¿Quién es esta mujer?
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Una cantante de rancheras que siempre canta al
amor y al dolor
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La fundadora de una secta destructiva tope chunga.
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La reina de la cocaína
Os presento a Griselda Blanco. Tuvo una vida digna de
folletín. Hija de madre soltera, el padre se desentendió de madre e hija y acabaron
viviendo en una barriada. Pobres como las ratas, la madre solía dar palizas día
sí, día también, a su hija. La chavala, espabilada, se buscaba las castañas y a
la tierna edad de 11 años roba carteras y lidera una pequeña banda con la que secuestra
a un niño de una vecina urbanización rica y pide rescate por él. Lo retiene
durante 15 días y es ella quien lo mata cuando no reciben el rescate esperado. Tras
la última y brutal paliza que le propina su madre, Griselda se va a la ciudad y
sobrevive prostituyéndose hasta que se casa con Carlos Trujillo. Tienen tres
hijos y delinquen con robos, estafas… Trujillo muere de cirrosis y Griselda
vuelve a casarse. Con Alberto Bravo, su segundo marido, se inicia en el negocio
por excelencia en Colombia: la cocaína.
Pero Griselda y Alberto sólo son unos narcotraficantes más,
así que, como los científicos en España, ellos deciden emigrar a otro país que
les brinde más oportunidades. Se van a Estados Unidos, a Nueva York. Y empiezan
a ganar dinero a espuertas. Griselda, empresaria emprendedora e innovadora, es
quien empieza a usar mulas para introducir la coca en los USA. Pero la policía
de Nueva York les hostiga, el matrimonio pasa por una crisis y Alberto Bravo se
vuelve a Colombia. Decidida a aclarar la situación de su matrimonio/sociedad
criminal, Griselda viaja a Medellín. Su
marido la recibe en un aparcamiento, rodeado de sus sicarios. Griselda
también llega con sus matones. Empieza un tiroteo (así son las discusiones
maritales entre narcotraficantes), Alberto muere y Griselda sobrevive. Vuelve a
Estados Unidos pero a otra zona con menos competencia y menos policía. A una
ciudad turística y soleada: Miami.
Y allí Griselda se convierte en la auténtica reina de la
cocaína. La llaman “la madrina”.
Que conste que esta película NO es un biopic sobre Griselda
Blanco.
Griselda arrebata el negocio de la cocaína a los cubanos
afincados en Miami (¿os acordáis de “El precio del poder”, pues de esa época
estamos hablando) y hace las cosas a su estilo. Si te retrasas en los pagos a
la madrina, ella manda a sus sicarios a que te peguen una paliza. Si no pagas,
te matan. Y su mejor sicario, su mano derecha, es Jorge Rivera, también
conocido como Riverito o Rivi. Él sabe que cuando mandan matar a alguien
también caen sus familiares y hasta los hijos. Incluso si son niños.
Griselda sigue confiando en el amor y se vuelve a casar con un
tal Darío Sepúlveda. Tienen otro hijo. Y… ¿cómo creéis que le llamó?
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Michael Corleone, en honor a su película
favorita
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George Washington, en honor al país que la
convirtió en millonaria
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Dólar, en honor a su cosa favorita
Aunque Griselda cree en el amor, el amor no cree en
Griselda. Su relación con Darío empeora. Él quiere para Michael Corleone (así llamó a su hijo) una
vida fuera de las drogas, mientras que la madrina quiere que su hijo herede su
imperio, que para algo le ha bautizado como lo ha hecho. Sepúlveda decide
entonces huir a Colombia y llevarse con él a su hijo. Mala idea. Griselda manda
a sus matones que lo busquen y lo asesinen. Tercer marido muerto y segundo
asesinado por ella. Griselda ya es conocida como la viuda negra. Pero la
madrina sabe disimular, hasta acude a los funerales de las personas que ha
mandado matar. Llora. Es una gran actriz. Ante su hijo jura que encontrará a
quienes asesinaron a su padre.
La policía de Miami, escasa en los años 70, luego ineficaz,
después corrupta, por fin se limpia y organiza y empieza a cercar a Griselda y
Rivi. Los detienen en 1985. Desde la cárcel la madrina continúa organizando su
imperio. Compra a los funcionarios y espera paciente al día en que salga libre.
Y mientras tanto… recibe cartas de un traficante de poca monta, Charles Cosby. Empiezan
a llamarse a diario y, la primera vez que él va a visitarla, ella le mete la
lengua hasta la campanilla. Él, pese a tener la edad de sus hijos mayores y un
pésimo gusto en el vestir…
A él le gustaban las cadenas tochas de oro y los mocasines sin calcetines, a ella los coleteros gigantes. Estaban hechos el uno para el otro.
…será el último amor de Griselda y en quien ella confíe para
ejecutar sus órdenes y ocuparse de la educación de Michael Corleone, un
adolescente en esos años.
Griselda tiene sus breves e intensos encuentros amatorios
con Charles al módico precio de 1.500 dólares, dinero que pagaba a los
funcionarios porque les dejaran diez minutitos a solas en la zona de visitas.
Pero estar en la cárcel tiene sus consecuencias. Tanto los
competidores de Griselda (entre ellos Pablo Escobar) como la fiscalía buscan
hundirla. Sus enemigos matan a sus dos hijos mayores y la fiscalía negocia
con Rivi, con su testimonio creen que lograrán mandarla a la silla
eléctrica.
¿Se rindió la viuda negra? Para nada. ¿Qué plan creéis que
ideó Griselda para salir de ésta?
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Mandar matar a Rivi.
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Huir de prisión a través de un túnel que le
construían los propios funcionarios.
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Mandar secuestrar a John John Kennedy y negociar
así su liberación.
Sí, amigos, Griselda quería secuestrar al bello John John
(¿a quién se le ocurrió llamar a su hijo Juan Juan?). Su absurdo plan se
desbarata cuando Charles se asusta y negocia con la policía. Todos traicionan a
la madrina.
Pero aquí no se acaba la historia de la viuda negra. El
proceso de instrucción de su caso se ve manchado por varios escándalos. Rivi y
Charles habían tenido relaciones sexuales con algunas miembros de la fiscalía y
esto hizo que todo el proceso se pusiera bajo sospecha. Al final Griselda cumple su condena y vuelce a Colombia.
Es el año 2004. Allí resiste doce años, escondiéndose de sus enemigos. Hasta
que en 2012 dos motociclistas le pegan dos tiros. La madrina tenía 69 años,
todo un récord para una profesión, la de capo del narcotráfico, con una media
de vida muy corta.
Si queréis saber más sobre Griselda, Rivi, Charles Cosby y
el loco Miami de los 80, ved los documentales “Cocaine cowboys” de Netflix.
Canela fina.
7 comentarios:
Fascinado con Griselda. Su nombre, que sirve tanto para un hada como para una bruja, ya era premonitorio de lo que sería su vida. Y ahí me surje la duda de si la mamá de Griselda la zurraba porque la veía venir o si Griselda se hizo malota para vengar tanta paliza. Y mi duda mayor:
¿Cobrar por el vis a vis es corrupción o proxenetismo?
Un abrazo
Pues en la primera foto se la ve feliz a tope. A saber qué número de marido había enviado ya a criar malvas. Ya su sonrisa cuando está con el hombre sin calcetines es menos franca (Por cierto, hay que ver qué diferentes son las personas, los alemanes todos llevan calcetines cuando van con sandalias y este manús no se los pone ni con zapatitos de lujo).
Uno, cobrar por el vis a vis es proxenetismo y corrupción y algún otro delito más. Charles y Griselda se lo montaban, no en las habitacioncitas del vis a vis, sino en las salas grandes de los encuentros familiares, vacías y con los funcionarios vigilando para que no les molestaran.
Sorokin, Griselda era una mujer feliz. Si buscas sus fotos en Google imágenes, en todas sonríe muchísimo. Eso de cargarse gente no le quitaba el sueño.
No me extraña nada que esa mujer o mujeres de la fiscalía se sintieran tentadas por Charles, los hombres sin calcetines son muy sexys. Única explicación viable del éxito de este guayabo (y de Julio Iglesias) con las mujeres.
La vida de esta... elementa, una vez más, me ha fascinado, tu serie criminal sigue siendo genial.
pd. ¿Qué es peor, llamar a tu hijo John-John o Michael Corleone? Ricos "de familia" y ricos "de la droga" unidos por su pésimo gusto a la hora de escoger nombres.
Madre mía, qué historia, quiero más, buenísima...
Saludos
Loque, ¿qué me dices de llamar a tu hijo Eros o Milan? Las estrellas latinas de la canción también son muy de poner nombres horrendos a sus criaturas.
Claudia, si quieres más, ya sabes: "Cocaine cowboys", son dos películas documentales y las dos (más una tercera que es una especie de actualización) están en Netflix.
Menuda historia. Cuánto más leo sobre los narcotraficantes reales, menos interesante me parece Walter White.
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