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jueves, 6 de marzo de 2014

Poemas de Barret, Escobar y Carvallo, Mühsam y Panclasta

Rafael Barret


Rafael Angel Jorge Julián Barrett y Avarez de Toledo, nació en Torrelavega, Santander, España, el 7 de Enero de 1876. Fue ingeniero, matemático, periodista y escritor. Vivió 6 años en Paraguay, de los cuales pasó algunos meses en Argentina y Uruguay. Se proclamó anarquista hacia 1908 y posteriormente fundó la revista, Germinal, órgano de denuncia y de expresión para las organizaciones obreras. Falleció con sólo 34 años en Arcachon, Francia, el 17 de Diciembre de 1910.



Hoy

Hoy es el día negro. ¿Dónde mi cotidiana herencia de luz?

He vagado por las calles borrachas de niebla, como yo de sombra. En el fondo de mi universo proyecta la nada sus desnudas tinieblas, disolventes de todo, las asesinas del silencio, minuciosas, devoradoras, lentas.

La tarea de la vida cae de mis dedos apagándose... Manos rescatadoras, no os veo en mi oscuridad. ¿Vacías huisteis? Me baña la muerte persuasiva.

Únicamente soy una cosa cobarde, escondida en un rincón del tiempo. Torpes enemigos, seguid buscándome en la luz; mañana será tarde. Hoy se rindió el carcelero, y la jauría desatada se destroza a sí misma. Cada átomo de mi carne es una tímida ferocidad; yo una multitud esclava; yo el hermano de los humildes criminales.

Hoy vi sobre la estúpida faz del primitivo la costra de la miseria, olfateé la desesperación y el vicio y amé al pobre, porque mi corrupción es la suya. Con ella la piedad, como siempre, en las almas. Y me penetra la infame ternura. Por fin, nostálgico de la antigua madre; por fin inmóvil en el universal flujo, esperando la noche del pasado visible.

Hoy me entrego a las ágiles destructoras. A mi cintura los nudos para siempre de sus brazos. Ojos de grutas, subid a los míos. Corran las tibias bocas por mi cuerpo. Las orillas pasan. No las conozco ya, y a sentir comienzo el soplo de las regiones de donde no se vuelve.

Rincón de la selva

El cimiento innumerable y retorcido sale de tierra en el desorden de una desesperación paralizada. Los troncos, semejantes a gruesas raíces desnudas, multiplican sus miembros impacientes de asir, de enlazar, de estrangular, la vida es aquí un laberinto inmóvil y terrible; las lianas infinitas bajan del vasto follaje a envolver y apretar y ahorcar los fustes gigantescos. Un vaho fúnebre sube del suelo empapado en savias acres, humedades detenidas y podredumbres devoradoras. Bajo la bóveda del ramaje sombrío se abren concavidades glaciales de cueva donde el vago horror del crepúsculo adivina emboscada a la muerte y tan sólo alguna flor del aire, suspendida en el vacío, como un insecto maravilloso, sonríe al azar con la inocencia de sus cálices sonrosados.


Alejandro Escobar y Carvallo



(1877-1966). Poeta, intelectual y activista político chileno, vinculado desde 1897 a movimientos socialistas, marxistas y anarquistas. Gran propulsor del movimiento obrero chileno en los comienzos del siglo XX. Fue muy cercano a José Ingenieros, de quien recibiría enorme información sobre el desarrollo de las ideas socialistas en diversos lugares. Fue coodirector del periódico anarquista, El Proletariado. Se preocupó por la fundación de ateneos, escuelas socialistas y centros de estudios sociales.

La pampa esclava

I
Extraña como un bárbaro paisaje
descubierto en un muro arqueológico...
duerme la Pampa su sopor salvaje
soñando un cataclismo geológico!
Viuda del mar que la arrojara un día
como hembra infecunda e histérica...
ella ha sido una sierva muda y fría
abandonada en el confín de América!
De sus viejos amores submarinos
le quedan las arrugas en el vientre.
Atesora depósitos salinos
en donde quiera el "cateador" se encuentre!
II
Como grandes colmenas laboriosas
se yerguen las enormes Oficinas...
semejando prisiones misteriosas
de un vasto Imperio convertido en ruinas.
Sólo una tropa de dispersos montes
que las sequías convirtieron sierras,
levantan los rastreros horizontes
de aquellas áridas salobres tierras!
Nunca el aroma de una planta verde
embalsamó los aires del Desierto.
Ni una avecilla que al cantar recuerde
los ecos mudos de un pasado muerto.
Sólo el viejo huracán su melena azota
sobre los flancos de las sierras mudas...
Como un velero con la quilla rota
sobre las playas de la mar, desnudas!
III
Allí trabaja la inhumana gente luchando a brazo con la costra dura... El sudor baña la tostada frente y tiembla la viril musculatura! El sol desgrana su millón de flechas sobre la inmensidad de la llanura Y en las espaldas, al caer, derechas, producen escozor de quemaduras! Ataca el barretero con empuje la mancha salinosa que adivina... A cada golpe su espinazo cruje... y la barreta en el costrón rechina! Hecho el barreno circular y hondo se carga de traidora dinamita... que al explotar arranca de su fondo hasta la roca riva que dormita! A una cuadra de altura del suelo parece la gigante bocanada... un estornudo que lanzara al cielo la fauce de la Pampa acatarrada! El torbellino de guijarros crece cayendo al páramo recién abierto... Así el lugar de la labor parece erupción de un volcán en el desierto. Queda rota la ansiada calichera... desfloramiento de senil entraña. Monstruo devorador de carne obrera, llaga de la llanura y la montaña! Ahí el pampino agotará sus bríos... Ahí su frente se pondrá ceñuda, mientras el sol de cálidos estíos le quemará entera su piel desnuda! Ahí los siervos de la edad moderna, blandiendo el combo más de quince horas sufrirán reumatismo en cada pierna trabajando en las noches sin auroras!
IV
Las dos de la mañana apenas son y bajo el viento del invierno helado... a su faena se encamina el peón baja la frente, la Esperanza al lado! Silba el "pampero" por la noche negra Cada paso retumba en los salares... La idea de ser libre sólo alegra esas almas preñadas de pesares! Y en medio de la noche infame y larga parecen los obreros trabajando... tristes forzados cuya vida amarga llena de angustias están soportando.
V
Las pálidas mujeres de la pampa envejecen de anemia y de clorosis... Y la que el vicio en su avidez no zampa se la engulle la cruel tuberculosis! El Campamento que al obrero asila - nueva prisión de "criminales natos"- produce la impresión en la pupila de un cementerio trajinado a ratos... El Alba, cuando el frío resquebraja la dura costra del caliche infame, no siente el jornalero que trabaja de sus chicuelos una voz que llame. El hielo que a los hombres aletarga, traspasando la vieja calamina, cala toda la noche, negra y larga, los huesos de la prole que germina.
VI
Así es el campamento en el verano cuando el sol evapora el aire seco... un enervante cocimiento humano que hace de cada niño un gran muñeco Allí la raza su vigor agosta... en la Deportación del campamento. Las piernas flacas y la espalda angosta, arrastran un deforme Pensamiento! En cada rostro de mujer u hombre la darwiniana adaptación refleja, de los desiertos la expresión sin nombre, sin alegría, sin amor, ni queja! Todo es ahí momificante y gris... Nada produce novedad alguna Aquello es un exótico país, imperio de la Fiebre y de la puna!
VII
Cerca del campamento presidiario... elévase la grande Instalación que amasa del pulmón proletario el hígado grasiento del "patrón." La maquinaria poderosa y fuerte, Y los cachuchos de insaciable boca... donde hace hervir hasta el vapor la Muerte al desgraciado que su turno toca! La sal preciosa está ahí en acopio... La ha visto el jornalero cada año dejando estéril el terruño propio ir a dar vida al continente extraño! El enorme caballo de Vapor arrastra jadeando con su carga y queda como fin de la labor una columna de humo negro y larga. Así concluye la faena ruda con el pito del tren que silba ronco Mientras la pampa bajo el sol desnuda parece una serpiente al pie de un tronco!
VII
Tal es la vida del Desierto cálido; tal es la noche del Desierto frío! Como es la cara del obrero, pálido, como es el alma del patrón impío! Así los años por su frente bajan sin que su noble corazón se aflija. Cuando los huesos, de crujir se rajan, en un "cartucho,"su ilusión se fija. Mientras el rico salitrero llena los grandes barcos de salino grano... y ve juntarse, sin afán ni pena, un ciento de millón en cada mano!
IX
El Sol en el Desierto reverbera y bajo el soplo de sus mil alientos, se parece la Pampa a una ramera entregada a impuros pensamientos! El Capital de sus entrañas goza con imprudente refinada calma Mientras al frente de la pobre choza la autoridad le prostituye el alma!
X
Fue agotada la dura "calichera" El pobre diablo a su presidio torna Y halla en el hogar la prole entera que la miseria contra él soborna! No crece en el erial una callampa El agua no humedece las arenas Y el rojo Sol de fuego de la Pampa evapora la sangre de las venas. A lo lejos parece la Oficina un hormiguero de labor constante. Y el campamento gris de calaminas un "bocado"en el vientre de un gigante! Queda en pie la infernal explotación donde pena el obrero noche y día, donde el parásito voraz "patrón" sus tentáculos ve en la Pulpería. Y el calichero que la sangre suda, la realidad de Prometeo encarna sobre la pampa bajo el sol desnuda como una piel comida por la sarna!
XI
¡Oh, Servidumbre del Salario libre! ¡Puñal de oro que la vida arranca! ¡Haz que tu víctima algún día vibre la Marsellesa de la Raza Blanca!


Erich Mühsam



Fue un escritor anarquista alemán, nacido el 6 de abril de 1878 en Berlín y muerto el 10 de julio de 1934 en el campo de concentración de Oranienburg, tras haber sido encarcelado varias veces. Escribió numerosos poemas, obras de teatro y ensayos crítico-sociales y políticos. Hacia 1901, fue redactor de las revistas anarquistas alemanas, Der arme Teufel, y Weckruf. Fundó su propia revista, Kain, en 1911.   


El gorjeo de las alondras…

El gorjeo de las alondras por la mañana saluda
y el templado aire se llena de su canto
y lleno de esperanza me adentro
hacia el campo, lejos de la multitud.

Pero un espantoso ruido da vueltas sobre mí
como si de una tortura se tratara
como si del trabajo del hombre por el pan
y martillea, se lamenta y chirría como el acero.

Y siento algo semejante a un zumbido
precipitación confusa,  muchedumbre alborotada
y de repente, un suave sonido
como un lejano, lejano saludo del amor...

Aunque escapo de su mirada
nunca huyo de la palabra ni del hecho
y durante todo el camino
me acompaña el hilo del telégrafo.


Biófilo Panclasta



(1879 – 1953). Fue un activista político, escritor y anarquista colombiano, aunque él mismo se presentaba de la siguiente manera: “Yo no soy un anarquista, yo soy yo. Yo no dejo una religión por otra, un partido por otro, un sacrificio por otro. Yo soy un espíritu liberado, egotista. Yo obro como yo siento, yo no tengo más causa que la mía”. Estuvo en al menos cincuenta países alentando y participando en luchas populares, razón por la cual tuvo múltiples encarcelamientos.


Soneto

En mi férreo y horrible calabozo,
donde nada fulgura una esperanza,
yo mantengo muy alta la confianza
de un porvenir muy libre y muy hermoso.

¿Qué importa que hambreado y haraposo,
hoy sufra de la muerte la asechanza,
si yo veo lucir en lontananza,
el sol de la ventura esplendorosa?

Sin amigos, sin Dios, entre cadenas,
yo desprecio la negra tiranía
y la necia congoja de mis penas.

No imploro compasión, ni desespero,
que de pie bajo el golpe en la porfía:
"Yo he sabido esperar y siempre espero".