Para entender mejor al ser humano hay que "animalizarlo", es decir, verlo como un animal, como el animal que es. Cumple las
mismas funciones básicas que cualquier otro animal: se relaciona con los otros
y con el entorno para poder nutrirse, obtener energía que le permita sobrevivir,
y para poder reproducirse. Para cumplir estas funciones se ha tenido que adaptar
de una forma peculiar a lo largo de su evolución.
La naturaleza humana existe, y ha sido moldeada
por la evolución. La emoción durante la búsqueda de pareja y la generosa devoción
que sentimos por nuestra descendencia son los principales rasgos que marcaron
nuestra historia evolutiva. Por muchas variantes culturales que existan, por
muchas diferencias que adornen nuestra existencia, por muchas excepciones que
nos permita nuestra flexibilidad neurológica, la naturaleza humana existe. Y, de forma abrumadoramente mayoritaria, nuestra química nos marca y nos obliga a
enamorarnos para encontrar pareja y a cuidar y querer de manera incondicional a
nuestros vástagos. Junto a esto, nuestra voluntad de vivir y nuestro miedo al
dolor y a la muerte.