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lunes, 26 de octubre de 2020

UNA NARANJA

 

Esta tarde quería escribir sobre el libre albedrío, hace mucho que no lo hago, o sobre la felicidad, o sobre Rafael Nadal, o sobre el maldito virus que continúa infectando nuestro modo de vida. Pero he tenido pereza, y tristeza, así que me he ido a hacer una visita al mar. Me he llevado unas cuantas clementinas, las de esta tierra son las mejores del mundo y en estos días de finales de octubre están en su punto óptimo de acidez y dulzor. Con la música de Keane, cualquier canción me sirve, he disfrutado de la soledad de la playa vacía, que desprendía un aroma fuerte y puro. Por un momento, me he olvidado del virus y del incierto y extraño mundo que está dejando y me he concentrado en mi mundo interior. Las naranjas olían como hace 40 años, y la de la foto tenia un sabor que rozaba la perfección. Es lo que hay.