Desde que tengo hijos mi felicidad es la suya. Mis ilusiones son
las suyas.
He abandonado mi camino, mi búsqueda, mi horizonte. He renunciado
a mis sueños y al reconocimiento. Ya no me queda París.
Me queda mi memoria y
el miedo de ser padre. Me quedan sus proyectos, y también sus risas, sus abrazos y sus besos.