Si un extraterrestre aterrizase en nuestro planeta invitado por Íker Jiménez, por aquello de que tenía pensado hacerse andorrano a cuenta del tema fiscal —el alienígena, no el periodista alavés—, doy por seguro que mandaría dar la vuelta al taxista que le lleva a los estudios de Mediaset desde donde ha dejado aparcado su OVNI, una vez conocido que un siete veces Campeón del Mundo ha tardado lo que no está escrito en renovar con la mejor escudería de Fórmula 1, y que, en llegando a un acuerdo, éste se acota a una sola temporada...
Lewis decía hace poco, por boca de su santo padre, que le sobraban ganas para seguir inspirando a las nuevas generaciones, pero los hechos le desdicen —como de costumbre—. No tiene agallas para liderar a su equipo ante un momento tan grave como es un cambio radical de normativa y prefiere quedarse en la comodidad de su actual statu quo. Actitud respetable, sin duda, lo digo honestamente, salvo por el bocachancleo que se gasta el británico, ya que la auténtica inspiración surge del acto de superar situaciones difíciles, de la gestión de la frustración, del crecerse ante la adversidad, del épico demostrar que eres más grande después de haber tropezado que paseando por una alfombra mientras resobas tu historia por ver si así resulta más veraz...