El gobierno de los ricos no está atravesando su mejor etapa y lo preocupante es que recién lleva cinco meses, para colmo ha fugado hacia adelante de manera zonza, instalando que en segundo semestre bajará la inflación y empezarán a verse los frutos de su política económica. La zonzera consiste en suponer que los efectos devastadores del primer semestre no impactarán en el segundo y que aquellos sectores desprotegidos, donde impacta con efecto de bomba la gestión clasista del gobierno, no seguirán hundiéndose aún más en la miseria. Basta leer notas como ésta que publica El País de España para corroborarlo.
Pero el dispositivo de medios paraoficial ha encontrado un ardid curioso cual es criticar la comunicación de la administración Macri, con lo que todo se reduciría a errores de Marcos Peña Braun, responsable político del área. La crítica a la comunicación es el primer y remanido recurso al que echan mano los oficialismos. El gobierno de Alfonsín fue quizá el que más transitó este sendero cuando atribuyó su apabullante derrota de 1987 a que no supo explicar con eficacia sus políticas. La verdad es que cuando las cosas van más o menos bien, en líneas generales se comunican solas y que cuando el viento sopla en contra, un buen aparato podrá a lo sumo atenuar ciertos efectos pero no suplantar los hechos de la realidad. En el caso del gobierno actual, no hay aparato comunicacional que pueda convencer a muchos argentinos que el tarifazo en todos los órdenes puede conducir a una realidad mejor que la que dejó el gobierno de Cristina, entre otras cosas porque la memoria empieza a abrirse camino cuando las condiciones así lo exigen, generando en más de un ciudadano de a pie recuerdos de que esto de dejar de no llegar a fin de mes ya se vivió y no hace tantos años. Contra esa experiencia no hay modo eficaz de comunicar. Pasan los días y lo que el argentino promedio ve es que los únicos que han tenido beneficios son los de arriba y que, para colmo, día a día aparecen noticias sobre la moral y buenas costumbre de las principales cabezas del gobierno ¿Cómo se hace para instalarles otra noción desde la comunicación? ¿Cómo se cubre comunicacionalmente que día a día hay más datos de la actividad de las sociedades offshore donde participa el excelentísimo señor Presidente de la Nación como también de los vínculos de su primo Calcaterra, gerenciador de su empresa, con Lázaro Báez en negocios de obra pública? ¿O que el ministro de Energía es accionista de empresas que de manera obscena ganan licitaciones que organiza su ministerio? ¿Cómo se convence de que no hay despidos cuando en la vida real todos nos enteramos a través de vínculos familiares que a tal o cual pariente, amigo o conocido lo despidieron?
La comunicación nunca podrá suplantar a la política. No hay casos donde buenos períodos políticos hayan tenido problemas por una mala comunicación. El kirchnerismo no arrasó electoralmente por su buena comunicación sino por sus aciertos políticos y hechos de indudable conmoción: el triunfo de 2011 se debió más a la buena etapa económica y fundamentalmente al efecto conmocionante del fallecimiento de Néstor que a las virtudes de 678 y los medios de Szpolski (algo que aún hoy muchos delegados no comprendieron)
La restauración conservadora estaría teniendo dificultades por el surgimiento de imprevistos o lisa y llanamente por errores de análisis. El dilema de estas horas consiste en ver si el volumen intenso de la comunicación paraoficial logra convencer al argentino de a pie que cuando con el kirchnerismo estaba mejor que ahora en realidad estaba peor y que el actual gobierno, que sólo le impone aumentos y privaciones, en realidad lo está conduciendo a un tiempo de pleno bienestar.
En el fondo, quizá está sucediendo que el dispositivo mediático le dice al gobierno que hay terrenos de la acción política donde ellos poco y nada pueden hacer...