Me llegó uno de esos tantos pps titulado “Quiero Valores”. Es una típica redacción, muy de moda últimamente, de una persona que anda alrededor de los cincuenta años y es notable cómo se viene trabajando la vieja idea de que “todo tiempo pasado fue mejor”.
Se machaca con imágenes difusas de nuestra niñez, mencionando por ejemplo que antes la policía era respetada, no como ahora que si mata a un delincuente se la acusa de “gatillo fácil”; se reitera una y otra vez a que antes en la cuadra nos conocíamos todos, que sólo le temíamos a la oscuridad, no como ahora que le tememos a un niño que se acerca a pedirnos una limosna, etc, etc. Y remata con una frase previsible:
“Quiero de vuelta la ley y el orden”
Estos trabajitos prenden notablemente en un sector social muy predispuesto a comprar estos discursos generalmente cargados de imágenes que vamos atesorando de manera un tanto mecánica y acrítica en la memoria. Porque si yo me pongo a recordar mi niñez encuentro que también le temía al grandote Acosta, un tipo con un prontuario pesado en el pueblo. No sólo le temía a la oscuridad, tenía también un abanico de temores variopintos, como cualquier niño de cualquier época.
Y ahora viviendo en capital, debo decir que conozco a muchos vecinos de mi barrio y que converso con ellos quizá más que lo que conversaban mis padres con los vecinos que teníamos en nuestra cuadra, y eso que vivíamos en un pueblo chiquito.
Naturalmente había menos delito, pero porque había pleno empleo o casi, allá por la década del cincuenta y el sesenta.
Eso nunca lo dicen estos pps fachos.
Respecto a la policía, siempre la vi como la ven ahora mis hijos: Con gran desconfianza. Nunca sentí que la cercanía de un cana me diera más seguridad. Mas bien tirando para el otro lado, que querés que te diga…Y eso lo maman los hijos. Digo: de un padre que adora la policía generalmente saldrán hijos vigilantes así como saldrán niños desconfiados de la taquería si su papá es de los que piensan que el Perico Alcasotro hizo alguna vez algo importante…
Podría decir también que cuando yo era chico las madres no se ponían pañuelos blancos y le rogaban a los curas que hicieran algo para saber qué había sido de sus hijos.
Y podría decir que cuando yo era chico en mi pueblo había curas que tenían novias y todos lo sabían pero callaban de manera sumisa, cómplice y vergonzante.
Podría decir también que cuando yo era chico la policía no mataba ladrones, los detenía.
Podría decir que cuando yo era chico gobernaban los militares y que crecí creyendo que eso era normal.
Podría decir que me educaron desconfiando de nuestra capacidad como sociedad civil de garantizarnos gobernabilidad.
Podría decir que cuando yo era chico estaba prohibido hablar de Perón y que papá se quedaba por las noches jugueteando en la onda corta de la radio para ver si escuchaba alguna noticia del general.
Podría decir que yo era chico cuando Robledo Puch hacía de las suyas
Podría decir que antes que yo naciera el nazismo ya había perpetrado el mayor crimen contra la humanidad.
Se machaca con imágenes difusas de nuestra niñez, mencionando por ejemplo que antes la policía era respetada, no como ahora que si mata a un delincuente se la acusa de “gatillo fácil”; se reitera una y otra vez a que antes en la cuadra nos conocíamos todos, que sólo le temíamos a la oscuridad, no como ahora que le tememos a un niño que se acerca a pedirnos una limosna, etc, etc. Y remata con una frase previsible:
“Quiero de vuelta la ley y el orden”
Estos trabajitos prenden notablemente en un sector social muy predispuesto a comprar estos discursos generalmente cargados de imágenes que vamos atesorando de manera un tanto mecánica y acrítica en la memoria. Porque si yo me pongo a recordar mi niñez encuentro que también le temía al grandote Acosta, un tipo con un prontuario pesado en el pueblo. No sólo le temía a la oscuridad, tenía también un abanico de temores variopintos, como cualquier niño de cualquier época.
Y ahora viviendo en capital, debo decir que conozco a muchos vecinos de mi barrio y que converso con ellos quizá más que lo que conversaban mis padres con los vecinos que teníamos en nuestra cuadra, y eso que vivíamos en un pueblo chiquito.
Naturalmente había menos delito, pero porque había pleno empleo o casi, allá por la década del cincuenta y el sesenta.
Eso nunca lo dicen estos pps fachos.
Respecto a la policía, siempre la vi como la ven ahora mis hijos: Con gran desconfianza. Nunca sentí que la cercanía de un cana me diera más seguridad. Mas bien tirando para el otro lado, que querés que te diga…Y eso lo maman los hijos. Digo: de un padre que adora la policía generalmente saldrán hijos vigilantes así como saldrán niños desconfiados de la taquería si su papá es de los que piensan que el Perico Alcasotro hizo alguna vez algo importante…
Podría decir también que cuando yo era chico las madres no se ponían pañuelos blancos y le rogaban a los curas que hicieran algo para saber qué había sido de sus hijos.
Y podría decir que cuando yo era chico en mi pueblo había curas que tenían novias y todos lo sabían pero callaban de manera sumisa, cómplice y vergonzante.
Podría decir también que cuando yo era chico la policía no mataba ladrones, los detenía.
Podría decir que cuando yo era chico gobernaban los militares y que crecí creyendo que eso era normal.
Podría decir que me educaron desconfiando de nuestra capacidad como sociedad civil de garantizarnos gobernabilidad.
Podría decir que cuando yo era chico estaba prohibido hablar de Perón y que papá se quedaba por las noches jugueteando en la onda corta de la radio para ver si escuchaba alguna noticia del general.
Podría decir que yo era chico cuando Robledo Puch hacía de las suyas
Podría decir que antes que yo naciera el nazismo ya había perpetrado el mayor crimen contra la humanidad.
Podría decir también que cuando yo era chico ya los gloriosos y democráticos Estados Unidos de America habían lanzado la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki.
Y así sucesivamente podría seguir enumerando ejemplos que desmienten esta visión conservadora, reaccionaria y falaz de que todo era mejor cuando éramos chicos.
Cuando éramos chicos también veíamos, escuchábamos y nos enterábamos de cosas feas y jodidas. Por supuesto que no padecíamos el minuto a minuto del manijazo mediático; por supuesto que el programa de TV más visto era Odol Pregunta y que la basura de Susana Giménez o Tinelli no degradaba tanto la condición humana como hoy.
Siempre es bueno dar esa famosa vueltita de tuerca extra para no morfarse inocentemente estos pps que con musiquita de fondo muy bien elegida para crear un climita sensiblero y operando sobre determinados archivos de la memoria nos tienden la trampa de hacernos creer que todo lo de antes era mejor y, no jodamos, no era tan así.
Es que cuando uno va creciendo empieza a ver las fotos de su infancia y va accionando la palanquita selectiva para extraer lo lindo y dejar subrepticiamente abandonado en un rincón todo eso “feo” que también pasó, te pasó , me pasó y nos pasó.
Y así sucesivamente podría seguir enumerando ejemplos que desmienten esta visión conservadora, reaccionaria y falaz de que todo era mejor cuando éramos chicos.
Cuando éramos chicos también veíamos, escuchábamos y nos enterábamos de cosas feas y jodidas. Por supuesto que no padecíamos el minuto a minuto del manijazo mediático; por supuesto que el programa de TV más visto era Odol Pregunta y que la basura de Susana Giménez o Tinelli no degradaba tanto la condición humana como hoy.
Siempre es bueno dar esa famosa vueltita de tuerca extra para no morfarse inocentemente estos pps que con musiquita de fondo muy bien elegida para crear un climita sensiblero y operando sobre determinados archivos de la memoria nos tienden la trampa de hacernos creer que todo lo de antes era mejor y, no jodamos, no era tan así.
Es que cuando uno va creciendo empieza a ver las fotos de su infancia y va accionando la palanquita selectiva para extraer lo lindo y dejar subrepticiamente abandonado en un rincón todo eso “feo” que también pasó, te pasó , me pasó y nos pasó.
Porque además cuando estos pps rememoran los tiempos idos, da la curiosidad que nunca evocan la década más feliz que tuvieron las masas populares entre en 45 y el 55, curiosamente nunca te cuentan que cuando éramos chicos nuestros padres pudieron comprarse la casita porque hubo un gobierno que se los posibilitó.
Y así tantas otras cosas que, vaya uno a saber porqué, esos pps nunca mencionan.