A continuación les comparto el prólogo escrito por Jorge Caicedo (http://lectorritual.blogspot.com/) para mi poemario "Espejos de niebla", y las fotos realizadas por él mismo la noche del lanzamiento en A seis manos, en el pasado mes de diciembre.
A los amigos que no pudieron acompañarnos en esa ocasión (debido a la lluvia y al agite del fin de año) los invitamos desde ya, a las nuevas presentaciones que estamos programando para el 2013.
Prólogo Espejos de niebla
¿DE
QUÉ HABLAMOS CUANDO LEEMOS POESÍA? De la zozobra a la furia, clases de música
silente que oímos al leer
“I will lay down my bones among the rocks and roots of the deepest
hollow next to the streambed
The quiet hum of the earth's dreaming is my new song”
Wolves In
TheThroneroom
Sucesión de
cambios. Tiempos descoyuntados para aprender a pescar sin peces que tomar. Sin
redes ya que tejer. Sueños que de vampiros quedan solamente las otras palabras,
las del recuerdo, las de las sombras. Deshechizo. Vulnerabilidad. Conteo a
cuentagotas para una (auto)destrucción en secretos compartidos. Y una soledad
magistral que de malo va a tener todo, aunque para permitirse escriturar una
poesía debe arrinconarse uno saber uno mismo hasta el discreto orilla del mar
de nombres de sombras. ¿Cultura? Simplemente dejo humano. Olor del que queda
después de empezar la catástrofe. Eternamente. Escucho. O leo. O
pretendidamente imploro. Yo……
Fragmentado
aunque apabullante desde sus tres capítulos, “ciudades sombrías”, “imágenes
de la nada” y “del hombre las
cenizas”, sumergirse en la feroz poesía de Omar Ardila implica una lucha
constante con el pesado pelaje del viento que faucea desde alguna de sus
orillas invisibles de su manto de océano, acompañando en tiempos de deshaucie o
implicando desde el espejo moribundo del Yo una luz de bricolaje que quizás
resuma parte de la apuesta con quél mundo marcha pro contemporáneo.
Es cierto. De la
ruina surgimos como con cansancio. Y construir con los restos que no nos
corresponde es señalar la tristeza de la que poco o nada queda ya por cantar: “estupefacto” ,“desposeído”, “agobiante”,
“zozobra”… ¿Ciudad? ¿Vida? ¿La eterna
nada en circuito constante? ¿El presente? ¿La agonía que lucha por ser oída? ¿Y
cuándo se habla de oír no es de la palabra muda que hablamos? Callar para poder
oír. Acercarse para sentir. Presagio. La dulceza. Un siguiente silencio. La
música habla. Apertura. Palabra, la.
Pero para
desatar el nudo en el que nos deslizamos, mirar hacía atrás -¿”memoria ancestral”?-, asumir ese
flagelo de instante -¿”Un impulso
extravagante devora las seguridades de la carne”?-, desconfesarse -¿”Ante el espejismo sigiloso de la razón”?-,
la apuesta es a por el olvido, fijo y seguro, ceniciento y nubloso: Devórame ciudad, al osar desaparecer en
un cántico dándole la espalda a la zafada buenaventura del día a día del nombre
para el rédito del recuerdo.
De desaparecer
por cuenta propia y de la conciencia de su búsqueda, de ello nos canta este
libro:
Jorge
Caicedo
Las fotos del lanzamiento
Fotos realizadas por Jorge Caicedo el 13 de diciembre de 2012