Para esquivar las letras de la muerte: cinco poemas de "Astillas" de Ana Belén Martín Vázquez

  Astillas (2024, Bartleby Editores)

El término “astilla” remite a la infancia, al daño. Todos recordamos la experiencia: alguna vez sufrimos en nuestra piel su dolorosa marca. Un dolor intenso provocado, paradójicamente, por una brizna de madera, por una espina casi invisible. En esa metáfora se sustenta la sucesión de Astillas en forma de poemas que tienen su origen en momentos sombríos, en una tristeza interior que busca en el silencio una suerte de consuelo y refugio. La herida se proyecta en espejos imaginarios y encuentra su dimensión más inquietante en la realidad de la muerte y en la experiencia de un cuerpo agotado. Los días, en cada amanecer, asoman inciertos, difíciles, y la vida avanza bajo la sombra de obligaciones y renuncias que la condicionan y limitan. Para la poeta, la casa deja de ser refugio y hogar. 

El insomnio se funde con la memoria. Cada recuerdo, como cada palabra, dejan de acompañar, dejan de ser cómplices, de formar parte de la cotidianidad. Astillas, último poemario de Ana Belén Martín Vázquez, es la memoria rota de un tiempo difícil. Una meditación existencial que es, en parte, una ventana abierta a la vida.

Manuel Rico



HABLAS sola
para esquivar las letras de la muerte.

Intentas pronunciar tu salvación.

Leve y falsa
como la pluma del pájaro

.    .          .        enjaulado en la niñez



TODO tu cansancio te amortaja.

Su daño anula tus sentidos
y pudrirá tu sombra.

No escuchas
las voces amables de tu lengua.

Te resbala el abrazo.

.      .     .       . Tu condena:
.          .       .   escupir palabras.





TRAS semanas de agua
el campo no es tu espejo,
rabiosamente espléndido
incluso en los recodos.

Su verdor es tu carencia.

.    . . Desafiante.

Tiemblas ante el límite
de amaneceres nuevos.

Temes
no estar a la altura
de tanta primavera.



VISITAS el latido de la piedra.

De la herida haces
espejo y nudo.

Ni flor seca ni trino
serán consuelo.

.     .     . Nadie contesta.

 
"Otoño" de Alma Maggi



ROMPES tu nombre.

Borras tu dirección y su huella,
un mar de dígitos culpables.

Eres lo que dice
la correspondencia ausente.

Un tú desvanecido
empieza a construirse

.                      .            . en otro sitio



Ana Belén Martín Vázquez (Madrid, 1971) es Licenciada en Ciencias de la Información, especialidad de Periodismo, y en Filología Hispánica, ambas por la Universidad Complutense de Madrid; y Máster en Dirección de Marketing por ESIC. Su primer poemario, De paso por los días (Bartleby Editores) vio la luz en 2016. Ha publicado poemas en diversos libros y proyectos colectivos, entre ellos, La República de la Imaginación y La Escombrera (Legados, 2009 y 2011); varias ediciones de los encuentros Voces del Extremo (Amargord, 2014, 2015 y 2016); también libros contra la violencia machista; y en las antologías Insumisas. Poesía crítica contemporánea de mujeres (Baile del Sol, 2019); Naturaleza poética (La Imprenta, 2022) y Disidencias (El Sastre de Apollinaire, 2023).

Es autora del blog “Recrear palabras” (https://anabmartinvazquez.wordpress.com/blog/).

Perfil en Facebook:

https://www.facebook.com/anabelen.martinvazquez

 


Seis poemas de "Descartar la verticalidad" de Esther Pardo Herrero


Soy vertical. 
 Pero preferiría ser horizontal. 
 Sylvia Plath








Mirar el texto
como paisaje
trazo o figura.
Buscar en el recuerdo
la forma de mirar
y ver palabra 
ininteligible.
Dejar de leer.
Ver maraña
laberinto
ver en el texto
el trazo y la tinta
pura forma
y misterio
donde imaginar
detrás



A las mujeres Creadoness

Esa línea dibujando
el contorno de los cuerpos
tiembla
al vislumbrar
la muerte.
Pero no es muerte.
Es instante congelado
que emerge
entre la grieta.
El cuerpo y la silueta
se miran
negocian
y hacen
pactos de agua
solares
de palabra
de viento
de piedra y carbón, ancestrales.
Pactos de guerra
de selva
de sombras.
Pactos máscara de carnaval
primavera sobre pies anudados.
Cuerpos y siluetas
se miran desafiantes.
Entre unos y otras
se abre un espacio
nuevo
innombrado
por donde circula
una historia
que pide
a gritos
tener voz.






A Carlota


(…) pero yo tengo un cuerpo… y estoy atrapada 
en su red milagrosa y formidable de músculos, huesos
y nervios…
SYLVIA PLATH

Leíamos a Sylvia Plath
con enorme admiración
y deseando con fuerza
no seguir su camino.
Rasgábamos papeles
escritos con dolor,
manufactura
de otro destino.
Las palabras lacerantes
iban perdiendo
su filo peligroso.
Las vísceras
parecen recordar
un lugar tranquilo.
Leer con las manos,
trocear el texto,
romperlo y hacer paisaje.
Hoja de otoño
y sangre.
Fuego.
Ríos en movimiento.
Azul y rojo.
La brocha,
el texto,
la brocha sobre el texto.


...

Estoy antes de la palabra
buscando nombrar
el remolino.


...

Descartar
la verticalidad
y recuperar 
el suelo.
La oreja
los hombros
el vientre
sobre la tierra.
Reptar
entre raíces.
Desandar
los siglos
y recordar
al fin
el sonido
de las piedras. 







Soy todas las diosas fatigadas
EILYN LOMBARD

Soy todas las mujeres
llorando
junto al fogón
en silencio
tendiendo 
la ropa en la cuerda
o barriendo el suelo.
Soy sus lágrimas
mezclándose
con el polvo.
Soy 
todas las espaldas 
anudadas
de tanto esconderse
y reducirse
a un refugio.
Soy las mandíbulas
atornilladas
el insomnio 
de los cuerpos
congelados
y el cansancio
que no desaparece.


Soy la búsqueda 
y la estrategia
de la huida.





Tenemos, indudablemente, una extraña propensión a la 
 verticalidad. Hay otras maneras, no obstante, de proceder. 
CHANTAL MAILLARD



Este libro explora esas “otras maneras de proceder” insinuadas por Chantall Maillard. Porque regresa y se ovilla en el adentroafuera (apalabrado por Josefina Ludmer) de su cuerpa adolorida, maternadora; es que puede, Esther, horizontarse, no para descansar, mirando el cielo, sino para fundirse con la tierra y el aire, ser agua que queme, semilla y fruta. Tierra y raíz. Aferrarse y sostener. Esther parece proponer oposiciones de imposible coexistencia, “donde la semilla sea raíz”, dice. 

Las páginas que siguen no son certezas, ni verdades, ni credos, ni manifiesto. Son el resto. Descartadas. Pedacitos, ripios. Hilos que sobran de la arpillera, hojas que caen en el patio, lágrimas que sobran de orgasmos múltiples, leche seca colgando del amor. Sangre, quizás, sangre que quema y produce una rabia que habrá que mirar después. 

Fragmento del prólogo de Eilyn Lombard que acompaña al libro.







Esther Pardo Herrero (Bogotá, Colombia, 1985). Es licenciada en Sociología y Arteterapeuta.

Ha publicado los poemarios Diario de ciclos fértiles (Ediciones Paralelo, 2017) y Descartar verticalidad (Editorial Versátiles, 2024). Poemas suyos han sido publicados en la Antología de relatos migrantes (Sudversa, 2019), El parto, motivo de creación social y artística (Icaria Editorial, 2020), Paisaje inacabado, antología de poesía colombiana reciente (Proyecto editorial La Pájara Pinta, 2020) y Morir es un país que amabas, Antología en solidaridad con los líderes y lideresas asesinados en Colombia (Abisinia Editorial y Escarabajo Editores, 2024). En 2019 obtuvo el primer premio de poesía en el XV Concurso Literario Bonaventuriano de la Universidad San Buenaventura (Cali, Colombia).
Desde 2018 coordina el club de lectura de poesía "El instante raro". 

Forma parte del colectivo de lectura performativa A Tres Voces, y es autora de sus piezas "Muertos del agua" y el video poema "Animal".

Trabaja en el ámbito de los derechos humanos y de la intervención a través del arte y el proceso creativo como elementos terapéuticos para la transformación personal y colectiva. El compostaje es uno de sus principales intereses y fuentes de inspiración de los últimos años.

Para seguir su trabajo:

https://www.instagram.com/estherpardoherrero/?locale=zh_CN&hl=en





El pacto nómada de la sangre: algunos fragmentos de "Arrel" de Begonya Pozo






Voluntat

Escriure com qui vol
esmolar el silenci.
Escriure com qui sap
que existeix una cal·ligrafia del buit.
Escriure com qui respira
la lentitud de tots els principis.






Aorta
              A Lupe Grande

Pot ser a trenc
d'alba o a boca de
nit. Sols la llum

impàvida demana
les venes innocents.



Flor epidural

Adore tots els líquids que fan,
del meu cos cràter, una improvisada
i infinita
cascada
Amb cada gota insubornable
vaig omplint el buit que m’espanta,
la balma invisible on encara puc desnàixer.









Dixi de l'ars amandi

Allà,
exactament on la llum es deté,
allà on es perfila la calma,
precisament allà on nia la pau del cos,
en eixe punt d'infinit on tot s'expandeix.
Ací,
on regna l'entropia de les petites coses,
on inevitablement som caos a punt de la implosió,
ací, justament, on la vida es concentra
i on tot es redueix, en nom de l'atzar,
a un amor que il·limitadament rebenta.






Tardor

Mentre les roses
ja no saben florir
el teu cos creix

com pètals inquiets
sota un foc de carícies.





Testament vital

Corpresa, sí,
inevitablement
accepte el repte:

cremar sempre feroç
i fecunda de tu.



COLOFÓ 1

I si tinc les entranyes
arrelades a la terra
i el meu cor mira
sempre cap al cel,
quin mal faig?
No em digueu
com he de ser dona.

[Isabel Granya, Síndria esberlada, Badalona: Tanit, 2020]



COLOFÓ 2

El temps a mi
et va tornar
perquè no hi ha cosa
més dolça
que dins del mateix cos
hi trobis la vida
hi retrobis la mort.

[Lucia Pietrelli, Ortigues. Calonge (Mallorca): AdiA, 2015]



Aquest llibre va nàixer al gener de 2020, tot just quan vaig rebre la notícia de l’embaràs. Durant un any i mig travessàrem plegats el temps i l’espai. Després fou el moment per al silenci i les correccions. El punt final, que mai no arriba, el vaig posar al juliol de 2023. Sempre a la ciutat de València.



Begonya Pozo (València, 1974) és doctora en Filologia i professora titular de Filologia Italiana de la Universitat de València. Ha publicat els llibres: Poemes a la intempèrie (Premi Senyoriu d’Ausiàs March 2010), A contracor (2012), Novunque – vertebre romane (2015), Sense treva (2016) i Excavant la llum (2019). La seua obra ha estat traduïda íntegrament a l’espanyol. A més també poden llegir-se llibres o poemes seus en àrab, portuguès, èuscar, galleg, francès, anglès, italià, grec i croat. Els seus poemes han estat recollits en diverses antologies, l’última de les quals és Flamarades sortiran. Antologia de poesia catalana feminista (2023), a càrrec de M. Antònia Massanet. També ha publicat ressenyes i articles, tant acadèmics com de divulgació, sobre poesia actual i literatura migrant i comparada. 

Com a dinamitzadora cultural va crear l’Aula de Poesia de la Universitat de València i el premi de Poesia César Simón; ha coordinat l’Aula de Poesia de la Universitat Politècnica de València i les Vetllades Carmen Sui Generis; ha dirigit durant deu anys la revista de llibres Caràcters i ha ocupat, des de 2012, el vicedeganat de Cultura, Igualtat, Polítiques inclusives i Sostenibilitat de la Facultat de Filologia, Traducció i Comunicació. També ha col·laborat en la creació i coordinació de festivals, seminaris i cicles de literatura, art i pensament a espais públics i privats. L’any 2020, amb Carles Garcia, va crear el grup Obert Poètic, dedicat a la fusió de poesia i música. 

El seu primer espectacle, D’una set antiga, pròximament podrà llegir-se i escoltar-se gràcies al llibre-cd homònim que han preparat amb cura durant l’any 2023. És mare de la paraula criptogínia.



Entre las hayas celestiales: tres poemas de Alba Seoane




SEDIMENTO


El amor de las rocas está escrito
circula como los efluvios
por su piel áspera
lo escuchan al atardecer
perros famélicos
lectores de huesos y cartas
larvas ensimismadas con el olor de la carne.
Pasan un dedo invertebrado por sus venas
y el amor se hace silencio
abren sus poros las rocas
justo antes de acostarse.


FESTEJOS


El impacto frío de un cuerpo
evoca la muerte,
la exhumación de varias castas,
las flores en el río,
las vacas;
evoca la fortaleza,
los ojos que aceptan.
El impacto frío de un cuerpo
no le importa a nadie,
segregará ritos bulliciosos
entre la pericia y el abandono
de aquellos que conocen la luz.



VISIONES

Escoge la mejor parte del cielo
hazte allí un secreto
rocíalo de orín y salvia
lame a tus allegados con un cordón infinito
pulsa el vacío que te cabalga
a solas
entre las hayas celestiales y el algodón de azúcar
delimita tu espacio y construye ahí tu invernadero
copula entre las caras del olivo y la mandrágora
las visiones que perfilan tu iris
en el interior del sueño.



Alba Seoane Cegarra (Cartagena, 1981). Licenciada en traducción e interpretación, trabaja como traductora/escritora en Barcelona. 

Autora de los poemarios De tu boca, el despertar (2013), Todas las primaveras son pecado (2016) y Homogénesis (2023). También ha publicado relatos cortos dentro de antologías: «El mar de Venus» (Editorial Hijos del Hule, Barcelona, 2010); «La habitación de los pájaros», Premio Relatos Románticos (Ediciones Rubeo, Málaga, 2012); microrrelato: antología Epidermis (Ediciones Rubeo, Málaga, 2012). 

Por otro lado, también es autora de los cuentos infantiles Ferro, el muñeco de hojalata que quería ser un niño (Ediciones Gentle Noise, Barcelona, 2011) y Abel y el reino de cristal (autopublicado en Amazon en 2023). 

Colabora con las revistas literarias Fábula, Altazor, Cuadernos del Hipogrifo, El coloquio de los perros y Letralia.


El arte de hilvanar relámpagos: algunos poemas de "66 maneras de mirar" de Neus Aguado

 

Neus Aguado
Fotografía de @Andreu Adrover

Los textos que conforman estas “66 maneras de mirar” de Neus Aguado nos sitúan en una especie de no tiempo, o más exactamente, en un tiempo circular más próximo al modo en que era concebido en la antigüedad. Un eterno presente que fulgura en intensidades fungibles y cuya luz recogemos con los párpados en distintos ángulos de apertura: distintas maneras de mirar en cada acontecer. Estamos ante una escritura que hunde sus raíces en el territorio atemporal de la imaginación, lo onírico, los grandes mitos, el mar de los clásicos, pero que, a la vez, mantiene esa relación vibrante entre escritura y vida propia de las vanguardias del pasado siglo. Para la poeta argentina Alejandra Pizarnik, la escritura era una forma de vivir con plenitud y explorar la complejidad de la existencia humana. La meta del arte no debería ser la representación de mitos perdidos o momentos utópicos, sino operar sobre la realidad misma para transformarla. Esta pretensión implica que cada momento debe ser valorado, ante todo, por sus posibilidades de ensamblaje, de reinterpretación. El poeta busca en cada situación la posibilidad de una vida plena, aunque sea temporalmente.


Cada manera de mirar parece reflejar un momento vivido fuera del tiempo, de evasión de la cadena temporal: instantes de epifanía en que somos capaces de experimentar cierta unidad en este mundo trizado. Un instante que se alza, refulge y luego nos abandona. En este sentido, hay en estos 66 asanas de la mirada una huella zambraniana, pues se reivindica una filosofía experiencial, cotidiana, una poética conectada con la vida y su devenir. Una poesía que se nutre de la pasión de la autora por el teatro y el mundo clásico, pero también y - sobre todo— de los residuos de la propia vida, los jirones del yo vencido que vamos dejando en cada recodo del sendero. Cuenta María Negroni que en una ocasión el poeta argentino Juan Gelman le dijo que: “la poesía es la ceniza que cae del pucho”, la escritura poética como excedente o ceniza de esa combustión permanente que significa estar vivos.

Hay que llevar
una aguda rasqueta
y rastrear en el humus
lo escondido y secreto.


No hay un enhebrado de los poemas de carácter lineal; de hecho, las distintas maneras de mirar están inscritas en temporalidades que parecen cosidas por un hilo más profundo, quizás la voz de la intimidad más estricta. Algo así como relámpagos hilvanados según una lógica ajena al mundo de Cronos y más cercana al Kairós de los griegos. Mientras el tiempo de Cronos es lineal: pasa y se va consumiendo, Kairós representa el momento en el que algo importante sucede. La disposición de los textos en el conjunto parece obedecer a un espacio de enunciación que se abre y se desvía de la lógica cotidiana y el carácter instrumental del lenguaje. Un espacio más conectado a un mar ancestral en el que convergen todas las temporalidades: origen y destino final de todo devenir humano. Y aunque los poemas están datados con precisión cronológica, al ordenarlos en mosaico, la autora ha dinamitado los peldaños, dificultando cualquier tentativa de recorrido lineal. Dejándonos en un tiempo diferente y suspendido en el que el corazón no se pudre, pues queda sujeto a otras leyes.



Quizás sea necesario un tiempo que da la vuelta al sulky de juguete de la infancia: un tiempo inédito en el que la memoria y su belleza persistan para entender el rocambolesco ciclo de los días.

Laura Giordani

[Fragmento del prólogo de 66 maneras de mirar]



 6 

      Floración



Como hierro candente sobre la nieve, nacen
. .flores extrañas,
en la alta montaña de mis días.
Cuando no sabes qué hacer mandas una flor,
. .dices;
ignoras que desde que te vi me habitan flores
. desconocidas.
                                                        19.04.2016




24

Los que se van yendo de todas
     .   las maneras posibles


Con lentitud
como si una flecha de oro
atravesase mi realidad y la rompiese
sin vuelta atrás
cada vez que uno de vosotros emprende el
vuelo.
La luna era más impactante cuando tú tam-
bién la mirabas.
                                                      15.12.2021








         .      Turó Park

Cada día recuerdo menos
el nombre de los árboles
a medida que más los necesito.
Decir tilo es ver a mi madre entre sus hijas,
decir cedro es ver a mi padre.
Cuándo aparecerás
entre los bosques de los predestinados:
Entre los árboles del último adiós.

                                                                     09.09.2021


60

SOLO fue un accidente
y un naufragio
del que nunca
se encontraron los pecios.

                                03.11.2019



ACERCAMOS los rostros sin ninguna intención pero después de separarnos
encontré la luminosa presencia de lo prohibido.

                                             03.11.2019



EL AMOR es devastador
y no es una rima interna
es el colapso de los campos de trigo
y las manos de Maruja Mallo
llenas de trigo para las hambrunas del mundo.
                                          
                                         03.11.2019







61

     .    Caballo de luz

Caballo de luz
que eclipsas la oscuridad de mi mundo
protégeme contra las sombras del miedo
guárdame en tu frente de miel.
Dame amablemente una oportunidad:         
               .  La oportunidad de salir salva.



62

El mar de la muerte me contempla con sus
miles de desaparecidos. No puedo mirar para
otro lado: sus cambiantes azules me siguen
atrayendo para la vida y para la muerte.

                                                                 24.09.2019







Presentación de "66 maneras de mirar" en Librería Animal Sospechoso de Barcelona.





Neus Aguado (Córdoba, Argentina, 23 de agosto de1955) es poeta, narradora y crítica literaria. Licenciada en Ciencias de la Información (UAB) y en Arte Dramático (Institut del Teatre de Barcelona), ha ejercido el periodismo cultural, y ha colaborado en llevar a la escena la obra de Alejandra Pizarnik, Feliu Formosa, Maria-Mercè Marçal y Anna Murià. Ha sido secretaria general de la Asociación Colegial de Escritores de Cataluña (ACEC) y fue cofundadora del “Comitè d’Escriptores del PEN Català”.

Ha publicado los libros de cuentos Juego cautivo y Paciencia y barajar, y los poemarios: Paseo présbita (con dibujos de Antoni Padrós), Ginebra en bruma rosa, Aldebarán, Intimidad de la fiebre, En el desorden de la casa (libro de artista junto a Marga Ximenez), Tal vez el Tigre y la plaquette Entre leones (con cubierta ilustrada de Alejandro Häsler). Su último libro de poesía es 66 maneras de mirar (Animal Sospechoso Editor, 2023).

Sus poemas, narraciones y microrrelatos, suelen aparecer en publicaciones nacionales e internacionales.

Reside en Barcelona.


Más información sobre la autora:

https://es.wikipedia.org/wiki/Neus_Aguado


 

 

Aquel trinar en los nidos ahora vacíos: algunos poemas de Teresa Shaw

 


 
  Supongamos el estallido
  un instante de pura luz
  un punto denso de materia
  el aluvión de mercurio y azufre
  La dilatación del tiempo
  antes del primer segundo
  Infinitos manzanos
  en una sola semilla parda
  Supongamos la Tierra y los océanos
  la vida desnuda y sin propósito
  La naturaleza entera abriendo los ojos
  cuando la amorosa criatura despierta
  Y supongamos aún que en el silencio de la noche
  nadie lo advirtiera
  Pero escucha
  los suaves cascos del verano
  descienden ya por el jardín



 ¿Recuerdas?
 Rescatar el testimonio
 de la que murió con el vestido de otra,
 abolir el tiempo,
 la locuacidad de las palabras.

 ¿No estaban ya aquí las encinas,
  no eran las garzas, garzas,
  la laguna, laguna, antes que lenguaje y frontera?


  Las palabras te esconden,
  disimulan.
  El pasado, fijado para siempre,
  te desconoce.


  Donde perdimos las palabras
  echamos raíces.




El pez.

Su ser desposeído
escamas, arena, fondo de agua.

Pero no de la vida
–come con avidez,
cae en el anzuelo–
sino del tiempo.
Desposeído ojo,
labio, redondez:
Encarnado ahí
oculto en el universo.

De Cabañas en el desierto (2019, animal sospechoso editor)


PRIMERO fue la piedra. la sumisión de la piedra. el suave roce. la mano sella el pedrusco. la sangre enciende la chispa. un fulgor en la agonía del rayo. otro incendio golpea piedra contra piedra. extrae con el filo un sentido que orquestará el mundo entero. razones para la caza y la guerra. mano dura roca que abre el abismo. maduran los días de la tierra. mueren allí donde palpita otra muerte. la muerte del otro. cadena implacable de la destrucción. necesidad primitiva inocencia. ¿escuchas lo que adherido al hambre y la fiesta viene cayendo tras la fricción de la piedra?


CREPITA la ciudad hasta alzarse como el paisaje de piedra de un impoluto bosque. los árboles alzan sus troncos grisáceos rozando el cielo. un cielo que se tiñe del mismo gris. nada puede brindarles el necesario rocío. nunca florecen. crecen sin ramas ni hojas. sólo sus troncos secos desnudos. pero nada les impide alzarse en la avenida. alcanzar una altura de vértigo. su función es derramar sombra sobre los seres del asfalto. seca la tierra seco el aire y el barro. mas el día se presenta con un cierto esplendor. recuerda aquellos en que la lluvia atraía insectos y larvas a los charcos. cuando se escuchaba aquel trinar en los nidos ahora vacíos.


DESCARNADO sol. su luz se proyecta sobre el esqueleto de la ciudad. ilumina la calle donde recuerdan sus juegos los niños. lejos de la estrella sus sonrisas rubias. ¿crecerán estos niños envueltos en sus abrigos? ¿lejos de la estrella reconocerán algún día el reino? ¿aquel donde prevalecía? ¿regresarán los años enterrados bajo el cemento? ¿regresarán a sus juegos el lobo y el cordero? ¿recordarán? sola la luz al excavar sus rostros vacila recuerda.

De Todo es deriva (2022, animal sospechoso)


Teresa Shaw (Montevideo, 1951). Desde 1976 reside en Barcelona, donde se licenció en Filología Hispánica. Ha publicado la plaquette Evocación de la luz (Buma Cuadernos de poesía, Barcelona 1999) y los poemarios Destiempo (Biblioteca íntima, March Editores, Barcelona 2003), El lugar que contemplas (Biblioteca íntima, March Editores, Barcelona 2009) y Cabañas en el desierto (Animal Sospechoso editor, Barcelona 2019) y todo es deriva (Animal Sospechoso editor, Barcelona 2022).

 Su obra ha sido recogida en algunas antologías como Barcelona: 25 años de poesía en lengua española (Revista Ficciones, Granada 2002); Las poetas de la búsqueda (Libros del innombrable, Zaragoza 2002); The Other Poetry of Barcelona: Spanish and Spanish-American Women Poets (InteliBooks publisher, Oakland, California 2004); y Voces de la poesía uruguaya reciente. Austero desorden (Verbum, 2011).

 Ha traducido el poemario Woorolo de la poeta y artista plástica Frieda Hughes (Plaza y Janés editores, Barcelona 2002) y fue Coeditora de la revista 080 poesía Barcelona

Más información sobre la autora:

https://es.wikipedia.org/wiki/Teresa_Shaw







De un verde convaleciente: fragmentos de "El tranvía verde de Alejandría" de Rodolfo Häsler

 

Si la ciudad acogiera mi sombra...
para siempre.




Tiene una parada prolongada
en una esquina infame,
avanza al ritmo
de los sobrevivientes,
un tiempo demorado, renqueante,
como el cojo que vende pan
junto al estacionamiento,
me habla pero no logramos comunicarnos,
zumo de limón solapa el retorno
de un pasado
que el limo de la bahía
no consigue ocultar


El tranvía verde de Alejandría” (2023, Ediciones del 4 de agosto) es el número 247 de la veterana colección Planeta Clandestino que, con perseverancia y entusiasmo, hace posible Enrique Cabezón desde Logroño. Cada ejemplar, numerado y firmado por el autor, tiene el formato justo para acompañarnos en un café o en un trayecto en tren. En este caso, el poeta Rodolfo Häsler nos invita a recorrer los distintos rincones de la ciudad de Alejandría en su viejo tranvía. Cada poema es el tramo de un recorrido que se contrapone a la cultura de la alta velocidad y al viaje subterráneo, a ciegas, en el metro de cualquier urbe actual. De cuántos matices y detalles somos privados en nuestros habituales y vertiginosos recorridos urbanos.


Este tranvía poético se desplaza por la superficie de una ciudad que se va abriendo sutilmente al lector a medida que avanzamos por sus páginas. Los poemas dan cuenta de distintos trayectos a lo largo de una ciudad que insinúa heridas no cerradas del todo, una cartografía del daño que todavía supura. Nada que ver con una visita panorámica para turistas; los desplazamientos del poeta nos permiten auscultar el pulso de una ciudad en la que el tiempo parece seguir agonizando. Entrevemos así, en cada poema, una suerte de esplendor opacado, una larga convalecencia que continúa a la derrota.

Arranca de un tirón
y cae un tornillo sobre el dedo gordo
de mi pie derecho. Lo recojo
y la cadera cruje al agacharme,
lo guardo en el bolsillo del pantalón,
una grasa pestilente
se incrusta en la yema
del dedo pulgar.


El descascaramiento, la decadencia que se hacen tangibles incluso en la precariedad del propio vehículo, en sus parchados y tonalidades de verde casi imposibles de definir. Como nuestra propia existencia, el tranvía avanza con paso precario, perdiendo sus engranajes, abarrotado de viajeros que no siempre ofrecen el perfume de la hospitalidad. Como esa mujer que entra al tranvía con la jaula y el pájaro negro que escudriña al poeta o aquella tatuada en la frente que desdeña el asiento ofrecido o las miradas de recelo ante la portada del libro del autor egipcio Naguib Mahfuz a quien muchos, seguramente, desprecian.


No hay asientos libres
y me levanto para que se acomode
una mujer cargada con un saco,
el rostro enmarcado por un paño negro.
Tocándose el tatuaje en la frente,
con gesto despectivo
rechaza mi ofrecimiento.


Los cafés como cuentas que hilvanan los desplazamientos, reservorios en los que todavía pulsan los fragmentos de las ciudades, espacios alejados del vértigo cotidiano. El ritual del café que ofrece al poeta la posibilidad de comunicarse, tomar contacto con un pasado todavía que respira con dificultad entre ruidos de tazas y mesas renqueantes.

Me bajo del tranvía
y cruzo al café Trianon,
en las paredes hay paneles desvaídos
con figuras que bailan, que oscilan,
que recuerdan a los frescos faraónicos.
Una de las jóvenes
lleva en la mano un abanico de fibra trenzada
en forma de flor de papiro.
Los colores son sutiles,
predomina el verde Nilo,
da la sensación de que al fijar la mirada
el detalle podría borrarse de un momento a otro.
Si uno presta atención,
el pasado de la ciudad
continúa decayendo ante los ojos.
El abanico es la prueba.

     



alcanzarla no pueden
Safo



K de Kavafis como K de Kassandra,
Kalypso, Kerberos,
Kronos y k de kardio,
kefalé, isla de Kálimnos,
k del poeta que huyó
por la calle Lepsius,
k de mirar atrás para entender
lo que viene,
Kavafis dice un dos tres
y todo salta por los aires,
ni ciudad cosmopolita
ni bárbaros al acecho,
humea un gran desconcierto,
y aunque lo intenten
alcanzarla no pueden.



Rodolfo Häsler nació en Santiago de Cuba en 1958, cumplió dos años ya en La Habana, donde vivió hasta los diez, momento en que la familia se traslada a España, a Mojácar, lugar que en 1968 era destino de artistas y personajes de toda índole. En 1970 se trasladan a Barcelona, donde fue alumno de la Schweizer Schule. Estudió Letras en la universidad de Lausanne, Suiza.

Tiene publicados los siguientes libros: Poemas de arena (Editorial E.R., Barcelona, 1982), Tratado de licantropía (Editorial Endymión, Madrid, 1988), Elleife (premio Aula de Poesía de Barcelona, Editorial El Bardo, Barcelona, 1993 y Editorial Polibea, Madrid, 2018), De la belleza del puro pensamiento (Editorial El Bardo, Barcelona, 1997, beca de la Oscar B. Cintas Foundation de Nueva York), Poemas de la rue de Zurich (Miguel Gómez Ediciones, Málaga, 2000), Paisaje, tiempo azul (Editorial Aldus, Ciudad de México, 2001), Cabeza de ébano (Ediciones Igitur, Barcelona, 2007 y Ediciones El Quirófano, Guayaquil, 2014), Diario de la urraca (Huerga y Fierro Editores, Madrid; Editorial Mangos de Hacha, Ciudad de México; Kálathos Ediciones, Caracas, 2013). Lengua de lobo (XII premio internacional de poesía Claudio Rodríguez Hiperión, Madrid, 2019; Trabalis, San Juan de Puerto Rico, ediciones Matanzas, y Editorial Saltaelpez, Buenos Aires). Hospital de cigüeñas (Olé Libros, 2023).

Ha publicado la plaquette Mariposa y caballo (El Toro de Barro, Cuenca, 2002) y Cierta luz, Ediciones Mata Mata, Ciudad de Guatemala, 2010), así como Antología poética (Editorial Pequeña Venecia, Caracas, 2005) y Antología de Tenerife (Ediciones Idea, Las Palmas, 2007).

Ha traducido la poesía completa de Novalis, los minirelatos de Franz Kafka, Todos los caballos de Antònia Vicens y una selección de Anthologie secrète de Frankétienne. Es autor de la antología poética El festín de la flama de la poeta boliviana Blanca Wiethüchter. Ha sido incluido en diferentes antologías de poesía española y latinoamericana.


Más información sobre el autor:

https://circulodepoesia.com/2010/10/foja-de-poesia-no-247-rodolfo-hasler/