En esta foto, cedida por nuestro querido Guillermo, podemos ver a Miguel junto a Esther Ortego. Es una foto espectacular y muy parecida a otras cuantas que Miguel conservó en su álbum personal, posiblemente realizadas el mismo día que esta. En esta aparecen solo ellos dos, pero en esas otras también posan Carmina, la hermana de Esther, y otro personaje, del que ya hablaremos más adelante en este blog. Todas las fotos poseen ese ambiente de habitación oscura, donde el foco recae solo sobre los rostros. Parece como si estuvieran jugando con la cámara y la luz. Además, todas tienen un aire de foto "selfie", que ahora está tan de moda. Mostraremos la serie completa en un futuro post.
Debía de rondar el año 1973, y Esther Ortego ya era una artista reconocida. El principio de su carrera artística se remota al año 1959 y continuó durante muchos años después. Su obra ha sido expuesta en varios museos y galerías importantes de España y el extranjero. Tuve el placer de conocerla, pues también perteneció al Grupo Prado de Poesía y participó en aquellas reuniones, de las que ya he hablado, cuando estuvimos preparando la exposición-homenaje a Miguel del año 98. Esther, como la mayor parte del grupo, era de una generación anterior a la de nuestro artista. Estimo que tendría entre quince y veinte años más que él y, por lo que Guillermo nos ha contado, la influencia de Esther sobre la obra pictórica de mi tío debió de ser muy importante. He visto algunas imágenes de sus pinturas y grabados, y me atrevo a decir que hay un parecido considerable con algunos de los dibujos y cuadros de Miguel, en los colores, algunos temas y símbolos, pero, sobre todo, en la ternura que ambos estilos transmiten.
Sin embargo, lo que hoy quería contar en esta entrada tiene que ver con el pasado más reciente. Hace menos de dos años que murió Esther, y Guillermo se apenaba por no haberse enterado hasta hace muy poco. Nos transmitió la noticia, así como sus sentimientos ante ella, en un email muy emotivo. Al leerlo me vino el mismo pensamiento que he tenido otras veces cuando contemplo los cuadros de mi tío: la muerte es igual para todo el mundo, pero la de los artistas tiene algo especial que la diferencia del resto. Con esta idea me estoy refiriendo al término "legado", algo que difiere de la simple herencia y que nada tiene que ver con la descendencia, algo que no todo el mundo deja cuando muere, algo que no todo el mundo entiende cuando un familiar o amigo muere, algo que a veces es muy difícil preservar, sobre todo si es un legado inmaterial. El legado de Miguel y de Esther está, fundamentalmente, en su maravillosa obra artística. Me produce escalofríos pensar a veces que, si yo no me hubiera preocupado, si Rita no hubiera aparecido, si no hubiera en el mundo gente como Guillermo, y otros muchos como nosotros, a los que nos conmueve el arte por el arte, la obra de Miguel, de Esther, y de otros muchos, podría perderse (haberse perdido) para siempre.
¡Qué injusta es a veces la vida (y la muerte) con la genialidad!