sábado, 29 de marzo de 2014

En el parque de la Casa de Campo en Madrid

Casa de Campo para Amarneciendo
Sept 1973  "Casa de Campo"


La mayor parte de las fotografías de Miguel que estamos mostrando en este blog se encontraban en un álbum de aquellos de la época, con páginas de cartulina negra y pastas  de plástico marrón que imitan la piel de un animal, pero también hemos encontrado otras, como esta del post de hoy, guardadas en carpetas o entre sus propios cuadernos. Todas son fotos que nos trasladan a un tiempo en el que ser "artista de vanguardia" era algo más complicado que ahora, aunque hay que decir también que hoy en día la cultura y el arte, en general, también están sufriendo las duras consecuencias de la crisis. 

En esta imagen de 1973 se aprecia la mirada del actor que era, alguien que ya había vivido muchas experiencias, que había conocido a mucha gente, que había trabajado en el cine y en el teatro; pero también vemos al poeta, dibujante y pintor que empezaba a decantarse por la expresión gráfica Su mirada es la de alguien que parece seguro de sí mismo, pero a la vez enamorado. 

Hemos sabido que escondida detrás de gran parte de su obra posterior hay una historia de desamor, o de amor no correspondido. No tenemos todavía claro si fue este verano del 73, o el del año anterior, cuando su corazón quedó tocado para siempre por una mujer. Casi toda su obra posterior parece hablarnos de ese trauma, rechazo o desencuentro, simbolizado en esas células con forma de espermatozides, en esos senos que gravitan en espacios cósmicos, en esas figuras con formas de feto con boca y ojos, tristes y misteriosas a la vez.  

Contaremos esa historia más adelante. De momento, seguimos investigando, hablando con algunos familiares y amigos, y disfrutando con los hallazgos. 

Para terminar hoy, una petición. Agradeceríamos cualquier información sobre más personas que hayan conocido a Miguel, o que posean alguna de sus cuadros o dibujos, y que quisieran contarnos algún episodio de su relación con él o darnos más detalles sobre su vida y su obra.


Contacto: [email protected]

miércoles, 26 de marzo de 2014

Abismaluz (XXXI)



Fetosale para Amarneciendo



Abismaluz XXXI

amortece desde cualquiera
mi última vez a cada instante
sin poderte tener amarnecidos.
Hoy es el final de habernos sido,
el final de nuestro secreto.
Somos el mismo 
abismaluz penetrados
sólida sangre amarnecida


Poesía: Miguel Ángel Andés ( Abismaluz 1971
Óleo: Miguel Ángel Andés


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lunes, 24 de marzo de 2014

Paradero (III)



Miguel Ángel para Amarneciendo


III

1970 - por toda la eternidad
el imposible de imitarla
1974 - Vds. la vertical fingiendo


Poesía: Miguel Ángel Andés (Paradero 1974)
Fotografía : Álbum familiar 1972


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martes, 18 de marzo de 2014

Amarneciendo (XLI)




Miguel Ángel Andés para Amarneciendo



XLI

Zonas hermosurales
abrazos que acarnecen,
primaveras fijas,
todo es perfecto
cuando amamos.


Poesía: Miguel Ángel Andés (Amarneciendo 1978)
Dibujo: Miguel Ángel Andés (cuaderno de dibujo agosto 1973-74)


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sábado, 15 de marzo de 2014

Olandés (V)



Miguel Ángel Andés para Amarneciendo


V

¡Cogerte de la mano 
y conducirte...

(en un arrebatar el secreto
al extendido infinito
esperadizo)


Poesía: Miguel Ángel Andés (Olandés 1976-1977)
Dibujo : Miguel Ángel Andés (Cuaderno dibujo enero-febrero  1975)


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martes, 11 de marzo de 2014

Paradero (I)



Miguel Ángel Andés para Amarneciendo


I

solmira de ti mismo
1970- mirandés a veces
0791- sustituidos
1974- solmirando
4791- solmirantes


Poesía: Miguel Ángel Andés (Paradero 1974)
Dibujo: Miguel Ángel Andés (cuaderno de dibujo agosto 1973-74)


Contacto: [email protected]

sábado, 8 de marzo de 2014

Servilletas de papel




Serevilletas de papel para Amarneciendo

  
Hoy presentamos otra pequeña muestra del legado de Miguel como dibujante. Ya hemos contado que, durante sus años más creativos, dibujó y pintó en diversos soportes, y que sus dibujos sobre cajas de cerillas y sus poemas manuscritos en miniatura sobre billetes de Metro fueron reconocidos por mucha gente. Tenemos un recorte de prensa de aquella época que así lo atestigua. El periodista relata que Andés (así lo nombraba) poseía una enorme colección de cientos de cajas de cerillas, de las que llegó a exponer una treintena en dos galerías de Madrid. La anécdota fue que, a raíz de estas exposiciones, la Fosforera Española suspendió la emisión de cajas de aquella serie, ilustrada con fotografías de jarrones y cerámicas, sobre las que Miguel trabajaba añadiendo sus dibujos. De todas aquellas cajas que llegó a dibujar conservamos tan solo unas pocas. Hablaremos más detenidamente en un futuro post sobre ellas.

La imagen de hoy es la de una servilleta con el dibujo de una cara con rasgos un tanto infantiles. De estas servilletas sí que conservamos una muestra más significativa. En su mayoría, pertenecen a una serie que él mismo bautizó con la palabra “niños”. Todas fueron realizadas con algún tipo de plumín, o bolígrafo negro de punta fina, y están fechadas por el artista entre marzo y julio de 1980. Hay servilletas del Café Lión, de la Cafetería Los Jerónimos, de Libra..., establecimientos a los que Miguel debía de acudir asiduamente. Hay quien dice que dibujó cientos de servilletas como esta y que solía regalarlas a conocidos o a turistas a cambio de un café.

Me impresiona la fragilidad de esta parte de su obra y me hace pensar en lo efímero y fútil del arte, en cómo parece imposible que estos trocitos de papel casi transparente hayan sobrevivido hasta treinta y cuatro años después. Me pregunto cuántas personas habrá por el mundo que recibieron una de estas servilletas de Miguel. Puedo imaginarme que serán muchas y que casi todas la habrán olvidado entre las páginas de un libro o, simplemente, la perdieron o tiraron. Las servilletas de papel son para eso, para usar y tirar, pero Miguel Ángel Andés supo darles otro sentido y llenarlas de sentimiento, y le daba igual lo demás. Esta misma reflexión acerca de los otros dibujos, cuadros y poemas de Miguel se la transmití hace tiempo a Rita, que también pinta y escribe desde niña. Ella dice que el arte es así para muchos artistas, incluida ella misma, que ponen la creatividad y la expresión por encima de todo. Les importa más el qué que el cómo, el dónde o el porqué. 

Seguimos investigando en busca de información sobre Miguel y otros artistas de su época, y también volveremos más adelante sobre este tema de la futilidad del arte.


Contacto: [email protected]

martes, 4 de marzo de 2014

Amarneciendo (XXXIII)


árbol para Armaneciecdo


XXXIII


A través de los verdugos de la sangre
la tarde desciende
desplegada quimera.
No soy. No estoy.
Yo era la verdadera presencia
en las jamaseantes mañanas
de los profundos pueblos,
sus habitantes,
estares domingueros,
quehaceres
que estática aurora
invitándose a sí misma,
cuerpos de carne y luz acariciantes.
A través de los verdugos de la sangre
la tarde permanece
su imposible sueño:
Agosteándome esplendores sin nadie
el amor perdido
las palabras sin sonido ni sentido.




Óleo: Miguel Ángel Andés
Poema: Miguel Ángel Andés ( Amarneciendo 1978)



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sábado, 1 de marzo de 2014

Estudio Olivar, 1

Estudio Olivar para Amarneciendo



Esta foto no tiene nada anotado por detrás, pero debió de ser tomada en junio del año 1977 en su estudio de la calle del Olivar, 1, tal como consta en otras fotos donde Miguel aparece vestido con la misma camisa delante de ese mismo mural de fondo. Y he de confesar que aquel espacio es mi primer recuerdo de mi tío. Y sé que es un mural porque yo conocí aquel estudio. 

Quizás, fue aquel mismo año. Yo tendría unos trece y me impresionó aquel enorme piso de la calle del Olivar, en pleno barrio de Lavapiés, al que una mañana acudí con mis padres para no se qué. Recuerdo cuadros por todas partes y paredes decoradas con frescos y dibujos impresionantes. Había un enorme salón lleno de luz  con una decoración y un mobiliario, ¿muy “hippy”, o muy singular para lo que yo había conocido hasta entonces?, y con cuadros, pinturas, pinceles, libros, cuadernos, tablas, cajas, papeles..., por todas partes. En medio de aquel salón se levantaba una especie de muro, cubierto completamente de ese enorme mural que representaba un paisaje, donde predominaba el color azul, un paisaje que mezclaba naturaleza terrenal y cósmica y que invadía todo el espacio de aquella preciosa habitación. Recuerdo que aquel mural me impactó profundamente y también que aquel día alguien dijo (¿haber leído en la prensa?) que aquel año Miguel Ángel se había convertido en el pintor más prolífico de Madrid, o de España, que sus cuadros se contaban por cientos y que sus dibujos en cajas de cerillas y en billetes de metro eran la sensación artística del momento. No sé si fue una exageración, ni sé quién dijo semejante cosa, pero aquel enorme salón con su enorme mural se quedó para siempre grabado en mi memoria.

Rita, al verla por primera vez, dijo que era una foto extraña, que la pose de Miguel confunde, que no es natural, que al principio da la sensación de que estaba tumbado en el suelo.  Pero, enseguida, reconoció algunos motivos en el mural, similares a los de muchos otros cuadros y dibujos del artista. Y, por supuesto, le gustó su mirada serena, alegre..., y altiva, diría yo; y quizás orgullosa de su gran obra, su mural. 

Hace poco he podido conocer alguna historia más sobre ese estudio de la calle Olivar y sobre ese mural, pero la compartiremos en futuros capítulos.
 


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