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Julia Castillo (Madrid, 1956) es una poetisa española. Consiguió el premio Adonais en 1974 por Urgencias de un río interior. Otras obras de la autora son Poemas de la imaginación barroca (1980) y Siete movimientos (1991). Publica Dos poemas en Árdora ediciones en 2001. Este mal es el libro que apareció en 2011 con el sello editorial Huerga&Fierro.
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De la contraportada:
La extrañeza constituye el rasgo principal de Dos poemas, un texto cuya fuerza reside en su despojamiento y cuya radicalidad introduce una nota insólita en el panorama de la poesía española contemporánea. Julia Castillo descarta toda descripción de sentimientos ya conocidos en favor de una interiorización del fenómeno poético. En esta aventura, el poeta, como ella misma advierte, «no aspira a escribir lo que siente, sino a sentir lo que escribe»; no le teme al caos, sino a la simplificación; no intenta rescatar la forma, sino que sea ésta la que conduzca el proyecto creativo. La obra de Julia Castillo (Madrid, 1956) incluye ocho entregas, desde la temprana Urgencias de un río interior (Premio Adonais 1974), hasta Palimpsesto (1999), primero de los libros compuestos durante su larga estancia en Oriente Medio.
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.Consiente
que he pensado.
De penas,
y he venido.
¿Supuesto,
tú?
Pasos que os doy.
Luego fuentes,
borrado,
Ni decirlas.
Mayo:
no lo creas.
Futuras,
esta calma.
Antes te dé,
de pluma,
a valer.
Allí señas,
en las mejillas.
La selva
no te harta.
Cómo se vino,
a qué darme,
frescura.
Tanto importó,
cómo consigo,
ha amanecido.
De oírme
parece que
aquel árbol.
He fabricado
mirar.
Lo que se escucha.
Y onda
que se hizo.
Al creerla
es la escala.
En la consagración.
Somos todos
cuna.
Hasta que sepa,
flor,
no habrá consuelo.
(Fragmento de dos poemas, de Julia Castillo, Editorial Árdora)
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Reseñas de Prensa:
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La mayoría de los poetas escribe hoy día para atajar el caos, domesticarlo o conjurarlo; otros buscan su inventario, y sólo unos pocos se atreven a mirarle a la cara. A esta estirpe pertenece Julia Castillo, cuya solitaria mirada continúa fiel al rigor inicial, desde que a sus 18 años obtuvo el premio Adonais. Leal a su principio de que el poeta «no aspira a escribir lo que siente, sino a sentir lo que escribe», Castillo se inserta en una tradición que va de Góngora a Sarduy. Es de celebrar esta resistencia de vanguardia sin ismo en una poesía sin concesiones ni trampas, purísima. [Antonio Puente. La Razón, 7-12-01]
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