Mostrando entradas con la etiqueta libros. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta libros. Mostrar todas las entradas

miércoles, 22 de mayo de 2024

El subterráneo habitado, novela de Manuel Benito Aguirre

 


Montse Ruiz, editora responsable de Deméter, desarrolla en esta editorial un proyecto personal de gran interés centrado en el libro ilustrado con títulos del siglo XIX español de temática gótica. Tras editar el Canto a Teresa de José de Espronceda ilustrado por Antonio del Hoyo, Morirse a tiempo de Rosario de Acuña con las ilustraciones de Jen del Pozo y Tan solo los muertos de Gustavo Adolfo Bécquer con las de Roger Olmos, lanza ahora un nuevo título, la novela El subterráneo habitado de Manuel Benito Aguirre, ilustrado por Lau Oreja Pedreira. En este caso, no se trata de un libro completamente ilustrado, sino un libro con ilustraciones que semejan las decimonónicas, sin renunciar a presentarnos una mirada actual. Sin embargo, la intención de la editorial de presentarnos libros con una maquetación y textura propia de un objeto singular se mantiene gracias al excelente trabajo de maquetación del estudio Lápiz y Ratón y a la cuidada selección del papel del tomo y de la cubierta.

Esta novela de Manuel Benito Aguirre (Abejar, Soria, 1808-Madrid, 1845) es uno de esos títulos que desmienten algunas de las creencias sobre nuestra literatura decimonónica. De su autor sabemos poco, pero todo tiene un gran interés. Fue maestro y defensor de las Escuelas Normales, Vicedirector de la Academia Literaria y Científica de Instrucción Primaria y vocal secretario de la Comisión de libros creada por la Dirección General de Estudios. En el ejercicio de su profesión, se hizo popular por redactar el Catecismo político de los niños: breves nociones de los derechos y deberes del ciudadano español con arreglo a la Constitución de 1837 (1839, reimpreso en 1842) y el Bosquejo histórico-filosófico y político del estado de la educación en España (1841), en el que volcó todo su ideario educativo, a caballo entre las reformas liberales y un sentido conservador y católico. Colaboró en publicaciones de una o de otra manera relacionadas con el mundo educativo como El Mata-moscas (1836-1837) y El mentor de la infancia o el amigo de los niños, de la que fue director (1842). Arregló al español Los niños pintados por ellos mismos de Alexandre de Saillet (1841, impreso también en México en 1843).

En literatura debutó con esta novela, cuyo título completo es El subterráneo habitado o Los Letingbers, o sea Timancio y Adela (Madrid, 1830), pero también escribió otra novela, La mujer sensible (1831) y, al menos, un juguete dramático Los percances de un carlista (1840).

El subterráneo habitado es una curiosidad narrativa que nos remonta al origen de un género de aventuras góticas mezcladas con visiones utópicas de la sociedad. La escribió cuando contaba con veintidós años y guarda mucho de ingenuidad juvenil que, lejos de alejarla del lector, aumentan su interés, como en el manejo despreocupado del tiempo y de la geografía. No es la exactitud de ambas cosas lo que le preocupaba al autor, sino otras cosas. Ambientada en el imperio austríaco, en tiempos de José II, el emperador ilustrado. Esta sola mención, ya trae algunas de las pistas que nos permiten interpretar esta novela, puesto que a José II se le atribuyen reformas que modernizaron Austria y que lo convirtieron en una leyenda de buen rey, ciertamente desmontada a partir del siglo XX. La figura de José II fue muy popular en toda Europa y también en España (su primera esposa fue Isabel Borbón-Parma, infanta de España, hija de Felipe I) y pasó también al arte y la literatura.

El eje central de la novela es la educación individual del ser humano y de las sociedades. Por una parte, la importancia de los valores morales y naturales; por otra, su fricción con los sociales para llegar a un acuerdo. Para hacerlo más evidente, nos presenta un número de personajes malvados a los que se tienen que enfrentar los protagonistas, que no siempre se encuentran en la bondad absoluta. Sobre ese eje central, las peripecias. Timancio, el protagonista, quedará huérfano en circunstancias terribles y deberá acogerse a la protección de personas cuya rectitud moral es evidente. Su entrada en sociedad provoca alteraciones en su carácter, sobre todo tras enamorarse de Adela. Esta relación provoca el resto de los acontecimientos: muerte de un rival y huida de Viena emprendiendo un viaje lleno de peligros (naufragios, llegada a una isla habitada por caníbales, descubrimiento de la sociedad atrasada que da título al libro). La novela, que había comenzado como una propuesta ficcional de los modelos educativos de la ilustración al estilo del Emilio o De la educación de Jean-Jacques Rousseau (1762) y todos sus continuadores, se reconvierte en una novela en la línea de Pablo y Virginia de Jacques-Henri Bernardin de Saint-Pierre (1787). En ella vuelca una serie de recursos típicos de esta literatura cuando se populariza, que oscilan entre la novela de aventuras, la novela gótica y la novela sentimental. Y, sobre todo esto, introduce una temática que también procede del siglo XVIII por vía directa de Robinson Crusoe de Daniel Defoe y Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift (el encuentro con civilizaciones diferentes en islas apartadas del mundo conocido). De esta manera, El subterráneo habitado se convierte en una síntesis de los géneros narrativos más populares entre los lectores europeos. A la altura de 1830, aún estaba gestándose la novela histórica romántica, que no entra en el horizonte de Manuel Benito Aguirre. Sin embargo, con su afán de hacerla entretenida y variada, el autor jamás se olvida de la intención última: la demostración de la utilidad de una enseñanza natural y moral. Quienes la reciben, por muy convulsa que sea su vida, reciben el merecido premio al final.

Las oportunas ilustraciones de Lau Oreja nos devuelven también a la ingenuidad de los grabados que acompañaban a estos libros hasta tiempos no tan lejanos. Es un acierto que la artista haya optado por continuar este estilo: contextualiza la novela y despierta una nostalgia lectora que contribuye a una experiencia lectora agradable que nos devuelve a la juventud.

En definitiva, una recuperación de interés, no solo para los estudiosos del siglo XIX, sino también para el público en general. Aquí dejo el enlace para ver la grabación de la presentación de la novela dentro del programa Valladolid Letraherido de la Fundación Municipal de Cultura de Valladolid, almacenada en la página de Facebook de la Casa Museo de José Zorrilla.

martes, 7 de mayo de 2024

Mirar atrás, de Elías Moro

 



En el mundo editorial, de vez en cuando, se produce la feliz coyuntura de un movimiento que va contracorriente, una pequeña grieta por la que aparecen impresos textos alejados de lo que convencionalmente llenan las mesas de novedades de las librerías y ocupan las páginas de los suplementos de los periódicos y las revistas especializadas. El lector interesado debe estar muy atento a estas novedades, que no son fácilmente accesibles puesto que nadie informa de ellas. No me refiero tanto a la rareza de un autor o de un tipo de poesía o de novela que pueda ir aparentemente contracorriente. Al fin y al cabo, estos libros tienen su colocación convencional en la estantería correspondiente. Hay algunos tipos de literatura difícilmente clasificables, géneros enteros. Sin embargo, una vez leído el texto que producen, el lector queda atrapado. En la historia de la literatura se producen fenómenos así, la aparición de una forma de decir diferente, textos que inventan géneros: las greguerías de Ramón Gómez de la Serna, la nueva configuración del aforismo, el microrrelato...

Mirar atrás de Elías Moro (Newcastle ediciones, 2023) se acoge al género del I Remember (1970) del norteamericano Joe Brainard (1942-1994), llevado a canon genérico por el francés Georges Perec (1936-1982) en Je me souviens: Les choses communes (1978). El escritor Elías Moro (Madrid, 1959, pero residente en Mérida desde 1982) ya se había acercado al género en Me acuerdo (Calambur, 2009).

En resumen, el género consiste en textos muy breves que parten de una misma estructura sintáctica repetida al inicio de cada uno de ellos (me acuerdo...). En ellos, la voz narradora recuerda cosas banales -emociones, anécdotas, personajes, costumbres, imágenes, libros, películas, noticias-, ninguna de ellas de gran relevancia histórica. La acumulación de recuerdos de la memoria individual tiene la virtud de trasformar el libro en una memoria colectiva de hechos comunes a todos o casi todos los lectores. De ahí que se hayan considerado los libros de Brainard o Perec como memoria generacional. Las diferencias con el microrrelato o el aforismo son radicales, aunque, en algunos casos, los me acuerdo puedan tender a lo lírico y, en otros, a lo aforístico. Sobre la autobiografía, tiene la ventaja de la desconexión entre los textos que así pueden introducirse en una gran variedad de cuestiones, también que no pretende explicar una vida desde ningún lugar de llegada sino desde la impresión por  acumulación de los recuerdos en sí misma.

Elías Moro sigue esa convención del género, pero la adapta a su propia memoria y circunstancia: su memoria es, en gran medida, la de todos los que nacimos en los últimos años del franquismo, aunque la fuerza evocadora de algunas imágenes no dejen de ser universales y válidas para generaciones anteriores y posteriores. Sin dejar de ser memoria individual -es una de las esencias del género que nunca debe perderse-, se trasforma, por la comunidad de vivencias, en recuerdo colectivo. De hecho, es quien mejor ha abordado esta literatura en España.

Los recuerdos que disparan la memoria a veces son imágenes que llevan al autor a recuperar también olores o texturas: Me acuerdo del enloquecido ballet de las sábanas húmedas secándose al viento y al sol en balcones y terrazas, de su olor a nieve y sal, de su dulce y blanca tersura. También vivencias o circunstancias personales en las que todos podemos reconocernos: Me acuerdo de cuando me enamoraba a cada poco porque ninguna de aquellas muchachas objeto de mi deseo me hacía el menor caso; Me acuerdo de que nunca he sido capaz de hacer el pino; Me acuerdo de no haber visto nunca llorar a mi padre. Inevitablemente, surge la nostalgia de un tiempo perdido, muchas veces asociado a una marca comercial: Me acuerdo de El Lobo, qué gran turrón. Muchos de los recuerdos provienen de una foto fija de las películas vistas, de las series de televisión antiguas o de los libros leídos que, sumados, son la biblioteca emocional generacional. A veces el motivo es una palabra: Me acuerdo de que el macho de la abeja se llama zángano, una palabra que siempre me ha gustado mucho. Muchos de los recuerdos no provienen estrictamente de vivencias personales al suceder antes de que al autor naciera, sino de cosas que se han leído o sabido en algún momento y que se han instalado en el olvido hasta el momento adecuado en el que retornan para acumularse con los otros recuerdos y formar una capa profunda que nos explica: Me acuerdo de la oreja mutilada de Vicent Van Gogh... En ocasiones, el texto se desborda hacia el presente y dota al recuerdo de una interesante continuación temporal: Me acuerdo de que el horizonte nunca estaba donde esperábamos encontrarlo. / Y que sigue sin estarlo. También de una frustración ante la vida que no pudimos ser o de la caída de ídolos o esperanzas. Sin embargo, no hay un resentimiento con la vida ni con el pasado en los recuerdos de Elías Moro. De ahí el uso frecuente del humor, la ironía o la ternura. A veces es suficiente con aflorar el recuerdo para que el lector se instale en su propio pasado.

Elías Moro también utiliza el género para posicionarse ante nuestra sociedad (el recuerdo de la revolución de los claveles en Portugal, de la contaminación del aceite de colza que produjo tantas víctimas, de las ruinas tras la explosión nuclear en Hiroshima, la condición asesina de casi todas las ideologías y religiones): Me acuerdo de que todos los días mueren de hambre miles y miles de personas sin que a casi nadie parezca importarle

Al pasar las páginas de Mirar atrás y leer los textos, el lector se reconoce en los recuerdos del autor, que le da también tiempo para recuperar los propios, matizar los leídos o ampliarlos. Elías Moro ha escrito un libro mayor con textos que no lo parecen, con un exquisito tratamiento del lenguaje -algo característico en su literatura-. A través de estos recuerdos comunes, sin aparente importancia, de la acumulación de imágenes, noticias, referencias a películas y libros, personajes populares, Elías Moro se adentra en su propia memoria para contarnos la nuestra. Y el lector lo agradece, como si en estas 100 páginas se hallara, en gran medida, el tesoro más auténtico de su propia biografía.

viernes, 18 de agosto de 2023

Barrio húmedo, de Emilio Gancedo

 


En un juego inteligente, en la nota inicial de las guardas de este libro, se afirma que Barrio húmedo (Logroño, Pepitas de calabaza, 2023) es la segunda novela de Emilio Gancedo (León, 1977) después de la más que interesante La Brigada 22 (2019), toda una reflexión sobre la relación de los españoles con su historia reciente. Barrio húmedo es una novela, pero no a la manera convencional.

Los doce relatos que contiene el volumen tienen un espacio común: un barrio popular de una ciudad de provincias con más de dos mil años de historia, desde su fundación como un campamento romano hasta las trasformaciones producidas por la modernidad los dos últimos siglos. Todos ellos están marcados por la presencia de las tabernas y el alcohol que parece regar la historia del barrio y caracterizar a sus habitantes a través de la historia. Las descripciones, la fundación romana, el conjunto de las calles del barrio y la referencia del título nos trasladan inmediatamente al más popular barrio de la ciudad de León, así conocido. Sin embargo, en la intención del autor y en los relatos hay una voluntad de espacio mítico narrativo que, en su universalidad, puede trasladarse a muchos lugares similares de todo el mundo. Esta intención provoca una de las grandes virtudes de este libro: lo que es reconocible como historias más o menos costumbristas (de alguna pueden ser reconocibles experiencias biográficas o relatos locales de tradición oral -o virtud del autor en que así lo parezcan-), se trasforma en literatura de alta densidad narrativa. Barrio húmedo se adscribe a la mejor literatura que, sin dejar de ser local, se convierte en experiencia reconocible para todos los lectores. Por otra parte, esta característica es una de las señas de identidad más auténticas de lo que se ha llamado narrativa leonesa.

Por los doce relatos que tejen esta novela se suceden personajes, historias y ambientes desde la época romana hasta la actualidad, todos ellos con referencia al mismo espacio y centrados en su relación con el alcohol, los locales en los que se dispensan y la gente que pasa por ellos. Gancedo acierta en el retrato de los personajes, también en el de los ambientes, levantando momentos magníficos en los que los giros narrativos interrogan directamente al lector sobre sus creencias o su propia experiencia, así como cuestionan muchas de las normas de convivencia social que nos damos. 

Las historias caminan desde lo truculento hasta el humor, desde el costumbrismo hasta la intimidad, desde la narración histórica hasta lo contemporáneo, desde el relato oral hasta la densidad del lenguaje literario. Todas ellas guardan interés y todas ellas contribuyen a construir la historia de un lugar por el que han trascurrido los siglos, pero conserva su raíz esencial a pesar de los cambios provocados por el tiempo histórico que a veces parece detenerse en el abandono y en ocasiones trasforma todo -lo superficial, la apariencia de los locales y de la vida- en pocos años, porque el verdadero protagonista de esta novela es el espacio que permanece más allá de lo que cambia.

En ese espacio común del barrio húmedo, los personajes caminan, viven y beben sobre las historias de otros que estuvieron antes y parte de su comportamiento no puede entenderse sin ese origen, una especie de condicionante dado por esas calles del casco viejo de la ciudad que pueden sufrir las trasformaciones de la modernidad, pero guardan en los cimientos la historia de lo allí ocurrido. 

lunes, 8 de mayo de 2023

El monstruo en el laberinto de David Acebes y José Antonio Olmedo. Aforismos.

 


Ya he comentado en este espacio la evolución del aforismo español en las últimas décadas y el amplio abanico de posibilidades que presenta desde la cercanía a la máxima clásica (aún recogida en la definición del Diccionario académico) hasta el vuelo más literario, tan cultivado hoy: de la aspiración a ser grabado en bronce hasta la sutil negación de su permanencia eterna, vinculado ahora más al decir de un autor. Su brevedad encaja bien en el mundo de las redes sociales, que han contribuido a expandirlo, pero el buen aforismo contiene un engaño ingenioso: leído en segundos, obliga al lector a detenerse en él para comprenderlo y dialogar con él. El aforismo moderno no tendría sentido sin un lector capaz de este diálogo en el que negarlo o ampliarlo, nunca afirmarlo sin más. La recepción de un aforismo provoca un enramado de pensamientos y textos. Sumar aforismos en un libro siempre tiene el riesgo de la antología mejor o peor ordenada y son muy pocos los libros del género que superan este formato para proponernos algo nuevo en el que cada texto tiene sentido por sí mismo, pero también dentro de un conjunto que propone un argumento de lectura y provoca un movimiento en el lector que no sale igual que entró en el libro. Esto es lo que ocurre con El monstruo en el camerino de David Acebes y José Antonio Olmedo (Trea, 2023).

David Acebes (Valladolid, 1976) pertenece al Colectivo DARt de Poesia Visual, es autor de narrativa infantil, del ensayo La poesía es cosa de burros (2018) y de los poemarios Una décima parte de mí (2018) y El corazón está al fondo a la izquierda (2021). En toda su obra siempre ha manifestado una tendencia a la experimentación a partir de un profundo conocimiento de la tradición. José Antonio Olmedo López-Amor (Valencia, 1977) es un excelente crítico literario, cofundador de una de las revistas literarias más atractivas actualmente, Crátera, y autor de poemarios como Luces de antimonio (2011), El testamento de la rosa (2014) o Agua nueva (2021). También ha publicado ensayos como Polifonía de lo inmanente. Apuntes sobre poesía española contemporánea, 2010-2017 o la antología [Ex]centricidad. 11 exopoetas que abren camino en la poesía española contemporánea (2022).

Publicado en una de las colecciones editoriales más importantes de las dedicadas al aforismo, El monstruo en el camerino es un proyecto literario comenzado hace diez años y que ahora ve la luz para proponernos la profundización del género hacia un territorio original y bien definido. Por voluntad de los autores, no se distingue la autoría de los aforismos, por lo que debe entenderse siempre como un trabajo colectivo en el que las líneas individuales se influyen para proponernos una síntesis creativa lo que ya es, por sí mismo, una agradable propuesta para el lector.

El libro consta de once secciones (un endecasílabo aforístico en cuyo acento en sexta esconde un homenaje a Ramón Gómez de la Serna como precedente de buena parte de la apuesta creativa de los autores) que modulan no solo los temas agrupados en cada una de ellas, sino el mismo propósito por la renovación del género. El prólogo, Algunas consideraciones previas sobre El monstruo en el camerino, contiene un guiño cervantino: se trata de unas anotaciones para quien iba a escribir el prólogo, que, al leerlas renuncia a hacerlo porque considera que en ellas ya está todo lo que se tiene que decir. Un prólogo en ausencia de otro prólogo, algo circunstancial que se convierte en sustancial. No importa ya que la anécdota de partida sea falsa o verdadera puesto que en sí misma establece ya un diálogo con el lector y propone una original entrada al libro, como si de una parodia se tratara, en serio y en broma.

Siguiendo una larga tradición, los autores formulan su propio término para definir su acercamiento al aforismo: arsofismo. En el neologismo reúnen los principios de su trabajo: la esencia artística entendida como creacionismo culturalista que no renuncia al contexto histórico (ars); la aproximación a nuestro tiempo líquido en el que la verdad parece haberse destruido desde una retórica que niega al adversario toda razón poniendo en evidencia la postverdad que campa en nuestro tiempo (sofisma). Estas son las premisas que los llevan desde el arte más vanguardista y creativo a la denuncia de la injusticia y la reivindicación social (al ciudadano no le queda más remedio que morir o rebelarse). Tal es, afirman, la misión del poeta hoy, que no debe rehuir la provocación. Por eso también el título del volumen: el momento de soledad en el camerino antes de salir a escena, el lugar más reservado del ser humano en el que se encuentra el monstruo que somos. Con todo este sólido armazón teórico juegan en los terrenos de la postmodernidad, igualando en las citas frases de Jesulín de Ubrique o Isabel Díaz Ayuso con otras de Séneca o Francis Bacon, destruyendo así las convenciones. Añaden, además, una buena dosis de humor como herramienta paródica (humor vacui)que ayuda a romper las expectativas previsibles y recupera la reivindicación del humor en la vanguardia como herramienta estética provocativa. De la misma manera, ejercen la dislocación efectiva de la tradición trasladándola a un nuevo significado con textos como Manifiesto místico-nuclear, en el que lo dicho por Santa Teresa de Jesús es atribuido a Erwin Schrödinger.

En sus aforismos recurren a toda la gama de recursos del género, pero quiero resaltar aquí la tercera sección, Quia, en el que el aforismo adopta siempre la interrogación y que es la mejor expresión de esta vuelta de tuerca al género. Incluyendo todos los otros recursos, la interrogación exige la participación del lector, especialmente al replantear cuestiones que nos parecerían de sentido común si no estuvieran en este contexto (¿Desaparece el cielo por la noche?), pero también nos hacen detenernos en las grandes interrogaciones (¿Lo eterno no nos necesita?).

En definitiva, un libro que no debería pasar desapercibido en el actual panorama del aforismo. El monstruo en el laberinto no es una recopilación o antología de aforismos, sino un propósito de renovación del género para llevarlo a sus límites.

En este enlace puedes consultar la grabación en vídeo de la presentación de este libro en el programa Valladolid Letraherido el sábado 6 de mayor de 2023, con la presencia de los autores y quien esto escribe. En este acto se abordó todo lo aquí planteado más otras cuestiones, más una lectura de algunos textos.

martes, 11 de abril de 2023

La belleza de lo pequeño de Tomás Sánchez Santiago

 


La literatura de Tomás Sánchez Santiago (Zamora, 1957) se caracteriza por la atención a lo cotidiano, al rumor diario de una calle y de su gente, a las cosas que parecen no tener importancia, pero tejen la verdadera red de la vida. Su poesía, reunida en Este otro orden (2019) cuenta con libros de tanta altura poética como Pérdida del ahí (2016), una elegía de la devastación de lo que nos es más próximo o debería serlo, pero en donde todavía late la esperanza. En su prosa, bastarían dos títulos (Calle Feria, 2006; Años de mayor cuantía, 2018) para instalarlo entre los mejores narradores españoles actuales. Su obra se extiende más, claro, todo dentro de un mismo universo estético: artículos de prensa, relatos breves, ensayos. En la actualidad, sostiene un espacio virtual mensual, Los cuadernos pálidos, en El Cuaderno. Cuaderno digital de cultura.

La belleza de lo pequeño de Tomás Sánchez Santiago es el tercer volumen de una colección dirigida por Gustavo Martín Garzo para la editorial Eolas titulada precisamente La belleza y es muy significativo que el autor haya querido fijarse precisamente en todo lo que se puede englobar precisamente en el concepto de lo pequeño desde la dedicatoria (Para Alex, que seguirá creciendo hasta llegar a ser pequeño). La obra cuenta con tres secciones (El sitio de las cosas, Los seres suaves y Los pequeños quehaceres) precedidas por un breve texto introductorio que es toda una poética: Contra la demasía. En él parte de una conferencia de García Lorca, Elogio de lo pequeño para asentar el principio de escritura de este libro, de casi toda su obra literaria: Buscamos en lo pequeño esa fortaleza que precisamos para creer en la serena victoria del vivir, del ir viviendo. Y no se trata solamente de tamaños sino de algo más que tiene que ver con la aparente falta de importancia. Ese ir viviendo se fija en una sucesión de textos breves que van desde el fragmento, el retrato costumbrista, la estampa, la meditación, el pequeño poema, hasta el aforismo. Todos ellos bajo la clave de prestar atención a lo que suele pasar desapercibido en las noticias y en la literatura más habitual.

La mirada del escritor se posa en actitud contemplativa en las cosas más cotidianas y frecuentes: Contemplar mucho las cosas las afirma en lo que ellas son, ya desprovistas de todo accidente. La quietud exhalada las convierte en realidades estrictamente poéticas. O sea, en verdad bastante. Y así se da espacio poético a cebollas, ciruelas, lombardas, sartenes, arañas, caracoles, gorriones, una fresa caída en la calle, pero también a los olores y el color procedente de un guiso o de las especias, el paso de las estaciones o momentos del día. Junto a las cosas y el tiempo cotidiano, las personas que habitan la vida, pero que la habitan de verdad: los vecinos y sus ocupaciones, los paseantes con los que nos cruzamos todos los días, los inocentes, etc.

Ennoblecerlo todo con la mirada: de eso se trata, dice Tomás Sánchez Santiago, para terminar el libro con un elogio al arte de ser discreto. Esta manera de ser discreto del autor y de su obra nos dirige hacia las cosas que componen nuestra vida y que parecen no existir en las grandes palabras de la historia o de los medios de comunicación. Un costumbrismo radicalmente moderno de alta calidad, la atención a los seres y las cosas que nos define como seres humanos como guía de la escritura: Por ella, por esta muchacha, por su alegre obstinación para vivir en medio del ruido que hacen los demás, yo debo seguir esforzándome en escribir, en llegar a la médula de las palabras como ella aplica con esfuerzo sus pasos, uno tras otro, que parecen ir en pos de un sueño que no renuncia a alcanzar.

La belleza de lo pequeño es gran literatura, reúne la excelencia del trabajo con la palabra y el tono literario con una conciencia ética del vivir. Para aquellos que no conozcan la obra de Tomás Sánchez Santiago, una adecuada entrada a sus textos y para sus habituales lectores, una condensación del mejor decir del autor.


miércoles, 1 de marzo de 2023

El rigor de los signos. Notas para Pedro Aizpurua, 2019-2020 de Diego Fernández Magdaleno

 


El fallecimiento del compositor y músico Pedro Aizpurua (1924-2018) vertebra, desde el título, esta tercera entrega de los diarios escritos por Diego Fernández Magdaleno (Medina de Rioseco, 1971) tras El tiempo incinerado (2005) y Razón y desencanto (2008) que, junto al poemario Libro del miedo (2006), constituyen la obra literaria publicada hasta ahora por este pianista, escritor y profesor del Conservatorio de Música de Valladolid, Premio Nacional de Música en 2010, y que con cada entrega literaria se consolida con una voz propia basada en un trabajo exquisito con el lenguaje. A Fernández Magdaleno le unió con Pedro Aizpurua una relación de amistad y profesional durante muchos años. Aizpurua le dedicó su pieza para piano Clusteriana Didakus (2000) y Fernández Magdaleno escribió su monografía Creación musical contemporánea. El compositor Pedro Aizpurua (1999), fundamental para acercarse a este autor, además de grabar el disco Soledad sonora. Obras para piano de Aizpurua (2015).

El rigor de los signos recoge las anotaciones de Diego Fernández Magdaleno de los años 2019 y 2020. Comienzan como una conversación continua con el amigo desaparecido, como si al autor le fuera imposible romper con el hábito de hablar con él y necesitara proseguirlo ahora por escrito y sin posibilidad de respuesta. Así, Pedro Aizpurua protagoniza buena parte de los textos, bien con recuerdos de su amistad, bien con los proyectos que quieren mantener su memoria, también con la necesidad de contarle las nuevas cosas que ocurren. Este tono de conversación hila todo el libro, pero El rigor de los signos es mucho más. Enlaza con las dos entregas publicadas antes en paisaje físico y humano, la preocupación por el quehacer diario y por la sociedad contemporánea, también en la cuidadosa escritura en la que no sobra nada y se busca -de ahí el título, que enlaza la escritura del propio diario con la música a la manera en la que la entendía Aizpurua y sostiene el propio Diego Fernández Magdaleno (subrayado inteligentemente todo por la elección de la pintura Luminoso de Kandinsky para la cubierta)- la contención y la dosis justa de la emoción que equilibre la anotación diaria con el sentido necesario de la belleza artística. Sin embargo, en esta tercera entrega aumenta la melancolía, una sensación creciente de tristeza que lo abarca todo y de la que solo se logra cierto alivio gracias a la familia, los amigos, el trabajo diario y el arte.

En El rigor de los signos se percibe la sensación de un definitivo cambio de época con la desaparición progresiva de los amigos y familiares y de una forma de entender la vida en la que predominaba lo cercano, la relación personal y el trabajo sosegado y constante. El mundo se abre a actitudes que el autor rechaza: modos políticos en los que rige la mediocridad y el cinismo, comportamientos sociales en los que se echa de menos la cortesía, las mentiras propagadas en las redes sociales. Todo ello se agudiza con la llegada de la pandemia vírica en marzo de 2020 que tensiona esa frágil relación que late en toda la obra de Fernández Magdaleno entre lo local y cercano y la armonía, de raíz universal.

Un excelente regalo para el lector que sepa apreciar la prosa contenida, pero no exenta de emoción y opinión, y la mirada melancólica a un mundo sumido cada día más en el desconcierto y el ruido, frente al que solo la labor callada y personal puede contribuir a poner algo de cordura.

Noticias de nuestras lecturas

Como podrá comprobar el seguidor habitual de este club de lectura, al que esto firma le es muy difícil publicar en esta sección del blog con la continuidad de otros años. Sin embargo, mantengo el compromiso y espero alcanzar la regularidad a la hora de dar cuenta del desarrollo del curso en las próximas semanas.

Ayer martes día 28 de febrero mantuvimos el habitual encuentro del club de lectura en su faceta presencial, en la Facultad de Humanidades y Comunicación de la Universidad de Burgos, para comentar el libro arriba consignado de Diego Fernández Magdaleno. María Ángeles Merino, como es habitual, dará cuenta de lo que allí ocurrió, como lo hizo con la reunión de finales de enero, en la que comentamos Solo triste de oboe, el magnífico libro de relatos de Yolanda Izard que leímos en aquel mes. Puede consultarse su reseña del encuentro aquí.

LECTURAS DEL CURSO 2022-2023

  • Diciembre: Un clásico de la literatura española, el Canto a Teresa de José de Espronceda en una edición en la que se da voz a Teresa, sus emociones y pensamientos, a través de las magníficas ilustraciones de Antonio del Hoyo, quien consigue que este canto se convierta en un diálogo a dos voces. El libro es un objeto muy hermoso que os puede servir como un regalo personal para vosotros mismos de cara a la Navidad. Ha sido editado por la Editorial Deméter en 2022 y me he encargado personalmente del cuidado del texto. Aquellos que no tengáis acceso a esta edición, podréis manejar cualquiera de las que están disponibles en el mercado. En internet hay una buena edición del texto aquí. 
  • Enero: Volveremos a una autora que algunos descubristeis hace unos meses cuando incluí su anterior novela como lectura, Yolanda Izard. En este caso, leeremos su reciente libro de relatos -acaba de salir a la venta-, que no nos dejará indiferentes: Solo triste de oboe (Castilla ediciones, 2022). 
  • Febrero: Otro regreso después de la buena impresión que nos dejó en su día: El rigor de los signos. Notas para Pedro Aizpurúa, 2019-2020, del Premio Nacional de la Música y excelente escritor, Diego Fernández Magdaleno (Editorial Fuente de la Fama, 2022).
  • Marzo: El reciente rescate de El solitario de Concha Méndez, ha despertado mi curiosidad sobre la actualidad de este proyecto teatral de la autora madrileña fallecida en México en 1986. Nos sirve, además, para acercarnos a la obra de esta poeta fundamental en la vanguardia española del siglo XX. Ha sido cuidadosamente editado por Berta Muñoz Cáliz y Diego Santos Sánchez en la editorial Cátedra.
  • Abril: Nos acercamos, por primera vez en este club de lectura, al género del aforismo, tan en auge desde hace unos años. Para ello, leeremos Dios nunca pide disculpas de Álvaro Medina de Toro, publicado por la editorial Cuadernos del laberinto (III Premio Internacional Cuadernos del Laberinto de Pensamiento, 2022).
  • Mayo: Leemos un clásico de la literatura del siglo XIX, la novela Sab de Gertrudis Gómez de Avellaneda, publicada en 1841. Esta novela es una de las primeras obras literarias antiesclavistas escritas en español. Aquellos que no conozcan a la autora encontrarán aquí motivos para leer a una de las grandes personalidades literarias del siglo XIX español, no tan reconocida como merece. Aunque recomiendo su lectura en la edición preparada por José Servera para la editorial Cátedra, puede leerse también en una correcta edición digital gratuita aquí.
  • Junio: Leeremos la novela Basura de Sylvia Aguilar Zéleny, una de las narradoras mexicanas más importantes de los últimos años, que aborda aquí la situación de violencia que se vive en la frontera con los EE.UU. a partir de las historias de tres mujeres. Publicada por la editorial Tránsito.

Se admiten propuestas para el próximo curso, recordando que este club de lectura combina autores ya fallecidos y autores vivos y que procura leer todo tipo de géneros, pero siempre con la condición de que la obra esté escrita originalmente en español y que se pueda adquirir fácilmente o estar disponible en internet en buenas ediciones.

EL CLUB DE LECTURA

 El Club de lectura de La Acequia y ALUMNI UBU es un proyecto sin ánimo de lucro en el que todos los colaboradores realizan su aportación de manera generosa.

Su independencia garantiza que no recibe ningún tipo de influencia de editoriales ni de otros sectores relacionados con el mundo del libro que suelen orientar, a veces en exceso, la lista de lectura y los eventos que se organizan. Hay otros aspectos del club que inciden en la misma línea: se alternan obras de autores vivos con clásicos de la literatura y se lee siempre en lengua original (español). Se pretende, por lo tanto, huir de modas y no dejar fuera de la lista de lecturas anual clásicos de la literatura en español de necesaria lectura o relectura. Aunque nace del impulso de un profesor universitario, procura siempre extender sus actividades a la sociedad general organizando todo tipo de actos abiertos al público y no caer en el academicismo. 

El objetivo fundamental es promover la lectura colectiva de los textos sugeridos de tal manera que las aproximaciones individuales se vean enriquecidas con las opiniones del grupo. 

Una de las características más resaltables del Club de lectura es el uso de las nuevas tecnologías desde su inicio hasta el presente. Nació en el seno de la tecnología 2.0 y usando todas las posibilidades de internet. Su extensión al formato presencial permite a los matriculados en ALUMNI UBU utilizar el formato virtual como ayuda, enriqueciendo la experiencia lectora. 

De hecho, hasta donde nos es posible conocer, es el club de lectura más antiguo en español con este formato que aprovecha todas las posibilidades de internet y las redes sociales.

Uno de los resultados del club de lectura, gracias a su presencia en internet (blogs y redes sociales), es que permanece como guía de lectura de los libros comentados para todos los interesados y lo hace de manera gratuita y en abierto. Es decir, es posible seguir comentando e intercambiando opinión sobre los libros tratados incluso tiempo después del tiempo de lectura porque los autores de los blogs participantes permiten comentarios nuevos.

Hay que resaltar que el acceso al Club de lectura es libre y se produce a través de internet por estos canales:

  • Blog La acequia ( http://laacequia.blogspot.com/ ). Las entradas correspondientes al club de lectura suelen publicarse los jueves durante el curso académico y tienen su propia etiqueta ( https://goo.gl/yRhKJz ). En ellas se encuentra un comentario de la obra a leer y el resumen de las aportaciones de los otros participantes en la lectura que tienen blogs propios. Muchos de ellos son fieles desde su inicio, otros se han incorporado en momentos concretos por el interés que les ha despertado una lectura. 
  • Página en Facebook del Club de lectura ( https://goo.gl/7ubffQ ) y de Pedro Ojeda Escudero ( https://www.facebook.com/pedro.ojedaescudero ). 
  •  Etiqueta propia en Twitter (#ClubdelecturadeLaAcequia). 

En todos estos formatos se puede participar con aportaciones en las páginas y perfiles propios, comentando en los de los participantes o siguiendo la lectura en silencio. Hay testimonios de muchas personas que dicen haberles sido útiles estas lecturas a pesar de no haber comentado nunca o recomendaciones de seguimiento que los autores leídos hacen a sus lectores para que comprendan mejor sus libros. El índice de participación activa es muy estable desde hace años y el de seguimiento de las lecturas ha crecido notablemente, aunque varía según los títulos, como es lógico. 

Es frecuente que los autores leídos participen con comentarios en alguna de las redes sociales en los blogs de los participantes. Así lo han hecho, por ejemplo, Óscar Esquivias, Laura Castañón, Sara Mesa, Juan Cavestany, Diego Fernández Magdaleno, Miguel Ángel Santamarina, Fernando Aramburu, Care Santos, José Manuel de la Huerga, José Luis Cancho, Ángel Vallecillo, etc. Esto ha permitido crear entre todos un espacio de encuentro entre los autores y sus lectores. Hemos de destacar que varios de los autores que han participado activamente en el club son premios de la crítica nacional o premios de la crítica de Castilla y León, también un premio nacional de la música, etc. 

El ambiente en el Club de lectura es de respeto, colaboración y ayuda entre todos los participantes. Nunca se ha producido un hecho que haya exigido borrar comentarios ni llamar la atención a nadie por el uso de expresiones poco adecuadas.

Origen del Club de lectura de La Acequia

 El Club de lectura de La Acequia comenzó el jueves 24 de abril de 2008 con la primera lectura colectiva del Quijote realizada en el mundo con los medios de la web 2.0. Esta iniciativa de lectura de la novela cervantina permanece abierta para aquellos que quieran sumarse a ella en cualquier momento ( https://sites.google.com/site/lecturadelquijote/ ) y puede usarse como la única guía de lectura completa del Quijote disponible hoy en internet, con licencia Creative Commons 4.0. En la página citada puede completarse la información.

El éxito del proyecto impulsó el lanzamiento de uno de los clubs de lectura más antiguos en internet en español, gratis y en abierto. Durante el curso académico se propone la lectura de un título al mes, de todos los géneros: narrativa, poesía, teatro y ensayo. Se alternan autores clásicos con autores vivos y por él han pasado títulos de Miguel de Cervantes, Óscar Esquivias, Gustavo Adolfo Bécquer, Eduardo Mendoza, Valle-Inclán, Lope de Vega, Juan Cavestany, Almudena Grandes, Pío Baroja, Lorenzo Silva, Antonio Machado, Miguel Delibes, Jesús Carrasco, Benito Pérez Galdós, Antonio Muñoz Molina, Pablo Neruda, Laura Castañón, Gonzalo Torrente Ballester, María Teresa León, Leandro Fernández de Moratín y José Luis Sampedro, Avellaneda, Carmen Laforet, José Antonio Abella, Carmen Martín Gaite, Mario Vargas Llosa, Antonio Muñoz Molina, Fermín Herrero, Núñez de Arce, Diego Fernández Magdaleno, José Jiménez Lozano, Pedro Calderón de la Barca, Emilia Pardo Bazán, José Cadalso, Sara Mesa, Mariano José de Larra, Miguel Ángel Santamarina, Miguel de Unamuno, Marina Perezagua, Fernando Aramburu, Chaves Nogales, Care Santos, Luis Ángel Lobato, José Manuel de la Huerga, María de Zayas, Leandro Pérez, José Zorrilla, Juan Rulfo, Manuel Fernández Álvarez, Ángel Vallecillo, José Luis Cancho, Rafael Azcona, García Márquez... El listado completo de títulos puede consultarse en la columna derecha del blog La Acequia.

 La ventaja de este club de lectura es que es absolutamente voluntario. Nadie tiene más pretensión que el de la lectura en común de las obras y el encuentro con los autores que quieren acompañarnos. No depende de ningún interés editorial y, por lo tanto, aquí no se lee bajo presiones comerciales o modas. Quien quiere sumarse a la lectura y a las actividades que programamos a lo largo del curso es bienvenido y puede hacerlo en parte del listado anual o en su totalidad, compartiendo con todos sus opiniones -que no tienen por qué ser siempre positivas- o en silencio, como guía de lectura personal. Y, además, al leer un libro al mes puede hacerse compatible con cualquier plan de lectura personal o con los propuestos por otros clubs de lectura.

 Desde el año 2011 cuenta con dos formatos:

  • El club de lectura virtual, al que pueden sumarse libremente todos los aficionados a la literatura. En el blog La Acequia, se publican todos los jueves entradas comentando diferentes aspectos del libro del mes, más un resumen de las noticias de las lecturas en las que se enlazan los blogs del resto de los participantes. También puede seguirse el club de lectura a través de comentarios en las entradas correspondientes o como meros lectores o participando en las redes sociales en las que está presente, como se ha señalado. 
  • El club de lectura presencial, sostenido por ALUMNI UBU (antes, Asociación de Antiguos Alumnos y Amigos de la Universidad de Burgos), que se reúne una vez al mes para comentar el título correspondiente. Se programan también encuentros con los autores de las obras (hasta ahora se han celebrado sesiones con Laura Castañón, José Antonio Abella, Fermín Herrero, Diego Fernández Magdaleno, Jaime Covarsí, Miguel Ángel Santamarina, Care Santos, Leandro Pérez, etc., y viajes a los espacios de algunas de las obras leídas (El hereje y Don Juan Tenorio nos llevaron a Valladolid, El río que nos lleva a Aranjuez, las Crónicas de la guerra de África a Tánger, con Cervantes y Jaime Covarsí viajamos a Alcázar de San Juan y Campo de Criptana y con la biografía de  la reina Juana I de Manuel Fernández Álvarez nos acercamos a Tordesillas, etc.). Este segundo formato tiene plazas limitadas y hay que inscribirse al comienzo de cada curso, siendo necesario asociarse en Alumni Ubu. En la página de la asociación puede encontrarse el formulario para inscribirse como miembro del club presencial, solo con la finalidad de ocupar las plazas de las que dispone normalmente un club de lectura.

A lo largo del curso, el club programa diferentes eventos en abierto (viajes, encuentros con autores, presentaciones de libros, visitas a espacios relacionados con la cultura, etc.) y todos los interesados pueden acudir hasta cubrirse las plazas. También se han programado sesiones conjuntas con otros cursos organizados por ALUMNI UBU como el de historia y el de danza.

Las buenas relaciones del club de lectura con instituciones privadas y públicas han permitido colaboraciones puntuales con la Feria del libro de Burgos, la Universidad de Burgos, el Ayuntamiento de Burgos, el Museo de la Evolución Humana, el Instituto de la Lengua Castellano y Leonés, el Museo del Libro de Burgos, el Instituto Cervantes, la Casa Museo José Zorrilla de Valladolid, la ONG SBQ Solidario, la Biblioteca Pública de Burgos y un largo etcétera. También tiene relación directa con Valladolid Letraherido, el programa literario del Ayuntamiento de Valladolid.

Para la selección de los títulos se han seguido varios criterios a lo largo de estos años: votaciones públicas en las redes sociales, recogida de sugerencias, listados elaborados por el director, procurando siempre la variedad.

Nuestra imagen

La imagen del club es muy expresiva y elocuente. Se trata de una mujer que lee, en concreto una maestra que lee: la figura de la maestra, su género femenino en homenaje a que la mayor parte de los participantes en los clubs de lectura son mujeres, su forma de darse a la sociedad. Es una de las figurillas encargadas a la artista artesana Francheska con motivo de la proyección de la premiada película documental Las maestras de la República, que se daba a los que contribuyeran a su difusión, como fue el caso del Club de lectura, al que se distinguió haciéndole entrega de esta figurilla (todas las figurillas son diferentes).


ADVERTENCIA: Las entradas de La Acequia tienen licencia Creative Commons 4.0 y están registradas como propiedad intelectual de Pedro Ojeda Escudero. Pueden ser usadas y reproducidas sin alterar, sin copias derivadas, citando la referencia y sin ánimo de lucro.

Recojo en estas noticias las entradas que hayan publicado los blogs amigos (si me he olvidado de alguien, agradezco que se me avise). Entrada del Club de lectura cada jueves (salvo casos por desgracia ya no tan excepcionales como al inicio), en este blog.

jueves, 12 de enero de 2023

Leemos Solo triste de oboe de Yolanda Izard.

 


No es la primera vez que Yolanda Izard asoma a este club de lectura. Comentamos su magnífica novela La hora del sosiego en octubre de 2021 y su escritura dejó tan buen sabor de boca que traemos aquí esta novedad editorial -salió al mercado el pasado mes de diciembre-, Solo triste de oboe (Castilla ediciones, 2022), para comentarla en este mes de enero. Sobre esta escritora también he hablado en otras ocasiones en este espacio con motivo de otras obras suyas, lo que me ahora hoy presentaciones.

Solo triste de oboe se publica en la exitosa colección Cuentenario narrativa dirigida por José Ignacio García, que se iniciara con una recopilación que ya ha marcado un hito en la historia del relato breve en Castilla y León y sin la cual es imposible contar la historia reciente de este género, Cuentos pendientes. Cuarenta y tres voces del cuento castellano y leonés del siglo XXI (2021). 

El volumen de Yolanda Izard recoge treinta y dos relatos breves, incluyendo el que da título al libro, que la autora sitúa acertadamente en la parte central estructurando un certero ritmo de lectura. Se inicia con una cita de Rainer María Rilke que sirve casi de declaración poética de la autora y no solo para este libro: Pues lo hermoso no es otra cosa que el comienzo de lo terrible en un grado que todavía no podemos soportar. Esta forma de entender la vida -o la vida a través de la literatura o la literatura a través de la vida-, queda clara desde el primer relato, El barranco. En él hay una transición luminosa hacia la belleza y la infancia (la nostalgia de lo perdido en Yolanda Izard es una categoría estética y moral), una transición no exenta de dolor físico y espiritual que culmina en el sosiego, casi como en un camino ascético hacia la iluminación.

Abran las páginas de este libro y déjense sorprender. Lo comentaremos las próximas semanas.


Noticias de nuestras lecturas



Paco Cuesta acierta con su lectura de la obra plenamente, sobre todo al marcar lo autobiográfico y el amor del poeta por su propio amor más que por Teresa.

Luz del Olmo asistió a la presentación en el Museo del Romanticismo de Madrid de la edición ilustrada del Canto a Teresa que nos sirve de base para nuestro comentario, celebrada el pasado 9 de diciembre. Lo cuenta en esta entrada de su blog y la lectura del texto le provoca el reto de escribir en verso su comentario. ¡Gracias por este regalo!

María Ángeles Merino acomete de nuevo el trabajo de dar cuenta fiel de lo acontecido en nuestra reunión mensual del formato presencial del club. Fue alegría volvernos a ver, desde luego. Para quien no pudo acudir, aquí dejo el enlace a su magnífica entrada.




martes, 12 de julio de 2022

Buen ladrón de Christian Fernández Alonso (LXVIII Premio de Novela Ateneo Ciudad de Valladolid)

 


Con Buen ladrón (Algaida, 2022), Christian Fernández Alonso obtuvo el LXVIII Premio de Novela Ateneo Ciudad de Valladolid en 2021 en su debut en el género. Nacido en Madrid, tras una larga estancia en México, en la actualidad reside en Sevilla. Licenciado en Publicidad y Relaciones Públicas, se ha formado también en artes visuales. Dirige y edita las revistas en línea Vision y Skeimbol.

La novela consiste en una bien urdida y entretenida trama sobre el expolio de obras de arte en la España de las primeras décadas del siglo XX. La razón inicial del título parte del nombre de uno de sus protagonistas, Dimas, un niño huérfano de madre e hijo de un jornalero anarquista de Villamuriel (Palencia) encarcelado injustamente, que será entrenado por Leónides Sanjurjo, anticuario y traficante de arte robado, pero el motivo tiene una carga mayor puesto que nos sitúa en el centro de un interesante debate sobre la conservación del arte en épocas en las que las instituciones todavía no habían tomado conciencia suficiente sobre su importancia y el patrimonio artístico, especialmente el que se hallaba en poder de la Iglesia católica, se encontraba sometido al abandono, destrucción y venta a los marchantes internacionales por aquellos que muchas veces ni eran sus verdaderos dueños. De tal manera que, más allá de nuestra mirada moderna sobre el asunto que nos lleva a condenar estos hechos, a veces el expolio del arte conseguía salvar objetos que, de otra modo, se hubieran perdido para siempre en medio de la desidia y la indiferencia.

En ese mundo se mueven Dimas y Leónides junto a Benigno, el peculiar chofer de este. Ellos no son más que piezas menores de un engranaje que comenzaba en la penosa situación del patrimonio artístico y culminaba en grandes coleccionistas españoles (José Lázaro Galdiano es un personaje de la novela) e internacionales. El anticuario, que terminará siendo el tutor legal del niño, vive de este tráfico ilegal pero tiene determinados valores morales, no aceptando algunos encargos que pudieran significar la exportación de piezas únicas o que se fundieran por su valor en oro o plata. Gran parte de la historia consiste en la narración de cómo la banda prepara y ejecuta los diversos golpes, hasta el mayor de ellos, cometido en la catedral de Palencia, lo que la convierte en una novela de intriga bien sostenida y de agradable lectura por la que desfilan personajes de todo tipo, incluyendo al mismo Papa, ministros o funcionarios de alto nivel. A lo largo de esta narración central se teje una entrañable relación entre los protagonistas, con los que el lector empatiza desde el inicio siguiéndolos por la provincia de Palencia, el Archivo de Simancas o Madrid.

La novela aumenta su valor por la ambientación histórica y social en la convulsa España de los años treinta del pasado siglo, en una recreación bien documentada y que contribuye con acierto a dotar de un contexto ambiental a la intriga, hasta el punto de que finalmente la narración de los diferentes robos cometidos, que sostiene muy bien la atención del lector, cede ante un retrato mucho más ambicioso de una época que termina en el incendio de la guerra civil tras la sublevación militar del 18 de julio de 1936:

No le sorprendían por tanto los vaivenes políticos de una España acostumbrada a revoluciones, alzamientos y represiones; a monarquías, dictaduras y repúblicas, alternándose cada vez más con mayor frecuencia sin que el país avanzase, en permanente deriva hacia un rumbo siempre cambiantes y dejando tras de sí una estela de violencia.

La violencia institucional (Nadie puede imaginar lo que muerde el hambre, dice Dimas), social e histórica es uno de los grandes temas de esta novela, desde el caciquismo rural, la brutal actuación de los cuerpos de seguridad en su represión de los movimientos anarquistas, la intrigas de la clase dirigente, el surgimiento del fascismo, los asesinatos previos a la guerra y todo lo que se desencadena tras el fracaso del golpe de estado, con las sacas de presos, paseos al amanecer y asesinatos continuos en la retaguardia en una consciente aniquilación de quien piensa diferente.

En mitad de toda esa violencia, unos ladrones de guante blanco como Leónides y Dimas guardan el sentido de humanidad y respeto a la belleza de los objetos artísticos, con una alta consideración del arte como cuestionamiento y rebeldía ante la sociedad.

lunes, 29 de noviembre de 2021

Hasta que la muerte nos separe. Minicrímenes, de Elías Moro

 


Cualquier libro de Elías Moro (Madrid, 1959, pero extremeño de Mérida) resulta interesante para el lector sin prisa. No solo por su calidad literaria, sino porque el autor busca siempre ángulos diferentes en todo lo que hace. Moro no se permite la comodidad de lo ya conocido y explora territorios no usuales en la literatura en cada uno de sus títulos y, si lo son, procura transitar por la línea exterior de lo esperado, recuperando modalidades un tanto olvidadas en la línea comercial de las novedades editoriales.  Autor de cinco libros de poesía entre los que Hay un rastro y De nómadas y guerreros ya han sido reseñados en este blog, relato (Óbitos súbitos), diario (El juego de la taba), miscelánea (Manga por hombro), aforismos (Algo que perder, Morerías, Lo inseguro), microrrelatos (Microrrelatos domésticos) y memoria (Me acuerdo, Álbum de sombras), en cualquiera de estos volúmenes muestra ese riesgo del que hablo, pero también su cuidadoso manejo de los recursos literarios, el conocimiento de la tradición en la que se mueve y su compromiso ético con la escritura.

Hasta que la muerte nos separe. Minicrímenes (Eolas, 2021) es un perfecto ejemplo de lo que apunto. Desde la anotación inicial, desvela su fuente, los Crímenes ejemplares de Max Aub que, desde el año 2020, pueden leerse en un volumen editado por Reino de Cordelia en coedición con la Fundación Max Aub, con un completo estudio de Pedro Tejeda Tello, que suma veintidós textos a los antes conocidos. Aunque la primera edición saliera en 1957, recogía textos que vieron la luz, al menos, desde 1949. Con posterioridad, el libro ha sido publicado en numerosas ocasiones, recibió a título póstumo en Francia el Premio Forneret de Humor (entiéndase humor negro) en 1981 y en Italia ha sido llevado al teatro con buen éxito. En estos relatos, Aub mantuvo muchas de las características de la mejor vanguardia: utilización del humor, búsqueda de la ruptura de la expectativa del lector burgués, juegos lingüísticos y de estructura narrativa, etc. Lo hizo sin olvidarse de atraer al lector. Ahora, que la euforia de los monólogos de humor se ha extendido hasta la banalidad y la repetición, en estos textos tendría cualquier humorista material de primera categoría en el que inspirarse. Max Aub, uno de los grandes escritores españoles del siglo XX, fue otro de esos autores que buscaba siempre caminar por el lado exterior de la literatura y hacer una obra muy personal. Su exilio en México amputó dramáticamente su nombre de la literatura española y ha sido recuperado tarde, mal e insuficientemente hasta el punto de que hoy sigue siendo un gran desconocido para muchos lectores habituales.

Señalo lo anterior para que se entienda mejor que este volumen de Elías Moro no es una obra menor en absoluto y que desciende de una línea literaria de gran altura, que merece ser más conocida y apreciada, sobre todo cuando que el relato breve y el microrrelato están en auge. En la senda de Max Aub, Hasta que la muerte nos separe reúne ciento treinta y seis relatos breves -en extensión desde una línea hasta un poco más de una página-, en los que predomina el humor provocado por la sorpresa, sobre muertes violentas. En ellos se asesina por profesionalidad, ocasión o por cumplir con la palabra dada o el exacto contenido de una frase. A veces es un contrato, en otras la rabia momentánea, una simple manía personal o el hartazgo de una situación repetida. Abundan los casos en los que el asesinato se justifica por una frase hecha o porque alguien tienta la suerte deseando morirse por mala costumbre social o desahogo, ante quien no debe. Todos estos relatos se caracterizan por la inteligente habilidad para dar la vuelta a lo esperado, jugar con la moral convencional y el humor. Este deriva del ingenio verbal del autor, que consigue subvertir el significado habitual de las frases hechas y las palabras, dando valor a lo que aparece como desemantizado en el uso del hablante, y de la construcción de situaciones en las que todos los lectores pueden reconocerse bien en el lado de la víctima o bien en el del asesino (esta cotidianidad de los argumentos es otro de los recursos que Elías Moro maneja extraordinariamente bien). En muchas ocasiones, este último muestra su perplejidad ante la posible acusación por cometer un crimen, cuando se limita a cumplir con el significado literal de las cosas. Inspiran ternura estos asesinos que no son conscientes de que hayan hecho algo malo. Así, se puede morir por ser ingeniero y no saber programar una lavadora, por no saludar a quien te encuentras cada día, por no saber durante años dónde se han puesto las gafas o se puede ser criminal porque el negro le sienta bien al asesino.

Elías Moro se defiende muy bien en el terreno corto del relato breve, sabe jugar con las palabras con las expectativas del lector y condensar los tiempos narrativos para desencadenar la sorpresa al final. Ciento treinta y seis relatos para disfrutar a breves bocados, no vaya a ser que se le atragante uno al lector por ansioso y haya que escribir el número ciento treinta y siete.