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jueves, 23 de abril de 2020

Pandemias como las de antes

¿Cómo estáis, confinados míos?

Os traigo un remedio infalible para paliar el encierro.

Hay gente que cuando acaba de romper con su churri se pone comedias románticas de gente guapa enamorándose. Le veo muchas lagunas a ese plan. Lo más eficaz es ver un drama donde la gente sufre horrores para sentirte mucho mejor porque, en comparación con los niños que recogen minas antipersona en el Kurdistán, pues chica, tú estás mucho mejor. Siguiendo esa estrategia, me propongo animar vuestro arresto domiciliario comparando nuestra pandemia haciendo pan y viendo series con la de las gentes que sufrieron una pandemia en tiempos pretéritos. Amigos, hablemos de la peste negra.

Pérez Reverte sabe que sois unos flojos. Si queréis dejar de ser flojos, ya sabéis, id a una guerra.

Hubo muchas, pero que muchas epidemias de peste en la historia de la humanidad, pero la más popular, la que más números especiales de National Geographic o Muy Historia ha copado fue la que arrasó Europa en el siglo XIV. Llegó a través de un barco procedente de Asia al puerto de Crimea. El barco traería sedas, especias o lo que quiera que se estilara en la época, muchas ratas y un polizonte: la peste. A través de las rutas comerciales y las ratas que infestaban los barcos la peste se fue propagando por toda Europa. Hacia 1346 llegó a Italia, y la arrasó, por algo era la zona más próspera de la época con urbes super pobladas como Florencia (90.000 habitantes, figuraos qué estrés). Sobrevivió una quinta parte de la población. De ahí fue pasando al resto de Europa: un cuarenta por ciento de la población de Navarra sobrevivió, un treinta por ciento en Cataluña.

La peste no solo era más letal que muchas otras epidemias, era más de todo:
- Más indiscriminada, porque afectaba a niños y ancianos, ricos y pobres, hombres y mujeres.
- Más rápida, porque había gente que despertaba sana y segura de que no le iba a pasar nada y esa misma noche moría.
- Más asquerosa, porque si no morías rápidamente vivías un proceso precioso consistente en: náuseas, fiebre, tos, esputos sanguinolentos y, a más a más, aparecían unas bubas negras que al romperse supuraban con un olor nauseabundo.

Aquello era el apocalipsis. Agnolo de Tura, un señor de Siena, tenía cinco hijos. Los cinco murieron, y excavó él mismo sus tumbas, bien profundas, para que los animales no se los comieran. Si no quedaba ningún Agnolo de Tura para ocuparse de ti, o tus amigos y familiares ya habían huido de la zona, te tiraban a una fosa común. La huida era la forma de protegerse, los nobles o mercaderes con dinero se iban a sus villas en el campo, las cerraban a cal y canto y, a lo "Decamerón" se entretenían entre ellos contándose historias, cantando, cocinando... Un confinamiento sin Netflix ni internet, normal que la gente de antaño aprovechara para escribir obras magnas, a ver, así cualquiera. Ponte ahora a escribir "Macbeth", Shakespeare, con directos de pilates en instagram, videollamadas con los colegas, tantas recetas distintas de pan por hacer y un número infinito de videos de gatitos en youtube.

¿Habría bardos cantando versiones de "Resistiré" en la plaga de la peste del XIV?

En el siglo XIV la gente no se confinaba ni huía al campo para que el sistema sanitario no colapsara porque no existía sistema sanitario. Es más, por no existir, no existía ni la medicina como tal, la basada en el método científico. Los médicos de la época eran curanderos que recomendaban remedios caseros muy útiles para las molestias del día a día. Pero el saber teórico se basaba en la tradición heredada de griegos y romanos. Ahora nos parece surrealista, pero durante siglos se aseguraba que había cuatro humores en el cuerpo: bilis amarilla, bilis negra, sangre y flema y las enfermedades se producían por un desequilibrio entre estos cuatro componentes, de forma que la manera de restaurarlo era mediante sangrías o mediante la colocación de sanguijuelas. Ante la peste se sucedieron las teorías a cuál más surrealista: se propaga por la vista (te miran y, ¡boom! contagiada, como pasa con Michael Fassbender que te mira y ¡boom!, embarazada), la causan los judíos, las brujas o, mi favorita: la causa una triple conjunción de Saturno, Júpiter y Marte en el grado cuarenta de Acuario.

Ahora, algunos gilipollas histéricos amenazan a sus vecinos cuando se enteran de que podrían estar contagiados. En la Edad Media no se andaban con notas bajo la puerta, organizaban pogromos (saqueos, matanzas) contra la población judía.

Aún así, había médicos que, con toda su buena intención y sus teorías raras, intentaban ayudar a los enfermos. Trataban de protegerse, pero claro, no contaban con EPIs, guantes y mascarilla. En el siglo XVII se instauró su "outfit", bastante más distinguido y enigmático que las EPIs: botas de cuero, guantes y sombrero, un bastón con el que tocar al paciente y, lo mejor, unas máscaras con forma de pico de ave en cuya punta colocaban hierbas aromáticas para no ahogarse con el hedor que desprendían los enfermos.

La peste se dio por extinguida en 1361, básicamente cuando contagió todo lo contagiable. Entre 1346 y 1666 la peste volvió... ¡27 veces!, en la última de ellas fue cuando Shakespeare se confinó y escribió "Macbeth" y "El rey Lear". Yo he hecho croquetas. ¿Y vosotros?, ¿sois más de pan o de croquetas?, ¿de pilates o del gym virtual de Patry Jordan?, ¿vuestros vecinos cantan para todo el barrio o son más de insultar al que saca al perro más de lo que debería?

martes, 31 de octubre de 2017

Los incas, la miniserie

La semana próxima se estrena "Oro", la nueva película de Agustín Díaz Yanes basada en la expedición de Lope de Aguirre buscando El Dorado. El mismo episodio inspiró "Aguirre o la cólera de Dios" de Herzog, "El Dorado", de Saura, y un buen montón de novelas y hasta obras de teatro. La búsqueda de oro obsesionó a los conquistadores españoles, luego a los colonos ingleses que emigraron a Estados Unidos y, por lo visto, también a los productores de cine actuales. Y, sin embargo, la época de la conquista está repleta de episodios cinematográficos, fascinantes. Muchos contados en esta maravilla:

Seiscientas paginazas, aviso.

"La conquista de los incas", de John Hemming, lo podréis encontrar en bibliotecas porque... oh, desgracia, su edición en castellano está descatalogada. Aquí tenéis tres episodios que se merecen una super producción, en formato miniserie o en lo que surja.

El secuestro de Atahualpa

Francisco Pizarro se asocia con Hernando de Luque y Diego de Almagro para explorar las tierras de la costa oeste de Sudamérica. Pizarro encabeza una expedición de más de dos años por una tierra desconocida, comiendo poco o nada, sin antibióticos, sin automóviles, sin un techo bajo el que dormir. Ellos intuían que debía existir un imperio similar al azteca en la zona, ya que iban encontrándose con indígenas que lucían joyas de oro. Cuando llegan al Tahuantinsuyo (el imperio inca) deciden seguir las mismas tácticas que llevaron a Hernán Cortés a conquistar el imperio azteca, a saber: el ataque por sorpresa y el divide y vencerás.

Lo segundo es bien fácil, el imperio inca se encuentra en ese momento en plena guerra civil entre dos hermanos candidatos al trono: Atahualpa y Huáscar. Por el momento iba ganando el primero, el segundo se había replegado, pero seguía vivo. Organizan un encuentro en Cajamarca con Atahualpa. El inca, sin contacto alguno con los aztecas, y feliz después de su victoria contra Huáscar, estaba tan tranquilo, había oído hablar de esos hombres raros con barba, pero no le preocupaban lo más mínimo. Pizarro y los suyos, sin embargo, pasan la noche previa al encuentro muertos de miedo. Ellos sí saben que se enfrentan a un imperio, que están en tierra extranjera y que son menos.

Atahualpa entra en Cajamarca con un séquito de tres mil personas, exhibiendo su poder de monarca absoluto, representante del Dios Sol. A su encuentro salen el fraile Valverde y un intérprete, que traduce el requerimiento, un documento que los conquistadores estaban obligados a leer ante los indígenas para solicitarles su conversión. Hoy nos parecerá todo una excusa muy burda para quedarse con las tierras, el oro, la plata y esas cositas... pero era la justificación moral de la conquista y avalada por el Papa, ni más ni menos. Por supuesto, Atahualpa no entiende a qué viene aquello y cuando Valverde le ofrece una biblia, la arroja al suelo.

Pizarro y los suyos están escondidos en puntos estratégicos de la plaza de Cajamarca. Atacan por sorpresa, al grito de "¡Santiago!". Son muchos menos que el séquito del inca pero cuentan con armaduras, arcabuces y caballos. Matan a los acompañantes del inca y secuestran a Atahualpa, quien ofrece a cambio de su libertad un rescate en oro y plata. Pasan meses hasta que se reúne el rescate y, mientras tanto, Atahualpa se las apaña para dar órdenes a los suyos, a los que manda matar a Huáscar. Deja pasar así una oportunidad de reunir fuerzas incas para enfrentarse a los conquistadores, pero es que él siempre pensó que su enemigo era Huáscar. Estar secuestrado es aburrido y Atahualpa  aprende castellano, hace buenas migas con Hernando Pizarro y echa las horas muertas jugando al "taptana", un juego de mesa inca similar al ajedrez.

Por veinte soles, quince si regateas, te llevas a casa un ajedrez de incas contra conquistadores.

Llega el rescate y toca tomar una decisión: ¿qué hacer con Atahualpa? Son más los que prefieren eliminar al inca, entre ellos el propio fraile Valverde. Sin el inca no hay poder capaz de unificar a su pueblo (recordemos el "divide y vencerás") y así podrán elegir ellos como su sustituto a alguien de la familia real a quien poder manipular. Francisco Pizarro aprovecha la ausencia de su hermano Hernando, de viaje a España, para organizar un Consejo de Guerra contra Atahualpa, al que se acusa de idolatría, poligamia, incesto... Se le condena a muerte y se aplica el garrote. Supongo que en ese momento, antes de que le ahogaran, Atahualpa se dio cuenta de quién era el auténtico enemigo.

Episodio 2: Las 550 páginas de Bartolomé de Las Casas

La ejecución de Atahualpa fue todo un escándalo en la Corte. Una cosa era matar a los indios a lo loco, y otra cosa ejecutar a un "señor natural", es decir, a quien ostentaba el poder. Es el siglo XVI y nacer aristócrata siempre suponía un plus, fueras azteca, inca, inglés o de Barbate. Además, había un tipo que llevaba años dando la matraca con que había que tratar bien a los indios: Bartolomé de las Casas. Este sacerdote se había ordenado en la actual Santo Domingo y había visto de primera mano cómo los colonos explotaban como esclavos a los indígenas. Las Casas escaló puestos en la jerarquía, llegó a ser Obispo de Chiapas y sus ideas, apoyadas por la orden de los dominicos, llegaron a la Corte.

En 1550 Carlos V ordena que cese la conquista hasta que decidan si es justa o no y reúne en Valladolid a los representantes de las dos corrientes de pensamiento: Las Casas y Juan Ginés Sepúlveda. Es verano. Hace un calor de narices y Las Casas se presenta ahí con un tratado de (atención) 550 páginas, que lee en cinco días consecutivos. Venía a decir que todos los hombres del mundo tienen los mismos sentidos y deseos y que las razas de la Indias no eran naturalmente esclavas.

Sepúlveda, por su parte, defendía que la cultura española del siglo XVI era más evolucionada que la de los indígenas (que ni conocían la religión "verdadera", ni la escritura, ni la rueda) y que gracias a la conquista podían adquirir tanto la fe cristiana como sus avances en otras materias. Además, ciertas costumbres de los indios, como el incesto o el canibalismo (éste último no lo practicaban los incas, pero sí los aztecas y algunas tribus amazónicas) iban contra el derecho natural. Las Casas respondió que: "nosotros mismos, en nuestros antecesores, fuimos muy peores, así en la irracionalidad y confusa policía como en vicios y costumbres brutales por toda la redondez desta nuestra España". Vamos, un debate igualito a los de "Al rojo vivo".

Finalmente se concluyó que debían actualizarse las Leyes de Indias y se instauró un cargo, el de "protector de los indios". Por supuesto, la realidad de la vida en las Américas poco tenía que ver con los deseos de los estudiosos, pero todo este debate ocurrió muchos siglos antes de que ni siquiera existiera el concepto de los derechos humanos.

Episodio 3: Titu Cusi Yupanqui, el listo, versus Tupac Amaru, el breve

1560. Todo el Tahuantinsuyo está ocupado por los españoles, ¿todo? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles incas resiste al invasor. En Vilcabamba, en medio de la selva, está el inca Titu Cusi Yupanqui con algunos de los suyos. Tras algunos enfrentamientos, llega a un acuerdo con el virrey y deja que entren misioneros en sus dominios. En principio los trata bien y hasta se bautiza. Los misioneros piensan que han logrado su objetivo pero la realidad es que Titu Cusi está ganando tiempo, se ha bautizado para ganarse su confianza, pero sigue con sus prácticas polígamas y con unas eternas negociaciones diplomáticas gracias a las cuales consigue mantenerse en el poder y que los españoles no le ataquen. Hasta el día en que Titu Cusi muere de golpe, por culpa de una pulmonía. Su gente inmediatamente sospecha de los misioneros, a quienes acusan de envenenamiento, y los matan.

El nuevo virrey, Francisco Álvarez de Toledo, se entera de lo sucedido y decide que se acabaron las zarandajas diplomáticas, ordena la invasión de Vilcabamba y la captura del nuevo inca: Túpac Amaru. Éste huye junto a su hermana-esposa, a punto de dar a luz, y se internan en la selva. Finalmente son apresados y llevados a la ciudad de Cuzco.

Túpac, vestido de sport.

Túpac Amaru es juzgado por la muerte de los misioneros y declarado culpable. Se instala un patíbulo frente a la catedral, en la actual plaza de Armas de Cuzco. Toda la ciudad: indígenas, colonos, mestizos, esclavos... se echa a la calle. El prisionero baja por la calle principal, escoltado por los guardias, cuando se asoma a una ventana su hermana de padre, María Manrique Cusi Huárcay, que llevaba años viviendo en Cuzco. La aristócrata levanta la voz y dice: "¡A dónde vas, hermano, príncipe y rey único de los cuatro Suyos!". Túpac asciende al patíbulo y alza el brazo. Se hace el silencio en la plaza. Según el inca Garcilaso y otros cronistas, Túpac Amaru dice: "aquí estáis de los cuatro suyos, sabed aquí que soy cristiano y me han bautizado y quiero morir en la ley de Dios, y tengo que morir. Y todo lo que hasta aquí os hemos dicho yo y los incas mis antepasados, que adoráseis al Sol, Punchao y las huacas, ídolos, piedras, ríos, montes y vilcas, es mentira. Porque no hablaba, sino nosotros, porque es un pedazo de oro y no puede hablar". Otros cronistas, sin embargo, afirman que sus últimas palabras fueron: "lustre Pachacámac (dios creador inca), atestigua cómo mis enemigos derraman mi sangre". Llamadme mal pensada, pero me creo más la segunda opción, me da en la nariz que la primera era propaganda evangelizadora... De todas formas, cualquiera de las dos es un final que ríete tú de "Braveheart".

Entre las 600 páginas de "La conquista de los incas" hay más episodios. Hay una guerra civil entre los partidarios de Almagro y los de Pizarro que acaba con el asesinato de éste último; hay un inca, al príncipio títere de Pizarro, que acaba rebelándose y que responde al bonito nombre de Manco Inca; hay batallas sangrientas que acaban porque se aparece la Virgen María...

Y vosotros, ¿qué episodio de la conquista de los incas querríais ver en formato miniserie?


lunes, 26 de octubre de 2015

Diseñadores del mundo, oídme

A vosotros me dirijo.

Vosotros que cuando os preguntan: ¿a quién va dirigida vuestra colección? Siempre respondéis, "a una mujer urbana y segura de sí misma". Pobres mujeres rurales e inseguras, ¿es que ellas no tienen derecho a vestir bien y sentirse guapas? Cómo sois. Claro que, en realidad, a la pregunta: ¿a quién va dirigida vuestra colección?, la respuesta sincera sería: a mujeres asquerosamente ricas y asquerosamente delgadas. Pero eso no queda bien decirlo en público.

Sé que no es fácil diseñar tanta colección y más con la competencia atroz de las firmas low cost que, no sólo te copian sin piedad...:


...es que además, mientras tú haces todo en talleres artesanalmente, ellos lo hacen usando mano de obra infantil de países del tercer mundo. Es que así no vale. Anda que no me iba yo a hinchar a escribir capítulos si contara con un montón de manitas a razón de un euro la hora tecleando por mí. Sería la Corín Tellado de los guiones.

Pero, diseñadores del mundo, no os compliquéis la vida volviendo al estilo bohemio de los 70, al grunge de los 90, al estrambótico de los 80... ¡volved pero más atrás aún! Reivindiquemos el pasado. Túnicas griegas para el verano y vestidos de musa del Renacimiento para el invierno. Y para ellos, el romanticismo inglés:

Sí, vale, a Michael Fassbender cualquier cosita le queda bien.

Más sobre este fascinante tema aquí, en mi nueva colaboración para Glup Glup. Como siempre, comentad donde más rabia os dé. Aquí o allí.

Y decidme, ¿por qué los diseñadores se niegan a hacer ropa para las mujeres rurales y tímidas?, ¿no creéis que iríamos más regias, con mucha más actitud al trabajo si en vez de con vaqueros fuéramos con gorguera, mangas acuchilladas y chapines?

lunes, 27 de julio de 2015

Elena o Eleno, la próxima película de Almodóvar

El día que Almodóvar se decida a hacer una película histórica, adaptará la biografía de Elena de Céspedes.

¿Y quién era la tal Elena de Céspedes para merecer un biopic, y además hecho por Almodóvar?
Pues Elena era muchas cosas. Pero que muchas. Era mulata. Era hija de una esclava y su dueño. Era bígama. Fue sastra, tejedora, pastor, soldado, cirujano... Fue madre. Y fue hombre también. Y todo en el siglo XVI.

Pero empecemos por el principio. Estamos en 1546. Falta un año para que nazca Cervantes. Reina Carlos I, España es un imperio muy tocho y debía hacer más frío que ahora, porque la gente iba así vestida:

 Aguanta la ola de calor perpetua de 2015 con todo esto puesto encima...

Nace Elena, fruto de la relación de su padre, Francisco de Medina, con una esclava negra. Es la esposa de Francisco, Elena de Céspedes, quien cría a la niña, y quien le da el apellido. Y cuando la niña está en edad (16 años) la casan con un albañil de la zona, un tal Cristóbal. Con su marido apenas pasa unos meses, porque él la abandona y desaparece, dejándola embarazada. Elena, muchacha intrépida y aventurera, decide empezar una nueva vida, de cero. Deja a su hijo al cuidado de un panadero y se marcha a Granada, donde empieza a trabajar como tejedora y como sastra. Apenas aguanta unos meses en cada trabajo, mudándose de una ciudad a otra de la zona (ahora en Granada, luego en Sanlúcar, en Jerez...). Hasta que un día Elena discute con un tal Heredia, acaba detenida y pasa un tiempo en el calabozo. Cuando sale, en teoría para escapar del tal Heredia, decide disfrazarse de hombre.

Como hombre empieza una nueva fase en su vida. Trabaja como mozo de labranza, como pastor... hasta enrolarse como soldado en la compañía de Luis Ponce de León (porque en aquella época siempre había alguna guerra por ahí pendiente, en este caso, contra los moriscos que se sublevaron en Granada). Cuando acaba la campaña, Elena, ahora conocida como simplemente "Céspedes", y siempre vestida de hombre, abre una sastrería en Arcos.

Cansada ya de haber vivido en prácticamente todas las ciudades de la zona, decide que necesita algo más de marcha, ¿y qué mejor para eso que la capital del Reyno? Y allá que se va Céspedes. En 1575 conoce a un cirujano con el que entabla amistad y que le enseña el oficio. Los cirujanos de la época estaban a años luz de Pedro Cavadas, se dedicaban en realidad a sacar muelas y hacer sangrías. Las sangrías eran, en la medicina del siglo XVI, como el ibuprofeno de ahora, ¿que te duele la cabeza? pues te hacemos una sangría y, o se te pasa, o la palmas.

La historia de Elena/Eleno completita, y otras historias la mar de curiosas, en este libro de Vicenta María Marquez.

Elena, ya conocida en ese momento como Eleno, empieza a ejercer y quita las muelas con tanta delicadeza que pronto tiene un buen montón de clientes. La hija de una esclava aprende a leer por su cuenta, aprende latín y aprueba los exámenes necesarios para ejercer oficialmente como cirujano. Por fin parece que Eleno ha encontrado su sitio en el mundo. Decide sentar la cabeza y casarse... con una mujer, María del Caño. Pero el final feliz se resiste... aparece otra mujer, Isabel Ortiz, reclamando que María y Eleno no pueden casarse puesto que él le prometió matrimonio a ella antes y que, además, es sabido que Eleno "hera macho y embra". Efectivamente, en su peregrinaje de pueblo en pueblo, ahora en Vélez, ahora en Jerez... se decía eso de Elena. Sus propios compañeros de armas comentaban, con naturalidad, que Elena era hermafrodita. O dicho en plan antiguo: "hera macho y embra".

Dos médicos examinan a Eleno y la consideran un hombre "apto para el matrimonio". Por fin María y Eleno se casan y conviven juntos en paz y armonía durante un año. El extraño caso de Eleno Céspedes llega a oídos de la Inquisición, que inicia un proceso contra ella. Y es que la Inquisición no sólo perseguía  la herejía y la brujería, también investigaba la bigamia, y otros asuntos considerados entonces delitos sexuales como la sodomía y el lesbianismo. En este proceso otros médicos examinan a Eleno y dictaminan que es una mujer. En el interrogatorio ella afirma que tener "dos naturas, una de hombre y otra de mujer". Explica que fue mujer hasta que tuvo a su hijo y que en el parto "con la fuerza que hizo, una piel que estaba sobre el canal urinario se rompió y apareció una pequeña cabeza como de medio dedo gordo". Y que desde ese momento, además, había tenido relaciones como hombre con un buen montón de mujeres. Y, atención, que ahora ya no tenía esos atributos porque estando en la cárcel durante el proceso inquisitorial dichos atributos se le habían "caído".
Interrogada su esposa, María del Caño, dijo que "sienpre le a visto con natura formada de honbre". Los médicos dudaban del hermafroditismo de Elena pues, si su extraña historia era cierta, ¿dónde estaban las cicatrices que mostraran que había tenido un aparato reproductivo masculino?

Que la esposa de Elena dijera que había mantenido relaciones con ella como hombre podía ser una mentira, destinada a no ser juzgada por lesbianismo. También puede ser que Elena sí fuera hermafrodita y los médicos de la época no fueran capaces de diagnosticarlo con precisión. El hermafroditismo, en el siglo XVI, era como los elefantes en la Edad Media, se sabía que existían, pero pocos los habían visto.

Esto es lo que pasa cuando uno nunca ha visto un elefante y se lo describen como "un caballo grande con cuernos y trompa", que acabas dibujando un oso hormiguero raruno.
Los médicos de la Inquisición estaban convencidos de que los primeros que examinaron a Eleno fueron engañados con un baldrés. ¿Y qué es un baldrés? Pues piel de oveja curtida usada para hacer guantes. Por mucho que la medicina del siglo XVI estuviera atrasada respecto a la de hoy, ¿en serio se puede engañar a un médico colocándote el dedo de guante haciendo de pene?

Algunos especialistas de hoy piensan que Elena podría tener Hiperplasia Adrenal Congénita, lo que explicaría que sus genitales masculinos no hubieran aparecido hasta su edad adulta. Otros historiadores piensan que Elena no era hermafrodita, sino transexual y que se consideraba a sí misma un hombre. La Inquisición, al final, y sorprendentemente, fue clemente con ella. La castigó con poquita cosa para lo que ellos solían hacer: 200 azotes de nada.

Y vosotros, ¿no creéis que Almodóvar debe hacer ya una película histórica/cómica como ésta?, ¿a qué chica Almodóvar imagináis para el papel de Elena/Eleno?