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sábado, 23 de enero de 2016

Oceánida (II)




Llevo mucho tiempo sin escribir en este blog. Vaya por delante mi agradecimiento enorme para Rita. Ya he contado cómo este proyecto Amarneciendo volvió a echar a andar, después de muchos años de olvido por mi parte, gracias a ella, pero ahora quiero decir que Rita Turza sigue siendo el motor que lo hace seguir en marcha. Tenemos una amiga común, Eva Zamora, que ha escrito cinco novelas en menos de dos años. Vaya también hoy aquí mi admiración hacia ella; su enorme capacidad creativa también me produce una cierta envidia (sana). Ya sabéis que mi espinita de siempre es escribir y este blog me trajo, por fin, la oportunidad de empezar a cultivar esa vocación... El verano pasado fue muy largo, y en los meses posteriores no he encontrado el sosiego necesario para volver a las páginas en blanco. El post de hoy quiere ser una simple declaración de intenciones dirigida, fundamentalmente, a mi alma gemela, la cual sé que tampoco ha pasado por sus mejores momentos, pero que ahí sigue sin desfallecer: pintando, escribiendo, creando..., y cuidando de los suyos. Gracias, Rita, una vez más. 

Obviamente, no puedo cerrar esta entrada sin explicar la foto que la encabeza y hacer una mención, también muy especial, al título y al post del fin de semana pasado. Oceánida, de momento, es otro germen de proyecto que no voy a desvelar todavía, pero que también creo que va a suponer un nuevo acicate para este mi deseo, enorme pero agazapado, de escribir y seguir aportando algo interesante a este mundo convulso de principios del siglo XXI, más preocupado por el fútbol, la economía, la política, el medio ambiente..., que por el arte y, más concretamente, por la poesía y la pintura.

El post del sábado pasado contenía un maravilloso poema de Cruz del Valle, pareja de Guillermo Álvarez, dos enormes personas que han sido un puntal importantísimo para que este proyecto de difundir el legado de mi tío Miguel Ángel Gordillo haya podido cuajar. En su poema, Cruz resume de forma magistral y preciosa una jornada, con comida y sobremesa incluidas, que Maite y yo compartimos con ellos dos, y con María Jesús Aragoneses, otra maravillosa mastaba, de la que también tenemos mucho pendiente que contar. También pude “conocer”, por fin, a Antonio Recamal, otro de los grandes amigos de mi tío en aquellos años de su juventud. Antonio se me ha descubierto también como otro personaje adorable al que no se puede dejar de admirar. Sólo voy a contar que el motivo de la reunión a la que alude Cruz no fue otro que agasajarnos a Maite y a mí con la visión de todo el trabajo que están realizando con el legado de Esther Ortego. Oceánida tiene que ver con ella, pero estoy seguro que va a tener también que ver con muchos (y muchas) más artistas de nuestro país, y del mundo entero, cuyas obras no han tenido los merecimientos y reconocimientos deseados en vida. Como se aprecia en la foto, solo basta con que alguien quiera agarrar el testigo, abrazar al artista por ambos lados... y acompañarle. El retrato que Maite y yo sujetamos es un precioso cuadro de Miguel, Miki para sus amigos, pintado por Esther hace muchos años. Sea esta foto una especie de promesa de que aquí vamos a seguir “por largo tiempo” escribiendo y disfrutando de la obra de nuestro artista...


Contacto: [email protected]

jueves, 26 de febrero de 2015

Abismaluz (XXVII)



niños para Amarneciendo

XXVII

ven a mí, pulso de mi pulso,
rutina de alba te espero
perpetua de ti misma
múltiple de mí en el todo



Poesía: Miguel Ángel Andés, Abismaluz (1971). Primeras poesías.
Dibujo: Miguel Ángel Andés, serie "niños". Dibujo cedido por Guillermo para Amarneciendo.



Contacto: [email protected]

jueves, 19 de febrero de 2015

Reencuentros (III)


Reencuentros para Amarneciendo
Inés Morais, Begoña Larrainzar con el comisario de la exposición Luis Cuesta

Reencuentros para Amarneciendo
Detalle ampliado de uno de los cuadros de la exposición
Reencuentros para Amarneciendo
Antonio, Guillermo, Mª Jesús y Luis
Reencuentros para Amarneciendo
Detalle ampliado de uno de los dípticos de la exposición

Reencuentros para Amarneciendo
Parte del equipo de "Amarneciendo" antes de la inaguración


Reencuentros para Amarneciendo
"Serie cósmicos"

Reencuentros para Amarneciendo
Mª Jesús y Guillermo

Reencuentros para Amarneciendo
Centro Sociocultural y Juvenil de Moratalaz
hasta el 28 de febrero 2015


miércoles, 11 de febrero de 2015

Reencuentros (II)


¡La exposición Reencuentros ha sido inaugurada! Esperamos vuestras visitas hasta el día 28, sobre todo de los que vivís en Madrid. Hoy os mostramos una cuantas fotos de los actos del viernes y sábado. Publicaremos más. 

También os dejamos el enlace de la entrada del Blog CULTURAL DEL DISTRITO DE MORATALAZ en el que se da cuenta de la inaguración de la exposición:



Reencuentros Andés
Empiezan a llegar los invitados.


Reencuentros Andés
Retrato de Miguel. Año 1969.

Reencuentros Andés
Cruz, Rita, Guillermo y Mª Jesús.

Reencuentros Andés
Mª Jesús y su retrato, una de las primeras obras plásticas de Miguel Ángel Andés. 

Reencuentros Andés
Panel Reencuentros, donde se explica la exposición..., y algo más. ;-)

Reencuentros Andés
Nuestro comisario y sobrino del artista, Luis.

Reencuentros Andés

Reencuentros Andés
Un rincón en azul.

Reencuentros Andés
Amigos y familiares admirando la obra de Miguel.

Reencuentros Andés
La familia y amigos conversando.

Reencuentros Andés
Mª Jesús y Mª Jesús.


Contacto: [email protected]

jueves, 22 de enero de 2015

Amarneciendo (LI)



niños 1980 para Amarneciendo

LI

Se necesitarían inmesidades
para poblar la venida inveniente
de nuestra inmanecida. Permanecen
si son palabras, signo, sonido,
mármol de la sangre.
Se necesitarían niños nuevos,
palabras nuevas, miraje antiguo.
Quiero seguir, abránzandome
pensativamente la oquedad.


Poesía: Miguel Ángel Andés, Amarneciedo, 1978
Dibujo: Miguel Ángel Andés, serie "niños", 1980. Cedido por Guillermo para Amarneciendo.


Contacto: [email protected]

domingo, 21 de diciembre de 2014

Gotemburgo 1975


gotemburgo para Amarneciendo



Ya hemos hablado hace tiempo de este maravilloso cuaderno de dibujo, del cual llegué a decir que es mi obra favorita de Miguel Ángel Andés. Es nuestra intención mostrarlo íntegramente más adelante. También dijimos que no hay prisa en este proyecto, que cada semana iremos mostrando una pequeña faceta de nuestro artista. Y qué mayor placer que compartir esta aventura tal cual se va desarrollando. Así pues, hoy traemos un nuevo dibujo de ese cuaderno datado en 1975 en la ciudad de Göteborg. Lo hemos elegido por su singularidad, es de los pocos que contiene algún elemento de collage adicional.

En este otro post titulado “Mi dibujofavorito” empecé ya a contar parte de la historia de aquella visita de Miguel a la segunda ciudad de Suecia. A través de Guillermo Álvarez hemos sabido que, posiblemente, aquel viaje supuso un antes y un después en la vida de Miguel. Aunque en 1972 había estado ya en París, aquel verano en el país escandinavo, según Guillermo, fue toda una experiencia para Miguel, algo que le marcó para siempre y que dejó claro que nuestro artista no era un personaje común. El objetivo de aquel viaje, y de otros previos que Guillermo había hecho en veranos anteriores, era “trabajar”, con todo el sentido de la palabra. Se trataba, pues, de conseguir dinero suficiente para vivir el resto de año dedicándose a lo que realmente cada uno deseaba más. Guillermo y Cruz nos cuentan que ellos consiguieron vivir unos cuantos años en Londres con el dinero que ganaron aquellos veranos en Göteborg. ¡Qué historias! Espero que Guillermo nos cuente mucho más en persona en nuestro próximo encuentro.

El caso es que Miguel no supo, o no pudo, adaptarse muy bien ni a aquel clima ni al objetivo marcado para el viaje de 1975 que le propusieron sus amigos, los cuales ya contaban con la experiencia de veranos previos. Sus limitaciones, fundamentalmente de competencia en inglés, le llevaron a fracasar en varios trabajos para los que Guillermo y otros habían mediado para conseguirle. Hay que añadir algo que ya hemos contado: Miguel era un ser excepcional, pero a la vez muy frágil; aquellos empleos requerían de un esfuerzo físico importante. Según Guillermo, eran unos trabajos estupendos, donde la responsabilidad y el estrés síquico no existían. Camareros, lavaplatos, limpiadores..., en hoteles, residencias, restaurantes..., esas eran las profesiones que en aquel entonces ocupaban aquellos jóvenes y locos españoles en aquel país. Qué paradójico es pensar que hoy en día, casi ya en 2015, muchos otros jóvenes de nuestra España (en su mayor parte universitarios) están realizando esas mismas tareas en ciudades como Londres, Berlín...; pero, eso sí, esta vez conducidos por unas causas y motivaciones totalmente distintas de las de aquellos jóvenes de hace cuarenta años. :-/


Esta imagen del álbum personal nos muestra a Miguel con dos personas que debió de conocer allí. Hay un par de fotos más donde vuelven a aparecer los tres acompañados de un nutrido grupo de chicas, todas también con bata blanca, que trabajarían en el edificio de atrás, posiblemente un hotel o una residencia. La actitud de Miguel y su pose parecen la de alguien que se está despidiendo; no lo sé. Pero lo que sí sabemos es que los dibujos de Miguel de aquel veranos son, posiblemente, lo mejor de su obra gráfica.


Contacto: [email protected]

sábado, 23 de agosto de 2014

Los cuadros


armario caras para Amarneciendo


Esta foto me trae recuerdos de los días, poco tiempo después de la muerte de Miguel Ángel, en que mi hermano Juan y yo estuvimos intentando clasificar toda la obra que quedó en casa de de mi abuela, o lo que es lo mismo:  en el estudio de la calle Caravaca, número 6, aquel piso-ático, donde mi tío, mi madre y sus hermanos crecieron, y donde Miguel volvió a vivir en el año 1980. Serían las vacaciones de Semana Santa del año 97 cuando Juan y yo empezamos dibujando en un cuaderno bocetos de todos los cuadros que había almacenados en la que fue la habitación-estudio de Miguel. Pero el mejor espacio de aquella casa era su terraza, un espacio amplio, de unos treinta metros cuadrados, desde el que se divisaban la mayor parte de los tejados del barrio de Lavapiés y muchos de los campanarios de las iglesias del sur de Madrid. Recuerdo a Miguel pintando en ella durante alguna de mis visitas a mi abuela. Fue en esa terraza donde estuvimos sacando sus cuadros y demás obras en soporte duro para su clasificación. Les quitábamos el polvo, los medíamos y anotábamos en un cuaderno lo que Miguel había escrito detrás de muchos de ellos. Terminábamos marcándolos también en la parte de atrás con un número con rotulador.
He encontrado ese cuaderno y he visto que al llegar al registro 138 decidimos prescindir de dibujar bocetos y seguimos anotando solo las medidas y algún que otro dato y descripción de cada obra,  incluyendo en muchos casos un título inventado por nosotros mismos. Creo recordar que seguimos haciendo fotos con una de aquellas primeras cámaras digitales, que empezaban a aparecer por aquel entonces a precios asequibles y que eran capaces de almacenar en su memoria no más de cincuenta imágenes con una resolución tan baja que ahora da risa al compararlas con la cámara de cualquier móvil. La foto de arriba fue tomada en aquella terraza y con esa cámara de 1,3 megapixels y 50 Mb de memoria, un aparato que todavía conservo. Esta otra foto corresponde a una página de ese cuaderno, donde se puede apreciar "el arte" de mi hermano boceteando los cuadros de nuestro tío.



Al hojear este cuaderno donde se alterna mi caligrafía, con la de mi hermano (y la de alguna persona más!?), me sorprende encontrar muchas referencias del propio Miguel sobre la clasificación de su propia obra. Yo conocía el nombre de algunas de las series que él mismo adjudicó a muchos de sus cuadros. "Serie cósmicos" y "Serie durante geometría" eran dos que recordaba y conocía, pues algunos de los cuadros de Miguel Ángel, de los años 74 y 75,  que cuelgan de las paredes de mi casa, pertenecen a estas dos series. Lo que no recordaba era que había más series y que cada una de ellas correspondía a una etapa concreta de su carrera pictórica. También he descubierto que en muchos de sus cuadros no aparece referencia alguna, ni siquiera su firma.

Los primeros cuadros que anotamos en este cuaderno  corresponden a aquella primera serie de óleos (o acrílicos) sobre táblex de unos 60x90 cm. de los que Miguel celosamente guardaba más de treinta en su habitación y que fueron los primeros cuadros que nos enseñó a Maite y a mí aquella tarde de la que ya he hablado en un post anterior.  Después aparecen una serie larga de cuadros etiquetados por el mismo artista con su firma delante y la anotación trasera de "Andés 75 Estudio C/ Real 8". Podemos afirmar que este año fue el más prolífico de su carrera. Hablaremos más adelante de este primer estudio-buhardilla de la calle Real con información que nos ha transmitido Guillermo. Después, aparecen cuadros con la firma "Andés 1976 Estudio Olivar"  y la anotación "serie cósmicos". A partir del año 78 aparece la "serie Andesianos"  y reaparece la "serie durante hembra" de la que ya había pintado cuadros en 1974. Luego, el número de cuadros empieza a disminuir a partir del año 1980, año en el cual ya hemos contado que fue el de su salida del piso de la calle Olivar. En estos aparece ya la anotación "estudio Caravaca", pero lo más llamativo es el cambio de estilo, de técnica, de motivos (surgen sus cabezas) y de soportes.

A partir del año 84 son más los cuadros pintados en contrachapados, tablas de conglomerado, puertas de armarios y en otros muchos soportes grandes y pequeños de los que la foto que introduce este post es una clara muestra. Esas seis caras supusieron un problema técnico importante en el desalojo del piso de Caravaca, pues estaban pintadas en la parte de atrás de un armario enorme, que al final terminamos por desmontar. Las seis cabezas (35x70 cada una) quedaron separadas unas de otras y enmarcadas para la exposición del 98. Sorprende en ellas la impresión de no estar acabadas, posiblemente por falta de pintura suficiente, algo que debió de ser una de los motivos del bajón productivo de sus últimos años. A pesar de esto, hay alguna obras de los años 90 realmente impactantes como este díptico (por llamarlo de algún modo) que se conserva en casa de mi hermano Javi.




Para terminar este post, he de aclarar que la mayor parte de los más de cuatrocientos cuadros que sacamos de la calle Caravaca se encuentran custodiados por mi tío Carlos, el menor de los siete hermanos, y que muchos otros están colgados en las paredes de familiares y amigos.  Tras reencontrarme con este cuaderno quiero imaginar que habrá muchos otros cuadros cuya ubicación desconocemos, pero lo que está claro es que la tarea de fotografiar y clasificar esta parte de la obra de Miguel está pendiente de terminar, al igual que los cientos de dibujos sobre cuadernos, cartulinas, hojas sueltas, etc., de los que también conservamos una parte significativa.

Como veis, nos queda mucho que contar y enseñar en el futuro. Seguirá siendo un enorme placer.



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