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sábado, 14 de abril de 2007

Diego y gato


De este gato hablé ayer y no sé por qué hoy me he vuelto a acordar de él cuando he oído las nuevas noticias sobre Diego, "El Niño de El Royo". Es un gato pequeño, que asoma desesperado cada poco tiempo para mirar hacia arriba, al trozo de cielo que queda encajonado entre las cornisas de las casas de mi calle. Se fija, sobre todo, en el vuelo de las palomas. Desaparece unos minutos y vuelve a asomar. ¿Tendrá sueños de alas, cielo y espacio?
¿Qué será de Diego después de que ni su familia ni las instituciones sociales que deberían protegerle lo hagan? Sé que en otras épocas y en otros lugares hay muchos niños como Diego. Pero aquí tenemos asistentes sociales y jueces, y se supone que somos un país moderno y sensible ante los que no pueden tener voz propia. ¿Cómo será Diego dentro de 10 años?
Y ahora, desde el centro en el que está recluido, ¿mirará un rato al cielo cada hora por una ventana?

viernes, 13 de abril de 2007

Paisaje de gato con bombonas


A veces, en mitad de un trabajo, siento la necesidad de salir a la galería de mi casa a mirar la calle. No vivo en una calle hermosa y la vista se estrecha con la fachada próxima del edificio vecino. La vida en ella se manifiesta, sobre todo, en los gatos. Hay uno, pequeño y nervioso, que asoma de vez en cuando a una ventana y mira hacia el cielo, quizá soñando cazar alguna de las muchas palomas que pasan. Casi enfrente, un señorial gato negro suele tomar posesión de un balcón presidido por dos bombonas de gas. Allí lo vi el otro día, tumbado majestuosamente, con esa elegancia que sólo los felinos tienen. Nos miramos durante minutos. Creo que él sintió pena por mí. Tuve que darle la razón.