qui pénètre mon coeur?

Ô bruit doux de la pluie
Par terre et sur les toits!
Pour un coeur qui s'ennuie,
Ô le chant de la pluie!

...
Llora en mi corazón
Como llueve en la ciudad.
¿Qué languidez es esta
Que penetra en mi corazón?

¡Oh, ruido dulce de la lluvia
En la tierra y en los tejados!
Para un corazón hastiado,
¡Oh, el canto de la lluvia!
...
Paul Verlaine

Podéis ver todo el poema en:
http://poemacadadia.blogspot.com/2009/02/il-pleure-dans-mon-coeur.html

¿Recordamos poemas que hablen de lluvia?

viernes, 1 de mayo de 2009

Así se despidió abril

3O de abril de 2009 .Nos pilló la lluvia.

EN ABRIL, LAS AGUAS MIL

Son de abril las aguas mil.
Sopla el viento achubascado,
y entre nublado y nublado
hay trozos de cielo añil.
Agua y sol.
El iris brilla.
En una nube lejana,
zigzaguea una centella amarilla.
La lluvia da en la ventana
y el cristal repiqueteo.
A través de la neblina
que forma la lluvia fina,
se divisa un prado verde,
y un encinar se esfumina,
y una sierra gris se pierde.
Los hilos del aguacero
sesgan las nacientes frondas,
y agitan las turbias ondas
en el remanso del Duero.
Lloviendo está en los habares
y en las pardas sementeras;
hay sol en los encinares,
charcos por las carreteras.
Lluvia y sol.
Ya se oscurece el campo,
ya se ilumina;
allí un cerro desaparece,
allá surge una colina.
Ya son claros, ya sombríos
los dispersos caseríos
, los lejanos torreones.
Hacia la sierra plomiza
van rodando en pelotones
nubes de guata y ceniza.
ANTONIO MACHADO