Hoy presentamos otra pequeña muestra
del legado de Miguel como dibujante. Ya hemos contado que, durante
sus años más creativos, dibujó y pintó en diversos soportes, y
que sus dibujos sobre cajas de cerillas y sus poemas manuscritos en
miniatura sobre billetes de Metro fueron reconocidos por mucha gente.
Tenemos un recorte de prensa de aquella época que así lo atestigua.
El periodista relata que Andés (así lo nombraba) poseía una enorme
colección de cientos de cajas de cerillas, de las que llegó a exponer una
treintena en dos galerías de Madrid. La anécdota fue que, a raíz
de estas exposiciones, la Fosforera Española suspendió la emisión
de cajas de aquella serie, ilustrada con fotografías de jarrones y
cerámicas, sobre las que Miguel trabajaba añadiendo sus dibujos. De todas aquellas cajas que llegó a dibujar conservamos tan solo
unas pocas. Hablaremos más detenidamente en un futuro post sobre ellas.
La imagen de hoy es la de una
servilleta con el dibujo de una cara con rasgos un tanto infantiles.
De estas servilletas sí que conservamos una muestra más
significativa. En su mayoría, pertenecen a una serie que él mismo
bautizó con la palabra “niños”. Todas fueron realizadas con
algún tipo de plumín, o bolígrafo negro de punta fina, y están
fechadas por el artista entre marzo y julio de 1980. Hay servilletas
del Café Lión, de la Cafetería Los Jerónimos, de Libra...,
establecimientos a los que Miguel debía de acudir asiduamente. Hay
quien dice que dibujó cientos de servilletas como esta y que solía
regalarlas a conocidos o a turistas a cambio de un café.
Me impresiona la fragilidad de esta
parte de su obra y me hace pensar en lo efímero y fútil del arte, en cómo
parece imposible que estos trocitos de papel casi transparente hayan
sobrevivido hasta treinta y cuatro años después. Me pregunto
cuántas personas habrá por el mundo que recibieron una de estas
servilletas de Miguel. Puedo imaginarme que serán muchas y que casi
todas la habrán olvidado entre las páginas de un libro o,
simplemente, la perdieron o tiraron. Las servilletas de papel son
para eso, para usar y tirar, pero Miguel Ángel Andés supo darles
otro sentido y llenarlas de sentimiento, y le daba igual lo demás.
Esta misma reflexión acerca de los otros dibujos, cuadros y poemas
de Miguel se la transmití hace tiempo a Rita, que también pinta y
escribe desde niña. Ella dice que el arte es así para muchos
artistas, incluida ella misma, que ponen la creatividad y la
expresión por encima de todo. Les importa más el qué que el cómo,
el dónde o el porqué.
Seguimos investigando en busca de información
sobre Miguel y otros artistas de su época, y también volveremos más
adelante sobre este tema de la futilidad del arte.
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