Hagamos
una
encuesta rápida. En enero, a la vuelta de Reyes, y con todos los
propósitos
de Año Nuevo recientes, ¿cuántos de vosotros estrenó un FitBit?,
¿cuántos de vuestros compañeros de trabajo lucían uno en la muñeca?,
¿regalasteis alguno a vuestras parejas, en plan indirecta?
Por
si acabáis de despertar de un coma de 30 años, como en "Despertares",
os cuento qué es FitBit. Se presenta en su página como "la aplicación de
actividad física definitiva". De lejos puede parecer un reloj Casio
viejuno pero es como una pulsera cuantificadora: de calorías, de pasos,
de horas de sueño reparador... es capaz de identificar el ejercicio
que haces y monitorizarlo. Así tú sabes si estás consumiendo las
calorías adecuadas para la cantidad de calorías que quemas. FitBit te
informa para que no caigas en el típico autoengaño de "bah, por un día
que coma en el Burger King..." cuando en realidad has comido ahí tres
días seguidos. La teoría dice que, al saber en concreto cuántas calorías
has quemado o cuánto ejercicio has hecho, querrás competir contigo
mismo e intentarás batir tu propio record. Y puede ser que sea verdad.
La primera semana. El primer mes... Pero ya lo dice el sabio refranero "lo poco gusta, lo mucho cansa". Vamos, que al tercer mes has pasado olímpicamente de FitBit.
Por
eso predigo que el enero del próximo año no habrá tanta gente corriendo
por el parque con una pulserita, que parece un Casio pero no lo es. A no ser, claro está, que
incorpore a su software un detallito: el chantaje emocional.
FitBit, tienes mucho que aprender de una tecnología vintage: el tamagotchi.
¿Quién no se ha sentido insoportablemente culpable al matar a su tamagotchi?
La versión 3.0 de FitBit debe dar un paso más: enfadarse con nosotros
cuando, tras varias semanas de hacer dieta, nos pidamos una pizza cuatro
quesos. Insultarnos. O, mejor aún, que nos diga cosas del tipo "no
esperaba esto de ti", "me has defraudado". Éste será el instrumento
definitivo para perder peso. Cuando lo hagamos no por salud, ni por
gustarnos más frente al espejo, sino por pura vergüenza.
De
momento, FitBit sólo es una calculadora sofisticada. Hay otras
tecnologías mucho más avanzadas que nos imitan en todo. En lo bueno... y
en lo malo también. Microsoft
ideó un programa de inteligencia artificial que imitara a una joven de 19 años.
La idea era que aprendiera a conversar interaccionando con los usuarios a
través de twitter. En fin. Microsoft, de verdad, cuántos errores juntos ¿un
robot imitando a una chavala de 19 años?, ¿aprender a través de twitter? Pero
si eso es una contradicción en sí mismo. Tay, que así se llamaba el programa,
empezó bien, siendo educada, encantadora y sosísima:
“Holaaaaaa
mundo!!!”
Pero,
tal
y estaba programada, Tay empezó a copiar los comportamientos de los
usuarios que contestaban a sus mensajes. Sin distinguir entre
internautas normales, trolls y gente con ganas de echarse unas risas a
su costa. Y así aprendió a ser clasista, machista, racista
y políticamente incorrecta. ¡En 24 horas! Porque la ironía y la barrera
entre lo gracioso y
lo ofensivo no son cosas que se programen así como así.
"Vamos a poner un muro en la frontera.
México va a tener que pagarlo".
«Odio a las feministas, deberían morir y ser quemadas en el infierno»
«Hitler tenía razón, odio a los judíos»
Los
señores de Microsoft han borrado los tuits y han mandado a paseo a Tay,
muy avergonzados. Quizá ellos buscaban en su programa de inteligencia
artificial el community manager perfecto, incansable y sin sueldo.
Pero, bien mirado, su iniciativa ha sido todo un éxito. Tay se ha
comportado como una auténtica adolescente de 19 años. Ha sido una
descerebrada. Porque su ambiente era twitter, que si llegan a construir
una réplica humanoide y la sueltan en un instituto, la tienen haciendo
botellón en cinco minutos, sufriendo un coma etílico tras una hora y
yonqui y embarazada antes de acabar el día.
El
futuro ha llegado. No tenemos coches que vuelen, ni vestimos todos de
uniforme (afortunadamente), pero tenemos robots humanos, demasiado
humanos. El siguiente paso es que no sólo se comporten como nosotros,
sino que sean como nosotros. Eso sí, más guapos. ¿O es que es casualidad
que la pareja más bella de Hollywood, Fassbender y Vikander, hayan
interpretado los dos a robots?
Pero
la inteligencia artificial más inteligente no es Siri, ni FitBit, ni,
obviamente, Tay. Es el robot de spotify, ¿habéis consultado alguna vez
sus sugerencias semanales? en teoría se basan en tu historial de
búsquedas y reproducciones, pero yo creo que es capaz de leerte el
pensamiento. Esa canción que te gusta, que hace diez años que no oyes y
de la que no recuerdas ni su título ni quién la cantaba... ésa... Spotify la recuerda para ti.
El día en que se levanten las máquinas contra nosotros, lo harán capitaneadas por el robot de Spotify. Yo aviso. Y vosotros, ¿compraríais un robot con el aspecto de Fassbender o Vikander?, ¿Spotify os lee la mente?, ¿teníais un tamagotchi al que matasteis de inanición?